Capítulo 3.1 - La psicóloga

El mundo real/ (1/ 2)

Era ya cerca del mediodía hora local cuando mi avión aterrizó en España y pude finalmente respirar con algo más de tranquilidad... atrás quedaban muchas horas de incertidumbre, nerviosismo y miedo... sobre todo muchísimo miedo... miedo con mayúsculas.

Muchas horas de soledad en un aeropuerto de un país extranjero donde aterrada esperaba la salida de mi avión, mirando con desconfianza a cada desconocido que pasaba cerca de mí por aquella terminal... pensando que en cualquier momento podría aparecer algún conocido de aquella hija de puta que me quería prostituir para pagar todas sus deudas... horas de soledad y miedo sin tener a nadie a quien llamar para contarle lo que me había pasado y me estaba pasando, alguien que pudiera ofrecerme unas palabras de apoyo, alguien que pudiera darme algo de consuelo y que me ayudara a tranquilizarme, alguien a quien le importara lo que me había pasado... si creo que esa era la palabra correcta para utilizar en la pregunta que me hacía en aquellos momentos... ¿le importaba a alguien lo que me pasara?

La cosa no fue mucho mejor dentro del avión... entrar en el avión debería haber bastado para que me tranquilizara, para que mis nervios y mi miedo disminuyeran... pero no fue así en absoluto y hasta cuatro veces durante el vuelo se me acercó la azafata a preguntarme si estaba bien, si me pasaba algo y si podía ayudarme... y yo temblando, fingía una sonrisa de cortesía y le contestaba que no me pasaba nada, que todo estaba bien y volvía a perder mi mirada en el infinito a través de la ventanilla... si ella supiera... si le contara todo lo que había pasado en mi vida la última semana... si le contara cómo durante toda mi vida había ido destruyendo todas las relaciones con las personas que me querían y todas mis buenas amistades... para al final, enterrada hasta el fondo en el agujero de la soledad en el que yo sola me había ido metiendo, buscar desesperadamente una amistad que me salvara... una amistad que resultó ser con una persona que no buscaba ser mi amiga, sólo buscaba su propio interés, seducirme y acabar prostituyéndome para pagar todas sus deudas... y estuvo a punto de conseguirlo si el azar no me hubiera hecho grabar aquella conversación... estoy más que segura que no se lo creería.

Recogí mis maletas y caminé hacia la salida de pasajeros... al cruzarla puede ver allí a decenas de personas, aunque me parecieron cientos, que esperaban a sus seres queridos incluso con algunas pancartas de bienvenida... se me hizo un nudo en el estómago y apenas pude contener mis lágrimas... a mí no sólo no me esperaba nadie en la zona de llegadas de aquel aeropuerto, tampoco me esperaba nadie en casa... y tenía que ser sincera conmigo misma, no era su culpa... la culpa era completamente mía, yo me lo había buscado.

Con los ojos llorosos me dirigí a la parada de taxis y apenas conseguí hablar cuando tras haber guardado todo en el maletero, el taxista me preguntó la dirección donde quería ir... el taxista fue muy amable e incluso me ayudó a meter todas las maletas en el ascensor... luego, tras meter todas las cosas en casa, cerré rápidamente la puerta con llave y busqué habitación por habitación buscando algo que me reconfortara... por supuesto, no encontré absolutamente nada más que la soledad de un hogar en el que hasta hace unos días me creía una mujer feliz... al final decidí ir a mi habitación y me tiré sobre la cama haciéndome un ovillo con lágrimas en los ojos.

Tumbada sobre la cama, entre un mar de lágrimas, una frase empezó a repetirse constantemente en mi cabeza... hasta que por fin conseguí reunir el valor suficiente y me atreví a pronunciarla en voz alta –

¡maldita gilipollas!... has perdido todo lo bueno que te ha pasado en la vida

– justo antes de romper a llorar definitivamente de forma totalmente desconsolada.

Me despertó el timbre de la puerta a las cinco en punto... me acerqué para mirar por la mirilla vi a mi paciente, ya ni me acordaba que habíamos concertado cita para ese día y así poder continuar con sus sesiones... abrí ligeramente la puerta.

  • Perdona... ¿te importaría darme un par de minutos?

  • No hay problema doctora... aquí espero.

