Caperucita roja y el lobo no tan feroz.
Caperucita cogió el pañuelo rojo que llevaba al cuello, y se lo puso a modo de venda, privando al lobo del sentido de la vista.
Relato escrito por mi perrito para complacerme, y he querido compartirlo con todos vosotros. Espero que os guste.
Una mañana de invierno, Caperucita venía de comprar comida que le había encargado su madre, iba caminando por el bosque, BLANCO (como la camiseta del Campeón de Europa) por la nieve, cuando de detrás de unos matorrales, salió un hombre disfrazado de lobo, con la intención de robarle la comida, pues llevaba mucho tiempo sin trabajo y no tenía dinero para comer.
"Quieta, no te muevas y dame todo el dinero que lleves y la comida." - el pobre hombre, solo iba armado con un palo, y su aspecto, hacía pensar que llevaba varios dias sin comer, o malcomiendo.
Caperucita, que ya estaba acostumbrada a los peligros de la vida en el campo, pues no era la primera vez que la habían intentado asaltar un desconocido para robarla, iba preparada, y de la cesta donde llevaba la comida, sacó una pistola y unas esposas, y apuntándole a la cabeza, y tirándole las esposas a los pies, le ordenó que tirara el palo, y se pusiera las esposas, con las manos a la espalda.
Una vez desarmado e inmovilizado por las esposas, Caperucita guardó el arma, y se acerco al lobo para quitarle los pantalones, dejando a la vista sus calzoncillos, y debajo se podía apreciar que el lobo estaba bien armado por el bulto que se podía ver; le descalzó, e hizo que fuera caminando descalzo sobre la fria nieve, en calzoncillos, mientras Caperucita detrás de él, le iba dando con un palo en el trasero, dirigiéndole hacia su casa, en medio del campo.
Al cabo de una media hora de andar por veredas en el bosque, rodeados de árboles altísimos, que apenas dejaban ver el cielo, y de arbustos, algunos de ellos, con espinas, que habían provocado más de un arañazo en las piernas del pobre lobo, mientras Caperucita, firme detrás de él, no le daba tregua, seguía golpeándo con el palo durante todo el trayecto, en el cada vez más dolorido culo del lobo. Llegaron hasta la puerta de un cobertizo construido únicamente de madera, era bastante grande y alto.
Alto lobo, ahora vas a recibir tu merecido por intentar robar a una pobre chica, para que se te quiten las ganas de volver a hacerlo. - y sacando una navaja de un bolsillo de su capa roja, Caperucita le arrancó con ayuda de la navaja, la camisa y la camiseta que llevaba debajo, dejando al lobo con tan solo los calzoncillos, y temblando por el frío.
De rodillas. - Caperucita cogió el pañuelo rojo que llevaba al cuello, y se lo puso a modo de venda, privando al lobo del sentido de la vista.
Ahora te quitaré las esposas, pero te estaré apuntando con la pistola, así que no intentes hacer ninguna tontería, sino quieres que te dispare en las piernas.
Bien, ahora ya tienes las cuatro patas libres, así que quiero que camines a así detrás de mi. - Y cogiendo una correa de perro del cobertizo, se la puso al lobo en su cuello, y tirando de la cadena, le condujo al interior del cobertizo.
Caperucita condujo al tembloroso lobo a cuatro patas hasta el centro del cobertizo, le agarró por los pelos y le puso de pié, justo debajo de una polea con una cuerda, tiró de la cuerda y con ella ató las dos manos al lobo, luego tiró del otro extremo de la cuerda, que pasaba por varias poleas, haciendo que con muy poco esfuerzo se pudiera levantar un enorme peso, y tirando un poco, hizo que el lobo quedara suspendido por sus brazos a unos 15 cms del suelo. Ató el extremo de la cuerda para mantenerlo colgado.
Se acercó al lobo, y de un tirón le bajó los calzoncillos, dejando al descubierto una polla, que aunque se antojaba grande, por lo que pudo apreciar cuando le quitó los pantalones, ahora, y debido al frio, aparecía encogida en su más mínima expresión.
- Vaya, vaya, al lobito se le ha encogido la colita...
Cogió la polla del lobo y empezó a masturbarle hasta que empezó a coger tamaño, una vez que alcanzó una erección, paró de masturbarle y le ató los huevos con una cuerda, dándo hasta 8 vueltas antes de atarla, con lo que los huevos del pobre lobo quedaron separados de su polla por unos 3 centímetros, cogió el extremo que sobraba de la cuerda y tirando de ella, hizo que el lobo se balanceara en el aire, provocándole un fuerte dolor cada vez que tiraba de la cuerda, ya que esta a su vez tiraba de sus huevos prisioneros.
