Capítulo 1.1 - La psicóloga

Lunes

Era un lunes como cualquier otro, estaba preparando un viaje a un congreso de psicología en EEUU que se celebraría la próxima semana... no era un congreso cualquiera, era EL CONGRESO , el más importante del mundo en mi campo y desde siempre había soñado con asistir... desde mi divorcio disponía de mucho tiempo que podía emplear en lo que más me gustaba, atender a mis pacientes y disfrutar de mis aficiones... aunque mi mayor afición era, sin duda, asistir a todos los congresos que había por todo el país, esas experiencias me permitían adquirir nuevos conocimientos para aplicar en mi profesión... el momento era ahora o nunca para mí... abandonar mi zona de confort y acudir a mi primer congreso en el extranjero, al mejor del mundo... ¿qué más podía desear?... estaba ensimismada en mis cosas cuando sonó el teléfono de mi consulta... nada que supusiera una novedad, trabajaba sola y ya no tenía secretaria desde que había trasladado la consulta a mi casa... un nuevo paciente requería de mis servicios y como era costumbre en mí, busqué un hueco en mi agenda, bastante libre últimamente, y le concerté la cita para esa misma tarde.

Nada más colgar el teléfono algo dentro de mí me decía que aquel paciente iba a ser diferente... no sé, tal vez fueran tonterías mías, pero un par de cosas me llamaron mucho la atención... aquel hombre hablaba de forma bastante extraña... eso sí, no me malinterpreten... parecía muy educado y hablaba perfectamente, pero tenía un acento imposible de descifrar y un tono de voz extraño, que no sabría cómo describir.

Ya por la tarde era la primera cita y a medida que se acercaba la hora fui teniendo las mismas sensaciones que cuando había colgado el teléfono hacía ya unas cuantas horas... todos solemos ponerle caras a las voces que escuchamos cuando hablamos por teléfono, y yo que no soy menos que los demás me había hecho también una idea preconcebida de lo que me iba a encontrar cuando conociese a ese nuevo paciente... un hombre maduro, probablemente extranjero y elegantemente vestido, quizá incluso con traje y corbata... a la hora concertada sonó el timbre y me llevé la primera sorpresa... todo lo contrario al estereotipo que me había imaginado apareció ante mí.

Un chico muy joven, que seguro no alcanzaba la treintena... vestía de forma bastante informal con una camiseta bastante holgada y un pantalón vaquero bastante gastado... moreno de impresionantes ojos verde esmeralda... mucho más alto que yo rondaría el metro noventa, de cuerpo atlético y... ¡QUÉ OJOS!... ¿había mencionado esto ya?

Creo que mojé las bragas al instante y si no se me cayeron al suelo fue porque llevaba pantalones en lugar de falda, también creo no me he puesto más roja en la vida... él allí parado frente a mi puerta y yo mirándolo de arriba a abajo... admirándolo... una vez, y otra, y otra... completamente paralizada sin hacerle un gesto... atontada, bloqueando la puerta, pero sin invitarle a pasar... con la boca abierta, pero sin decir una sola palabra... menuda profesional... creo que tardé en reaccionar, lo que tardé en volver a fijarme de nuevo en sus increíbles ojos verde esmeralda y descubrir su mirada.

Una mirada que me partió el alma, nunca había visto una mirada así... ¿qué podía atormentar a aquel chico?... porque aquella mirada no era de una persona que está triste... sólo podría definirla como la mirada de una persona atormentada... ¿pensaría en hacer una locura?

Pasamos a mi despacho y le invité a sentarse... le expliqué, no sin dificultad ya que estaba muy nerviosa y tartamudeaba como una colegiala, que aquella primera cita sería una especia de toma de contacto entre ambos para romper un poco el hielo y empezar a conocernos... no sería una sesión propiamente dicha, y por supuesto, no tendría coste alguno... le comenté mis tarifas, cómo se irían desarrollando las sesiones... acordamos que nos veríamos diariamente en horario de tarde y le expliqué que tras la primera semana de sesiones deberíamos hacer una pausa ya que tenía previsto asistir a un congreso de psicología que tendría lugar en EEUU.

Básicamente él sólo escuchaba y asentía con la cabeza mientras sus preciosos ojos verde esmeralda parecían perdidos en algún lugar de la pared que estaba a mi espalda... una vez concluida la conversación, más bien mi charla porque fue un monólogo, apenas conseguí sacarle un par de monosílabos... nos despedimos hasta el día siguiente... iba a costarme mucho que aquel chico tan introvertido se abriera a contarme sus problemas... ¿lo conseguiría?

Tras su marcha, aquellos preciosos ojos verde esmeralda volvieron a mi mente y despertaron algo en mi interior... mentiría si dijese que en aquel momento supe lo que era, pero tenía una extraña sensación de desasosiego... esa sensación extraña que te indica que algo no va bien, aunque tú creas que todo va perfectamente.

