Capítulo 2.10 - La psicóloga

El congreso/ Viernes (2/ 2)

  • Hola rubia, menos mal que hoy te encuentro... vine a verte ayer por la noche, más o menos a esta hora, y no me abriste... luego pregunté en recepción preocupada por ti y me dijeron que no estabas... pensé que te habías ido, que habías vuelto a casa.

  • Bueno... siento haberte preocupado... ayer a media mañana estaba muy aburrida y decidí hacer caso a tu consejo de recorrer los alrededores, cogí el coche para dar una vuelta y me entretuve demasiado visitando una ciudad que me pareció muy bonita... acabé durmiendo allí porque no quería conducir de noche... ¿quieres pasar y tomar algo?

Me aparté para dejarla pasar mientras cerraba la puerta, llevaba un vestido ajustado con falda a la altura de la rodilla que resaltaba su bonita figura y unos tacones increíbles... traía dos bolsas que dejó en el suelo y girando un poco la silla se sentó en la mesa donde estaba el ordenador portátil... me acerqué a la pequeña nevera de la habitación y me dispuse a preparar las bebidas.

Serví las bebidas para que bebiéramos algo mientras conversábamos, cuando me di la vuelta para acercárselas había levantado la tapa del ordenador portátil y curioseaba en una de las ventanas de internet que tenía abiertas... cuando posé la bebida en la mesa se asustó...

  • Perdona rubia... he visto que estaba encendido y no he podido evitarlo.

  • No te preocupes, no es ningún secreto de estado... he estado pensando mucho ayer y hoy en lo que hablamos el otro día durante la cena y creo que tenías razón cuando me dijiste que me vendría bien desconectar un poco de la rutina... como ves, estaba mirando algún lugar para hacer una pequeña escapada.

  • Estupendo rubia... es una gran idea... no hay nada mejor que una escapada para relajarse, divertirse y desconectar de todos los problemas.

  • Por un lado tengo claro que me vendría bien, pero también tengo dudas sobre dónde hacer esa escapada... sé que ya estoy aquí, que quedarme sería quizá la mejor opción y tal vez la más lógica, pero me asusta estar sola en un país extranjero, sobre todo por los problemas con el idioma y la mala experiencia que he tenido en el congreso.

  • No sé qué decirte rubia... eres tú la que mejor se conoce a sí misma y la que tiene que estar decidida... pero yo te diría que no preocupes tanto por eso del idioma y mucho menos aquí, hay mucha gente hispanohablante en esta zona del país y sabes que yo ya llevo bastantes años viviendo aquí... si lo que te preocupa es que no conoces a nadie y te sentirías más tranquila pudiendo quedarte con alguien conocido... puedes contar conmigo, yo ya considero que somos buenas amigas.

  • ¿Pero... el día que salimos a cenar...? – dije con dudas.

  • Ufff, ni me lo recuerdes rubia – me interrumpió – no te puedes ni imaginar el dolor de cabeza tan terrible con el que me desperté ayer... bebí muchísimo alcohol esa noche y no recuerdo absolutamente nada de lo que pasó después del restaurante... ¿tú sí recuerdas algo?... porque yo lo último que recuerdo es que discutimos en el restaurante por quién iba a pagar la cena... ¿qué pasó después?... pasara lo que pasara, estaba ya demasiado borracha y no puedo recordar nada, si hice o dije algo que te pareciese mal o te molestara, de verdad que lo siento mucho... te prometo que fue por el alcohol y no fue mi intención hacerte pasar un mal rato o molestarte.

  • Bueno... no te preocupes, olvidado – dije algo aliviada porque no recordara nada.

  • Gracias por aceptar mis disculpas – me dijo sonriéndome con gesto de alivio – te traía unos regalos para ganarme tu perdón... ya sabes, para poder sobornarte si hacía falta... pero has aceptado mis disculpas tan rápido que ahora ya no sé si debo dártelos.

  • ¡Serás mala!... ahora ya no sé si considerarte mi amiga o tacharte de la lista.

Comenzamos a reírnos las dos con ganas... en ese momento comenzó a sonar su teléfono móvil... primero varios tonos de mensajes y finalmente una llamada.

  • Lo siento rubia... tengo que devolver la llamada, es una compañera de trabajo y puede que sea importante... ¿por qué no te pruebas lo que te he traído para disculparme?... comprobamos que te queda bien, porque si no, tendré que ir a cambiarlo.

  • No tenías que haberte molestado...

