Capítulo 1.3 - La psicóloga

Miércoles

El miércoles me pasé la mañana en el gimnasio... ya por la tarde intenté no vestirme como el día anterior y preferí buscar una ropa que me diera un aspecto mucho más profesional... necesitaba dar esa imagen, concentrarme en lo que en realidad necesitaba mi paciente y no en mis fantasías de mujer de los últimos días... mi paciente necesitaba mi ayuda y también buenos consejos para ver su realidad desde otro punto de vista, un punto de vista que le hiciese ver que todo podía mejorar... que existía para él un futuro, aunque no lo visualizase.

A la hora acordada sonó el timbre y tras abrir la puerta nos dirigimos al despacho.

  • Ayer hablamos muy por encima de tu toda tu vida... sé que hay temas que todavía no estás preparado para contarme... nos falta ese puntito de confianza y quizá sería bueno que empezáramos hablando de algo que no te resulte tan incómodo...

¿quizá la palabra correcta fuese doloroso? ... pero preferí demostrar un poco más de tacto.

  • ...hoy me gustaría que nos centrásemos en hablar tu infancia... normalmente la infancia es una época que ayuda a forjar el carácter de las personas... háblame de ella... de tu familia... ¿qué recuerdas?...

Su cara era un poema y su mirada se apagó todavía más de lo que ya estaba... sus preciosos ojos verde esmeralda se apagaron como si alguien hubiese apretado un interruptor... ¿cómo era eso posible?... ¿tan triste había sido su infancia?

  • Doctora... ya le he dicho que no tengo familia... ¿qué espera que le cuente?

Avanzar con este paciente iba a ser incluso más difícil de lo que pensaba... ¿ni si quiera podía recordar su infancia sin que la tristeza se apoderada de él?

  • Algo recordarás... evidentemente tu infancia debe traerte recuerdos.

  • Está bien doctora... como ya me ha dicho anteriormente, siempre se puede seguir adelante aunque sea duro... quizá tenga razón... si he llegado hasta aquí es porque he superado mi infancia... mis padres vivían en un pequeño pueblo de montaña en el norte... el pueblo donde nació y creció mi padre... se conocieron en la universidad, se casaron y se fueron a vivir allí... murieron siendo yo muy pequeño en un accidente de tráfico... una de esas carreteras estrechas de montaña que llevaban al pueblo... ya sabe... llenas de curvas y con muchas placas de hielo durante el invierno... no recuerdo nada de ellos y sólo un par de fotos antiguas que me dio mi abuela me ayudan a recordar cuando las miro, que como cualquier persona de este mundo... en su día... yo también tuve unos padres... ni siquiera he vuelto a ir a aquel pueblo... prefiero no hacerlo.

  • Háblame de tu abuela...

Por un momento se le iluminó la cara al recordar a su abuela... sin embargo, se puso a llorar... sus ojos verde esmeralda brillantes por las lágrimas, lucían preciosos mientras yo volvía a mojar mis bragas y a estar roja como un tomate... ¿qué pasaba en mi interior?... ¿por qué no podía controlarme?... ¿por qué actuaba así mi cuerpo?

  • Mi abuela fue una buena mujer doctora... bastante mayor... viuda... muy trabajadora... tuvo que ser muy duro para ella cuidar de mí... recordar a su única hija cada vez que me miraba a los ojos... ¿cuántas veces me diría que tenía los ojos de madre?... aún recuerdo su sonrisa cuando me lo decía y cómo esa sonrisa contrastaba con la tristeza de su mirada... me emociona mucho pensar en ella... es la única mujer que he querido y fue totalmente sincera conmigo... me quiso a pesar de todo y no me traicionó nunca.

  • ¿Qué ocurrió después?

  • Doctora... mi abuela trabajaba como ama de llaves en la mansión de un importante diplomático extranjero... en la capital... él estaba casi siempre fuera... de hecho, aunque no estuviera de viaje sólo pasaba en casa los fines de semana... un día ese hombre vino a buscarme al colegio... creo que estaba en segundo y el curso escolar acababa de empezar... a mí me pareció raro porque siempre me recogía mi abuela...

