Capítulo 1.4 - La psicóloga

Jueves

El día transcurrió sin novedad hasta la hora de la sesión... gimnasio temprano y luego vuelta a casa para concentrarme en mi trabajo... ya por la tarde, abrí la puerta a mi paciente... parecía bastante animado... ¿qué había pasado por su mente tras la sesión del día anterio

  • Si recuerdas... ayer cuando dimos por concluida la sesión me estabas hablando de que en aquel internado de Suiza te habías definido como persona... ¿podrías contarme má

  • Doctora... a aquel internado llego un chico joven, un niño inocente que no sabía lo que era el mundo, lo que era vida... asustado, muy asustado... la experiencia me hizo madurar mucho más rápido de lo que nadie se pueda imaginar... se preguntará si lloré y mentiría si le dijese que no... lloré cada minuto de cada noche durante mucho tiempo, siempre en soledad... quizá le parezca una paradoja, pero me acostumbré a la soledad... la soledad acaba siendo tu mejor amiga... bueno, quizá no la mejor... pero una buena amiga..

Me había quedado con la boca abierta... ¿la soledad es tu amiga?

  • No lo entiendo... ¿podrías explicarme eso?

  • Doctora... con la soledad aprendes cómo manejar tus miedos, tus emociones... te ayuda a escucharte a ti mismo, a conocerte mejor... a valorar tus pensamientos, tus ideas, tus sueños, tus proyectos... te da ese tiempo necesario para pensar en los pros y los contras antes de tomar decisiones... a elaborar tu plan de vida... cuando no tienes nada, llegas a priorizar qué es lo más quieres y en qué orden... a entender qué es lo que verdaderamente esperas de tu vida... en definitiva, es una amiga casi perfecta...

No entendía nada... estaba muy perdida...

  • ¿Una amiga casi perfecta?... no lo comprendo, entonces... ¿por qué estás aquí?

  • Porque la soledad no es perfecta doctora... la soledad también es el silencio... un silencio en el que sólo te escuchas a ti mismo, a tu mente, a tus pensamientos... la soledad no responde nunca a tus preguntas, no resuelve tus dudas cuando las tienes... la soledad no disipa los temores que siempre están ahí cuando has de tomar decisiones importantes... la soledad tampoco te explica la diferencia entre el bien y el mal... la verdad, es que me es muy difícil de explicar... quizá ni sé explicar a qué me refiero.

  • Pero tú no estuviste nunca sólo en el internado ¿verdad?... había más alumnos, profesores... siempre habría alguien contigo.

  • Doctora... cuando llegué a aquel internado en Suiza yo sólo hablaba español... mis compañeros procedían de varios países europeos, pero ninguno sabía una sola palabra de español... todas las clases eran en inglés o alemán y yo no me enteraba de nada... literalmente... incluso alguno de los profesores me miraban como un bicho raro porque nunca hablaba en clase, aunque me preguntaran algo... simplemente, no entendía lo que me decían o ni sabía que hablaban conmigo... tardé casi dos años en alcanzar un nivel suficiente en inglés o en alemán que me permitiera mantener una conversación con alguien... cuando eso sucedió ninguno de mis compañeros estaba ya interesado en hablar conmigo... no les culpo... no tiene nada que ver una cosa con la otra... sentirse sólo y estar sólo son dos conceptos completamente diferentes... una persona puede sentir la soledad, sentirse sola... incluso estando acompañada.

No entendía nada... ¿ya lo había dicho?... ¿cómo es posible, que lo que para muchas personas hubiese sido una auténtica desgracia, aquel chico hubiese aprendido a verlo como una ventaja?... me imaginaba a mí misma, durante dos años, sin poder hablar absolutamente con nadie, rodeada de personas a las que no entendía cuando hablaban... ¡me habría vuelto loca!

  • Pero habrás hablado con alguien durante todo ese tiempo... tenías amigos en España.

  • Doctora... me fui de España a ese internado en Suiza después de que muriese mi abuela y no he regresado a España hasta hace cuatro años... casi no he hablado con nadie en español durante al menos quince años... ¿no le parece a usted que mi acento es raro?

  • Pues la verdad... ya había notado ese acento el día que hablamos por teléfono... pero jamás imaginé el motivo... cuéntame... ¿nunca volviste siquiera a ver a tu tutor?

  • Doctora... mi tutor apenas me visitaba un par de días, una vez al año... siempre he pensado que para él yo era más como una obligación... diría que más bien una carga... una tarea más de su trabajo... supongo que se ocupó de mí por lealtad a mi abuela... ella trabajó muchos años para él y su mujer... desde que se instalaron en España... digamos que yo fui la forma que él tenía de devolverle a ella esa lealtad, la que ella le había demostrado durante todos esos años a su servicio... al menos eso es lo que pienso.

