Capítulo 67 tortura

Continuación del capítulo anterior. Fabián recibe una tortura con un dildo anal eléctrico con mando a distancia.

La tortura de Fabián no había hecho más que empezar. El amo apenas le dejó descansar y recuperarse de su primera corrida. Instantes después de que eyaculase, sin apenas darle tiempo a disfrutar del placer anal que había experimentado, la tortura volvió a comenzar. El amo pulsó otra vez el botón y el dildo empezó a vibrar.

La cara de Fabián fue de sorpresa, pero nada pudo hacer.

El amo presionaba aquel mando como si le fuese la vida en ello y empezó a enviar al culo de Fabían vibraciones de 15 segundos seguidas una tras otra, aumentando la intensidad de la vibración. Tanto es así que en apenas unos minutos Fabián, sin haberse tocado, sólo con las estimulaciones anales eléctricas que estaba recibiendo de aquel vibrador con mando a distancia que controlaba su amo, se empalmó como nunca antes se había empalmado.

El amo pulsaba el botón frenéticamente, como si le fuese la vida en ello, tanto que Fabián, de pie frente a él, tenía la cara descompuesta. Por un lado experimentaba placer y por otro lado a la vez estaba siendo torturado.

La intensidad y la frecuencia de las vibraciones que aquel consolador con mando a distancia estaba mandando a su ano, aumentaron.

El amo ponía cara de sádico disfrutando de las expresiones de Fabian que, sin poder hacer nada, se desencajaba en dolor y placer a la vez.

–Para, para, para, por favor.

–Por favor ¿qué? ¡insolente!

–Por favor, amo

–Has sido malo, y este va a ser tu castigo.

El amo pulsó 20 segundos vibración super alta, y 20, y 20 y 20 otra vez, y 60 segundos terremoto hasta que el cuerpo de Fabián convulsionó y volvió a eyacular.

Lejos de darse por satisfecho el amo presionó otra vez, con intensidad leve, 15 segundos, moderada 20, 20, 20, 25 alta, 30 segundos, 15 intensa, 20 terremoto, 15 super alta.

Fabián, aún cubierto de semen, se volvió a empalmar.

60 segundos terremoto

–Por favoooorrrr, para

Pero las palabras de súplica sólo parecían incentivar más al amo a darle más al pulsador

75 segundos terremoto.

El cuerpo de Fabián convulsionó y en apenas unos minutos volvió a eyacular, por tercera vez.

Esta vez su semen ya no era tan denso como al principio, era más líquido, como aguado.

Pero el amo no paró y empezó otra vez el programa de vibración con su mando a distancia sin dejar a Fabian recuperarse. Su ano estaba irritado de aquel vibrador con mando a distancia. Había eyaculado en aquella mañana por tercera vez, las dos últimas seguidas, pero su amo no estaba dispuesto a parar. Fue ahora cuando comprendió por qué aquel lugar lo llamaban cámara de tortura o centro de reeducación. Fabián había sido un chico muy malo y allí lo iba a reeducar.

El pene de Fabián, cubierto de semen de su última corrida, se volvió a empalmar por la estimulación anal.

El amo repitió el programa previo pero aumentando la intensidad.

El cuerpo de Fabián estaba derretido, pero al amo no parecía importarle nada. Continuó más tiempo aumentando su tortura hasta que por fin, tras varios intentos, consiguió que Fabián eyaculase de nuevo. Apenas le salieron cuatro gotitas de líquido claro.

Como recordaréis en la isla todo giraba alrededor del semen: tenerlo dentro del cuerpo te daba fuerza, vigor, fortaleza, poder. Perderlo te debilitaba. Esto lo sabían todos los chicos que normalmente tenían intercambios 1:1. Y lo sabían los hombres de negro y entre ellos ‘el amo’ que estaba torturando a Fabián. Fabián llevaba cuatro corridas, y con la quinta moriría inevitablemente.

El amo no cejó en su empeño y con Fabián en el suelo exhausto pulsó el botón del vibrador de nuevo poniendo en alerta a Fabián.

–Amoooo, amo, por favor… te lo suplico. Ya no me queda más semen. Sabes que me he corrido 4 veces y que si me corro una vez más me muero, falleceré.

El amo, sentado como estaba en su trono, desnudo, con el mando a distancia que controlaba el vibrador anal de Fabián, abrió sus peludas piernas mostrando a Fabián su gran miembro. Los ojos del chaval se abrieron como platos: tenía ante sí el pene más grande que había visto en mucho tiempo, grueso y largo.

Fabián gateó –no tenía fuerzas para levantarse– hacia donde estaba su amo y se puso entre sus piernas, de rodillas, metiéndose el pene de su señor en su boquita.

El amo dio intensidad al pulsador. El vibrador anal de Fabián volvió a estimularlo.

Fabián lo tenía claro: tenía que recuperar una dosis de semen vital si no quería morir exhausto. Tenía que beber del semen del amo. Tenía que hacerlo eyacular. Así que empezó la más intensa mamada que había ejercido en su vida sabiendo que le iba la vida en ello.

El amo disfrutaba de la boca de Fabián. Sabía que le tenía dominado. De hecho pulsó el botón del vibrador vibraciones leves de 15 segundos, lo cual empalmó a Fabián que de seguir así eyacularía por quinta vez y moriría. Así que lo de Fabián se volvió en una lucha frenética. Sabía que el amo le estaba estimulando, y que si eyaculaba antes de beber el semen de su amo moriría, lo cual le dio más y más intensidad haciendo al amo una mamada increíble.

El amo tenía el control. El poder de sumisión. Y jugaba con ello. No quería ni de lejos matar a Fabián pero quería acelerar el placer que el chaval le estaba dando, así que aceleró la estimulación anal del chaval aumentando la vibración en frecuencia e intensidad, a descargas seguidas de 20 segundos.

Fabian mamaba frenéticamente para hacer al amo eyacular. Le iba (y nunca mejor dicho) la vida en ello.

Sentía que él estaba a punto de correrse otra vez pero tenía que hacer al amo eyacular antes de que eyaculase él, para recuperar fluidos (líquido seminal) que le diese vida, vigor y fuerzas.

El amo recibió una mamada increíble, como nunca se la habían dispensado, tanto que se olvidó de dar al botón por el placer que estaba experimentando, durante unos segundos… y se corrió, eyaculó, abundantemente en la boca de Fabian, que chupaba con ansia sellando con su boca el pene del amo, sin dejar escapar una gota del líquido vital / semen al exterior.

Fabián se tragó todas las descargas del amo frenéticamente.

El amo eyaculó una, otra y otra vez.

Fabián chupó. Y a medida que chupaba el semen, su tez, pálida, albina, fue lentamente recuperando el color a una piel normal y sonrosada.

Tras cinco descargas de trallazos de lefa en la garganta de Fabián el amo, que había disfrutado como nunca en la vida de una mamada tan intensa, presionó el botón: 75 segundos vibración terremoto en el ano de Fabián… y Fabián se corrió. 5:1. Fabián tenía que mamar de nuevo para recuperar más líquido vital.