CAPITULO 30 : venganza en la playa
Aitor inyecta el relajante a Pascual y se cobra su venganza violándole en la playa a la luz de la luna
Poco a poco los ojos se le fueron entornando, quedando el blanco, y Pascual sintió que se relajaba, y que su cuerpo se ponía laxo, y se caía como un trapo. Su visión se nublaba.
Aitor se empalmó sólo al pensar en que se iba a vengar de Pascual que ahora yacía tumbado boca arriba sobre la arena, con una cara de tonto. Aitor le levantó las piernas a Pascual dejando libre su ojete. Se puso encima de él y le folló. Le folló. Le folló. Le folló.
–Ahora te jodes, hijo de puta. ¿No querías mi pene? Pues dos cacetadas.
–¿Te parecía muy grande? Pues toma. 17 centímetros, culo estrecho.
–Eres una cerda, Pascu. Eso no se hace. Engañarme para violarme y marcharte dejándome ahí tirado…
–Drogarme para que no te pudiera follar tal y como habíamos acordado…
–Eres un perro, Pacual!!. Eso no se hace.
Y mientras le decía todas estas cosas Aitor a Pascual, Aitor le insertaba una y otra vez su polla en el ojete.
–Ahora no hay lubricante. Y no te vas a empalmar cuando te deje. No me vas a follar. Y voy a ser yo el que te deje aquí tirado y con el culo roto, hijo de perra.
–Vas a aprender que eso no se hace y se te va a quitar las ganas de volver hacérselo a nadie.
(Plaf, plaf, plaf, plaf chapoteaba mi pene ya expulsando pre-semen en su ano)
Pascual no decía nada. Al principio intentó evitar lo inevitable: apartar a Aitor y que no le follara. Luego intentó articular palabra para gritarle, para pedirle perdón, para pedir que no le follara, que tenía un estrecho ano, que no le había entrado nada de más de 15 centímetros, y que tenía miedo, y que por eso había obrado como había obrado. Luego quiso llamar cabrón a Aitor, porque lo estaba follando y haciendo daño, pero no le salió ni un sonido coherente. Y terminó poniendo ojitos de pena. Sus ojos parecían pedir piedad, pero Aitor no se ablandó.
El culo de Pascual, entró en calor y se empezó a irritar.
–Puto cerdo de mierda
–Perra
–Hijo de puta
–Violador
–Engañador sin palabra
–Te burlaste de mí y me dejaste allí tirado.
–Zas, zas, zas, zas (el pene de Aitor seguía introduciéndose profundo y fuerte en rápidas estocadas en el ano de Pascual). Toma, toma, toma… por cabrón
Pascual no iba a olvidar que lo habían follado con un pene 2 centímetros más largo de lo que solía acostumbrar, durante mucho tiempo.
Tras 25 minutos de continuas embestidas, Aitor se corrió dentro de Pascual. La cara de Aitor fue feliz mientras la de Pascual de alguien que ha sido derrotado. Aitor estuvo aún dos minutos con su pene dentro de Pascual, en ese culo inundado de su semen. Luego le miró a Pascual con una sonrisa en la cara en la que daba a entender ¡¡Te he jodido, puto cabrón!!
Aitor se salió de él y se alejó de la playa dejándolo allí tirado como horas antes había hecho él con él.
Pasaron tres minutos hasta que se le pasó el efecto de la droga que le inyectó Aitor. Tras lo cual Pascual empezó a recuperarse. Pero no quiso ir detrás de Aitor ni vengarse. Quedó allí con su culo manando semen en la arena de la playa, mirando al cielo estrellado, derrotado. Había recibido su merecido, por cabrón. Aitor se había vengado y por primera vez en su vida, uno de los chicos que había violado, le había pagado con la misma moneda.