Capitulo 3: mark
Dos muchachos jovencitos se conocen y empiezan juegos eróticos en la piscina, que terminarán dentro en un vestuario
Estábamos con Mark, 23 años, blanco, piel rosada, pelo rojizo y rizado. Una polla espectacular con cojones más grandes para lo que es habitual. El chico, sin un vello en el cuerpo, estaba bien formado. Era un poco fuertote aunque no tenía barriga. Parecía un angelito con el estómago lleno, un querubín. Tenía un aspecto un poco rudo, como de campesino, y unos glúteos bien formados. Enfrente de él estaba Adrián, también 23 años. Piel blanca, pelo moreno, polla fina y alargada, un poco más que la de Mark en centímetros, pero algo más delgada. Culo plano o sin casi culo. Delgado.
Mark y Adrián se habían tirado los tejos en la piscina exterior de ‘el complejo’ donde se habían quitado el bañador (que les indicó que tenían la misma edad), para zambullirse en el agua y hacer juegos inocentes viendo sus cuerpos sin ropa, y lo bien formados que estaban. Ninguno de los dos había tenido ninguna experiencia sexual. Sí, es cierto, habían mamado pollas, eso era habitual ya a una menor edad, porque les habían enseñado en la academia cómo meterse un pene gordo de un adulto en la boca, cómo lamerle el glande, el perineo el culo y toda la polla, como sellar la polla en los labios (los de Mark eran gordos y jugosos, más que los de su compañero), y como conseguir así, excitando con la lengua al adulto (que podría tener 28-34 años, etc.) que el adulto se corriera y les diese en su garganta el liquido vital, el néctar de la vida.
Mark y Adrián lo habían probado de varios mayores. La verdad es que los mayores estaban todos muy buenos. Había algunos con pollas muy grandes y gordas. Había negros, había chinos de 27 años con pollas largas y delgadas. Y a todos habían aprendido a ordeñarles su jugo vital con los labios o incluso tocándoles el ano o el perineo con sus dedos mientras estaban de rodillas frente a ellos. Había que emplear cualquier táctica cuando habían conseguido a un mayor, para chuparle todo el néctar posible y que este se corriese abundantemente en sus bocas y gargantas. De hecho si encontraban a un mayor que no había tenido corridas en días o semanas, y guardaba mucho semen en sus huevos, podían sobrevivir sin chupar pollas 15-20 días.
Había adultos que sabían que su semen mermaba y que quedarse sin semen implicaría su debilitamiento y muerte, por eso a veces eran reacios a dejarse engatusar por estos chavales que, con 18 o 20 años, y se lo necesitaban arrebatar a un mayor empleando cualquier tipo de estrategia (mejor mamar que meterse un dildo en el ojete, que encima les iba a ir creando una adicción).
(Ya os contaré en otro capítulo cómo era en la isla la vida de los mayores)
Pues así, cuando un chico conseguía llevarse a la boca el pollón de un adulto (estos aunque sabían el peligro que entrañaban que tuviesen más de 4 eyaculaciones al día a veces se dejaban engatusar por los niños y ejercían de papis protectores. Incluso alguno ‘los adoptaba’= es decir, establecía una relación habitual con el mismo niño al que veía habitualmente o cada día.)
Mark había estado chupando un pene enorme que casi no le cabía en su pequeña boquita, hacía 5 días. Aquel adulto de 38 años tenía los huevos enormes, y seguramente bien llenos. Se esforzó así en ordeñarlo con todas las técnicas que conocía, y el adulto, en summum de placer, tras serpentear los dedos de su mano en la cabeza del niño que tenía sentado delante de él moviéndole sus rizos, soltó una impresionante carga de semen que no le cabía en la boca y que le costó mucho tragar al pequeño Mark. Pero Mark sabía que aquel líquido era un néctar vital muy importante, y que no podía desperdiciar ninguna gota.
Seguramente aquella mamada le hubiese proporcionado néctar de la vida para los próximos 20 días, pero Mark conoció a Adrián en el comedor, y se enamoró de él. Fue como un flechazo mutuo, Adrián estaba en otra mesa con decenas de chicos del mismo clan, con su bandeja de comida, pero desde que se cruzaron las miradas supieron que eran el uno para el otro, así que después de comer tras lanzarse un montón de miradas ardientes de deseo, se encontraron en la piscina. Y empezó el galanteo. Adrián se quitó el bañador que habían llevado en el comedor (y por el que supieron que ambos eran del mismo grupo de edad) y a Mark se le quedaron los ojos como platos al ver qué polla tan larga. Era 3-4 centímetros más larga que la suya. Adri se quitó el bañador, le guiñó el ojo a Mark, y se lanzó al agua. Mark tardó en reaccionar porque se quedó pasmado de la polla de Adrián, y de lo bueno que estaba. Tenía incluso los abdominales un poco marcados. Adri era de pelo liso y moreno, alto y delgado y se notaba que hacía algo de deporte. En ‘el complejo’ había canchas de atletismo, beisbol, fútbol, equipos de waterpolo, natación… llenos de chicos cachas, atléticos, bien formados, marcando paquete y abdominales a través de ceñidas lycras. De hecho los del equipo de lucha y atletismo llevaban unos ceñidos petos de lycra de una pieza que eran pantalón corto y camiseta de tirantes a la vez. Había un gimnasio muy completo con saunas y spa donde como mucho se llevaba una toalla blanca a la cintura. También había equipo de baloncesto, que eran los más vestidos con esos pantalones largos hasta la rodilla en donde llevaban dentro todo suelto bamboleándose cuando corrían por la cancha en busca de la canasta. Había agarrones de paquete que no estaban penalizados como falta, y a veces a alguno le habían agarrado tanto que le habían bajado el pantalón ancho, hasta los tobillos y le habían mamado la polla en mitad de la cancha. Era muy sexy tanto hacer como asistir a ver deporte.
