Capítulo 2.6 - La psicóloga
El congreso/ Miércoles (4/ 4)
Se quitó el top y pude ver que no llevaba sujetador... tenía unos pechos algo más pequeños que los míos, redondos y muy atractivos, con una aureola muy oscura y unos pezones duros que abultaban como garbanzos... llevaba también un piercing en el ombligo... se dio entonces la vuelta y se agachó sin doblar las rodillas mientras se quitaba sus ajustados pantalones de cuero... pude ver como el hilo de su tanga se perdía entre dos glúteos imponentes, probablemente bien trabajados en el gimnasio... por último, se quitó también el tanga y pude ver desde atrás como brillaba su sexo, que parecía perfectamente depilado. Se dio entonces la vuelta, sonriéndome y mordiéndose el labio inferior me apuntó con su dedo índice para posteriormente girar la palma de la mano hacia arriba y con ese mismo dedo hacer un gesto que me invitaba a que me acercara. - Rubia... ¡ya soy toda tuya! – me dijo con una tremenda sonrisa. Me abalancé sobre ella, la empujé haciéndola caer sobre el sofá y agarrándola de las dos manos la giré mientras me sentaba sobre ella a horcajadas con mis piernas abiertas y flexionadas... agarré su cabeza y nuestros labios volvieron a juntarse, abrí mi boca y busqué con desesperación juntar su lengua con la mía... fui moviéndome hasta conseguir que quedara tumbada boca arriba conmigo encima y empecé a frotar mis pechos contra los suyos... ardía por dentro. Sentí entonces como sus manos agarraban mis glúteos, luego descendían buscando rozar mi sexo y volvía a subir estrujando mis glúteos... estuvimos varios minutos besándonos con desesperación mientras ella sobaba mi culo con ambas manos y acariciaba mi sexo de vez en cuando... nunca había tenido sexo con una mujer, ni siquiera un inocente beso, pero intuía que había llegado el momento de dar un paso más y descender lamiendo y chupando su cuerpo, como ella había hecho antes por el mío. Besé su cuello y descendí lentamente, dándole pequeños besitos y lametazos a su cuerpo hasta llegar a sus pechos... comencé entonces a hacer círculos con mi lengua recorriendo la aureola de uno de ellos alrededor del pezón, para finalmente agarrar el pezón con los labios y succionar arrancándole un primer jadeo... iba alternando, lamía las aureolas, succionaba e incluso mordía ligeramente sus pezones... mientras jugaba con uno de sus pechos en mi boca, agarraba y apretaba el otro con la mano prestando especial atención al pezón, que apretaba y retorcía con los dedos tratando de no ser demasiado brusca. Conseguí que poco a poco sus jadeos fueran más continuos y entonces busqué con una de mis manos su sexo y con la otra el mío... no sabía cómo debía acariciar a una mujer, nunca lo había hecho... así que me decidí a introducir directamente uno de mis dedos en su interior procurando hacerlo de forma delicada... yo ya estaba haciendo lo mismo conmigo misma con la otra mano... estaba muy mojada y me excitó aún más notar en mi dedo el calor que se desprendía de su interior... cuando sus caderas comenzaron a moverse al compás de mi dedo, introduje un segundo dedo, pero también comprendí que había llegado el momento de que mi boca continuara descendiendo por su cuerpo. Descendí lentamente hasta tocar con mi lengua el contorno de su ombligo y mordí su piercing para tirar de él suavemente... cuando solté el piercing e iba a continuar el descenso agarró mi cabeza con las dos manos y me arrastró hacia arriba para besarme de nuevo... un beso que finalizó cuando me agarró de mis caderas y comenzó a tirar de mí hacia arriba, fue besando mis pechos y mordiendo ligeramente mis pezones... siguió tirando de mis caderas hacia arriba a la vez que me hizo girarme hasta colocar su cabeza entre mis piernas... me dio un fuerte mordisco en un glúteo, abrió sus piernas y lentamente empujó mi espalda hasta que mi cabeza se colocó también entre sus piernas. Sentí entonces como sus manos agarraban con firmeza mi culo y separaba mis glúteos, la humedad de su lengua volvía a recorrer toda la longitud de mi sexo provocándome de nuevo pequeños escalofríos... su lengua lamía con lentitud mi sexo empapado, una y otra vez sin descanso, consiguiendo arrancarme gemidos y jadeos... un par de minutos después, una de sus manos empujó mi cabeza con decisión, hasta que mi nariz se incrustó en su sexo invadiéndome un olor hasta entonces para mí desconocido... junté entonces mis labios con su sexo... - Rubia... ¿pero qué haces?... ¡saca la lengua y lámelo! – dijo con un tono firme que sonó a orden. Estaba loca de deseo... ella daba dos o tres lametones a mi sexo empujándome al orgasmo, pero cuando parecía que ya iba a alcanzarlo se detenía... ¿estaba jugando conmigo y con mi deseo o intentaba enseñarme qué debía hacer?... así que saqué mi lengua y di mi primer lametazo a un sexo femenino, en realidad a un sexo cualquiera pues nunca