Capitulo 1: La Fiesta

Introducción a una serie de relatos que trataran la relación entre dos compañeros de trabajo. En este primer relato no hay sexo.

La locura de mis últimos seis meses comenzó el 18 de diciembre en Madrid a raíz de una cena que se organizó para celebrar el aniversario de la empresa donde trabajo actualmente. Había tenido una semana horrible y tener que ir a una cena un viernes con los compañeros de trabajo y jefes no era lo que más me apetecía del mundo.  Aun así, decidí que sería divertido ver a muchos de mis compañeros, sobre todo aquellos que no trabajaban físicamente en Madrid. Y para ser sincero, este tipo de eventos con barra libre de alcohol siempre dan para tener anécdotas durante los próximos meses, y además si no asistes, durante las próximas semanas no puedes decir nada en las comidas y cafés.

Así que me puse un vaquero y un polo azul marino y me despedí de mi mujer avisándola que estaría como muy tarde a las 3.00 de la mañana.

Salí de casa con la clara intención de volver antes de las 3.00. Levante la mano y pare un taxi.

- Buenas noches, voy a general Pardiñas, 56

Aunque la fiesta era en el Barclays Center, habíamos quedado todo el equipo de la unidad de negocio en la que trabajo para cenar en un local de moda de Madrid, antes de ir a la fiesta. Llegue de los primeros al restaurante y a pesar de que ya estaban algunos de mis compañeros tomando cervezas dentro, me quede en la puerta fumando un cigarro y observando como varios de mis compañeros se acercaban hablar con Marta, que era una de nuestras consultoras junior. Marta se sentaba justo a mi lado en la oficina, pero tampoco habíamos intercambiado mucha conversación en este año que llevaba trabajando con nosotros, seguramente porque su jefa, que era bastante autoritaria, tenía a todo el equipo amedrantado en sus tareas y no se atrevían ni a levantar la vista del ordenador.

Aquella noche me había propuesto aprovechar el ambiente más informal que se da en este tipo de eventos para hablar con Marta y conocerla un poco mejor. Hacia un par de semanas habíamos decidido que formara parte del equipo comercial y por lo tanto iba a depender directamente de mí.  Así que, si íbamos a trabajar muchas horas juntos y yo iba a dedicarle tiempo a enseñarla, quería saber cómo se sentía ante esta nueva función y transmitirla confianza. Aunque Marta tenia cualidades innatas para ser comercial y el cambio de rol era una decisión que ya teníamos hablada entre mi jefe y yo hacía meses, tuvimos que acelerarla porque había recibido una oferta de uno de nuestros competidores.  Y esto como es normal para alguien que acaba de empezar en el mundo laboral le había generado dudas sobre si realmente tenia las cualidades para el trabajo o simplemente era una acción forzada para asegurarnos que siguiera en la empresa.

Di la última calada al cigarro y me fui para adentro, el restaurante como os describía al principio, era de estos que están tan de moda en Madrid, con las paredes en ladrillo visto simulando los locales del Soho de New York, suelo de roble envejecido con mesas de madera maciza, sillas desiguales y sobre todo camareros Hipsters. Había varios ambientes, al lado izquierdo de la barra y en la planta de abajo las mesas eran bajas y ya estaban todas completas con grupos de personas celebrando las típicas cenas de empresa de navidad. Nosotros para esta ocasión habíamos optado por el ambiente más informal que ofrecía el restaurante, mesas altas con algún taburete disperso y en vez de pedir sobre carta, nos iban sacando la comida de la cocina como si fuera un cocktail. La verdad es que es un acierto porque esto ayuda a que todo el mundo hable con todo el mundo y no termine siendo una cena de empresa donde cada uno se sienta con los que trabaja día a día.

Cogí una cerveza y me acerqué a hablar con Luismi, un compañero que trabajaba en la oficina de Albacete y que conocía desde hacía más de 15 años porque habíamos coincidido trabajando en mi antigua empresa.  Estuve un rato hablando con él y con su equipo, pero disimuladamente observaba a Marta. Hasta aquella noche a pesar de tenerla sentada al lado mío, no me había fijado detalladamente en su físico. Sí que había pensado que era una chica guapa y sé que varios de mis compañeros la incluían en las Top3 de chicas guapas de la oficina. Se puede decir que Marta, no pasaba desapercibida para el resto y yo lo conocía porque incluso me preguntaban por ella, pensando que porque se sentaba a mi lado tendría más información personal. Sin embargo, no sé si por llevar poco en la empresa y estar centrado mi trabajo, si por la diferencia de edad o si por tener mi vida personal encaminada, no me había fijado en Marta con las mismas intenciones que el resto de compañeros. Pero es curioso cómo somos las personas y como pequeños cambios que por separado no producen reacción, al juntarlos hacen que tu cerebro reactive nuevos deseos y sensaciones. Y allí estaba examinando detalladamente cada milímetro de Marta. Aquel día llevaba su pelo liso moreno largo con reflejos castaños claro suelto, aunque normalmente usaba una coleta alta. Sus ojos marrones eran muy grandes y conjuntaban perfectamente con sus labios gruesos y carnosos. Tenía un cuerpo, que claramente se notaba que cuidaba con deporte. Sus pechos eran generosos, aunque normalmente no llevaba escotes que hiciera imaginarlos y su culo era respingón que invitaba a tocarlo.