A Adri se le notaba que algún deporte practicaba porque tenía algún músculo sutilmente marcado, no como la barriguita de Mark, que por cierto era muy sexy y atractiva. De hecho ningún chico de la Isla estaba obeso: había un grupo de mayores (los jefes que dirigían todo aquello) que se encargaba de equilibrar las dietas, pero luego había libertad y había algunos que se criaban un poco más rollizos y otros entrenaban y terminaban siendo más atléticos.
Mark se despertó de su ensimismamiento creado al ver la polla de Adrian y se bajó su bañador violeta y desnudo también se lanzó a la piscina. En ella ambos chicos jugaron con el agua y se salpicaron. Mark salía del agua dejando ver su gordos cojones a Adrian, que salivaba deseando hacerle una mamada a su nuevo amigo que acababa de conocer. Mark se exhibía fuera del agua, sentaba al borde de la piscina con sus piernas dentro del agua, exponiendo sus gordos cojones a la vista de Adrián, que estaba a la altura de sus huevos y pene, dentro del agua. Y cuando Adrian salía a cogerle Mark saltaba al agua. Adri hacía tanto de lo mismo, salía a la orilla de la piscina para dejarse ver. Poco a poco con aquellos juegos sexuales los niños se fueron empalmando. Cuando una ultima vez Mark estaba sentado al borde de la piscina, Adrian, en el agua, sacó la cabeza y abrió las piernas y empezó a comer la polla a Mark. Le encantaban esos grandes cojones, pero no querían una simple mamada. Hoy estos chicos estaban dispuestos a un poco más, y querían follar.
Mark era muy tímido, y no había sido follado ninguna vez: sólo había comido penes. A Adrián le pasaba tanto de lo mismo. Ciertamente él sí había follado a algún niño de 21-22-23 años, pero nunca se había dejado follar. Pero Adrián ansiaba tener el semen de las bolas de Mark dentro de su culete, así que decidió que por vez primera, se dejaría follar. Adri propuso ir a los vestuarios donde obtendrían más intimidad y podrían continuar sus juegos lejos de miradas indiscretas.
Tras un buen rato en la piscina y con las pollas medio empalmadas ambos chicos buscaron algo más de intimidad y accedieron a la sección privada de su grupo de edad del complejo. Entraron al vestuario vestidos con su bañador violeta, lo que les dio acceso a los controles de seguridad. Una vez dentro no había más personas. Estaban todos los chicos disfrutando de la tarde soleada en las piscinas, lago y playa exterior del complejo. Así había más intimidad, tenían el vestuario, para unas 18-20 personas (había varios) para ellos solos. Mark se quitó el bañador y quedó de nuevo en pelota picada. Adri quedó de pie. Mark se arrodilló abalanzándose a Adrián y le empezó a tocar la polla por encima del bañador. Adri se lo tocó con las manos marcando paquete… y Mark sacó la lengua y se lo empezó a chupar por encima de la lycra, lo que hizo que Adri cayera hacia atrás apoyando la espalda en una camilla de masajes que había en el centro de la estancia. Adri se incorporó y se sentó en el borde, y Mark se quedó de rodillas a la altura de la polla de Adrián, y mientras rechupeteaba, con ambas manos, cogió el bañador de Adri por los lados y empezó a bajárselo hasta que saltó su pene erecto. El pene de Mark también había crecido en dimensiones pues se estaba poniendo erecto por la excitación que sentía al tener entre sus manos el pene de Adrian. Adrián se reincorporó, sentándose al borde de la camilla, y metió sus dedos entre los rizos de Mark empujándole la cabeza más a fondo de su erecta polla. Mark salivaba ansioso de excitar al máximo a Adrian… hasta que tras varios minutos de estimulación linguae del glande de su amigo, y meterse la polla a lo más hondo de su garganta, Adri empezó a eyacular. Adrián empezó un tembleque ‘que me corro’ ‘me corro’ ‘me voy a correr’… y con su mano apretó la cabeza de Mark metiéndole la polla lo más profundo de su garganta hasta que la nariz de Mark tocó su vello púbico. Y de ahí, presionando fuertemente, no le dejó mover ni salir. Mark tampoco quería. Olía el perfume embriagador de la polla de Adrian y sabía lo que iba a tener: por las contracciones pélvicas todo indicaba que Adrian estaba llegando al máximo orgasmo. Y Adrian, sujetando firmemente la cabeza de Mark, para correrse en el fondo de su garganta, soltó varios trallazos de lefa en la garganta de Mark…
-Hummmmm, ¡¡qué rico!! -gritó Mark, sacándose la polla enhiesta de Adrian de su polla, respirando, y relamiéndose las comisuras de la boca con su lengua no desperdiciando nada del rico semen de Adrian. Aún así se quedó un rato de rodillas limpiando el glande y todo el pene de Adrian, que había perdido un poco sus fuerzas y tardó en recuperarse.
-¡¡Qué bien la chupas!! -dijo Adrián en un suspiro