Cada vez me sorprendía más esta historia... pero a la vez quería saber más... ¿cómo una persona tan madura y sensata podía estar tan perdida?... ¿cuál sería ese punto de inflexión?

  • El otro día te pregunté por tus aficiones... sin embargo la pregunta quedó sin respuesta... me gustaría retomarla en este punto... no hablabas con nadie, no interactuabas con nadie... ¿qué hacías con tanto tiempo libre?... ¿alguna afición tendrás?... ¿quizá alguna actividad que se realice al aire libre?

  • La verdad es que me gustaba mucho la lectura doctora... he leído libros de infinidad de autores, géneros... ¿aficiones?... ¿al aire libre?

Otra vez volvía a notar tristeza en su mirada... esos ojos verdes esmeralda me desconcertaban... volvían a brillar, como si algunas lágrimas estuviesen a punto de brotar de ellos... ¿en qué estaba pensando ahora?

  • Doctora... me resulta difícil hablar de esto... cuando tenía diez u once años un profesor nuevo empezó a trabajar en el internado... un día durante el recreo, estaba como siempre sólo en un rincón del jardín sentado leyendo un libro biográfico... apenas estaba en las primeras páginas cuando aquel profesor nuevo se me acercó y empezó a hablar conmigo... le parecerá una tontería, pero ahora ni siquiera recuerdo el título del libro.

  • ¿Y qué sucedió?

  • Se acercó a mí y me preguntó si me gustaba el golf... el libro era la biografía de un jugador famoso doctora... pero no me pregunte quién... no lo recuerdo.

Joder... perdón... ¿el golf?... menuda mierda, menudo aburrimiento... recordaba una vez que había ido con mi ex-marido, su socio y la mujer de éste a jugar un fin de semana... bueno, a intentarlo... no había vuelto, ni volvería jamás en la vida... nunca me sentí más frustrada e impotente que aquel día intentando golpear aquella diminuta pelotita blanca hacia delante... aunque viendo cómo lo hacían los demás, parecía muy fácil.

  • Tú dirás... la verdad es que yo sólo he ido a jugar una vez y me pareció tremendamente frustrante... aburrido... ¿cuál es tu opinión al respecto?

  • El golf es un juego... pero si mira más allá del juego... si lo piensa bien doctora... es como la vida... el objetivo es claro y el jugador como individuo está sólo contra los elementos... contra el mundo exterior... buscando alcanzar su objetivo... tampoco soy ingenuo, sé que puede parecer muy aburrido... pero es solitario... si te gusta disfrutar de ti mismo y de la soledad puede llegar a ser muy divertido practicarlo.

Mientras él hablaba, recordaba aquel día que fui a jugar al golf con mi ex-marido y la conversación posterior en la cafetería con la mujer de su socio...

  • ¿El golf?... jajajaja... eso es un pasatiempo estúpido de muchos hombres, una completa pérdida de tiempo... si mi marido quisiera

meterla en el agujero

debería llevarme a casa que yo le iba a mostrar lo que es bueno... pero pone más pasión en esto de jugar al golf que al sexo conmigo...

Yo me rozaba los muslos recordando aquella conversación... nerviosa y excitada... ¡un momento!... ya no hablaba... había perdido el hilo de la conversación... ¿y ahora qué le decía?...

  • Vaya... parece que hablas como un experto... ¿has

jugado

mucho al golf?... ¿sigues

jugando

en la actualidad?

Creo que me estaba volviendo a poner bastante colorada... ¿he dicho el verbo

jugar

de una forma demasiado melosa?... ¿lo he hecho en realidad o es mi subconsciente

jugándome

una mala pasada?... ¡y dale con pensar en el verbo

jugar

!

  • Doctora... con la ayuda y los consejos de aquel profesor llegué a jugar bastante bien... de hecho conseguí una beca universitaria en EEUU gracias al golf... sé que suena a broma, pero en las universidades americanas es bastante fácil conseguir una beca deportiva si eres bueno en un deporte y tienes un buen nivel de inglés... lógicamente, el golf no abre puertas en grandes universidades que son famosas en el mundo entero o que destacan por los deportes de equipos... pero si tu objetivo es conseguir una educación universitaria gratuita a través de una beca, aunque sea en una universidad pequeña y semidesconocida... no resulta difícil.

  • Deduzco que has ido a la universidad... ya me parecía por tu forma de hablar... se nota que eres una persona culta y bien educada... si te parece bien podemos hablar mañana de tu época universitaria... pero antes de dar por concluida la sesión... háblame más de tu relación con aquel profesor en el internado.

