Capítulo 3.9 - La psicóloga

El mundo real/ Jueves (2/ 3)

Mis piernas apenas me respondían, todo mi cuerpo temblaba como una hoja cuando crucé el umbral de aquella puerta... ya estaba dentro... cerré la puerta... ¿y ahora qué?... avancé un par de metros hasta que la entrada se abría en un gran salón con cocina americana, al fondo en una mesa, mi ex-marido comía aquella pizza dándome la espalda.

  • ¿Querías hablar doctora?... pues habla y luego lárgate – dijo con frialdad.

  • ¿Doctora?... ¡sabes cómo me llamo!... ¿ni siquiera vas a llamarme por mi nombre?

No recibí respuesta a aquella pregunta... mi ex-marido se levantó con la caja de pizza en la mano dirigiéndose a la cocina, tiró la caja a la basura y abrió la nevera para coger una cerveza... tras abrirla se dirigió al gran sofá del salón, donde tras darle un gran trago se sentó y encendió la televisión empezando a pasar canales, uno tras otro, sin prestarme atención.

  • ¿Me vas a hacer caso de una vez?... ¿vas a mirarme? – dije algo alterada y nerviosa.

  • No te equivoques doctora... la única razón por la que te he abierto la puerta es porque tu madre me ha llamado por teléfono y me ha dicho que no te ibas a ir de aquí hasta que te escuchara... y sabiendo cómo eres de cabezota y orgullosa, eres capaz de dormir en la puerta... así que di lo que tengas que decir y vuelve a tu vida.

Suspiré con desesperación... ¿dónde estaba aquel hombre bueno y atento con el que me había casado?... ¿dónde estaba aquel hombre que siempre estaba pendiente de mí, de hacerme feliz y de mis necesidades?... ¿era tanto pedir que me prestara atención un par de minutos?... ¿tanta razón tenían mi ex-mejor amiga y madre cuando me dijeron que le había destrozado?

  • Ya sabes por lo que he venido – dije con voz temblorosa.

  • De nada doctora... era lo menos que podía hacer por la única mujer buena y noble que hay en tu familia... ayudarla cuando lo necesita... no entiendo cómo se puede ser tan egoísta y tan mala persona como para ignorar a tu propia madre cuando más te necesita.

  • ¡JAMÁS!... ¿me oyes?... ¡JAMÁS!... ojalá me hubieran avisado cuando tuvo el accidente, pero desde el hospital sólo llamaron a mi hermana... yo jamás ignoraría a alguien a quien quiero... mucho menos cuando esa persona me necesita – dije con rabia.

  • Jajajaja – se rió con ganas y empezó a aplaudir – bueno doctora... entonces ya hemos terminado... ya está todo aclarado... ya sabes dónde está la puerta.

Se puso de pie y ante mi asombro, miró el reloj y con un gesto de su mano me invitó a que empezara a recorrer el camino que me separaba de la puerta de la casa.

  • Me dijiste que me escucharías... ¿ahora me echas de tu casa? – dije indignada.

  • ¿Qué más hay que hablar doctora?... acabas de decirlo todo en una frase... has dicho que jamás ignorarías a alguien a quien quieres cuando te necesita... pues como una de las muchas personas que has ignorado a lo largo de tu vida porque nunca las has querido, me doy por enterado del resto de la conversación... no necesito oírla... ¡adiós doctora!

  • ¡NO!... ¡NO!... ¡no quería decir eso!... no me refería a...

Me dejé caer en el sofá y empecé a llorar como una niña pequeña... mis lágrimas lejos de ablandarlo tuvieron el efecto contrario... su actitud distante y pasiva hasta ese momento cambió por completo... se acercó a mí y con suavidad puso su mano bajo mi barbilla, levantó mi cabeza obligándome a mirarle a los ojos, unos preciosos ojos verde esmeralda que en aquel momento irradiaban fuego... temerosa intenté desviar mi mirada de sus ojos, pero su mano me lo impidió y a un palmo de mi cara comenzó a gritarme con rabia.

  • ¿SE PUEDE SABER ENTONCES A QUÉ COJONES HAS VENIDO A MI CASA DOCTORA?... ¿DE VERDAD PIENSAS QUE DOS PUTAS LÁGRIMAS SIRVEN PARA QUE TE PERDONE TODOS LOS DESPLANTES Y HUMILLACIONES QUE ME HICISTE MIENTRAS ESTUVIMOS CASADOS?

Temblaba... creo que notó mi miedo y se separó de mí alejándose un par de metros... me miraba desde arriba con odio y esa superioridad que le daba su altura, añadida al hecho de que estaba de pie frente a mí y yo permanecía sentada.

