Capítulo 1.2 - La psicóloga
Martes
El día siguiente, martes, me levanté con una sensación de cosquilleo en el estómago que hacía mucho tiempo que no sentía... seguí mi rutina diaria de ir al gimnasio cuando no tenía pacientes programados a primera hora... sin embargo, esa sensación de cosquilleo lejos de desaparecer fue incrementándose a medida que avanzaba el día... tras comer algo, decidí arreglarme para recibir a mi nuevo paciente... cuando quedaban quince minutos para la cita y me miraba al espejo, descubrí que me había arreglado casi tanto como una adolescente que va a su primera cita... blusa ajustada, falda entallada por la rodilla, sombra de ojos, lápiz de labios, incluso me había peinado como si fuese a asistir a la fiesta más importante de mi vida... ¿dónde estaba esa psicóloga profesional que había sido siempre?... más bien parecía una chiquilla enamorada que no sabía lo que hacía... o lo que es peor, era una mujer adulta que sí sabía exactamente lo que hacía... ¿buscaba seducir a mi paciente?... ¿trataba de decirme algo mi subconsciente?
El caso es que cuando tomé conciencia de lo que hacía mi subconsciente e iba a cambiarme de ropa y ponerme algo más profesional
sonó el timbre –
¡maldita sea!
– en apenas 30 segundos me quité el pintalabios con una toalla, cogí una chaqueta para ponerme encima de la blusa y agité mi pelo con las manos para que mi peinado pareciese un poco más casual, intentando así difícilmente disimular ante mi nuevo paciente una profesionalidad que parecía completamente olvidada hasta unos instantes antes.
Abrí la puerta roja como un tomate... de nuevo... y pasamos a mi despacho...
‐ Bueno... ayer no estuviste muy hablador, pero hoy si necesito que hables conmigo y me expliques qué pasa, cómo puedo ayudarte... tú eres el paciente, la persona que tiene que hablar y contarme qué te ha traído aquí... a partir de ahí, como ya te expliqué ayer, intercambiaremos opiniones y veremos cómo puedo ayudarte a encarar el futuro con otro punto de vista... quizá con otra ilusión.
‐ Verá doctora... no me siento cómodo hablando de mis problemas con nadie, pero sé que necesito ayuda... estoy en un punto crítico de mi vida... otra vez... y no deseo que los acontecimientos a mi alrededor y mis actos se vuelvan a descontrolar del todo... estoy perdido... no sé ni por dónde empezar a hablar de mis pensamientos ahora mismo.
Bueno, parecía un paciente en principio sencillo... muchas personas que acudían a mi consulta tenían el mismo problema, les costaba aceptar que necesitaban ayuda y cuando lo hacían y acudían a mi consulta no sabían cómo o por dónde empezar a contarme su historia...
‐ Quizá lo más sencillo es que empieces por el principio, pero si no sabes cuál es ese principio te propongo una primera pregunta... ¿cuál crees tú que es el problema?
‐ Mi problema doctora, es que ya no sé si esta vida... mi vida... merece la pena.
Vaya... mi intuición inicial era correcta... ¿estaba pensando incluso hacer una locura?... sin embargo... ¿cómo era posible que alguien tan joven hubiese llegado a esa situación?... ¿y qué significaban aquellas palabras de su frase anterior?... ¿otra vez?... ¿mis actos?... ¿no era la primera vez que le ocurría algo así?
‐ Bueno, ya sabes el dicho, todo en esta vida tiene solución excepto la propia muerte... todos pasamos por momentos duros y aunque a veces parezca imposible seguir adelante, siempre es posible hacerlo... unas veces seguir adelante nos puede costar mucho, incluso puede llegar a ser doloroso... pero hay que saber que el pasado e incluso el presente no nos definen, son sólo experiencias que ocurrieron y ocurren... que nos ayudan a madurar y aprender, pero que se pueden dejar atrás... lo que nos define es cómo afrontamos las diferentes situaciones que nos han ocurrido y ocurren, qué hemos aprendido de ellas y cómo miramos al futuro... tú todavía tienes mucha vida por delante... eres muy joven.