  • Bueno doctora no hay mucho que contar... creo que ha sido el único referente paterno que he tenido en mi vida... sin embargo, siempre me dejó muy claro que antes que nada era un educador y buscaba educarme, no ser mi padre... decía que no era sano que viviera aislado del mundo y de las personas... me llevaba habitualmente a su club de golf y eso me ayudó a empezar a relacionarme algo con otras personas... a socializar con algunos adultos y con adolescentes de mi edad.

  • Si no quieres contarme nada más sobre él... creo que es un buen momento para terminar... ¿continuamos mañana?

  • A la misma hora doctora... adiós.

La sesión había sido diferente, completamente diferente a lo que me esperaba y era yo la que había acabado completamente perdida ante lo que había escuchado... una palabra se repitió mucho en aquella sesión y me llamó la atención... SOLEDAD... me preparé un café y me senté en el sofá del salón a mirar al infinito dándole vueltas a la cabeza... una hora más tarde me di cuenta que no había probado el café perdida en mi mundo de fantasía.

Desde que me divorcié había sido relativamente feliz, no diría que más que cuando estaba casada... era una felicidad diferente... tenía todo el tiempo del mundo para mí misma, para disfrutar con mi trabajo, para dedicarme a mis aficiones... ya os he dicho que mi mayor afición es asistir a congresos ¿verdad?... sin tener que estar pendiente de nada ni de nadie, sin dar explicaciones, sin preocupaciones... vivía a mi aire.

Si me apetecía compañía llamaba a alguna de mis amigas que conocí durante mi época en la universidad, con mis amigas de la infancia no tenía ningún trato, en parte por lo sucedido con mi hermana y mi mejor amiga... no siempre estaban disponibles para una quedada de grupo, pero siempre había alguna con la que podía salir a tomar una copa de vino blanco o cenar algo... la peluquera o especialmente las dos que estaban casadas... a ellas que les venía bien mi llamada para excusarse con su marido y librar una tarde, incluso aunque esa tarde al final, se alargase hasta bien entrada la madrugada.

A eso de las ocho me pareció buena idea salir a cenar con alguna de ellas y tuve la suerte de acertar con la primera llamada... mi amiga me dijo que su marido estaba de viaje, que iba a llamarle para decirle que iba a salir conmigo y que luego se prepararía, que podíamos quedar en el bar de siempre en una hora.

Tras tomarnos un par de copas... ella prefirió el bourbon y yo el vino blanco... y conversar de nuestras cosas se hizo un poco tarde, así que decidimos quedarnos allí y pedir unas tapas para cenar en la misma barra del bar... una de patatas con tomate, dos de calamares... el típico menú de tapeo... mientras esperábamos la cena, me excusé con mi amiga y me fui al servicio.

Cuando volvía del servicio observé que no estaba sola... un hombre había ocupado mi asiento junto a ella y parecían conversar alegremente... de vez en cuando mi amiga intentaba disimular y miraba por encima del hombro de su acompañante en dirección a los servicios... supongo que intentaría anticipar mi regreso... yo ya me había colocado en la otra esquina para observarla sin que ella me viera... no acerté a adivinar durante todo el tiempo que les observé desde la distancia, si mi amiga quería que yo llegase para rescatarla de aquel hombre o prefería que me hubiese caído por el retrete y no regresase nunca.

Llegaron las tapas y finalmente me acerqué a mi amiga, quien disimuladamente se acercó a su acompañante y le dijo algo al oído... éste se levantó, se presentó como un compañero de trabajo y tras unas palabras de cortesía dirigidas a mí, desapareció a mi espalda... nosotras pedimos una tercera ronda de copas para tomar con las tapas.

Desde mi regreso mi amiga parecía nerviosa... quizá estaba achispada por las copas que ya habíamos tomado... devoraba la comida como si tuviera prisa por algo... cuando por fin acabamos, rápidamente se excusó y me dijo que tenía que ir al servicio... le dije que la esperaba y aprovecharía para pagar... que no se preocupase por el dinero, que yo invitaba.

Miré el reloj... ¿estaba tardando más de la cuenta?... y decidí ir al servicio, quizá le había sentado mal la comida al haberla comido tan rápido o quizá demasiadas copas... abrí la puerta y allí no parecía haber nadie... saqué mi teléfono móvil y decidí llamarla... pronto se oyó el sonido de su teléfono móvil... pero no lo cogía... me acerqué a los cubículos mientras el móvil sonaba y vi que una de las puertas estaba cerrada... entré intentando hacer el menor ruido posible en el cubículo más cercano al que tenía la puerta cerrada y me subí con cuidado al retrete para poder ver por encima del mamparo lo que sucedía al lado.

