Capítulo 3.4 - La psicóloga

El mundo real/ Martes (2/ 4)

Dejando la puerta abierta, salió de la casa y pasó rápidamente por mi lado...

  • Espera... – balbuceé.

Mi voz fue tan débil que ni siquiera yo conseguí oír lo que decía y sólo supe lo que intentaba decir, porque era yo quien lo estaba diciendo... cuando quise recupérame de la sorpresa y darme la vuelta ya había desaparecido escaleras abajo.

Entré todavía en estado de shock, cerré la puerta y recorrí los pasillos de aquella casa en la que me había criado, hasta asomarme a la puerta de la habitación de mis padres...

  • Hola hija...

No sabía qué hacer, si entrar corriendo en la habitación a darle un abrazo o permanecer junto a la puerta... lo que no pude hacer fue reprimir las lágrimas al ver a mi madre sentada en la cama con aquella silla de ruedas a su lado.

  • ¿Ha llegado el día?... por fin te has dado cuenta... ¿verdad hija?...

  • ¡MAMÁ!... lo siento... todo ha sido culpa mía...

  • Ven aquí y dame un abrazo hija... soy yo la que lo siento... y no sabes cuánto...

Mi madre empezó a llorar y fui corriendo para darle un fuerte abrazo, un abrazo que debería haberle dado hace mucho tiempo... ¡cómo la había echado de menos!

  • Tranquila hija... no pasa nada... todo se va a arreglar... todo va a salir bien.

Tras un par de minutos las dos abrazadas y donde ambas lloramos apoyando la cabeza en el hombro de la otra, mi madre me hizo separarme de ella lo justo para poder limpiarme con sus manos las lágrimas que corrían por mis mejillas...

  • Tú no tienes la culpa de nada hija... soy yo la que lo ha hecho todo mal... siempre supe lo que en realidad pasaba y nunca hice nada... hasta que fue demasiado tarde.

  • No te entiendo mamá...

  • Eres igual que tu padre... exactamente igual que él... con todas sus grandes virtudes, pero también con todos sus enormes defectos... unos defectos que te han hecho cometer muchos errores y que yo como tu madre debería haber corregido o al menos debería haberlo intentado... pero yo no tuve la valentía de mi padre, tu abuelo, y cuando me decidí a hacer algo, fue por desgracia demasiado tarde.

  • ¿Por qué dices eso mamá?... ¿qué hizo el abuelo?

Mi madre me hizo un gesto para que me sentara a su lado en la cama y me pasó uno de sus brazos por el hombro para abrazarme contra ella...

  • La primera vez que vi a tu padre me pareció muy guapo, pero también me dio la sensación de que era un cabeza hueca... mis amigas y yo habíamos quedado con un grupo de chicos para ir a una fiesta de esas que se hacían antes por los barrios, con carpa y orquesta... yo no conocía a ninguno de aquellos chicos por lo que me quedé un poco apartada hablando con otra chica... no sabía la razón de estar allí como idiotas esperando cerca de una hora hasta que apareció un chico rubio corriendo... tu padre.

  • Nunca me habías contado cómo conociste a papá...

  • Esa parte de la historia no es importante ahora hija... te lo cuento como una anécdota más para que entiendas mejor todo lo demás... el caso es que acabamos casándonos y entonces nos fuimos a vivir juntos... ya sabes que los tiempos antes no eran como ahora, tu abuelo jamás hubiese permitido que su hijita se fuera a vivir con un hombre sin haber pasado antes por el altar de una iglesia... siempre fue igual que aquel día mientras fuimos novios... impuntual, poco detallista, despegado... parecía que sólo pensaba en él... en resumen, un desastre como persona con la que tener una relación... pero me enamoré de él, a pesar de todo le quería y tenía la esperanza de que una vez casados cambiara...

  • ¿Y lo hizo?

