CAPITULO 31: Cómo me convertí en señor de negro
Hoy os cuento la historia de mi iniciación y cómo pasé a ser de un chico más de la isla a controlador de 'el complejo'
Cuando yo nací ya existía la isla. No sé quien la creó, pero ya había cientos de chicos en ella. Yo recuerdo ser un pre-púber y un adolescente en la isla. Y recuerdo que a mi de pequeño ya me gustaba meterme penes por el ano y fui muy precoz en eso de introducirme objetos grandes, dejarme follar por chicos grandes, probar con chicos de otras razas: me encantaban los negros y sus pollas gigantes y ¡¡ay de mí cuando descubrí que los árabes la tenían más larga!!
Enseguida me di cuenta, por mi condición autista, que a más semen que tragara y menos perdiera, más poderoso me hacía. Y es por ello por lo que empecé a dejarme follar por la gente, que pensaba que me dominaba con su pene, y lo que ocurría era todo lo contrario, yo les absorbía con mi cavidad anal su fuerza al chuparles sus jugos, su semen, haciéndoles dependientes, pero también desgastándoles al ir robándoles fuerza.
Es cierto que los muchachos se recargaban… pero perder 4 o 5 dosis de semen y recuperar una siempre es una mala apuesta, aunque te produzca mucho placer.
Yo, al contrario, y como todos los recibidores, lo que hacía era recibir placer siendo empalado, siendo follado salvajemente por todos esos hombres. El recibir más y más semen mejoró mi calidad vital, e incluso hacía que envejeciese más lento.
Pero un día me dí cuenta que lo que yo necesitaba era ir subiendo escalafones, y que eso sólo lo podía hacer superando retos.
El primero fue sentarme en el dildo gigante, no como al que se enfrentó David, sino que, por mi mayor edad al iniciarme, tenía que tragar por el ojete uno de mucho mayor tamaño al que denominaban ‘el dragón’ no sé si por su forma o por su tamaño, o por ambas cosas a la vez.
Este pene era como una botella de dos litros de Coca Cola, terminaba en una punta, lo cual facilitaba la penetración, pero luego se engrosaba enormemente como un huevo. Estaba lleno de venas que tocaban todos los receptores de tu intestino. Y cuando te empalabas en él, a la mitad, se estrechaba abruptamente, haciendo el efecto absorción, quedándose el dentro en tu ano y haciéndote difícil salir de él (porque te tenías que volver a dilatar el ojete ya que el centro era lo más ancho). Cuando te montabas en él la verdad es que parecía que estabas siendo penetrado por un dragón mitológico.
He de decir que cuando acepté este reto tenía 17. Había empezado entrenándome desde los 13. A los 13 jugaba con dildos de 10 centímetros, y subí a 11, a 12, a 13 cm. Adaptando mi culete a ser cogido por pollas normales. Ya había dejado que me follase un chino, luego uno de mi raza, y luego la polla de un negro. Y el salto lo dí con Hassan. Un chico de 19 que no tenía polla,¡¡ aquello era una manguera de larga que era. Cuando yo, boca arriba, tumbado de espaldas en la cama, vi a Hassan acercarse a tres patas (chiste, su polla parecía una tercera pata) con ese mástil gigante apuntando hacia mi ojete, entré en pánico. Pero ‘Todo por la Isla’. Había que ir superando pruebas y obstáculos. Y así lo hice, me dejé follar por Hassan, que dilató mi ano hasta un nuevo nivel, inundándome de semen.
Tras la cogida de Hassan, me fue fácil superar los 15-16-17 centímetros de dildos, y ya metía en mi ano consoladores de 22 tan gordos como pepinos. Mi culo ya estaba preparado para superar mi primera gran prueba para ser señor de negro… pero aún pasaron dos años para que supiese cómo y por donde empezar. Tenía ya 17 años, y un experimentado culete. Y con ansias de más. Me quería superar.