CAPITULO 44: Follándome a 8
Mi primera experiencia como 'dador' consiste en follarme a 8 preciosos chicos de todas las razas y edades, y termino echando la corrida de mi vida dentro del culo de un precioso chino
En la primera camilla estaba el pecosito… tenía un culo blanquito. No sé qué edad. Aparecí por detrás. Él no me vió, y le metí mi pene hasta el fondo. Abrió los ojos de sorpresa y dio un respingo. Ohhhhhhhhh. Y me lo follé unas cuantas veces seguidas, pero me salí de su cuele dejándole el ojete abierto. Sin dar descanso a mi polla me pasé a la camilla de al lado. En el cubículo contiguo, separado por un simple biombo de aglomerado, estaba el pelirrojo de rizos. Este era un poco más gordete y tenía un culazo. Me pasé del culo del albino a este culo regordete. Parecía un angelito. Como tampoco me veía le pillé de sorpresa. Tenía el culo lubricado con gel silicona y mi pene entró sin problemas hasta el fondo… Ahhhhhhhhhhh gritó el muchacho al notar mi invasión de su ano con mi pene gordo. Su voz era una mezcla entre dolor y placer pero no se movió. Aunque mi pene gordo le abrasaba el culo la verdad era lo que él deseaba y disfrutó de mis acometidas.
Zas, zas, zas… me lo follé rápidamente dándole varias embestidas empotrándole contra la camilla. Enfrente de él, en la puerta por la que el muchacho había accedido al cubículo, había un espejo que me permitió verle la cara de placer que estaba poniendo. Él no me vio entrar porque estaba mirando al suelo cuando me acerqué detrás de él y le metí hasta el fondo mi pene. Pero con mi acometida y embestida el levantó un poco la cabeza y miró de frente a él, y justamente fue entonces cuando le vi las muecas de entre dolor y placer reflejadas en la puerta.
Le dí varias acometidas más pero no me quería correr en él, así que me fui al cubículo de al lado dejando a este joven con el ojete dilatado.
En la camilla de al lado estaba el rubio de pelo lacio. Culo blanquito, delgado. Era un chavalín jovencito, de poca envergadura, y pene pequeñito. (Se lo ví nada más entrar porque en la postura que estaba, con los pies en el suelo, doblado en 90 grados, piernas abiertas, pecho tumbado boca abajo en la camilla, lo primero que pude apreciar después de sus nalgas, entre sus piernas, fue su pequeño pene.
Zasssss… Le metí mi pollón hasta el fondo y el chaval estiró levantando el pecho la cabeza hacia atrás, y fue cuando en el reflejo de la puerta –todos los cubículos eran iguales, parecían como pequeños quirófanos ultramodernos: dos paredes a ambos lados, una camilla y dos puertas, una por la que accedían ellos, que se cerraba cuando se ponían en la camilla, y otra detrás, por la que entrada yo–.
Al levantar la cabeza hacia atrás le ví reflejada la cara. Me recordaba a Denis Lamalice.
A su lado en el cubiculo de al lado estaba el negro. Saqué mi polla de Denis, el rubio de pelo lacio y se la metí al negrito del cubículo de al lado. Luego a un morenazo, luego a otro muchacho, luego me follé con ansia el culo del árabe con rabia pensando ‘has metido ese pollón en cinco culazos y te has quedado sin semen. Ahora vas a saber lo que es bueno’ Zas, zas, zas, zas… El árabe era un dador nato, era de follar y no ser follado… Pero como todos recordaréis a la quinta vez todos necesitaban una dosis de semen.
Dejé para el final al muchacho oriental: siempre había tenido morbo por los orientales: cuerpo lampiño, delgadito, pene largo y delgadito, pero no muy grande… Culo delgado, pelo lacio y negro… Labios delgados y finos… Cuando entré en su cubículo no le penetré como a los anteriores. Le pasé mi pene por encima de sus glúteos entre sus nalgas, avisándole que había llegado. Mi pene se puso más enhiesto aún al saber lo que venía, y el chinito sintió un escalofrío al sentir mi garrote duro rozar la raja de su culo. Su culo estrechito no estaba habituado a lidiar con penes tan grandes y gruesos. El chino había sido follado por otros orientales de penes largos y delgaditos, no tan gruesos como el mío. El chino sintió un escalofrío en toda su espalda… Yo metí un dedo en un tarro de vaselina que había al lado de la camilla –estaba en todas preparado– y a continuación metí primero un dedo y luego dos juntos, en su culete. Metí los dedos hasta el nudillo… que no era ni la mitad de largo que mi pene… y aún así el chino se tensó por bloque ya notaba ¡¡No sabía lo que le esperaba!!
Cuando hube untado bien todo su ojete retiré mis dedos y puse la punta de mi pene. Y apoyando mi peso sobre el se lo clavé traspasándole. Ahhhhhhhhhggggg ooohhhh exclamó el chinito.
Poco a poco fui sacando mi pene de su estrecho culo y tan pronto estuvo casi fuera se lo volví a clavar.
Ayyyyyy Ohhhh Diossss –exclamó el chino
Me volví a retirar y ahora más rápido y con más fuerza le penetré de nuevo
–Ahhh ohhhh ahhhggg
–Zas otra estocada profunda
–Ayyy ay ay ya yay
–Zas
–Ahhhhggg, me parte -exclamó el chinito
A mi esas quejas me excitaron más y de hecho se me puso más duro aún mi pene que se lo clavé más rápido y con mas fuerza llegando aún más hondo
–Pare pare pare por favooooorrr señoooorrr que me rompeeee el anoooo
Yo hacía caso omiso a aquellas palabras. Es más, me excitaban más y me daban más fuerza y hacía que le penetrara más rápido
–Zassss
–Oh, ooohhh , por favor, señor, piedad, piedad -gritó
–zas
–Noooo –y de los ojitos del chino empezaron a salir lagrimitas
A lo que respondí clavándosela más fuerte
–Buaahhh, buahhhh por favooorrr señorrrr… me parteeee
Y yo se la clavé más rápido, más rápido, más rápido, más y más, y más…
El chino era ya un baño de lágrimas. Nunca había tenido un pene tan grueso, tan ancho, tan largo, en su tierno y joven culete.
No sé los minutos que pasaron pero no cejé en mi empeño. Cada vez me lo estaba follando más y más rápido, con todas mis fuerzas y velocidad. Ya no oía nada si estaba gritando. Me daba absolutamente igual lo que estaba pasando.
15 minutos más tarde ya al límite de mis fuerzas y sudando de cansancio me caí clavándole mi polla lo más profundo en sus entrañas… porque ya no se la saqué, me caí sobre su espalda con todo el peso de mi cuerpo, aplastando al pobre chiquillo… Y con mi polla en lo más profundo de sus intestinos descargué en mi última embestida la más colosal corrida que había tenido.
Ambos gemimos de placer, yo mientras estaba eyaculando y el joven chiquillo que estaba recibiendo la descarga de semen más grande que había recibido en su vida.
Mientras mi semen manaba de mi pene en varios trallazos dentro de lo más profundo de los intestinos del chino mi nariz y lengua estaban detrás del cuello del joven. Tenía mis brazos encima de sus brazos sujetando mis manos las manos del chaval que tenía las palmas hacia abajo pegadas a la camilla. Mis manos eran también más grandes que las de aquel muchacho –como mi pene y todo mi cuerpo–.
Yo estaba cansado y mi peso muerto aplastaba al fuerte y joven chaval que jadeaba y respiraba de placer mientras mis últimos trallazos de lefa se descargaban en sus intestinos.