Capitulo 38. tiger
Sigo ascendiendo de nivel y grado de dificultad. Van pasando meses... pero quiero lograr mi objetivo: ser un gran follador, y para eso tengo que ser follado por diferentes animales primero (eso sí, puedo elegir entre diferentes opciones)
Había pasado ya más de la mitad de mi tercera prueba. Había sido follado por un perro, un cerdo y un lobo. Sólo me quedaban 3 animales para superar el nivel 3 y pasar al nivel 4 en el que no sabría toque vendría. Pero mi decisión de seguir adelante era firme. No me podía echar atrás, y menos después de todo lo que había pasado. Estaba a la mitad del nivel 3, que era la mitad de los 6 niveles que tenía que superar. Tras salir de ‘La Granja’, en la que aún me quedaban por superar 3 folladas, tenía que superar el nivel 4, el nivel 5 y el nivel 6 (último), de los que ignoraba a qué pruebas me someterían. Pero yo había optado por llegar a lo alto del escalafón. Podía haberme conformado con vivir como el resto de habitantes de la isla: follar y ser follado a chicos y por chicos de todas las razas y edades. Mamar y ser mamado. Correr desnudo, tomar el sol, disfrutar viendo paquetes de pollas grandes o gordas o gordos huevos en muchachos de todas las edades, en los diferentes equipos de atletismo… Ser mamado por menores ávidos de semen. Incluso ser drogado, disfrutar de los dildos. Probar los dildos con otro chico a la vez, disfrutar de gang bangs, orgías… y simplemente del sol y la playa. Pero yo quería más. Y tras haber oído lo de la puerta secreta que dio paso a mi primer vestuario en el nivel menos uno donde disfruté de un gran dildo en mi ano. Pasar el laberinto inundado, autofollarme fuertemente para llegar a superar el nivel 2, ahora me encontraba a la mitad del nivel 3 con la difícil decisión de elegir el cuarto animal de la lista.
1.) Tigre
2.) León
3.) Oso
4.) Burro
5.) Cebra
6.) Caballo
7.) Gorila
8.) Toro.
Ser follado por un tigre me excitaba mucho, el lado salvaje felino. Lo mismo por un león. Tenía también la posibilidad de elegir entre un burro, cebra, caballo y toro. Había que descartar 3!! Qué pena!! Me habría dejado follar por todos y más animales domésticos y salvajes. Les estaba cogiendo gusto a sus penes. Se los habría querido mamar.
Para mi cuarta vez elegí el tigre. Estaba entre burro y tigre pero elegí empezar por uno pequeño y salvaje. Esta vez me tuve que colocar una protección de piel de tigre en mis espaldas para camuflarme y no ser arañado.
No sabéis lo que pesa un tigre en tus espaldas! No os imagináis qué pedazo de polla tiene. Larga y ancha… Y la contundencia de ser follado por un animal salvaje y fiero que te podría desgarrar como papel me daba un morbo superexcitante.
El tigre dio un rugido en mi oreja y dio un profundo empujón de su polla y se corrió de mí llenándome todos los intestinos. Tardé en quitármelo de encima. Y tardé semanas en recuperarme de monumental follada, pero estaba seguro de que había elegido bien. Había disfrutado como nunca al ser follado por el tigre.
7 Semanas después quise volver a intentarlo. Había estado meses en mi cubículo donde había descubierto una máquina succionadora de penes, que me hacía unas pajas increíbles y absorbía lo restante de mi producción de fluido vital, que no compartía con otros seres humanos, porque llevaba casi un año recluido en esta parte de ‘el complejo’ sin intercambio sexual alguno –niño con niño–. Yo sólo recibía, era follado, por animales enormes que además me recargaban de grandes dósis de sémen, lo cual me hacía rejuvenecer y sentirme muy muy fuerte.
La máquina succionadora de semen estaba en mi baño junto a la pared, era como un chico de pié agachado, de silicona. Tenía un ojete artificial y allí metía mi pene para follar. La intensidad de fluidos que recargaban mi interior me obligaban a evacuar de vez en cuando. Dentro del ojete de silicona había un succionador como las máquinas de ordeño que se encargaba de absorber mis fluidos (y almacenarlos en un tanque, y luego se administraban a los dildos eyaculadores del complejo). En el salón de mi miniapartamento había un dispositivo similar como un chico pequeño, un muñeco de silicona hiperrealista, que salía de dentro de una especie de sofá cama, y me daba unas mamadas succionados tremendas. (Este dispositivo también absorbía mi semen y lo almacenaba en un tanque y luego nutría los dildos de ‘el complejo’).
Tras 7 semanas encerrado volví a salir de mi habitación al hall. Y volví a acceder al pasillo de luz turquesa. Y en el monitor de nivel 3, en el que la elección tigre estaba descartada (en rojo) porque ya me había follado, quedaban los 5 animales restantes.
A lo largo de este más de mes y medio en mi habitación había estado meditando con quien dejarme follar la siguiente vez, y ya lo tenía claro y decidido. Iba a ser el caballo.