  • El otro día parecía que ibas a trabajar en lugar de salir a cenar y divertirte... necesitas otro tipo de ropa para salir rubia, sobre todo si piensas quedarte por aquí más tiempo... pero si llega esa próxima vez no debemos beber tanto – dijo sonriéndome.

Me pareció bien su idea de probarme la ropa que me había comprado... además entendí que quizá aprovechó el momento de aquella llamada para decírmelo, quizá buscando tener un poco más de intimidad para hablar mientras yo me cambiaba... me pareció correcto darle espacio, cogí aquellas dos bolsas y le hice gestos de que iba al baño a cambiarme... asintió con la cabeza ya con la oreja pegada al teléfono móvil mientras me sonreía y me guiñaba un ojo.

Entré en el baño y cerré la puerta... en la primera bolsa había un vestido negro de marca precioso, con escote redondo de tirantes, bastante entallado con falda hasta la rodilla y una abertura lateral hasta medio muslo... en la segunda bolsa un conjunto de lencería negra de encaje también de marca, con sujetador de tiras bordadas sin copas, liguero, tanga y unas medias de rejilla que parecían ser de seda y terminaban en la parte superior con un bordado precioso que hacía juego con las demás prendas... todo aquello debía de haberle costado una fortuna.

Por un momento pensé que no debería aceptar toda aquella ropa que me había comprado, me parecía que todo era excesivamente caro para regalarme con el poco tiempo que hacía que nos habíamos conocido... pero luego pensé que si al final me quedaba, cosa que tenía ya casi decidida, podía regalarle yo también a ella algo similar como despedida y a modo de agradecimiento por todo lo que había hecho por mí aquellos días.

Me desnudé y empecé a vestirme con aquella lencería... el sujetador me quedaba con un guante, una tira bordada por debajo levantaban mis pechos y luego otras que se entrelazaban por la parte delantera dándole forma para unirse finalmente en unos tirantes que acababan en la espalda, era precioso aunque me veía extraña con casi todo mi pecho, las aureolas y los pezones, al aire... me puse el liguero y deslicé las medias por mis piernas, me encantó la sensación de la seda al contacto con mi piel, acaricié con mis manos mis piernas ya con las medias puestas y pude notar que eran tremendamente suaves... por último me puse el tanga y me miré al espejo del baño, estaba realmente preciosa, creo que nunca me había visto a mí misma tan atractiva... pero a la vez me entristeció el recuerdo de mi ex-mejor amiga sobre mi cama la noche de la boda de mi hermana con un conjunto de lencería similar, un conjunto de lencería que mi ex-marido parecía haber comprado inicialmente para mí.

Me puse el vestido, me costó un poco subir la cremallera, pero al final lo conseguí y me observé al espejo, también me quedaba como un guante... vaya ojo tenía aquella mujer para las tallas, había acertado por completo... quizá un poco estrecho en la zona del pecho pensé para mí porque me apretaba un poco, pero tampoco es que me impidiera respirar con normalidad... no sé cuánto tiempo estuve en el baño, entre el tiempo que pasé cambiándome de ropa y mirándome en el espejo... me veía realmente preciosa e incluso me puse unos zapatos de tacón que tenía allí, aunque eran azules y no conjuntaban demasiado con el vestido negro... me gustaba cómo me veía con los tacones y cómo me quedaba el vestido, que a pesar de tener una abertura hasta medio muslo tapaba perfectamente el bordado de las medias.

Sin embargo, cuando salí del baño su cara no fue la que me esperaba... se la veía triste, como si hubiera pasado algo grave... aun así me sonrió...

  • Estás preciosa rubia... pareces una supermodelo de las revistas... déjame verte bien.

  • ¿Estás bien?... pareces preocupada.

  • Tengo una cena de trabajo importante dentro de una hora y lo había olvidado por completo... pero mírate bien rubia... ¡estás deslumbrante!... si te viera tu ex-marido ahora mismo caía muerto, fulminado... ¡madre mía!... ¿cómo pudo dejarte escapar?

En cuanto mencionó a mi ex-marido me derrumbé, me dejé caer sentándome en la cama y comencé a llorar desconsoladamente...

  • Lo siento rubia... yo no quería...