Así son las cosas... la vida sigue para el resto de personas del mundo, independientemente de que tú tengas ganas o no de que eso suceda... y yo no tenía ganas de nada en aquel momento... creo que fue la primera vez en mi vida en que ni siquiera pensar en el trabajo me reconfortaba.

Fui rápidamente al baño para lavarme la cara e intentar despejarme un poco, cuando me miré al espejo me sorprendió lo que vi... estaba completamente demacrada... rápidamente peiné un poco mi pelo para hacerme una coleta y con un poco de maquillaje tapé como pude mis ojeras... aunque no había manera de disimular mis ojos, que estaban completamente rojos por haber estado llorando... me puse una chaqueta que cogí del armario sobre la arrugada blusa, respiré hondo varias veces intentando recomponerme, y tras un par de minutos fui de nuevo hasta la puerta para hacerle pasar a mi despacho.

  • Perdona, pero con el cambio horario ya no sé en qué día vivo... ni siquiera en qué hora.

  • No se preocupe doctora... lo comprendo perfectamente... es difícil adaptarse a un nuevo horario y por lo que me comentó la semana pasada llegaba hoy por la mañana... apuesto a que ni siquiera ha podido dormir desde que abandonó el hotel y estará muy cansada.

  • Vaya... me has pillado... ¿tan rojos tengo los ojos? – dije fingiendo mi mejor sonrisa.

Le seguí un poco la corriente... al menos tenía una excusa para disimular ante mi paciente lo que de verdad me pasaba... pensé para mí misma, mientras encendía el ordenador portátil.

  • Un poco doctora... jajajaja... si me permite preguntarle... ¿qué tal el congreso?... ¿qué le ha parecido la experiencia de estar en otro país?

  • La verdad es que ha sido todo un completo desastre... pero me ha servido para darme cuenta de muchas cosas... aunque ahora que lo mencionas mi viaje, tengo algo que quizá te traiga recuerdos... no sé si buenos o malos... ya sabes que el mundo es un pañuelo.

Me disculpé con mi paciente que me miraba con curiosidad y me dirigí a buscar entre las cosas del viaje, que estaban todavía amontonadas en el salón, aquel paquete que me había dado el cocinero de aquel club de golf... regresé y se lo di.

  • ¿Cómo...?... ¿quién le ha dado esto doctora? – dijo al verlo con un tono de sorpresa.

  • El congreso no fue todo lo bien que me esperaba y aproveché para hacer un poco de turismo por los alrededores – dije ocultando de nuevo la verdadera realidad de todo lo sucedido con una falsa sonrisa.

  • Así que lo sabe todo... ¿verdad doctora?

  • Tengo que disculparme contigo si he hecho algo que pueda incomodarte... todo fue por pura casualidad... paré a desayunar en un club de golf una mañana que hacía turismo... cogí un folleto para leer mientras desayunaba y allí estaba una foto tuya... cuando el camarero se dio cuenta que te conocía, corrió a avisar al cocinero, un chico muy joven, y éste me dio este paquete para ti... intenté negarme, pero no aceptó un no por respuesta.

  • Jajajaja... ese crio no cambiará en la vida, siempre metiéndose donde no le llaman y haciendo cosas que nadie le pide... ¡gracias doctora!... no voy a negarle que esto me trae muy malos recuerdos, pero eso no tenía por qué saberlo... me llevaré el trofeo, pero me gustaría que usted se quedara con la figurita, tómelo como un recuerdo de su viaje a EEUU y una muestra de agradecimiento por mi parte.

Respiré aliviada... pensaba que no encontraría el momento adecuado para darle aquellas cosas... pero al final la oportunidad de hacerlo había surgido rápidamente, de una manera muy natural y para nada forzada... además no parecía para nada molesto.

  • En cuanto a la sesión... estoy un poco cansada y lo siento, quizá prefieras volver mañana o bueno... si me dejas un par de minutos para consultar mis notas de nuestra última sesión, podemos retomar las cosas hoy mismo donde lo habíamos dejado.

  • Verá doctora... me temo que ya no necesito continuar con las sesiones.

Me pilló completamente desprevenida y buscando en el ordenador portátil mis notas sobre él... aunque quizá fuese lo mejor que podía pasar en aquel momento porque no me encontraba con ánimos para ayudar a nadie... mi vida era un completo desastre... ¿cómo iba a platearme ayudar a los demás si ni siquiera era capaz de saber cómo ayudarme a misma?

