CAPITULO 28 El hombre de la Mafia
En el Complejo de la Isla de los muchachos también había una parte clandestina en la que podías conseguir de todo para follarte a alguien. Viagra, drogas, y lo que hiciera falta. Aunque casi nadie conocía este submundo
Habíamos dejado a Aitor agotado tras cuatro polvazos: se había cogido a Andy, a Elias, a Luis y a Danny tras inyectarle 10 supositorios en su ano Pascual. Andy había mamado de Danny y luego compartido la primera descarga de semen, boca a boca, con Elias (así que ya tenía casi dos cargas en su cuerpo). Y luego fue Luis el que se comió el semen de su compañero y amante Danny. Después Andy se había cogido a Elias. Y así había terminado la orgía sexual que había tenido lugar esa tarde en uno de los muchos vestuarios del complejo 15.
Los chavales Elias y Andy abandonaron el vestuario de los mayores y volvieron a sus instalaciones, tras haber disfrutado de esta completa experiencia con chicos de mayor edad. Elias y Andy marcharon abrazados ¡¡quien sabe si como pareja formal de amantes!!
Por su parte Danny y Luis, que habían sido cogidos (Danny dos veces: una por Aitor y otra por Luis), ya no necesitaban los dildos: habían disfrutado de una gran e inesperada experiencia sexual esa tarde. Habían cambiado completamente sus planes de sexo para aquella tarde de forma imprevista. Luis había follado y sido follado.
Los dos chicos también se retiraron, saliendo del edificio, a la zona de césped de la piscina exterior del complejo para disfrutar tumbados y abrazados de la tarde y de la puesta de sol.
Empezó a entrar mucha gente en el vestuario, y Aitor notó que no sería un sitio seguro. Fueron 4 chicos, 2 parejas, a autofollarse en los dildos, 9 chicos se metieron en las duchas y otros 6 chicos de un equipo de futbito, que venían de una práctica deportiva con sus pantaloneras sudadas y manchadas de verde del césped, fueron a cambiarse todos sudados. (Cada mini-vestuario tenía la capacidad de 18-20 personas, estipulada por los señores de negro de la isla, para dar medio anonimato a la gente que quisiera orgías, formándolos en pequeños grupos de no más de 20 personas).
En el agotado por el sexo salvaje cuerpo de Aitor, violado por Pascual, que le había engañado, extenuado por las últimas 4 folladas que había tenido perdiendo gran parte de su semen –líquido vital–, saltaron todas las alarmas: tenía que alejarse de la multitud de gente para evitar ser follado o mamado y perder su última carga de semen y perecer.
Sin casi fuerzas abandonó el vestuario.
Pascual, por su parte, ya se había despertado y salió de su apartamento.
Cosas del destino, al salir Aitor del vestuario vio en la otra esquina de la calle, a Pascual, el chico que le había engañado y lo había follado inconsciente, y luego no había dejado follarse por él dejándolo abandonado en la camilla del vestuario 15. Le siguió de lejos durante un rato y observó que iba a la playa a disfrutar de los últimos rayos de sol, en la orilla. Pascual se tumbó, ajeno a que Aitor le había localizado, y se dispuso a ver tranquilamente los últimos rayos de sol, para los que aún faltaría una hora, recordando cómo había engañado a Aitor.
Aitor no podía dejar escapar a Pascual y clamaba venganza.
Tenía que pensar rápido y tomar fuerzas de flaqueza. Y decidió pensar tranquilo cómo tomarse la venganza. Pascual ajeno a todo, había ido a la playa a ver la puesta de sol, y permanecería en la playa un buen rato, y él (Aitor) tenía que recobrar fuerzas… y sólo podía hacerlo con semen. Y la forma más rápida de recuperar semen en su ojete no era perder tiempo ligando con nadie (algo que en la isla se hacía muy rápido la verdad, y había gente que en una mañana tenía 4 y hasta 5 experiencias sexuales). Aitor se dirigió al edificio central del complejo, donde estaban los dildos eyaculadores de semen. Se metió en una cabina y se sentó en cuclillas con los pies de puntillas, sobre un gran pene naranja. 16 centímetros de dildo entraron por su ano.
Estos dildos especiales no eran rectos como los de los vestuarios, que inyectaban en los culetes supositorios además de relajante, estimulante, sensibilizante y desinhibidor. Estos no tenían nada de eso. Era un dildo normal, en forma de pene, y en su base tenían algo plano que hacía tope anal. Eran como una jeringuilla, y la parte de la base era como el pulsador del émbolo, que te inyectaba en tu interior semen. Todos los chicos del complejo lo sabían. El funcionamiento de los dos tipos de dildos era otra lección que se aprendía en la academia.
Aitor subió, poniendo los pies de puntillas estando sentado en cuclillas, y bajó (apoyando la planta del pie en el suelo e introduciendo en su bajada todo el pene en el culo, que eyaculaba así dentro de él unas gotitas de semen), subió y bajó, subió y bajó su culete por el dildo, metiéndoselo hasta el fondo y casi sacándoselo, metiéndose el dildo y casi sacándoselo. Y en cada metida cuando llegaba abajo el pene eyaculaba en su interior un chorrito de semen, otro poquito de semen, otro poquito de semen, en unas microdosis (la máquina estaba diseñada para eso, para que nadie pudiese obtener mucho sémen, y que todos se agotasen antes de obtener en su interior una gran descarga.)
Tras muchas autopenetraciones de Aitor empalándose sus pies se le estaban casando de bajar y subir su cuerpo sobre el dildo… pero cada gotita de semen que llegaba a su interior, y que era absorbida por su flora anal, iba haciendo que recuperase su color.
Tras 12-15 tomas Aitor estaba recuperado. Decidió sacarse ese dildo de su ano porque sus pies ya no podían subir y bajar de puntillas otra vez sosteniendo su cuerpo y le iba a dar un latigazo muscular. En toda esta operación habían pasado sólo unos 20 minutos. Aitor tenía poco tiempo y quería recuperar rápidamente sus fuerzas… antes de que se le marchase de la playa Pascual.
Cuando iba a salir del edificio detrás de una columna apareció alguien que le dijo chis-chissss, para llamar su atención