Llegó la noche y me costó bastante dormir, no paraba de dar vueltas en la cama, primero a un lado y luego al otro... cansada ya de dar vueltas decidí levantarme, miré el reloj en mi paseo nocturno hacia la cocina y eran casi las doce de la noche... me calenté un vaso de leche que me tomé inmediatamente y volví a la cama... pensé que quizá la leche caliente me ayudaría.

No sé el tiempo que tardé en quedarme dormida, pero lo hice, vaya si lo hice... una nunca sabe cuándo, cómo y por qué comienzan los sueños y mucho menos si se tienen sueños todas las noches o sólo las veces que éstos se recuerdan al día siguiente... pero aquella noche tuve un sueño ¿maravilloso?... ¿o en realidad fue la primera pesadilla?

Vestía una blusa ajustada y una falda entallada por la rodilla... estaba maquillada con sombra de ojos, mis labios perfectamente pintados de rojo y contorneados con un lápiz de labios del mismo color... incluso lucía un peinado especial... estaba en una gran sala vacía de paredes negras como la noche... en un instante me vi rodeada de sombras y observé como una de ellas se acercaba a mí... no podía distinguir ningún rasgo especial en aquella sombra, era como una silueta negra, donde sólo destacaban unos preciosos ojos verde esmeralda.

Aquella sombra agarró mi mano con decisión y me arrastró literalmente al centro de la sala... de repente empezó a sonar la música... miré a mi alrededor y descubrí que aquella sala vacía se había convertido en un instante en una gran pista de baile con muchas luces y focos... decenas de sombras aparecieron a nuestro lado bailando y yo me dejaba llevar por el ritmo que marcaba aquella silueta misteriosa.

A medida que la canción avanzaba, las sombras de nuestro alrededor se alejaban hasta difuminarse en el infinito... cuando la música se detuvo, observé que la sala volvió a quedarse completamente vacía, las luces y los focos se apagaron y las paredes volvieron a ser negras... sorpresivamente, mientras miraba a mi alrededor buscando algún resquicio de la pista de baile en la que me encontraba, aquella sombra me besó.

Durante un segundo hubo una especie de fogonazo y hubo un salto en el tiempo... me descubrí tumbada en mi cama con los ojos vendados mientras sentía como me besaban... ¿aquella sombra de ojos verde esmeralda me besaba?... lentamente me desabrochaba un botón de mi blusa tras otro con una de sus manos, para posteriormente, con esa misma mano descender a acariciar mis piernas y levantar lentamente mi falda... todo ello sin dejar de besarme.

Con mi blusa ya totalmente desabrochada, abandonó mis labios y comenzó a besarme y lamerme el cuello mientras una de sus manos acariciaba con suavidad mi pecho... ¿dónde estaba mi sujetador?... yo siempre lo llevaba... no es que tuviera unos pechos enormes o que considerara que tuvieran una forma especialmente fea, pero tienen un tamaño considerable que hace que no me sienta cómoda sin sujetador... además soy de esas mujeres que piensa que el sujetador adecuado ayuda a resaltar, definir y estilizar la figura de una mujer.

Cuando noté que mis pezones se erguían duros como piedras, aquella sombra abandonó mi cuello y descendió por mi cuerpo... el primer lametón sobre uno de mis pezones coincidió con su mano acariciando el interior de mis muslos... su boca empezó a juguetear con mis pechos prestando especial atención a los pezones, que lamió, besó y mordió en ocasiones con saña... mientras una de sus manos acariciaba suavemente mi sexo... descendió lentamente sin separar un instante la lengua de mi cuerpo hasta llegar al ombligo, donde se detuvo lamiendo, besando y jugueteando con su boca y con su lengua... coincidiendo con un chupetón en mi ombligo sentí como uno de sus dedos me penetraba.

Un gemido ahogado salió de mi boca al mismo tiempo que abría los ojos y me despojaba de la venda para contemplar a mi amante... apenas podía distinguir su contorno, una sombra con unos enormes y preciosos ojos verde esmeralda... mis ojos se cerraron de nuevo al notar un segundo dedo profanando mi intimidad y su lengua descendiendo muy lentamente rozando mi pubis... al primer contacto de su lengua con mi zona más íntima me alcanzó un orgasmo increíble... todo se detuvo en aquel momento y abrí los ojos... observé como aquella sombra de ojos verde esmeralda se alejaba volando hasta desvanecerse en el infinito.

Cuando la sombra desapareció me desperté sobresaltada y excitada... me notaba tumbada sobre una extraña humedad en la cama... encendí la luz de la habitación y tras moverme ligeramente, con la mano examiné la cama... había un gran charco... ¿me había corrido?... ¿me había meado?