Capítulo 2.4 - La psicóloga

El congreso/ Miércoles (2/ 4)

Me dispuse a prepararme para acudir a la cena... esta nueva amistad surgida del azar me estaba ayudando mucho a sobrellevar la soledad a la que me enfrentaba, los últimos acontecimientos ocurridos en mi vida volvieron a poner de relieve problemas que ya creía haber superado.

Cuando acudía a un congreso solía llevar ropa que me diera un aspecto profesional y también algo cómodo para ponerme cuando estaba en la habitación... sin demasiadas opciones donde escoger me decanté por un traje de chaqueta con falda azul marino a la altura de la rodilla combinado con una blusa amarilla y zapatos también azul marino de tacón medio... algo que me daba un aspecto más profesional que sexi... por lo demás, no me esforcé demasiado en arreglarme, me cepillé un poco el pelo y terminé recogiéndolo en una coleta, me puse un poco de colorete para disimular las ojeras y me pinté los labios.

A las ocho y media pasadas salía por la puerta del hotel y ya me esperaba... me pareció ver en su mirada una pizca de decepción al ver lo poco que me había arreglado para nuestra cena... nos saludamos con dos besos y un abrazo.

  • Hola rubia... como te dije esta mañana, he reservado mesa en un restaurante aquí al lado, serán como mucho diez minutos andando... ¿prefieres ir en coche?

  • Mejor caminamos – respondí.

Me agarró del brazo y caminamos conversando sobre diversos temas sin importancia hasta que llegamos al restaurante... una vez dentro el camarero nos señaló una mesa y nos invitó a sentarnos... el restaurante parecía bastante simple, no es que fuera cutre, pero tampoco es que fuera excesivamente elegante.

Nos entregaron la carta y comencé a leer el menú...

  • Oye rubia... ¿qué tipo de vino te gusta o prefieres beber otra cosa?

  • El vino está bien... ¿una botella de vino blanco?

  • Perfecto rubia... aquí tienen un vino blanco chileno estupendo.

Tras servirnos el vino y tomar nota de nuestros pedidos el camarero se fue...

  • Prueba el vino rubia... a ver qué te parece.

La verdad es que el vino me gustó mucho, nunca lo había probado, pero tenía ese puntito de acidez que a mí particularmente me encanta cuando se sirve frío a la temperatura adecuada.

  • Ya sé que estarás pensando que el restaurante no es demasiado lujoso... pero no hay que juzgar estos sitios sólo por su aspecto rubia... ya verás como la comida te encanta.

  • La verdad es que la carta tiene buena pinta, no me esperaba una carta tan completa en un lugar como este... tiene aspecto de ser un restaurante enfocado a comida más sencilla.

En ese momento empezó a sonar un teléfono móvil...

  • Cógelo rubia, que el mío no es... no pasa nada, aprovecho para ir al servicio y te dejo un poco de intimidad para que puedas hablar tranquilamente.

Rebusqué en mi bolso mientras se alejaba, saqué mi teléfono móvil y vi que no estaba sonando, no me llamaban a mí... el que sonaba era el teléfono móvil de mi ex-marido... sin embargo, en la pantalla no se mostraba ningún nombre, sólo aparecía el número de teléfono, un número que yo ya conocía... una de mis supuestas amigas... –

¡será puta!

–... ¿también quiere llevarse a mi ex-marido al servicio de un bar para que le dé por el culo?... sabe que yo estoy de viaje y ni siquiera me ha llamado para preguntarme qué tal... pero le llama a él... –

¡puta!

–... así que con rabia silencié el teléfono móvil y lo guardé en mi bolso sin contestar a la llamada.

  • Ya he vuelto rubia... ¿algo importante?

  • No, no pasa nada... supongo que sería alguien para concertar una cita en mi consulta o preguntarme algo... el número no era conocido, ya me volverán a llamar mañana si se trata de algo importante – mentí.

Y así empezamos una conversación donde se interesó por mi trabajo y me preguntó cómo me iba la vida profesional en España... le fui explicando sin dar demasiados detalles cómo había creado mi propia consulta y cómo la había traslado a mi casa tras el divorcio... las ventajas de trabajar desde casa y cómo atendía allí a mis pacientes, aunque a decir verdad, le reconocí que últimamente no tenía demasiado trabajo.

  • Bueno rubia tampoco pasa nada... la gente que se dedica a la psicología no lo hace para hacerse rica, si tu trabajo te permite vivir cómodamente y compaginarlo con tu vida personal, con tu familia y con tus amigos... tampoco es necesario trabajar día y noche como si la vida sólo fuera trabajo ¿verdad?

Creo que bajé un poco la mirada y estuve a punto de dejar escapar una lágrima... ¿desde cuándo me afectaba tanto que me recordaran mi vida personal y familiar?

  • Vaya rubia... por la cara que has puesto creo que tengo que pedirte perdón... algo he dicho que te ha incomodado... espero que todo se solucione.