había hecho sexo oral con nadie... un sabor fuerte, mezcla de salado pero a la vez muy dulzón, inundó mis papilas gustativas y la verdad es que no me desagradó tanto como pensaba que iba a hacerlo... lamía una y otra vez ya sin descanso su sexo mientras ella me lamía puntualmente el mío, era como si estuviese intentando mantener mi excitación pero sin dejarme alcanzar al orgasmo. Tras unos minutos noté como comenzaba a gemir más alto y su cuerpo parecía empezar a tensarse entre ligeros temblores... levantó un poco el culo del asiento y vi en primer plano como por debajo de su cuerpo aparecía su mano, introdujo dos dedos en su ano y comenzó a masturbarse... vi de cerca, algo sorprendida, cómo aquel asterisco se abría y deformaba para recibir sus dedos y cómo se cerraba recuperando sus arrugas cuando los sacaba en un movimiento para mí hipnótico que se repetía una y otra vez... a continuación, su otra mano agarró mi cabeza con mucha fuerza empujándome y obligándome a incrustar literalmente mi boca contra su sexo... sus gemidos se convirtieron en gritos, su cuerpo se agitó y noté como un líquido caliente y dulzón inundaba mi boca y mojaba mi lengua, mis labios y mi cara... ella se había corrido, pero yo seguía excitada, caliente, desesperada por alcanzar también el orgasmo. - ¡Qué bueno rubia!... has estado genial... pero tú todavía no te has corrido. Tras unos segundos de descanso me apartó para levantarse, tiró de mi mano y me levantó con ella para darme un beso en la boca donde deslizó su lengua por mis labios como si quisiera degustar hasta la última gota de los fluidos, sus fluidos, que pudiera haber en ellos... luego se arrodilló en el suelo y me hizo sentarme en la esquina del sofá con las piernas bien abiertas y comenzó de nuevo a lamer todo mi sexo con largos y suaves lengüetazos que me hacían emitir gritos de placer... separó un poco la cabeza y apoyó entonces su mano en mi muslo acariciando la unión de mis labios vaginales con el pulgar de su dedo. - No grites tanto rubia... se va a enterar el club entero de lo que está pasando aquí dentro... van a venir todos a pegar la oreja a la pared para escucharnos... si no lo están haciendo ya desde hace tiempo – dijo antes de volver a comerme el coño. - Ahhh... de eso... ahhh... ya te has... ahhh... encargado tú... ahhh... antes... ¡JODER!... ¡SÍ!... ¿no crees? – dije como pude entre jadeos apretándome los pezones. - Bueno rubia... jajajaja... eso podemos comprobarlo – dijo separándose de mí nuevamente y dejándome otra vez a las puertas del orgasmo. Entonces abrió una especie de trampilla en una pared y por el agujero no tardó en aparecer una polla bastante corta, aunque algo gruesa... comenzó a masturbarla mientras volvió a acercar su lengua a mi sexo y comenzó a lamer con cierta velocidad y maestría acercándome de nuevo al orgasmo... cuando estaba a punto de correrme y para mi desesperación, se detuvo de nuevo... mirándome a los ojos con una sonrisa malévola, agarró una de mis manos con la suya y la puso sobre aquella polla que estaba completamente dura. Volvió a lamer mi sexo al mismo tiempo que con su mano empezó a deslizar la mía sobre aquella polla, empezando una paja lenta... yo gemía excitada y caliente por sus atenciones a mi sexo y ni siquiera me di cuenta del momento en que su mano soltó la mía y era yo sola la que continuaba mecánicamente pajeando aquella polla desconocida... mi cuerpo comenzó a tensarse y busqué agarrar su cabeza con mi mano libre para apretarla contra mi sexo. Para mí desesperación volvió a detenerse y agarrándome de la mano me hizo levantarme para cambiarme de postura... me giró abrazándome, agarró mis pechos desde atrás con sus manos y comenzó a besarme el cuello, luego bajó una de sus manos hasta mi sexo e introdujo en él dos de sus dedos... cerré los ojos, mientras gemía presa del placer que sentía y me dejé caer al suelo de rodillas ante la leve presión que ejercía con su cuerpo sobre el mío... me empujó ligeramente hacia delante para dejar mi culo expuesto y nuevamente agarró mi mano colocándola sobre aquella polla desconocida, aunque esta vez fui yo quien reanudó la paja sin que me hiciera falta su ayuda... sentí entonces como su lengua se pegaba a mi piel descendía por mi columna vertebral lentamente, haciendo círculos, hasta alcanzar mis glúteos y posteriormente mi sexo... me dio un tremendo lametón y se separó ligeramente. - ¡Cómete esa polla rubia!... ¡cómetela entera!... sé que lo estas deseando... Al escuchar aquellas palabras abrí los ojos y diez centímetros separaban aquella polla desconocida, que masturbaba, de mi boca... sentí de nuevo su lengua en mi sexo lamiéndolo con intensidad y la excitación y el deseo se apoderaron de mí... por primera vez en mi vida tuve el deseo de meterme una polla en la boca, de chuparla, de lamerla, de succionarla... pero a la vez mi falta de