Se acercó a mí lentamente, sentándose a mi lado y me abrazó rodeándome con sus brazos... me dejé caer ligeramente contra ella y apoyé mi cabeza sobre su pecho... ella trataba de consolarme con su abrazo y sus palabras, mientras me acariciaba con mucha suavidad la cabeza con una de sus manos... una gran cantidad de sentimientos se agolpaban en mi mente en aquel momento, me sentía sola, me sentía confundida, me sentía muy angustiada y sobre todo sentía mucho miedo a un futuro de completa soledad, sin nadie que me quisiera, sin nadie a quien le importara realmente lo más mínimo yo o mi vida... la mujer fuerte, con confianza en sí misma e independiente que siempre creí ser, poco a poco había ido desaparecido por completo y había quedado en su lugar a una mujer frágil, sin confianza y a la que le asustaba pensar en el futuro.

Me abracé a ella con mucha fuerza... tenía la sensación que su amistad era lo único a lo que podía agarrarme, era la única persona en quien podía confiar para intentar superar aquellos duros momentos que vivía... en un país extranjero, alejada de mi hogar, alejada de una familia y unas buenas amigas... todas aquellas personas que me querían y a las que había ignorado por completo hasta que me quedé sola... alejada también ahora de mis malas amigas, aunque con éstas por voluntad propia tras lo que había descubierto... busqué en ese abrazo recuperar todo lo que había perdido, mi fuerza y especialmente la confianza en mí misma... permanecí abrazada a ella con todas mis fuerzas llorando desconsoladamente durante bastantes minutos sin que ninguna de las dos dijéramos nada que rompiera aquel silencio que reinaba en la habitación.

Cuando finalmente aflojé mi abrazo y levanté mi cabeza, me miró a los ojos con mucha ternura poniendo su mejor sonrisa... comenzó con uno de sus dedos y mucha delicadeza a limpiar las lágrimas que recorrían mis mejillas e inundaban mis ojos, en un gesto que me pareció muy tierno, para finalmente volver a abrazarme y besarme en la frente.

  • Lo siento rubia... de verdad... no quería...

No sabría decir qué pasaba por mi mente en aquellos instantes... quizá fuera la idea de sentirme querida y acompañada por alguien... el caso es que cuando volví a sentir su abrazo y sus labios besar suavemente mi frente yo también volví a abrazarla y separando ligeramente mi cabeza de la suya la miré de nuevo a los ojos fijamente... manteniendo su sonrisa y sin separar sus ojos de los míos fue lentamente acercándose a mí, hasta besar mis labios.

  • Espera... – dije separándome ligeramente, sorprendida.

  • Eres preciosa rubia – me interrumpió poniendo uno de sus dedos sobre mis labios.

No me dio tiempo a decir nada más y volvió a lanzarse a besar mis labios... esta vez ya no me separé de ella y no sabría decir el motivo, pero colaboré abriendo la boca cuando nuestros labios volvieron a juntarse, permitiendo esta vez sí, que nuestras lenguas se juntaran.

Se separó brevemente de mí, volvió a mirarme a los ojos y tras un instante volvió a besarme ya con una enorme pasión... rápidamente noté cómo una de sus manos acariciaba el interior de mis muslos con suavidad y delicadeza aprovechando la abertura de la falda, subiendo lentamente hasta empezar a jugar con las tiras de las ligas... deslizó la mano más arriba y separé ligeramente las piernas, su mano acariciaba mi sexo que ya comenzaba a humedecerse, frotándolo sobre el tanga, provocando mis primeros suspiros.

Retiró sus labios de los míos y su mano de mi sexo, me ayudó a ponerme de pie... sonriéndome y agarrándome del brazo me atrajo hacia ella besándome de nuevo... sus manos recorrían y acariciaban mi espalda hasta que se juntaron tras mi cuello comenzando a desabrochar la cremallera del vestido, cuyos tirantes deslizó sobre mis hombros con suavidad para que la gravedad hiciera el resto... con el vestido enrollado y tirado en el suelo, volvió a besar mis labios brevemente para descender a besar y lamer mis aureolas, chupando y succionando mis pezones... una de sus manos volvió a acariciar mi sexo completamente húmedo sobre el tanga y mis suspiros poco a poco se fueron transformando en jadeos y gemidos.

Durante todo ese tiempo, apenas había acariciado su cuerpo y mucho menos tocar su piel bajo su vestido... al final opté por colocar mis manos sobre su cabeza acompañando los movimientos de ésta mientras devoraba mis pechos... tras haber sido apartado el tanga unos instantes antes, un grito de placer fue mi respuesta al notar como uno de sus dedos se introducía suavemente en mi interior aprovechando la humedad de mi sexo... con el coño ya encharcado, mis jadeos y mis gemidos acompañaban el movimiento de su dedo en mi interior.