  • ¡PERDÓNAME! – dije entre hipidos mientras mis ojos se inundaban de nuevo.

  • ¡QUE ME CONTESTES PUTA DE HIELO!... ¿a qué cojones has venido?

  • Te... te quiero... quiero... – mi voz temblaba.

  • ¿Me quieres?... jajajaja... ¿me quieres?... jajajaja... ¿qué coño sabrás tú lo que es querer a alguien doctora?... tú no has querido a nadie en tu puta vida... salvo a ti misma, claro... me has dicho que jamás ignorarías a una persona que quieres cuando te necesita... ¿dónde estabas cuando murió tu suegro?... ¡aquel día te necesitaba!... ¿dónde estabas cuando murió tu padre y tu familia te necesitaba?... ¡tu madre te necesitaba!, ¡tu hermana también!... ¿dónde estabas cuando tu madre se cayó en la calle y tuvieron que llevarla al hospital?... ¡tu madre te necesitaba!... ¿has querido alguna vez a alguna de las personas que te he mencionado o no lo has hecho y por eso las ignoraste?

  • ¡BASTA!... – grité con rabia.

  • Doctora... sólo por los viejos tiempos, te lo voy a decir de buenas maneras, pidiéndotelo amablemente y por favor... el tiempo en el que tú y yo deberíamos haber hablado ya pasó hace mucho... ahora ya no me interesa absolutamente nada de lo que tengas que decirme... por favor, vete a tu casa antes de que diga algo de lo que me pueda arrepentir después... creo que ya sabes dónde está la salida.

Dio un último trago a su cerveza, me dio la espalda y se fue en dirección a la cocina con unos pasos cortos y pausados... supongo que esperaba que haciendo aquel recorrido de forma tan sumamente lenta, yo ya no estuviera allí cuando se diera la vuelta... se equivocaba si pensaba que se iba a librar de mí tan fácilmente.

  • Me da igual lo que me digas... no creo que nada de lo que salga de tu boca pueda sorprenderme ya... ¿tienes miedo de hablarme con sinceridad?... ¡no lo tengas!... puedes hablar con total libertad y sinceridad... he descubierto muchas cosas estos últimos días que sucedieron durante el tiempo que estuvimos casados.

Volvió de la cocina con otra cerveza y se sentó en un sillón frente a mí... yo busqué en mi bolso, saqué su antiguo teléfono móvil y tras mostrárselo, lo coloqué sobre la mesa que nos separaba...

  • Está bien... tú dirás doctora... aunque si tienes ese teléfono no creo que tenga que añadir mucho más a todo lo que ya sabes, a lo que te han contado o lo que hayas leído en él... ¿quieres respuestas sinceras?... pregunta... pero luego no te quejes si no te gusta lo que oyes.

  • ¿Por qué nunca me contaste nada de la historia con mi hermana?... aquella primera cita doble, con ella, donde nos conocimos... la primera vez que viniste a cenar a casa, todo lo que sucedió después... ¡JODER!... lo recuerdo... es pensar en ello y no me lo creo.

  • ¿La cita?... un amigo me dijo que quería organizar una cita doble con un par de chicas, él saldría con una conocida que le gustaba mucho y su amiga conmigo... me pidió por favor decenas de veces que le acompañase, que le hiciese ese favor... al final accedí y le pregunté quiénes eran las chicas y si yo las conocía de algo... se hizo el tonto y sólo me dijo con sorna que tuviera mucho cuidado, que mi cita estaba loquita por mí y que si me descuidaba igual hasta me violaba... cuando llegamos me encontré con la sorpresa de que allí no había dos chicas, erais tres... él nos presentó a todos y enseguida se sentó junto a su cita sin decirme nada más, mientras yo me quedé de pie junto a la mesa con cara de tonto y ni siquiera sabía con cuál de las otras dos chicas se suponía que había quedado... tu hermana me miró y se quedó callada, tú empezaste a hablar conmigo...

  • ¿Y supusiste que tu cita era yo?

  • ¿Y qué iba a hacer doctora?... ¿preguntar cuál de vosotras era la que me quería violar?... el caso es que enseguida todos se fueron y nos quedamos solos... al día siguiente llamé a mi amigo enfadado, para echarle la bronca por la encerrona, y resultó que era él quien estaba enfado conmigo por haberme equivocado de chica y haber estropeado su cita.

  • ¿Por qué nunca me dijiste nada?

