Capitulo 42: noche en mitad del bosque
Disfruto de una orgía en donde 12 chicos de todas las razas me follan por todos los lados
Aquello no había hecho más que empezar. Ndongo descargó en mi ano. Pero enseguida Yuri le tomó el relevo. Luego Omar. Luego John, luego Maikel, luego Ander… Me fueron pasando como un trapo de uno a otro. Uno me besaba el cuello, otro la boca, otro el pecho, otro me mordía las tetas, otro me chupaba la polla… y tuve descarga tras descarga… al menos ya había tenido tres corridas en tres bocas diferentes. Maikel no había dejado perder ni una gota de su semen en lo profundo de su garganta. Me moría de placer. Ya no sabía quien me estaba follando, ni quien me estaba mamando, ni quien me comía el cuello…
Pasaron horas y horas de orgía en mitad de la selva, en aquel campamento de aquella aldea del lago. Ya tenía el culo encharcado de semen lo cual facilitó aquella serie de penetraciones. Horas después caímos rendidos todos, cansados y nos dormimos desnudos unos encima de otros. Había semen en mi pecho, manando de mi culo, en mi boca, en mi pelo, en mi espalda.
Cuando desperté tenía la cabeza de Ander encima de mi tripa a la altura de mi pene y la de Maikel encima del pecho. No había pasado frío porque había una cálida temperatura en el ambiente. Ander también se despertó y empezó a mamar los restos de semen que habían en mi tripa y que se habían secado. Maikel también se despertó e hizo lo mismo con el semen reseco de mi pecho. No sabían de quien era aquel semen. Todos se habían corrido. Todos me habían follado. Y seguramente tenía restos de semen de aquellos 12 hombres mezclados por todo mi cuerpo.
Pero no había que desperdiciar nada.
12 pollas de todos los colores, grosores y tamaños habían estado en mi boca y mi ojete aquella noche que comenzó tras una cena y terminó con la extenuación de todos, a altas horas de la madrugada.
CAPITULO 43
Empezó la mañana poniéndome de pie y tomando mi pene en sus bocas. Uno a uno, Steven, de 20 años, Toby el un rubio de 19 años de pelo lacio, Gary de 24 años, Chao, Boris, 25 años, el norteamericano John, de 27 años, el vasco Ander, de 23 años, el holandés Maikel, de 28 años, Ndongo, el africano, Omar y Joao, me dieron una terrible mamada. Una tras otra, una tras otra. Empecé corriéndome en sus bocas. Toby era muy guapo y ver a ese chico mamarme me excitaba. A parte lo bien que lo hacía chupándome la punta del glande con la lengua, recorriendo todo el pene, metiendo su lengua por mi uretra… Corrida tras corrida sufrí 12 pérdidas de semen. Y a pesar de las 12 folladas de la noche anterior (y no sé cuantas mamadas), y de todo lo que había evolucionado estos últimos años (ya no me moría a la quinta pérdida de semen, aguantaba más), las 12 mamadas seguidas me dejaron muy, muy agotado.
Fue entonces, cuando laxo perdía mis fuerzas y ya me caía como un peso muerto, cuando agarraron entre dos y me volvieron a follar el ojete. Lo hizo Ndongo, el negro de la aldea, y después Joao, el brasileño. Ander se puso de pie con las piernas abiertas apuntando su pene a mi boca, e inicie yo una fuerte mamada hasta que le succioné el ultimo trallazo de lefa. Algo que repetí con Maikel, con Toby, Gary… Yuri…
Chao se presentó de pie con su vestido de sumo que tuve que desenrollar y también me ofreció su semen para que recuperase fuerzas tras las 12 mamadas que me habían realizado.
Ndongo, que fue el primero que me había follado esa mañana, apareció frente a mí con su taparrabos de piel de leopardo que le quité con mis dientes para acceder a su nabo, y comérselo hasta hacerle correrse en lo más profundo de mi garganta.
Dominaba ya eso de sellar mi boca alrededor de rollizos penes para que no se me escapase nada de los fluido vitales de los hombres.
——
Mi estancia en la aldea se prolongó un tiempo con esta serie de orgías. Mi fase 4 de entrenamiento había terminado.
En la aldea me había desinhibido completamente y ya no tenía complejos de ser follado y mamado y mamar y tener mucho sexo.
Me tenía que ir de la aldea. Mi cuarta prueba había terminado.
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