  • Claro que no hija... la gente no cambia de manera tan simple... yo me levantaba a las seis de la mañana para hacerle el desayuno... él desayunaba y al irse al trabajo me daba un beso y un azote en el culo, la mayoría de las veces sólo el azote, y me decía que le tuviera la cena preparada a las nueve y media... se iba al trabajo mientras yo me quedaba todo el día sola en esta casa... limpiaba, lavaba toda la ropa y la planchaba, hacía la compra... por la noche, a las nueve y media en punto, le ponía la cena encima de la mesa y le preparaba la comida para que el día siguiente se la llevara al trabajo... él llegaba a las nueve y media o diez menos veinte, incluso algún día se le notaba que había tomado alguna cerveza de más con los compañeros después del trabajo, se sentaba en la cocina a cenar y ni siquiera me miraba... acabé teniendo una pequeña depresión porque me sentía como una chacha... bueno, exactamente como una chacha no, esa no es la palabra exacta... por las noches en esta cama ni un beso, ni un abrazo, ni una caricia, ni un gesto de amor o agradecimiento... cuando a él le apetecía, como si fuera una perra, una vulgar puta... me ponía a cuatro patas y me follaba o me daba por el culo.

  • ¡MAMÁ!...

  • Más bien lo segundo hija... buscando sólo su disfrute sin importarle yo para nada...

  • ¡MAMÁ JODER!... tampoco hace falta que me des todos los detalles...

  • Perdona hija... el caso es que un viernes por la mañana me dijo que se iba el fin de semana a la otra punta de España con sus amigos a ver un partido de fútbol importante... era algo que solía hacer habitualmente... que no lo esperara para cenar, que cuando saliera del trabajo se iba ya directamente a la estación para coger el tren y poder llegar al hotel a dormir... el sábado por la mañana yo me levanté muy mala, tenía náuseas y vómitos... me cansé de llamar toda la mañana al hotel donde me había dicho tu padre que iba a estar sin que me contestara... sólo dios sabe dónde estaría y con quién estaría aquel día... de aquella no había teléfonos móviles como ahora... al final tuve que acabar llamando a tu abuela... vinieron tus abuelos, mis padres, hasta aquí muy alarmados y me acompañaron al hospital... estaba embarazada.

  • ¿De mí?

  • Sí hija... el caso es que me vine a casa y muy ilusionada empecé a llamar de nuevo al hotel donde estaba tu padre, una y otra vez sin que me contestara, seguía desparecido y sin dar señales de vida... al final el recepcionista notó mi desesperación y me dijo que tal vez sería mejor que dejara un mensaje... que él se lo daría a tu padre para que cuando llegase me llamara.

  • ¿Qué dijo papá cuando lo supo?

  • Hija... tu padre me llamó el lunes a primera hora de la mañana para decirme que ya estaba en el trabajo... que tenía mucho que hacer, que ya hablaríamos de eso tan urgente por la noche y que a las nueve y media le tuviera la cena lista como siempre... después de eso, sin dejarme decir palabra, me colgó.

  • ¡JODER MAMÁ!... menudo capullo era papá...

  • Tu padre en aquella época era un cenutrio integral... egoísta, orgulloso y tenía la sensibilidad de una piedra... exactamente igual que eras tú cuando te casaste... el caso es que esa fue la gota que colmó el vaso... ese mismo día, a media mañana metí mis cosas en una maleta, llamé a un taxi y me fui a casa de los abuelos... cuando tu abuelo me vio llegar salió corriendo y me preguntó que qué hacía allí, que qué había pasado...

  • Miedo me das mamá... jajajaja... con la mala leche que tenía el abuelo...

  • Tu abuelo salió de casa disparado... el caso es que poco más de una hora más tarde tu padre entraba por la puerta de casa de los abuelos con un ramo de flores y rodillas en tierra... llorando y pidiéndome por favor que volviera con él a casa.

  • ¿Y qué hiciste mamá?... ¿volviste?

  • Claro hija... en ese mismo momento... yo, a pesar de todo, estaba enamorada de él.

  • ¡MAMÁ!... ¿no lo dudaste ni un momento?

  • ¡NO!... aunque te mentiría si te dijera que no tenía dudas sobre si estaba haciendo lo correcto... pero desde aquel día tu padre cambió, no fue un cambio drástico de esos que se aprecien de un día para otro... pero paulatinamente en pequeños detalles empezó a mostrarse más cariñoso, más cercano y cuando naciste tú... cuando naciste tú se le caía la baba... creo que por eso habéis tenido siempre esa conexión tan especial que había entre vosotros dos... si no hubiese sido por ti, probablemente nos habríamos divorciado.