  • Doctora... – miró al cielo suspirando y pidiendo paciencia, como el que habla con un idiota que no se entera de nada – estabas con tu mejor amiga y con tu hermana... supuse que lo habríais aclarado todo entre vosotras y que cuando te llamé para pedirte la segunda cita ya sabrías todo lo qué había pasado... nunca más le di ninguna importancia.

  • ¿Y la cena?... ¿por qué nunca me contaste lo de la cena y lo que sucedió después, cuando mi hermana quiso meterse desnuda en tu cama?

  • Doctora... siempre pensé que la que me acariciaba el paquete con el pie durante la cena eras tú para ponerme nervioso y fastidiarme, pero te miraba a la cara y te veía tan seria... hasta llegué a pensar cómo era posible que no se te notara nada lo que estabas haciendo... pero jamás se me pasó por la imaginación que pudiese ser tu hermana quien lo hacía... ¿por qué otro motivo te habrías sentado frente mí durante aquella cena y no a mi lado?

  • ¿Seria?... ¿cómo querías que estuviera?... ¿qué querías que encima me descojonara?... menuda vergüenza me hiciste pasar delante de mis padres, parecías imbécil.

  • ¡Gracias doctora!... luego tras la cena, cuando me enseñaste la habitación de invitados intenté devolverte la jugada y me armaste la de dios... me cruzaste la cara y te marchaste completamente indignada... no entendía nada, hasta que tu hermana entró desnuda en la habitación e intentó meterse en mi cama, entonces sumé dos y dos... empecé a decirle que se fuera y me dejara sólo, intentando no armar demasiado escándalo... cuando por fin conseguí sacarla de mi habitación nos encontramos a tu madre en mitad del pasillo, la agarró del brazo y se la llevó en dirección a la cocina... yo cogí todas mis cosas y muerto de vergüenza me fui de aquella casa sin despedirme de nadie y prometiéndome que no te llamaría nunca más... si volvimos a quedar después de aquello, fue porque dos semanas después de aquella cena tú me llamaste pidiéndome perdón por todo lo que había pasado... ¿por qué nunca te dije nada?... siempre pensé tu madre te había contado lo que había pasado y ese era el motivo de tu llamada y tu disculpa.

  • ¿Y todo lo demás?

  • Doctora... ella era tu hermana... yo soy hijo único y no entiendo cómo funcionan las relaciones entre hermanos, pero acabas de decir todavía hace un rato que no te lo crees... ¿ibas a creerme a mí antes que a ella?... a tu hermana que conocías de toda la vida y que lo negaría todo o a mí que me conocías de hacía un par de meses... simplemente me limité a ignorar sus coqueteos y nunca quedé con ella si tú no estabas.

Cuanto más escuchaba la historia que me contaba mi ex-marido sobre todo lo que ocurrió con mi hermana menos me lo creía, pero al menos todo lo que decía parecía encajar con lo que sabía y dentro de la completa locura que era toda aquella situación, tenía cierta lógica... mientras daba vueltas en mi cabeza a las cosas que sabía y las que me estaba contando, intentando asimilarlas, me miraba en silencio... era evidente que no pensaba decirme nada sin que yo preguntara.

  • ¿Por qué me fuiste infiel y me abandonaste?

  • Una cosa te voy a dejar muy clara doctora... ¡muy clara!... yo nunca te he sido infiel y puedes creerme cuando te digo que oportunidades no me han faltado, incluso con esas tres arpías, a las que llamas buenas amigas.

  • ¡No insultes a mis amigas! – dije sin pensarlo.

  • Jajajaja... ¿amigas?... ¡interesadas!... eso es lo que son esas tres arpías... ¿tú sabes lo que es la amistad doctora?... ingenua, que eres una ingenua... amigas tuyas eran todas aquellas chicas que conocías del barrio y que se cansaron de que les dieras plantones y les pusieras excusas tontas cuando te llamaban para quedar, hasta que un día dejaron de hacerlo... ¿y sabes lo peor de todo?... que estoy seguro que no te pareció ni un poco raro, te pareció de puta madre para tener más tiempo para tus mierdas.

  • ¿Pero qué estás diciendo?... la gente cambia, madura, tiene un trabajo, se casa, tiene hijos y no pueden quedar todos los días a tomarse algo con sus amigos de juventud.

