Capitulo 64: potro de tortura

20 latigazos por portarte mal

Los castigos no eran siempre tan extremos como que te llevaran a ‘La Granja’ donde eras tratado como un animal (follado y ordeñado continuamente) (capítulo anterior). A veces bastaba un pequeño correctivo para enderezar las actitudes de los niños indisciplinados. Para ello estaba ‘el potro’ que era una especie de banco de madera forrado de skay a donde te ponían en cuatro, de rodillas, con el pecho pegado al mismo, y te ataban pies manos y cintura para que no te pudieses mover, dejando tu culo expuesto al aire.

Los niños malos, para que no pudieran rechistar, eran amordazados con una bola-mordaza, que les impedía gritar o quejarse. A los no tan rebeldes se les dejaba la boca abierta para que pudiera jadear cuando les insertasen algo analmente o, simplemente, les diesen una azotaina.

Una vez el muchacho indefenso era atado al potro solía recibir una serie de latigazos. Depende de cómo reaccionara le daban un nuevo correctivo u otro.

Peter acababa de ser atado.

Su culo, lampiño, al aire, mostraba unas nalgas blanquitas, perfectas, sin un vello

Su cara aniñada de pelo rubio rizo le hacían parecer inocente, pero había sido un niño muy malo. Tanto es así que le habían llevado a la sala de tortura.

Cuando le ataron pies y manos el pene de Peter se erectó excitado.

Peter había sido un niño muy malo a iba a recibir un serio correctivo de los hombres de negro.

Otro arnés en inmovilizó, en el potro, boca abajo, por la cintura.

–Has sido un niño muy malo –le gritó el hombre de negro

Peter le miró con ojitos intentando dar pena para que le liberasen pero no abrió la boca

–No vas a salir de aquí hasta que hayas escarmentado ¿lo entiendes?

–Sí -musitó el jovenzuelo

ZASSS…

el hombre de negro le dio con una vara en las nalgas tan fuerte que le dejó una marca. Peter saltó una lagrimita.

–¿Sí, qué?

–Sí, señor.

–Muy bien, veo que vas aprendiendo. Ahora cuenta conmigo

–zas (uno), zaaaass (dos), zaasss (tres), zapas (cuatro), zaaaaaas (cinco)

Peter no se atrevía a decir nada porque sabía que iba a ser peor, y que si se quejaba iba a recibir otros diez latigazos. De hecho aunque aquella vara le dejó marcas por todo el culo y sus blancas nalgas pronto empezaron a parecer rosadas, luego rojas y luego moradas, el chico no rechistó, porque sabía que era peor el remedio que la enfermedad, y se dejó hacer.

ZASSSSS (veinte latigazos)

El hombre de negro paró. La primera parte de la tortura había terminado. Se acercó al chico y se bajó su suspensorio de cuero negro mostrando una larga y erecta polla que Peter se metió en la boca sin rechistar haciéndole una gran mamada mirándole con ojos sumisos. Peter había entendido que no debía contrariar a los hombres de negro ni vulnerar las leyes de la isla, o que recibiría un serio castigo.

Cuando el hombre de negro se estuvo a punto de correr en la boca de Peter, se detuvo bruscamente y sacó su polla de la boca de aquel chico, y sin que le diera tiempo a reaccionar, se puso detrás de él y se la clavó de una estocada en el culete.

Peter soltó un resoplido por la brusca invasión de su cavidad anal, que estaba escocida tras los 20 latigazos, pero se dejó hacer, sumiso. No había nada mejor que un chaval que había aprendido y escarmentado de cual debía ser su papel en la isla.

El hombre de negro dio una rápidas estocadas en el culo del chaval y en la última se clavó en él parándose sin volver atrás, y se corrió en el interior, en lo más profundo de los intestinos del muchacho.

El hombre de negro permaneció allí, en el interior de aquel muchacho hasta que el ano del chaval hubo absorbido todas sus descargas de semen. Minutos después se separó de él y le soltó las cuerdas liberándole la cintura, las manos y los pies.

Peter había escarmentado de su primer castigo e intentaría portarse bien para no volver allí ¿o seguiría siendo malo? Quizás aquella experiencia le había gustado. Además, aquella sala tipo calabozo, estaba llena de arneses, aparatos, dildos, y demás maquinaria de tortura y sumisión, que algo en su interior le dijo que le encantaría probar. Quizás debiera ser malo… si quería volver