Se puso a llorar de nuevo... lo vi venir... ¿lloraba yo también?... no pude evitar simpatizar por un momento con él... ¡aquellos ojos verde esmeralda me fascinaban!... lo interrumpí... aunque apenas podía hablar...

  • No hace falta que sigas contándome más cosas sobre lo sucedido ese día... no creo que te ayude rememorar malos recuerdos que ya dices haber superado... creo que puedo afirmar que tu abuela falleció ese día... ¿qué ocurrió después?

  • Doctora... aquel día me vi sólo en el mundo... tenía mucho miedo... no sabía qué iba a pasar... era un mocoso y ya no tenía nadie en el mundo... no diría que perdí la inocencia... pero aquel día se acabó mi niñez... me convertí en adulto de la noche a la mañana... todos nos convertimos en adultos... algunos a los cuarenta, otros a los veinte... la única realidad es que ese momento nos llega a todos... pero como le he dicho, yo todavía era un mocoso... no estaba preparado.

  • Me dijiste el primer día que habías tenido un tutor hasta tu mayoría de edad... ¿fue aquel diplomático tu tutor?... ¿y su mujer que representó para ti?... porque supongo, que ese hombre que fue tu tutor estaría casado.

  • Sí y no, doctora... aquel hombre estaba demasiado ocupado con su trabajo para pensar en tener una familia... tenía mucho dinero... y también sí, estaba casado... pero era un matrimonio que hacía vidas completamente separadas... no sé si ella encajaría en la definición de lo que se podría llamarse una

mujer florero

... pero desde luego, estaba claro que aquello no era un matrimonio convencional... al menos por parte de aquel hombre, quizá ella si le amase... tampoco entraba en los planes de aquel hombre formar una familia con hijos... de modo que yo sobraba en aquella casa si mi abuela ya no estaba allí para cuidarme.

¡Dios!...trabajo, trabajo, trabajo... no pensar en otra cosa más que en el trabajo e ignorar por completo a tu pareja... pensaba fugazmente en mi misma... ¿mi matrimonio había sido algo similar?... ¡imposible!... amaba a mi ex-marido, quizá me precipité al casarme con él, pero rotundamente sí, le quería... al final fue un cabrón, un cretino que me engañó, me traicionó con mi mejor amiga y me abandonó... pero tampoco podía ignorar el hecho de que fue él quien más había puesto de su parte para que nuestro matrimonio funcionase...

  • Entonces... ¿cómo es que acabó siendo tu tutor?

  • Por lealtad doctora... aquel hombre se había comprometido con mi abuela a ser responsable de mí si a ella le pasaba algo... al menos hasta que alcanzará la mayoría de edad... y cumplió la palabra que le había dado a mi abuela... a su manera... tres días después del entierro de mi abuela ya tenía toda la documentación que le acreditaba como mi tutor legal y mi vida perfectamente organizada.

  • ¿Regresaste al colegio?... me habías hablado de lo difícil que resulta encontrar amistades sinceras entre personas adultas... pero en aquella época todavía eras un niño pequeño... ¿qué te dijeron tus amigos del colegio?

  • Nunca regresé al colegio doctora... al menos, al que había sido mi colegio hasta la muerte de mi abuela... una semana más tarde, apareció en casa un hombre que decía ser amigo de mi tutor... una hora más tarde salíamos de aquella casa, con una mano arrastraba una maleta con todas mis pertenencias y con la otra mano me arrastraba a mí camino del aeropuerto... ¿mi destino?... un internado en Suiza.

  • ¿Y cómo fue tu experiencia allí?

No sabía cómo reaccionaría ante esta pregunta... un niño tan joven sólo en un país extranjero, rodeado de desconocidos que hablan otro idioma... supuse que se desmoronaría al recordar esa etapa de su vida... sin embargo, su reacción de serenidad me desconcertó por completo.

  • Verá doctora... no voy a negar que fue duro... muy duro... durísimo... pero me ayudó mucho a definirme como persona... a ver la realidad del mundo, lo que de verdad importa... no sé, es una larga historia... quizá me viniese bien reflexionar un poco más sobre ello antes de continuar con este punto.

  • Me parece perfecto... si quieres seguimos mañana... ¿a la misma hora?

  • Perfecto... ¡nos vemos mañana doctora!