  • Jajajaja... ¡eres idiota doctora!... ¿lo sabes?... ¿todavía recuerdas la cafetería donde habéis quedado toda la vida?... pues puedes pasarte por allí el último jueves de mes entre las siete y las nueve de la tarde a ver si echas en falta a alguna de aquellas chicas que según tú han cambiado, madurado y todas esas tonterías que me has soltado, como hacías siempre, a modo de excusas baratas... pero claro, la doctora ni dos horas libres tiene al mes para quedar con las que eran sus amigas de toda la vida... supongo que era más divertido juntarse con esas tres arpías que te bailaban el agua... ¿no?

Me intrigaba saber por qué mi ex-marido no dejaba de referirse una y otra vez a mis amigas como arpías, yo ya sabía que no eran trigo limpio después de los mensajes leídos en el móvil... ¿sabía mi ex-marido más cosas de ellas que yo ignoraba?... así que me hice la ofendida.

  • Bueno... ya está bien de insultar a mis amigas... ¿qué tienes contra ellas?

  • Jajajaja... tienes ese teléfono móvil, que has puesto sobre la mesa, lleno de mensajes de ellas que supongo que ya habrás leído... ¿y todavía las defiendes?... ¡madre mía que ingenua eres doctora!... ¿me responderías a una pregunta con sinceridad?... sólo por curiosidad, no me hace falta conocer los detalles... ¿cuál de las tres ha ganado?

  • ¿Cómo dices? – dije perpleja.

  • A ver doctora, no malinterpretes mi pregunta... la oficinista esa morenita que está casada con el camionero, esa que lleva

FÓLLAME

escrito en la frente, no creo haya ganado... se ha debido tirar, por lo menos, a la mitad los tíos que conoce a pesar de estar casada, quedar contigo era su cuartada perfecta para excusarse con su marido, para que él no desconfiara de ella, no te parecía raro que siempre que la llamabas te dijera que sí sin importarle dónde y cuándo... según su marido quedabais dos o tres noches por semana, luego en realidad era ¿una vez al mes?... ¿necesitas que te explique qué hacía el resto de los días o te hago un plano?... pero bueno, no creo que haya conseguido que una mojigata como tú siguiera sus pasos... así que me quedan las otras dos opciones... ¿cuál es la ganadora?

  • ¿Pero tú de qué cojones vas?... – dije indignada.

  • Doctora... me dijiste que podía hablar con libertad y lo hago... ¿eres tan imbécil que nunca te diste cuenta de nada?... me quedan dos opciones... la peluquera bollera esa que lleva queriendo meterse entre tus piernas desde que te conoce y la tetona esa bajita que está casada con el tío ese que decías que era un cerdo... ¿no sabes que tienen matrimonio liberal donde les da igual carne que pescado, comer juntos o comer por separado?... ¿quién es la ganadora?... ¿no me digas que has hecho un trio con ellos?

  • ¿CÓMO?... ¿PERO QUÉ DICES IMBÉCIL?

  • ¡INCREIBLE!... ¿cómo se puede ser tan ingenua doctora?... digo que has dejado tiradas a todas tus buenas amigas y las has sustituido por tres interesadas, una arpía que te usaba de cómplice para tapar sus aventurillas ante su marido y otras dos arpías que estaban deseando meterse entre tus piernas... jajajaja... y entre las mías... jajajaja... mira que no se me habrá insinuado veces la tetona bajita esa, incluso una vez pasada un poco de alcohol me propuso follar a solas con ella, hacer un trío con ella y contigo, un trio con ella y cualquiera de sus amiguitas o si lo prefería incluso hacer con ella y su marido un intercambio de parejas... que no me preocupara de nada, que ella se encargaba de todo, incluso de convencerte a ti si hacía falta... aquel día le daba igual qué proponerme con tal de que le dijera que SÍ y poder meterme en su cama.

Y entonces, no sé muy bien cómo o por qué, un recuerdo vino a mi mente y me puse blanca... agarré el teléfono móvil de mi ex-marido que había dejado sobre la mesa y busqué rápidamente entre todos los videos de la peluquera aquel en el que salía aquella lolita rubia que llamaban conejita y tenía mi nombre escrito con carmín en la espalda... el video donde aquella lolita a cuatro patas le comía el coño a la peluquera mientras una tetuda regordeta le clavaba el arnés hasta el fondo desde atrás... bueno, más bien, por detrás... ¿aquella era de verdad mi amiga?... ¿era la tetuda bajita de la que estaba hablando mi ex-marido?... ¿era ella la que llevaba el arnés puesto y le daba por el culo a aquella lolita?... paré la imagen... en el video no salían las caras, pero fijándome en el cuerpo de aquella mujer y a pesar de no haberla visto nunca desnuda... sabiendo que podía ser ella, si no era ella, se le parecía demasiado... tardé en volver a hablar..