Mi amiga estaba sentada en el retrete con la falda por la cintura y abierta de piernas... tenía las tetas fuera de su blusa y se masturbaba con una mano mientras el tío de antes le tenía agarrada la cabeza con las dos manos y se la clavaba hasta la garganta... el teléfono seguía sonando y entonces ella de en un empujón se lo quitó de encima... le dijo que seguramente yo la estaba llamando.

Me agaché para que no me vieran y como tenía mi teléfono móvil en la mano lo silencié tan rápido como me fue posible... la pantalla de mi móvil se iluminó y recibí un mensaje que decía que algo le había sentado mal... que en un par de minutos saldría.

  • ¡Fóllame!... escuché de repente decir a mi amiga.

  • No podemos... me dijiste ayer en el trabajo que estabas en tus días fértiles y no esperaba verte esta noche... no tenemos ningún condón.

  • ¡Métemela por el culo si quieres!... ¡pero hazlo rápido!... ¡fóllame ya cabrón!

Volví a mirar la escena por encima del mamparo... allí estaba ella, mi amiga, agachada sacando el culo mientras el abdomen del hombre que la sodomizaba con fuerza, golpeaba sus glúteos con cada embestida... él apenas gemía, ella se mordía una mano para que sus gritos atenuados no se oyeran desde fuera... unos minutos después ella temblaba y él reducía el ritmo... rápidamente ella se dio la vuelta y empezó a comerle la polla de nuevo mientras le pajeaba, hasta que él anunció que se corría y mi amiga se la sacó de la boca... con su cara a varios centímetros de aquella polla, el semen del hombre salpicó su boca y su cara... ella finalmente le dio unos lametones, una última chupada y un beso en la punta.

Entendí que aquello se acababa y salí del servicio intentando no hacer ruido hasta colocarme junto a la puerta de salida de aquel bar... un par de minutos después apareció mi amiga apresuradamente, parecía algo colorada... cuando llegó junto a mí le pregunté si estaba bien porque parecía algo sofocada.

Ya en la calle me dijo que estaba algo mareada, que no estaba acostumbra a beber tres copas la misma noche y quizá había sido demasiado alcohol... yo tiré de ironía...

  • Tal vez te haya sentado mal algo que has comido.

  • Puede ser... estaba hambrienta y puede que no haya masticado bien durante la cena.

  • Te lo has tragado todo con gula, no has dejado nada... bueno tienes una pequeña mancha blanca de mayonesa en el pelo... seguro que es de las patatas con tomate... los calamares no tenían salsa...

  • Es tarde ¿llamamos un taxi? – me dijo contrariada sacando el móvil, como intentando cambiar de tema.

  • No, mejor caminamos... apenas son quince minutos y no creo que en tu estado lo mejor sea que te sientes... incluso te puede venir bien que te dé un poco el aire...

Y lo que tenía que pasar, pasó... estalló... empezó a llorar y a gritarme...

  • ¡Basta!... ¿te crees que soy idiota?... nos conocemos desde hace mucho y sé porque me estás hablando con esa tremenda ironía.

  • No sé a qué te refieres... y por favor, podemos hablar de lo que quieras, pero no grites en medio de la calle... ¡vamos a dar un espectáculo!

  • Sé que sabes lo que ha pasado... estoy segura que me has visto... tu ironía te delata.

  • De acuerdo... te voy a ser sincera, tardabas demasiado y al entrar en el baño te he visto... ¿tienes un amante?... ¿además del trabajo?... pensaba que tu matrimonio estaba bien por lo que me has contado hoy en el bar... ¿ya no lo amas?

  • Siempre está de viaje desde que aceptó esa ruta internacional que le propusieron en la empresa... me aburría en casa y comencé a quedar con la gente de la oficina después del trabajo para tomarnos algo... poco a poco surgió algo... no es que le ame, de hecho él también está casado... pero mi marido y yo nunca hacemos nada juntos... sólo se dedica a trabajar, trabajar y trabajar... siempre llega a casa cansado, ni siquiera me busca en la cama... estoy sola, me siento sola y no lo soporto más... estoy harta, muy harta... harta de la situación... harta de la ¡SOLEDAD!

Fue una conversación sincera, pero con un tono bastante neutro y sin gritos... pero gritó la última palabra con mucha rabia, hasta me sorprendió... soledad... ¿soledad?... ¿SOLEDAD?... ese día creí haberlo entendido... pero ¿lo entendía?