La conversación de ese día me hizo volver al pasado, a mi pasado... ¿el trabajo?... ¿la familia?... ¿el amor?... unas preguntas bastante dolorosas y en algún punto incómodas que siempre habían revoloteado en mi mente tras mi divorcio, y que siempre me negué a contestarme... al menos con sinceridad... pero, no es posible mentirse eternamente a uno mismo, en algún momento hay que afrontar la realidad de lo sucedido... esa verdad incómoda.

Para mí el trabajo siempre había sido lo primero, de eso nunca había tenido dudas... todo lo demás era secundario, incluso discutía con mi madre muchas veces por ese motivo... me decía que por ese camino iba a acabar siendo una solterona y que algún día, amargada y en soledad, me arrepentiría de lo que estaba haciendo con mi vida, con mi juventud... me criticaba constantemente por no tener una mentalidad más abierta para salir y relacionarme con la gente... siempre me ponía de ejemplo a mi hermana, cosa que me enfadaba bastante.

Lo dejaba todo de lado por el trabajo hasta que apareció él... cuando me propuso matrimonio tardé en aceptar... he de reconocer que le quería, pero ¿estaba enamorada de él?... también... pero seguramente no tanto como de mi trabajo y por eso no estaba del todo entusiasmada con la idea de ser una mujer casada, su mujer... ¿había sido mi ex-marido

elflorero

que mostrarle a mi madre?... una pregunta difícil a la que no estaba preparada para responder.

En ese momento comencé a recordar con tristeza su dulzura cuando comenzamos nuestro matrimonio, cómo estaba atento a todo lo que yo necesitara y cómo pasaba por alto mis continuas excusas cada vez que me salía algún trabajo o le decía que asistiría a algún congreso... pensándolo fríamente aquel miércoles, me arrepentí de muchas de las cosas que hice cuando estuve casada... recordé también aquel día, su decepción cuando le dije que no quería ser madre... hasta se me saltaron las lágrimas... ¿qué clase de mujer espera a estar casada para decirle a su marido que de tener hijos nada de nada?

Aquel día vi la decepción en su cara... sabía que le estaba partiendo el corazón y poco me importó... tenía la cabeza más pendiente de mi viaje a un congreso la semana siguiente que en lo que estábamos hablando... trabajo, trabajo y trabajo... esas eran mis prioridades.

Y aunque su cara decía una cosa, sus palabras fueron muy distintas... me dijo que me amaba y que respetaba mi decisión, que las parejas que no tenían hijos también podían ser muy felices... que con tenerse amor mutuo bastaba... me besó y como a una reina de cuento, su reina, me cogió en brazos para llevarme a nuestra cama.

Me hizo el amor de la forma más dulce que recuerdo en toda nuestra vida juntos... besaba mi cuello, chupaba una de mis orejas, acariciaba mi rostro... incluso sus embestidas fueron aquel día más suaves, lentas y dulces que nunca... con mis ojos cerrados sentía como bombeaba dentro de mí mientras agarraba una de mis manos y entrelazaba sus dedos con los míos... bombeaba lentamente, como lo hacía siempre, casi parecía que lo hacía teniendo cuidado, hasta lograr provocarme el orgasmo... para tras mi orgasmo salirse de mí y meneándosela arrojar su simiente sobre su estómago y su pecho... yo, al sentir que su respiración se normalizaba tras su eyaculación abrí mis ojos y vi como unas gotas de sudor recorrían su frente, su cara... y también sus mejillas.

Y aquel miércoles recordándolo todo fui yo quien lloró... porque aquel miércoles comprendí que quizá aquel día su frente sudaba... quizá su cara sudaba... pero no tuve ninguna duda de que lo que recorría sus mejillas eran lágrimas... sudaba... pero también lloraba... ¿impotente?... ¿traicionado?... él siempre pensaba en mí y en nosotros... yo rara vez pensaba en otra cosa que no fuera mi trabajo.

No me había acostado con ningún hombre antes de conocer al que fue mi marido, ni siquiera me acosté con él hasta que llegó la noche de bodas... y aunque él no lo supiera, tampoco me había acostado con ningún otro hombre desde que me había divorciado... había sido el único... ya no lo dudaba... le quería y aun así le traté como si fuera un florero... pero aún con eso, fue él quien me traicionó, quien me engañó y quien me abandonó... no estaba dispuesta a perdonarle.