‐ Doctora, para mí ya no hay futuro... todo lo que me ha pasado y lo que me pasa actualmente me ha convertido en una persona que ya no siente ninguna ilusión por afrontar el futuro... todos mis sueños e ilusiones han ido desapareciendo poco a poco... ahora sólo me quedan remordimientos, pesadillas que me atormentan y dudas, muchas dudas... ¿qué sentido tiene ya seguir adelante?
‐ Para eso estamos aquí... para buscar la manera de superar acontecimientos ya pasados o incluso acontecimientos presentes, acontecimientos tal vez traumáticos que te bloquean en el presente... buscamos encontrar la forma de que sigas adelante... siempre hay algo o alguien en quien buscar apoyo para superar los momentos difíciles y encarar el futuro.
‐ Doctora... ya no me queda nada ni nadie en quien buscar apoyo... ya no... todo se ha acabado o se acabará pronto... ya no me queda nada... sólo una vida vacía y sin sentido.
Vaya... era el típico caso donde el paciente no ve ninguna salida... ¿de verdad sería cierto que aquel chico no tenía nada por lo que mereciera la pena vivir?
‐ ¿Qué puedes contarme de tu familia?
‐ Doctora... yo no tengo familia... mis padres murieron cuando era muy joven en un accidente de tráfico... mi abuela me cuidó hasta su fallecimiento y desde ese momento hasta mi mayoría de edad tuve un tutor.
‐ Vaya... lamento mucho oír eso, no es fácil estar sólo... ¿amigos?... ¿pareja?
‐ No tengo amigos doctora... tuve una infancia difícil y posteriormente descubrí que en este mundo cada uno va a lo suyo... que llegado el momento de elegir, importa bien poco la amistad... la gente prefiere actuar por egoísmo, por sus propias ambiciones y dejar la amistad relegada a un segundo plano... la usan como excusa, pero al final, la apartan a un lado... evidentemente tengo conocidos, pero de un tiempo a esta parte siempre he intentado mantener cierta distancia con las personas que he ido conociendo...
Yo también tenía problemas familiares... ¿quién en el mundo no los tiene?... en otra cosa también tenía bastante razón... es difícil tener buenos amigos en esta vida, especialmente si a esos amigos no los has conocido durante la infancia... con excepciones, a partir de determinadas edades la gente se mueve más por intereses comunes y no por verdadera amistad como hacen los niños... a la hora de la verdad, un adulto, suele ir a lo suyo... de un grupo de veinte personas, quizá consigas un buen amigo, el resto llegado el momento elegirá basándose en sus propios intereses y dejando en un lugar secundario esa amistad... pero... ¿cuál sería ese hecho traumático que había cambiado su forma de ver vida y la amistad?
‐ ¿Pareja?
Desvió la mirada, agachó la cabeza y me pareció intuir que un par de lágrimas querían brotar de aquellos increíbles ojos verde esmeralda... ¿tendría pareja?... entonces... ¿qué sucedía entre ellos?... ¿podía existir en el mundo una mujer que no se derritiera siendo mirada, con amor, por aquel chico?... debería estar hecha completamente de hielo, porque aquel chico era el sueño de cualquier mujer... ¿incluso mi subconsciente me lo había intentado demostrar traicionándome hace una hora, cuando me preparaba para recibir su visita?
‐ Bueno, veo que no te sientes cómodo hablando de esto... una última pregunta antes de dar por concluida nuestra primera sesión... háblame de tu trabajo y tus aficiones.
‐ Actualmente no tengo trabajo... o sí lo tengo... no me he desvinculado totalmente de la empresa al tener todavía algunos días de vacaciones pendientes... mi empresa fue comprada hace un par de meses por unos inversores extranjeros, que tras realizar un estudio del personal decidieron hacer una restructuración de gran parte de la plantilla y yo fui uno de los damnificados... aunque a efectos de empleo... el único.
‐ ¿Cómo es eso posible?... ¿tienen motivos para despedirte?