Levanté mi vista de la pantalla y miré aquellos ojos verde esmeralda que por alguna razón que desconocía habían recuperado la vida... yo sin embargo estaba hecha un mar de dudas...

  • No te entiendo... ¿qué quieres decir?

  • Digamos que mis problemas, mis dudas, ya se han solucionado doctora... no es que yo haya hecho nada por solucionarlos... simplemente la vida, o quizá el destino, ya ha elegido todo por mí... una vez resuelto todo debo seguir con mi vida.

  • Espero que todo haya salido bien y que el resultado te haga feliz.

  • La verdad es que no doctora... todo ha salido al revés de como a mí me hubiese gustado... pero ya no hay marcha atrás y sólo queda mirar hacia delante... mirar al futuro y buscar la manera de volver a ser feliz.

No me podía creer lo que estaba escuchando... decía que todo había salido mal y sin embargo aquel chico que el primer día parecía desmoronarse... parecía más sereno y decidido que nunca.

  • He aceptado el trabajo que mi empresa me ofrecía en EEUU... empiezo el próximo lunes... mi avión sale pasado mañana, el miércoles... no me mire así doctora... sé que le había dicho que no volvería nunca allí, pero voy a hacerlo...

  • ¿Y la relación con tu novia? – pregunté dubitativa.

  • Lleva varias semanas fuera negociando un contrato muy importante para su empresa y regresa el viernes, o eso me ha dicho... ahora ya no sé si eso que me ha dicho es cierto... aunque tampoco importa... de lo que estoy seguro es que me ha engañado, me ha sido infiel... de hecho, lo sospechaba... esa duda, esa incertidumbre que sentía en mi interior, fue uno de los motivos que me hicieron buscar ayuda... pero ella misma me lo ha confirmado indirectamente durante el fin de semana diciéndome que está embarazada

  • ¿Y ese niño no puede ser tuyo? – dije muy sorprendida ante aquella revelación.

  • Imposible doctora... me hice las pruebas cuando ella se fue a su viaje de trabajo y el día que recibí los resultados la llamé... necesitaba hablar con alguien... el sueño de mi vida era ser padre y acababa de descubrir que jamás podría serlo... así que la confirmación de su embarazo, es sólo la confirmación de su infidelidad y que no me merece.

Me sentí apenada al escuchar aquellas palabras... un chico cuya mayor ilusión en la vida era ser padre jamás podría serlo... ¿qué haces con tu vida cuando ves que tu mayor sueño se evapora?... encima había descubierto que la persona con la que compartía su vida le había traicionado.

  • ¿Ni siquiera vas a esperar que regrese para hablar con ella?

  • No doctora... ella ya ha elegido... ¿de qué sirve hablar con alguien que ya ha tomado todas las decisiones por los dos?... yo me voy a otro lugar, a empezar una nueva vida y le dejo a ella el camino libre para que sea feliz, siguiendo el camino que ha elegido.

  • Pareces tan seguro... ¿no tienes dudas de lo que vas a hacer?

  • No doctora... cuando se lo has dado todo a una persona y te traiciona, no debes sentirte culpable y mucho menos se deben tener dudas de tomar decisiones propias al respecto... ¿qué otra opción me queda en este caso?... ¿vengarme?... no merece la pena vivir con los remordimientos que esa venganza puede ocasionarte... esa lección, por desgracia, ya la tengo bien aprendida desde hace mucho tiempo.

Reflexioné un instante aquella frase... si la persona a la que se lo has dado todo te traiciona, no debes sentirte culpable... ¿pero qué pasaría si a la persona que te traiciona no le has dado nada?

  • Bueno doctora... se hace tarde... ha sido un placer conocerla y aunque no lo crea, hablar con usted me ha ayudado más de lo que pensaba inicialmente... esta mañana le he hecho una transferencia bancaria para pagar sus servicios... llámeme si hay algún problema.

  • Espera... ¿podría hacerte una última pregunta personal? – dije dubitativa – leí la crónica de aquel torneo, donde ganaste ese trofeo... te definían como un estrella... ¿por qué lo dejaste todo de repente?... ¿fue por lo que sucedió, por la tragedia?