experiencia me hizo dudar por un momento si debería hacerlo... en ese momento de duda, sentí como dos de sus dedos entraban dentro mí y los recibí con un profundo jadeo, con su otra mano separó mis nalgas al mismo tiempo que me empujaba ligeramente hacia delante y en ese momento su lengua rozó mi ano... ya estaba con la boca abierta decidida a engullir por primera vez una polla, pero no sucedió, su lengua en mi ano me hizo estallar en un tremendo orgasmo que me hizo caer al suelo entre convulsiones. Escuché lo que pareció un lamento a mi espalda, pero en aquel momento estaba como ida y aquel sonido pudo haber sido cualquier otra cosa... un par de minutos más tarde, ya algo recompuesta, abrí los ojos y pude observar desde el suelo como era ella la que chupaba aquella polla... dentro, fuera, dentro, fuera apretándola bien sus labios... yo miraba como hipnotizada, hasta que se la sacó de la boca, se separó unos centímetros y al ritmo del movimiento de su mano chorros de semen empezaron a salir disparados... el primero y el segundo algo fueron algo violentos y alcanzaron sus pechos, el resto ya menos poderosos fueron cayendo al suelo. La polla desapareció por el agujero y ella cerró la trampilla, se levantó sonriéndome y me agarró de una de mis manos para que me levantara... acercó su boca a la mía para besarme de nuevo y nuestros labios se juntaron, abrió bien la boca como si quisiera que disfrutara plenamente del sabor de aquella polla y metió su lengua en mi boca todo lo que puedo... se separó de mí mirándome con lujuria y recogió con uno de sus dedos parte de la corrida que manchaba su pecho, llevó el dedo a su boca con el semen e hizo como si se pintara los labios para después chuparlo... posteriormente recogió lo que quedaba de corrida y acercándose a mí hizo lo mismo, simuló pintar mis labios con aquel semen y sentí la humedad en ellos... no le permití meterme el dedo con restos de semen en la boca, pero inmediatamente volvió a abrazarme fuertemente contra ella y empezó besarme... fue un beso muy suave y con un sabor fuerte y salado que lo hizo completamente diferente a todos los anteriores. - Eres increíble rubia... hacía tiempo que no lo pasaba tan bien... No supe qué decir, apenas llegué a esbozar una pequeña sonrisa... el segundo orgasmo tuvo en mí un efecto despertador similar al primero, pero fue definitivamente aquel beso el que hizo que algo dentro de mí se activara... como si se hubiese activado un interruptor... mi auténtico yo volvió a tomar el control de mi cuerpo y sobre todo de mi mente, como si la persona que había estado hasta aquel instante dentro de mí, en aquella sala, se hubiese esfumado de repente. Busqué mi ropa avergonzada para vestirme rápidamente y la fui recogiendo, pero no podía encontrar mis bragas por ningún lado... - Rubia... espero que no te importe, pero me voy a llevar un recuerdo de esta maravillosa noche que hemos pasado juntas – dijo con una gran sonrisa mostrándome mis bragas. Se las llevó a su nariz para olerlas... me sonrió de nuevo guiñándome un ojo y me lanzó un besito al aire... luego volvió a olerlas antes de guardárselas en su bolso... no dije nada, lo único que quería era salir de allí lo más rápido posible... ya no estaba para nada excitada, ni mucho menos tan desinhibida como antes... al contrario, estaba nerviosa y muy avergonzada por todo lo que había sucedido... su gesto de oler mis bragas hizo que mis nervios y esa sensación de vergüenza lejos de desaparecer, se acrecentaran todavía más. Me vestí lo más rápido que puede para marcharme rápido al hotel sin que me acompañara, pero cuando terminé de vestirme ella ya me estaba perfectamente preparada... apenas la miré cuando me agarró del brazo y salimos de aquella sala privada abandonando aquel club... caminamos en completo silencio los cinco/ diez minutos que nos separaban del hotel... notaba el frío de la noche en la todavía humedad de mi sexo al no llevar bragas bajo la falda... ya delante de la puerta del hotel me abrazó y ante mi falta de entusiasmo optó solamente por darme dos besos muy cerca de la comisura de los labios mientras acariciaba suavemente con sus manos la parte baja de mi espalda, sin llegar a tocarme el culo... cualquiera que nos viera en aquel momento, no creo que pudiese llegar a imaginarse lo que acababa de suceder entre nosotras. - Bueno rubia... buenas noches y que descanses... ¿nos vemos mañana? Le hice un gesto de despedida con la mano y entré en el hotel sin haber respondido a su pregunta... otras preguntas más inquietantes, también sin respuesta, ocupaban mi mente en aquellos momentos... ¿qué me había pasado en aquel club?... ¿cómo podía haber actuado de aquella manera tan desenfrenada?... ¿por qué había disfrutado tanto del sexo tanto con aquella mujer? Entré en mi habitación hecha un lio y llena de dudas, eran casi las cuatro de la mañana.