  • ¿Te gusta rubia?... ¿quieres que pare? – dijo mientras eran ya dos dedos los que entraban y salían de mi interior.

  • ¡SIGUE!... ¡JODER!... ¡SIGUE!... – grité desesperada entre jadeos, buscando que el placer sustituyera toda la angustia que había vivido minutos antes.

Sus labios sellaron los míos mientras eran dos los dedos volvían a profundizar en mi interior... aproveché para deslizar una de mis manos por su espalda hasta llegar a su culo, que acaricié primero sobre la falda, para posteriormente ir levantándola poco a poco, hasta que logré contactar directamente con su piel... me sorprendió que no llevaba ropa interior y pude notar casi al instante el calor y la humedad que emanaba de su entrepierna.

  • Estás riquísima rubia... te voy a comer entera – dijo chupándose los dedos que habían estado invadiendo mi intimidad.

Me hizo volver a sentarme en la cama y se arrodilló entre mis piernas mientras con sus manos las separaba con suavidad... enseguida sentí como su lengua empezó a recorrer mis labios vaginales, sentir el contacto de su lengua fría y húmeda en mi sexo me provocó una oleada de placer que grité al cielo con los ojos cerrados, para abrirlos después y continuar gimiendo y jadeando con cada lametón, mientras veía desde arriba como una de sus manos se perdía entre sus piernas... ella también se masturbaba mientras su lengua recorría cada pliegue de mi sexo con maestría, arrancándome cada vez jadeos y gemidos más profundos.

Separó ligeramente su boca de mi sexo que penetró con dos dedos... su lengua volvió inmediatamente a lamer mi sexo concentrándose en mi clítoris, provocando que lanzara grandes jadeos y gemidos de placer al aire mientras mi cuerpo se iba tensando... agarré su cabeza con mis manos para evitar que separara su boca de mi sexo y no tardé demasiado en alcanzar un tremendo orgasmo que me hizo quedar desfallecida sobre la cama mientras ella volvía a lamer cada centímetro de mi sexo buscando degustar hasta la última gota de mis jugos.

Salió de entre mis piernas y nos besamos nuevamente... agarró una de mis manos con delicadeza y con la otra mano levantó su falda, se sentó en la cama y separó sus piernas invitándome a devolverle todo el placer que me había dado... me coloqué entre sus piernas y di un primer lametazo a su húmedo sexo cuando sonó de nuevo su teléfono móvil... ambas nos miramos...

  • Lo siento rubia... tengo que irme... – dijo levantándose rápidamente con un rostro que mostraba claros síntomas de preocupación.

Mientras se acomodaba la ropa llamó un taxi... luego se acercó para darme un beso en los labios, metiendo su lengua en mi boca y abrazándome con fuerza contra ella... un beso al que me entregué por completo y sólo fue interrumpido por el sonido de un claxon.

  • Me tengo que ir rubia... sé que después de lo que acaba de pasar tenemos que hablar de muchas cosas... ¿quedamos mañana a las dos para comer en el restaurante del otro día?

  • Perfecto... ¡hasta mañana!

Se marchó corriendo y sin despedirse de aquella manera tan jovial que hacía desde que nos conocíamos... la verdad es que no tenía muy buena cara, como si algo la tuviera preocupada... ¿qué habría sucedido?... ¿sería verdad lo de la cena o era otra cosa la que la preocupaba?... recordaba la expresión de su cara cuando salí del baño tras cambiarme de ropa... una sensación extraña se apoderó de mí, ese runrún interior que uno no sabe muy bien a qué es debido.

Me quedé sola en la habitación confundida, muy confundida por lo que acababa de pasar... y también algo preocupada, tras un rato me fui al baño para asearme... me lavé la cara y me miré al espejo, parecía una auténtica puta vestida con aquel sujetador que dejaba mis pechos al aire, aquel liguero y las medias de rejilla a medio muslo... muchos pensamientos se agolpaban en mi mente, pero no sabía muy bien qué estaba sucediendo en mi mente realmente... ¿qué debía hacer ahora con mi vida?... intenté relajarme dándome una ducha.

Salí de la ducha y pedí algo de cena al servicio de habitaciones... mientras esperaba, recogí los vasos de las bebidas que habíamos tomado... acabé de cenar, me tumbé en la cama y estuve viendo la televisión para intentar distraerme mientras pensaba una y otra vez en aquella locura que acababa de suceder sobre aquella cama... dándole vueltas a todo, me quedé dormida.