  • Por cierto mamá... ¿sabes qué hizo el abuelo?

  • Jajajaja... hija... ¿de verdad quieres que te lo cuente?

  • Pues SÍ... jajajaja.

  • Tu abuelo se presentó en la empresa donde trabajaba tu padre y preguntó en recepción dónde estaba... le dijeron que estaba en la sala de reuniones del tercer piso... sin mediar más palabra se metió en el ascensor, subió al tercero, entró en la sala de reuniones sin llamar a la puerta y se fue directo a por tu padre... lo cogió del cuello y lo sacó al pasillo... asomó la cabeza para pedir perdón por la interrupción, decir que podían continuar con la reunión y cerró la puerta... luego cogió a tu padre del brazo y lo arrastró fuera, hasta el aparcamiento... allí en medio del aparcamiento se remangó y le dijo que le dijera a la cara si tenía pensado divorciarse de su hija ahora que estaba embarazada.

  • Jajajaja... ¡JODER MAMÁ!... lo cuentas como si hubieses estado allí.

  • Jajajaja... créeme hija... no debía haber una sola ventana de aquella empresa que diera al aparcamiento cerrada y sin público en aquel momento... en los corrillos de las cenas de navidad de esa empresa no se habló de otra cosa durante años... no sabes la vergüenza que he llegado a pasar algunas veces en esas cenas... incluso tres años después de que sucediera eso, una secretaria que era nueva en la empresa, vino a preguntarme si la historia que había escuchado sobre tu padre era verdad... jajajaja... lo mejor de todo fue ver la cara que puso cuando le dije que

MI PADRE

, a veces, podía ser un poco burro... jajajaja... creo que no sabía a quién le estaba preguntando... jajajaja.

En aquel momento me reí con ganas con aquello que me había contado mi madre... pero después de las risas... sabía que vendrían las lágrimas...

  • Pero bueno hija... creo que no has venido hasta aquí después de tanto tiempo a escuchar los desvaríos de una vieja y las batallitas sobre su pasado...

  • No mamá... creo que ya sabes porque estoy aquí...

  • Hija... ¿sabes cuál fue el día más triste de mi vida?

  • Supongo que el día que murió papá...

  • Te equivocas hija... cuando llegues a mi edad sabrás que lo que más importa es que hayas sido feliz durante los muchos años que ya has vivido y no los pocos que te quedan por vivir... el día más triste de mi vida fue el día que tu padre me dijo que te casabas... tú ni siquiera te atreviste a decírmelo a mí a la cara... tuvo que ser tu padre...

  • No lo entiendo mamá...

  • Verás hija... para una madre lo más importante del mundo es que sus hijos sean felices... incluso más que su propia felicidad... sabía que tarde o temprano le romperías el corazón a tu ex-marido y algún día te darías cuenta de lo que habías hecho y se rompería el tuyo... no sé si ese día ha sido hoy, fue ayer o la semana pasada... pero tengo claro que si estás aquí hoy, es porque eso ya ha pasado... y porque no tienes a quien más recurrir.

  • Pero yo quería a mi ex-marido mamá... le quiero... me ha sorprendido mucho verle aquí cuando me ha abierto la puerta, pero he tenido esa sensación en el estómago y ese temblor en las piernas que siente una mujer enamorada – dije entre lágrimas.

  • Hija... siempre tuviste esa conexión especial con tu padre de la que te hablé y siempre confiaste en él antes que en mí... ese fue mi gran error... tu padre tenía muchas cosas buenas, muchísimas... pero también...

  • No te entiendo mamá... tú no cometiste ningún error... ¡FUI YO!

  • Hija... eres igual que tu padre... ya de pequeñita eras bastante egoísta y tremendamente orgullosa, pero lo dejé correr porque eras todavía una niña... en la adolescencia te volviste completamente insoportable, no te importaba nadie más que no fueras tú misma, te creías la reina del mundo y aunque intenté cambiarte ya fue demasiado tarde... te fuiste a la universidad y pensé que te vendría bien el cambio, que te llevarías esos dos o tres palos que el mundo nos reserva a todos... esos palos que hacen que abramos los ojos y nos hacen cambiar... pero no sucedió... cuando volviste de la universidad ya no te creías la reina del mundo... ¡eras la reina del mundo!... se hacía lo que tú decías o a tomar por el culo todo y todos...