‐ No es tan sencillo... ellos no me despiden, me voy yo... por algún motivo que no han sabido aclararme, querían y quieren trasladarme a la central de su empresa en Nueva York... o al menos, me iba a ir de la empresa... ya no tengo nada claro... han cambiado bastantes cosas en mi vida en estos últimos días... de hecho creo que el puesto de trabajo sigue disponible para mí... si lo quiero.
‐ Bueno... creo que lo dejamos aquí por hoy... nos vemos mañana.
No sabía muy bien qué me estaba pasando... me sentía como una adolescente que descubre el amor por primera vez en presencia de aquel chico... ¿o no era él y eran solamente sus preciosos ojos verde esmeralda?... lo cierto es que no lo sabía... ¿estaba descubriendo lo que era el deseo sexual o era simplemente que necesitaba tener sexo?... explorar esa parte de la vida, la sexual y el sexo, que nunca había sido demasiado importante para mí.
Sin embargo, aquella noche nada más meterme en la cama recordé el sueño que había tenido la noche anterior y empecé a sentirme extrañamente excitada... ¿cómo era posible aquello?... ¡yo no había sido nunca así!
Cerré mis ojos y dejé volar mi imaginación... inmediatamente en mi mente aparecieron aquellos ojos verde esmeralda... es curioso cómo funciona la mente humana en determinadas ocasiones... no veía un rostro, no veía un cuerpo, no veía un hombre, no veía una mujer... veía exactamente lo mismo que veía en mi sueño del día anterior... una silueta, una gran sombra negra, donde sólo destacaban unos preciosos ojos verde esmeralda.
Lentamente me dejé llevar por mis pensamientos y mi excitación... apreté mis piernas una contra la otra y empecé a rozarme los muslos entre sí, lentamente... poco a poco sentía como mi temperatura interior subía y el roce suave de mis muslos entre sí producía un hormigueo placentero en mi interior... añadí el contacto de una de mis manos en mi pecho, sobre el camisón que utilizaba para dormir.
No me reconocía a mí misma... ¡yo no era así!... pero estaba como poseída y no podía parar de frotar mis muslos o acariciarme... sólo deseaba seguir, seguir y no detenerme... poco a poco y sin dejar de rozarme los muslos entre sí llevé mi otra mano a mi otro pecho... continué unos minutos rozándome los muslos entre sí y acariciando mis pechos, luego me quité el camisón para que mis manos tomaran contacto directo con mis pechos... los acaricié con lentitud y los apreté rozando entre mis dedos mis pezones totalmente duros, los pellizqué para simular que me los chupaban y me los retorcí para simular que me los mordían... llevé una mano a mi boca para chuparme dos dedos e inmediatamente me froté el pezón con la saliva, hice círculos en la aureola consiguiendo una sensación tremendamente placentera y que el pezón se endureciera aún más... jadeaba levemente y presa de la excitación ni siquiera me metí los dedos de la otra mano en mi boca... acerqué la mano y escupí directamente sobre la palma para inmediatamente colocar esa palma sobre el otro pezón y apreté mi pecho con la mano húmeda con mi saliva, poniendo especial atención en que la saliva se extendiese por el pezón y la aureola.
Cuando un primer gemido surgió de lo más profundo de mi interior me sorprendió, dejé de rozar mis muslos entre sí, abrí mis piernas y bajé una de mis manos a mi sexo sobre las bragas... ¡dios!... estaba completamente empapada... y en ese momento simplemente me dejé ir y me volví loca... empecé a gemir y tras apartar las bragas comencé a meterme dos dedos en mi encharcada vagina... metiéndolos y sacándolos, aumentado el ritmo hasta terminar haciéndolo lo más rápido que podía y alcanzar un orgasmo largo y relajante.
Tardé un par de minutos en recuperarme... mi orgasmo había sido intenso... no recordaba la última vez que había tenido uno... ¿desde antes del divorcio?... ¡seguro!... lo había disfrutado mucho, pero no había tenido ni de lejos las mismas sensaciones que había experimentado el día anterior en mi sueño.
Me reí a carcajadas de mis pensamientos ya que nunca me había planteado hacer o había hecho algo así anteriormente... pero con una sonrisa en mi cara, me dije a mi misma... esto que acabo de hacer, habrá que repetirlo más veces.