Nunca había sido una mujer que necesitara del sexo para vivir... es más, hasta hacía dos días, hasta ese sueño... ni siquiera me había planteado la posibilidad de que el sexo fuese para disfrutar... el sexo era para mí sólo la culminación del amor existente entre dos personas... si mi ex-marido me buscaba yo se lo daba... pero nunca tomé la iniciativa.

Recordé también el día de mi despedida de soltera... mis amigas me prepararon la despedida en una ciudad cercana... nos fuimos tras la comida para llegar con tiempo suficiente para instalarnos en el hotel donde íbamos a pasar la noche y cambiarnos de ropa antes de ir restaurante... me avergüenza hasta recordar cómo me hicieron vestirme para la ocasión.

Tras la cena, donde abundó el alcohol... primero el vino en la cena y después los chupitos tras los postres, acudimos a una discoteca donde habían reservado la sala VIP... apenas llegamos, entre risas, dos de mis amigas me sujetaron mientras otras dos me ataron a la silla... se sirvieron las bebidas e inmediatamente se sentaron a mi alrededor para que empezara el espectáculo... por supuesto, era un striptease en el que un chico bastante musculado de gimnasio comenzó a bailar y quitarse poco a poco la ropa... bailaba y se frotaba contra mi mientras mis amigas aplaudían, gritaban y vitoreaban... a mí en cambio, muy nerviosa, se me subían los colores.

Acabado el espectáculo me desataron y mis amigas sugirieron mezclarnos con la gente que estaba en la discoteca para bailar y disfrutar de la noche... tras tal vez una hora, yo me encontraba algo cansada y también un poco mareada por el alcohol... así que decidí volver a la sala VIP para descansar y aislarme un rato del ruido, puesto que el ambiente de la discoteca era ensordecedor con la música tan alta.

Al abrir la puerta de aquella sala me quedé petrificada... puede ver al musculitos de gimnasio que había hecho el striptease de espaldas... aunque no estaba completamente desnudo... estaba empotrando literalmente la cabeza a una de mis amigas contra un sillón... él detrás y ella delante de él a cuatro patas... la escena era dantesca y los gritos que ella pegaba eran descomunales... de vez en cuando él se detenía y le azotaba con saña el culo llamándola de todo... perra, puta, zorra, guarra... todo lo que se imaginen... mientras ella gemía, gritaba y le pedía más y más... estuvieron así varios minutos hasta que ella dejó de gritar... un temblor, acompañado de un largo suspiro, le recorrió todo el cuerpo... en ese momento él se detuvo y agarrándola fuertemente del pelo, incluso con violencia diría yo, la giró arrodillándola en el suelo para penetrarle la boca con rudeza hasta que el que comenzó a gritar fue él.

En ese momento me fijé en mi amiga casi de frente... se la notaba muy borracha... tenía parte de la ropa arrancada, el pelo completamente alborotado, el rímel corrido por las lágrimas que brotaban de sus ojos... parecía que tenía la mandíbula desencajada con aquella polla en su interior y le salía el semen por la nariz... entonces él se la sacó de la boca lanzando en su cara los últimos chorros de semen y ella comenzó a toser... se separó de ella y comenzó a orinarle encima por todo el cuerpo mientras ella abría la boca y relamía con la lengua los restos de semen que colgaban de sus fosas nasales ayudándose de una mano.

Luego el musculitos de gimnasio se dio la vuelta y me vio... sus pectorales comenzaron a moverse como si fueran dos corazones latiendo alternativamente... se rio y me dijo...

  • Anda mira... si es la princesita que se va a casar, la mojigata que se pone colorada como un tomate cuando ve a un hombre desnudo... espero que hayas aprendido cómo debe actuar una buena perra o poco va durar tu matrimonio... si no has aprendido bastante ahí parada mirando como una idiota y necesitas clases particulares para aprender a satisfacer a tu futuro marido... a esa puta de ahí – dijo señalando a mi amiga que seguía de rodillas relamiéndose – le puedes pedir mi teléfono.