  • Nunca me gustó esa vida doctora... viajar por todo el país cada dos semanas, ir de una ciudad a otra cargando con una maleta, de un torneo a otro... una semana sí y otra no, dejando sola a la persona que quería... pero mi beca de golf dependía de ello y aquella beca era la única forma que tenía de poder continuar estudiando... de tener el futuro que siempre había soñado para mí, para ella, para nosotros como pareja... tenía también un trabajo, pero sólo con el dinero que ganaba en aquel trabajo no me alcanzaba para pagar todo lo que necesitaba en aquel momento de mi vida.

  • Entiendo... ¿qué pasó esa semana?... porque, perdona que te lo diga, eras un desconocido y de repente... – dije sin querer acabar la frase.

  • Todo empezó a ir mal en mi vida doctora... de repente... empezaba mi último curso, pero la universidad se estaba planteando cancelar mi beca aunque yo siempre había cumplido todos los objetivos que me exigían... mi vida personal no iba mucho mejor, discutía mucho con mi novia, la notaba rara desde hacía unos meses y no acababa de entender el motivo... me decía que siempre estaba de viaje y me acusaba de dejarla demasiado tiempo sola... le respondí que no lo hacía por gusto, que la única manera que tenía de seguir estudiando para acabar mi carrera era conservar mi beca... me acusó de muchas cosas injustamente y se burló de mí, me dijo que si pensaba que un jugador mediocre como yo era alguien... y entonces se lo dije... le dije que esa semana el jugador mediocre ganaría el torneo... ganando el torneo conservaría mi beca y le taparía la boca a mi novia.

  • ¿Sabías que ganarías? – dije con sorpresa – ¿cómo estabas tan seguro?

  • Hasta aquel torneo no había jugado nunca demostrando el verdadero potencial que tenía doctora... eso hubiese significado tener que hacer todavía más viajes y eso no era lo que quería para mi vida, no me gustaba eso y no me interesaba para nada ser el mejor, sólo era un simple trabajo, el medio para alcanzar un fin, si me exigían estar entre los cien primeros del país, yo jugaba para acabar el ochenta y mantener mi beca... ¿de qué sirve ser el mejor en algo si estás sólo y no tienes con quién disfrutarlo?... me había pasado toda la vida sólo, lo único que quería, era ser el mejor para la gente que me quería... desgraciadamente, parece que ni en aquella época ni ahora ha sido suficiente.

  • Entiendo... bueno, no quiero entretenerte más, tendrás muchas cosas que hacer antes de irte a tu nueva aventura... te deseo mucha suerte y que seas feliz en ella... ¡adiós!

  • Un placer doctora... ¡hasta siempre! – me dijo dándome la mano.

Y tras la despedida salió de mi casa en busca de su nueva vida... de verdad esperaba que todo le fuera bien en el futuro y que consiguiera ser feliz, se lo merecía... todo el mundo se lo merece...

Me senté en el sofá del salón y empecé a darle vueltas a la cabeza... en contraste con su idea de la vida, yo sí me había concentrado en el trabajo y mi vida era también un completo desastre... mi paciente no había tenido suerte al rodearse de ciertas personas, pero eso no era culpa suya... sin embargo, en mi caso, yo había tenido suerte y mirando en mi interior no podía culpar a nadie más que a mí misma... no podía seguir así, ya ni siquiera tenía ilusión por mi trabajo, un trabajo que hasta hacía unos días había sido lo más importante de mi vida, mi única prioridad... me di cuenta que en aquellas últimas palabras suyas escondían una gran verdad... ¿compensa ser el mejor en tu trabajo si luego no tienes a nadie con quien compartirlo?

Por primera vez vi la vida con otros ojos... decida a cambiar, me levanté, fui a mi despacho y descolgué el teléfono... llamé a mis pacientes para comunicarles que me iba de vacaciones y les recomendé algunos colegas para que, si así lo deseaban, pudieran seguir con ellos sus sesiones.

Una hora más tarde, con una copa de vino blanco volví a sentarme en el sofá del salón y encendí la televisión... por primera vez en mi vida estaba completamente libre de compromisos y me sentí aliviada... ¿se lo pueden creer?... yo, una persona obsesionada con su trabajo, estaba feliz de no tener que trabajar... hasta a mí me parecía increíble... si me lo hubiese dicho alguien dos semanas antes... creo que me habría reído de él en su propia cara.

Pasó la tarde y anocheció... en la oscuridad, sentada en el sofá con la televisión encendida ya no le prestaba apenas atención... de repente algo me sobresaltó, llamaron al timbre y me levanté a abrir...