  • Bueno, no sé si ya te he dicho antes que estoy divorciada, mi padre ha muerto hace poco tiempo y no me hablo con mi madre... no es el mejor momento de mi vida desde el punto de vista personal y familiar – dije la verdad, pero al mismo tiempo mentí.

Asintió con la cabeza y agarró una de mis manos sobre la mesa...

  • No te preocupes rubia, las cosas mejoraran... siempre lo hacen... me habías dicho el otro día que era la primera vez que viajabas al extranjero... ¿qué tal la experiencia?

  • La verdad es que pensaba que todo sería más sencillo, especialmente con el idioma... pero el impacto ha sido mucho más grande del que me esperaba, no es fácil entender a algunas personas por su manera de hablar... ya sabes, su acento, su entonación... además, lo que ha sucedido en el congreso no es que me haya ayudado precisamente mucho... fue mi principal razón para venir hasta aquí y todo ha salido mal... ahora mismo me siento muy herida en mi orgullo por todo lo que ha pasado... y que encima un hombre al que respetaba mucho profesionalmente me haya definido como una putilla, ha sido el colmo.

El camarero interrumpió nuestra conversación trayéndonos la cena... comenzamos a cenar y beber mientras seguíamos conversando animadamente.

  • Bueno rubia... ya te dije que al principio es normal para cualquiera tener problemas con el idioma por muy bien que uno se piense que lo habla... las entonaciones, los acentos, la forma de hablar de cada persona... olvida ya lo que pasó ese día en el congreso... si no quieres volver, aprovecha para hacer otras cosas, conocer la zona, hacer turismo, relajarte...

  • Sí, la verdad es que el viaje que hicimos por la mañana me vino bien para distraerme de mis cosas... sé que no fui la mejor compañía y que no estuve demasiado habladora... pero el pueblo que cruzamos me pareció muy bonito y lleno de vida, los paisajes con el océano al fondo también me parecieron maravillosos...

  • Claro rubia, por eso te propuse que vinieras hoy conmigo... con el disgusto que tenías ayer no iba a dejarte en la habitación para que te pasaras el día sola, deprimiéndote y llorando... hay muchas cosas que ver y hacer por aquí... es una pena que te vayas cuando acabe el congreso, has recorrido medio mundo y te vendría bien desconectar un poco de la rutina... y aprovechando que ya estás aquí, qué mejor sitio que este.

  • Quizá tengas razón y me viniese bien desconectar de la rutina... tampoco es que me espere nadie en casa... estoy pasando un mal momento en mi vida personal, distanciada de mi familia, desengañada con mis amigas... ¿alargar mi estancia aquí?... podría ser una opción, pero tendría que pensarlo con mucha más calma.

  • A veces estar en un lugar nuevo cuando pasas un mal momento personal puede ayudarte mucho a ver las cosas desde otro punto de vista rubia... no estoy diciendo que te quedes a vivir aquí o allí... pero unos días de vacaciones pueden servirte para desconectar, aclarar tus ideas y decidir qué es lo mejor... volver de nuevo a tu hogar con las ideas más claras o comenzar una nueva vida en otra ciudad... lo que decidas.

Pedimos una segunda botella de vino para acabar la cena y seguimos conversando cuando el camarero retiró los platos... en ese momento aproveché para ir al servicio... me miré al espejo y me noté un poco colorada, quizá debido al vino o a que en el restaurante hacía un poco de calor en contraste con la temperatura del exterior... me eché un poco de agua por la cara y me retoqué el maquillaje y el pintalabios.

Cuando volví a la mesa vi que un postre me estaba esperando...

  • Vaya, gracias... no tenías que haberte molestado.

  • No es para nada molestia rubia... este restaurante es muy famoso por sus postres en toda la ciudad... ¡disfrútalo!... además, tendremos que acabarnos el vino... me dijiste que te había gustado, ¿no?

  • El vino está estupendo... a ver qué tal este postre que me has pedido.

La verdad es que el postre estaba riquísimo... tarta de chocolate... ¡chocolate!... ¿hace falta que os diga más?... una vez terminado el postre conversamos un rato más mientras acabábamos el vino y cuando nos servimos las últimas copas medio discutimos sobre quién pagaría...

  • Pago yo rubia... después de todo yo te he invitado – me dijo con una sonrisa intentando ser amable.

  • ¡NO!... te has portado muy bien conmigo... me has ofrecido tu amistad cuando más lo necesitaba... si no llega a ser por ti, me habría pasado el día sola en mi habitación tumbada en la cama deprimida y llorando.

  • No sé rubia... no me parece bien que habiéndote invitado a cenar seas tú quien pague la cuenta... tengo la sensación de que me estoy aprovechando de ti...

Miré la hora y eran las diez y media de la noche... era un poco temprano, había dormido la siesta y además todavía no me había acostumbrado al cambio horario, me iba a costar dormirme...

  • Te propongo algo... ¿qué te parece entonces si pagamos a medias aquí la cena, y te invito a una copa en algún sitio que haya por aquí?