Caperucita después de balancear por los huevos al lobo un rato, ató cada tobillo con una cuerda y el otro extremo de cada una de ellas, tirando todo lo que podia, a un poste, de manera que las piernas del lobo quedaron abiertas totalmente en el aire, casi paralelas al suelo, pero como a un metro de éste.
Cogió un cubo de hierro, y ató el asa a la cuerda que colgaba de los huevos el lobo, de manera que quedaba el cubo colgando de los doloridos huevos, se alejó como a 10 metros de distancia, justo al lado de un montón de piedras pequeñas que estaban amontonadas, cogiendo unas cuantas empezó a lanzarlas intentando que entraran en el cubo que se sostenía en el aire tan solo por los huevos del lobo, las primeras piedras impactaron contra el estomago, y piernas del lobo, que soltaba gritos de dolor causados por los impactos; la primera piedra que consiguió introducir en el cubo fue la séptima que lanzó, siguió con las pedradas hasta que consiguió introducir 15 piedras en el cubo, a cada una que metía, el peso que tenía que soportar sus testículos era mayor, y el dolor iba incrementándose, los quejidos del lobo eran continuos, pero Caperucita parecía hacer caso omiso, y seguía con la tortura de su lobo privado de la vsita por la el pañuelo rojo de Caperucita, pero que no evitaba que unas lágrimas de dolor cayeran por sus mejillas.
Caperucita tiró hacia si del cubo, y lo soltó, haciendo que se balanceara, estirando aún más de los huevos del lobo, que eran una bola roja cada vez más separada de su polla, el lobo, no aguantando más el dolor, se desmayó, Caperucita, al darse cuenta, descolgó el cubo, liberando del peso a los testículos del lobo, y fue con el cubo hasta un grifo de agua que había en un lado del cobertizo, y lo llenó con el agua que salía helada. se puso enfrente del lobo, y lanzó el agua helada contra el cuerpo inerte del lobo.
- Vamos lobito, que aún no he terminado contigo. - El lobo recuperó el conocimiento por la impresión del agua helada sobre su cuerpo desnudo.
Caperucita, al ver que volvía en sí, y sin darle un minuto de respiro, cogió una soga gruesa, y utilizándola como látigo improvisado, empezó a descargar golpes sobre la espalda y el culo del lobo, el cual soltaba gritos cada vez más desgarradores según Caperucita iba incrementando la fuerza de los latigazos. Cada vez que impactaba la soga en la piel del lobo, esta quedaba marcada por unas rayas rojas, que no hacían más que excitar a Caperucita, y que los golpes fueran cada vez más fuertes.
Caperucita al ver toda la espalda y el culo del lobo lleno de marcas rojas por los latigazos,soltó la soga, y dirigiéndose de nuevo al grifo, enganchó en éste una manguera que utilizaban para regar una pequeña huerta que tenían pegada al cobertizo. Abrió el agua y esta empezó a salir por el otro lado de la manguera, con el dedo puesto en la boca de la goma de la manguera para que esta saliera con más presión, empezó a mojar todo el cuerpo del lobo por delante y por detrás, haciendo que este se agitara lo poco que podía, pues al estar conlago por las manos y tener las piernas abiertas todo lo que daba de si, no podía moverse apenas unos centímetros, Caperucita quitó el dedo de la manguera para que volviera a salir el agua sin fuerza, e introdujo la manguera en el ano del lobo, durante 10 segundos, tiempo suficiente para que su interior se llenara del agua helada de la manguera, el lobo soltó un tremendo alarido al sentir el agua helada corriendo por el interior de su cuerpo, y sintiéndose hinchado por el agua. Caperucita sacó la manguera, y le advirtió:
- Ahora quiero que aguantes el agua, como se te escape una sola gota por tu culo, te la vuelvo a meter y no la saco hasta que no revientes.
Fue hasta un armario situado al lado del grifo y cogió una escoba con el palo de madera bastante largo y empezó a introducirle el palo por el culo al lobo, este no paraba de gritar, pero Caperucita parecía inmune a sus quejas, y siguió introduciendole más el palo en el ano, hasta que consiguió que se sujetara perpendicular al suelo.
- Para que veas que no soy muy mala, te he puesto un tapón para ayudarte a retener el agua.
La imágen del lobo abierto de piernas, con la escoba penetrando en su culo, el estomago hinchado por el agua, los huevos separados de su polla, totalmente rojos, y la espalda y el culo rojo de los latigazos, hizo que por las piernas de Caperucita asomaran unas gotas de lo humeda que tenía ya las bragas, y aprovechando que el lobo no podia verla por la venda, se bajó las bragas y empezó a masturbarse, alcanzando un orgasmo a los pocos segundos.