  • ¡MAMÁ!...

  • Hija... sabes que es verdad... no podía hablar contigo, siempre acabábamos discutiendo te hablara de lo que te hablara... y entonces lo conociste a él... ya el día que lo trajiste a cenar y lo conocí me dio muchísima pena... era el yerno que quiere toda madre para su hija... pero no era la clase de hombre que tú necesitabas en ese momento.

  • ¿Por qué lo dices mamá?

  • Hija... ¿todavía me lo preguntas?... ¿de verdad no lo sabes?... bastaba ver cómo te miraba, te adoraba y jamás se atrevería a levantarte la voz o discutirte nada... jugarías con su corazón rompiéndolo poco a poco hasta que se partiera por la mitad, exactamente igual que tu padre hizo conmigo... mira hija... no está bien que una madre le diga esto a su hija... pero en aquella época te hubiesen venido bien, más de una vez, dos o tres ostias en la cara, fuertes y bien dadas... tu padre no iba a dártelas, nunca lo hizo... y él aunque te las merecieras, tampoco... debería habértelas dado yo que era tu madre, pero no me atreví y fui dejando pasar el tiempo hasta que fue tarde... al final esas ostias te las ha dado la vida, pero no en la cara, si no donde más duelen... directas en el corazón.

  • Mamá... en eso, a día de hoy, voy a tener que darte la razón...

  • Y luego está tu orgullo... si sólo fueses egoísta hija... pero ese orgullo tuyo te pierde... decidiste casarte con él por darme una lección a mí... por taparme la boca... si supieras las discusiones que tuve con tu padre porque te casabas... lo tuve más de una semana durmiendo en el sofá del salón e incluso le dije más de una vez lo que iba a pasar, que acabaría pasando contigo exactamente lo mismo que nos pasó a nosotros... pero en nuestro caso tu abuelo intervino a tiempo, él no hizo nada... dijo que no nos metiéramos en tu vida y yo le hice caso... por desgracia ya no está aquí para ver cuánta razón tenía.

  • No llores mamá...

  • Claro que lloro hija... fui una cobarde y me arrepiento cada día.

  • No hiciste nada mal mamá... me casé con él porque yo quise y porque le quería... no por taparte la boca a ti.

  • Hija... nunca he dicho que no le quisieras... que le querías nunca lo dudé... pero no estabas preparada para casarte y creo que eso lo sabias tú incluso mucho mejor que yo... pero te perdió el orgullo y demostrarle a esta vieja que estaba equivocada... te querías más a ti misma y a tu trabajo que a él... acepto que digas que le amabas... pero ¿alguna vez le demostraste ese amor?... ¿alguna vez hiciste que se sintiera querido?... así las relaciones nunca funcionan... el amor entre dos personas es hablar, compartir, hacer concesiones, sacrificarse por el bien común... ¿cuántas veces hiciste algo por él que te supusiera un sacrificio?... le dejabas sólo, te ibas dos o tres veces al mes de viaje a tus congresos... ¿te acuerdas de lo que le dijiste cuando estabas en uno de esos congresos y te llamó para decirte que por favor volvieras, que había muerto su padre?

  • Mamá... ¿cómo sabes eso?... – dije con sorpresa.

  • ¿Con quién crees que hablaba tu ex-marido?... ¿con quién crees que se desahogaba?... nunca le escuchabas hija... ni siquiera volviste para el funeral de su padre... si me llega a decir tu padre a mí alguna vez lo que le dijiste tú a él aquel día... le hubiera arrancado la cabeza en el mismo momento que apareciese de vuelta en la puerta de esta casa... ¿qué hizo él?... nada... incluso fue a buscarte al aeropuerto cuando te dignaste a regresar, recibiéndote con un beso y un abrazo... ¿y lo de la boda de tu hermana?

  • Mira mamá... de ella mejor no hablamos – dije como excusa para cambiar de tema.

  • Ni intención tengo de hablar de tu hermana hija... ella es mucho peor que tú... tú eras egoísta y muy orgullosa, pero en el fondo tenías buen corazón, tienes buen corazón... ¿ella?... ella es una hija de puta... una auténtica hija de puta... y te lo estoy diciendo yo que soy su madre.