  • No rubia, yo te he invitado a cenar y debería pagar... pero si quieres que acepte que paguemos a medias, la copa la pago yo... hay un club aquí al lado que tiene mesas para sentarse a tomar algo, además ponen música y se puede bailar.

  • Está bien – sonreí – pero ya te digo desde ahora que bailar no es lo mío.

Entre risas por mi comentario llamamos al camarero para pagar, salimos del restaurante y volvió a agarrarme del brazo, caminamos unos diez minutos en dirección del hotel... prácticamente frente al hotel giramos por la calle perpendicular hasta llegar al club del que me había hablado.

  • Bueno rubia... luego discutimos eso de bailar, ahora elige una mesa, ponte cómoda y siéntate... yo voy a la barra a pedir las bebidas y enseguida vuelvo.

Observé el club y no estaba mal, la música era buena y había bastante gente bailando... mientras miraba las mesas me fijé como desde la barra me hacía gestos diciendo que iba al servicio... elegí la mesa más alejada de la pista de baile para evitar que nos estuvieran molestando, me quité la chaqueta y me senté... enseguida llegó con las copas y se sentó a mi lado.

  • ¿Qué te parece el sitio rubia?... hoy parece que hay buen ambiente para ser miércoles... seguro que algún imbécil de esos del congreso anda por aquí bailando y divirtiéndose.

  • Vaya... ya le has quitado todo el encanto – le dije sonriendo y haciendo una mueca.

  • Jajajaja... no te pongas así rubia... era una broma...

Estuvimos un rato charlando, bebimos un par de copas más y mirábamos como la gente que se divertía a nuestro alrededor... algunos bebían de sus copas mientras hablaban animadamente de pie o sentados en las mesas y otros bailaban en la pista de baile... tras un rato mirando a mi alrededor tuve la sensación de que el tiempo se detenía y todo se animaba más en aquel club, las luces se volvieron más estridentes, destelleaban como flashes y la gente iba y venía, acercándose y alejándose... me fijé en una pareja que estaba refugiada en una esquina de la pista de baile, se besaban apasionadamente mientras las manos de ella agarraban el culo de él y las de él parecían perdidas bajo la falda de ella...

  • ¿Has visto aquella pareja al otro lado de la pista de baile?... ¿eso es bailar? – bromeé.

  • Jajajaja... rubia... eso también forma parte de la diversión cuando sales a bailar.

Aunque lo intenté no pude evitar observarlos con la mirada una y otra vez... hasta que en un momento me fijé que el chico parecía tener los pantalones desabrochados y ella tenía una de sus manos metidas por dentro del pantalón... inconscientemente empecé a sentir un calor interior y a frotar ligeramente mis muslos entre si intentando disimular un poco mi agitación... los movimientos de sus manos hacían indicar que se estaban masturbando mutuamente.

De pronto noté una caricia en un brazo y sentí un escalofrío, una pequeña descarga eléctrica, que me puso la piel de gallina...

  • Rubia... ¿bailamos?... – me dijo con amabilidad.

Acepté... me pareció una buena idea aunque no era muy entusiasta de bailar... pero por alguna razón, quizá por haber visto aquella pareja metiéndose mano, me encontraba bastante acalorada, agitada e incluso excitada... esa agitación y excitación era bastante más sencillo disimularla moviéndose bailando que sentada inmóvil en una silla como estaba.

Nos sumergimos entre la gente que bailaba en la pista de baile y comenzamos a movernos al ritmo que marcaba la música que sonaba... aproveché también para observar más de cerca a aquella pareja que en la esquina de la pista de baile seguía con sus juegos mientras se besaban... posteriormente cerré los ojos y me dejé llevar en medio de aquella pista de baile, tenía la sensación de estar flotando en el aire, de ser completamente libre... cuando la música cambió volviéndose lenta sentí como unos brazos me rodeaban sujetándome por la cintura... ni abrí los ojos, ni me importó... seguí moviendo mi cuerpo al ritmo de la música... pronto noté como los brazos se movían suavemente acariciando toda mi espalda y unos labios me besaban suavemente mi cuello, moviéndose después lentamente en dirección a mi barbilla para llegar finalmente a rozar mis labios con suavidad... entonces abrí los ojos y me sentí algo mareada.

  • Rubia... ¿estás bien?... parece que se te están subido los colores...

Y era cierto, de pronto comencé a sentir un tremendo calor interior, algo hervía dentro de mí... me disculpé para ir al servicio, atravesé la pista de baile y cuando recorría el pasillo que conducía a los servicios, mareada, casi me caigo... conseguí disimular algo deteniéndome y apoyándome unos breves instantes contra la pared, luego avancé torpemente el resto del camino hasta entrar en el servicio... una vez allí apoyé las dos manos sobre el lavabo y me miré al espejo... estaba bastante colorada... me mojé la cara y la nuca... entonces, escuché una voz familiar que parecía lejana, muy lejana...

  • Rubia... ¿estás bien?... creo que te ha pasado lo mismo que ayer, has bebido demasiado...