Seguía observándola disimuladamente hasta que una pregunta de Luismi me descentro.

- Bueno y ¿tu qué tal? Ya me han dicho que el año que viene vas a tener ayuda.

- Es alucinante, que para estar en Albacete te enteras de todo ja, ja, ja

- ¡Qué va!, si lo sé, porque ahora tengo varios de mi equipo que se quieren ir a trabajar contigo. Y precisamente no es por ti.

- Ja, ja, ja De verdad que como sois. Anda vamos fumar y me cuentas que tal te va en tu proyecto estrella

Volvimos de fumar, y a pesar de que llevábamos poco tiempo en el bar, el vino y la cerveza ya empezaba hacer efecto.  Da igual la empresa, el sector incluso el perfil de los empleados, siempre se repiten los mismos 3 perfiles; los introvertidos, reservados o desconocidos para mí (y que a posteriori serán los que más juego darán) en ellos el alcohol les hace soltarse, y ser ellos mismos fuera del ambiente formal de la oficina. y entonces es cuando descubres alguna faceta de su personalidad sorprendente. Después están los que aprovechan el ambiente informal para intentar posicionarse con el socio del área, la situación es divertida porque se asemeja a la consulta del médico, este tipo de personas están aparentemente hablando en grupo e integrándose, pero pendientes en todo momento ver cuando el “médico” se queda libre para ir a contarle sus problemas y ambiciones. Y por último están los que por naturaleza son negativos y críticos, en estos el alcohol no hace más que acentuar su negatividad. Y sobre todo dejar al descubierto sus inseguridades. Aquella noche me había propuesto acercarme solo a los del primer perfil, pero mi amistad con el Socio del área no me dejaba escapar de los otros dos perfiles y sobre todo de Marga que era del perfil negativo, responsable de uno de los equipos del área y la responsable de que no hubiera tenido trato con Marta. Ya que entendía el liderazgo como si fuera el ejercito

La cena se nos alargó y fuimos los últimos en llegar al Barclays Center, durante el camino me toco aguantar como Marga y Verónica se tiraban puyas sobre el trabajo con una sinceridad abrumadora consecuencia del alcohol ya ingerido. Yo intentaba no tomar partido por ninguna de las dos y me concentraba en observar a Marta que iba andando justo delante de nosotros. Me excitaba la idea de poder tener sexo con ella, pero era consciente que tanto por la diferencia de edad como por el rol de jefe – subordinada no iba a ser posible. Asumí que se quedaría en una mera fantasía sexual que podría después liberar al llegar a casa.

Estuve un rato largo relacionándome con varias personas que no eran de mi área y amortizando la barra libre. Hasta que aproximadamente a las 3.30 de la mañana me encontré con Marta pidiendo en una de las barras. Aproveche la ocasión para hablar un rato con ella, sobre lo bien que iba hacer su trabajo y lo mucho que le iba a gustar dejar la parte técnica. Y lo más importante que ya no tendría que aguantar a Marga. La verdad es que era un encanto, a pesar de su juventud se la veía muy madura y aunque desprendía una sensación de niña buena e inocente, no sé si por el alcohol que yo había ingerido o por el que ella había bebido. Me transmitía que aquella chica con cara de niña buena, no lo era tanto.  No sé por qué, pero tuve la necesidad de abrazarla. Necesitaba sentir su cuerpo. Aun escribiendo esto recuerdo perfectamente cómo siendo un abrazo de cariño y protector hizo avivar aún más la fantasía de poder enseñarla no solo en el ámbito laboral.

Se había pasado la noche, y nos estaban echando del Barclays Center, así que como suele pasar estuvimos un buen rato en la calle debatiendo sobre donde podíamos ir a tomar la última.  Yo cualquier otro día hubiese optado por hacer bomba de humo e irme para casa. Pero tenía la necesidad de pasar un rato más con Marta, así que disimuladamente me las arregle para ir en el mismo taxi que ella.  Seguimos hablando sobre trabajo, sobre su inglés (llevaba media noche hablando con nuestro compañero portugués en inglés) y la vida en general. Al llegar al nuevo bar que estaba por María de Molina, me dirigí a la barra y pedí una ronda de copas para los que habíamos ido en taxi. Estuve hablando con varios compañeros, pero sin dejar de observar a Marta. Estaba empezando a no ser racional y mi deseo por ella estaba aumentando de forma peligrosa.

Sin embargo, ya eran las 5.00 de la mañana y nos echaban también del bar, así que volvimos a pasar el frio helador de diciembre en Madrid decidiendo donde podríamos ir ahora. Quizás fue ese frio el que hizo que volviese a ser racional y decidiese irme a casa. Así que me despedí de los que aún quedaba y cogí un taxi para casa.

Cuando me dejo el taxi en el portal, me encendí un cigarro y estuve recapitulando todo lo que había pasado en la noche. Y siempre aparecía la misma imagen en mi cabeza. No sé por qué, pero se había despertado en mí una atracción por enseñarla y poseerla que no me dejaba pensar en otra cosa que no fueran ideas para seducirla. Con esa excitación subí para casa, me desnude en el baño para no despertar a mi mujer y aproveche esa intimidad y el recuerdo de su olor para masturbarme y tener un intenso orgasmo pensando en Marta.