Capacidades diferentes

Mi relato de hoy es una fantasía sexual y va dedicado a uno de mis lectores. Un lector muy especial con muchas capacidades, pero probablemente diferentes a las de cualquier otro hombre. Un lector que vino a este mundo condicionado por unas circunstancias que le obligan a tener una vida muy diferente

Para los que me leáis por primera vez os recomiendo una lectura previa a mis

anteriores relatos

, donde podréis saber un poco más de mí y donde intento explicar cómo empezó una vida nueva, llena de travesuras morbosas y juegos de complicidad como el que compartí en mi último relato “

atada a su antojo

” y que recomiendo a todos los que desean sorprender a su pareja con una tarde especial.

Mi relato de hoy es una fantasía sexual y va dedicado a uno de mis lectores. Un lector muy especial con muchas capacidades, pero probablemente diferentes a las de cualquier otro hombre. Un lector que vino a este mundo condicionado por unas circunstancias que le obligan a tener una vida muy diferente, pero que no renuncia a disfrutar como cualquier otro hombre.

En mis relatos, mi lector encuentra momentos de evasión y relajación. Su fantasía hace el resto convirtiéndolo en uno de sus juegos preferidos.

Yo me siento complacida por contribuir a que disfrute de buenos momentos.

Una de las cosas que todavía no había compartido hasta ahora es que soy profesora de adultos y también dedico una parte de mi tiempo colaborando con distintas organizaciones que trabajan con colectivos en riesgo de exclusión social, quizás por eso me he sentido especialmente sensibilizada hacía la situación de este lector tan particular al que le hago llegar mis mejores deseos.

Aunque mi trabajo se desarrolla fundamentalmente en centros concertados, en ocasiones también doy clases particulares de refuerzo o para personas que sufren algún tipo de problema de movilidad que les impide trasladarse al centro como es el caso de Héctor (así lo llamaré en el relato, aunque no sea su verdadero nombre).

Un a vez a la semana visito la casa de Héctor para darle clases de refuerzo en sus estudios. Él vive con su familia sin poder separarse de su silla de ruedas aquejado por una enfermedad de nacimiento que ha mermado la movilidad de sus piernas.

Héctor es un hombre adulto que acepta su condición pero que se resiste a dejar de disfrutar de los placeres de la vida. Cuando lo conocí rápidamente me di cuenta de que tenía una cierta tendencia a dejar volar su imaginación y a no concentrarse en los estudios.

Tenía todo un reto ante mí, pues no era fácil motivar a Héctor para que prestara atención a las clases y era habitual que le tuviera que llamar la atención y recriminar su falta de interés.

Cuando le preguntaba donde tenía la cabeza, se limitaba a desviar su mirada sin que lograra respuesta alguna, o en el mejor de los casos me respondía con evasivas.

Sus exámenes estaban cerca y yo me sentía preocupada porque de seguir así no lograría pasar el curso.

La situación llegó a su límite cuando una semana no hizo ninguna de sus tareas. Su desidia y abandono eran inaceptables y yo no estaba dispuesta a permitirlo. Así pues, esa tarde decidí llegar al fondo de la cuestión para comprender lo que le estaba sucediendo a Héctor.

Como venía siendo habitual su familia estaba en casa y aproveche para hablar con ellos por si podían darme alguna pista de lo que sucedía. Ellos me confesaron que también estaban muy preocupados y me explicaron que desde hacía algún tiempo el comportamiento de Héctor era cada vez más solitario, se encerraba en su habitación conectado a internet y no veía a nadie durante horas. Incluso cuando llegaba la hora de la comida o de la cena prefería quedarse en su cuarto argumentando que no se encontraba bien….

No saqué nada en claro y al terminar la conversación me trasladaron su total confianza para que lograra sacar a Héctor de ese letargo.

A mi me gustan los retos, pero debo de confesar que esa situación me tenía desconcertada, así que subí a la habitación de Héctor sin saber muy bien como debería ser la mejor forma de abordar la situación.

Llamé a su puerta antes de entrar y pasé sin esperar sin que pudiera imaginar lo que me esperaba.

Héctor se encontraba de espaldas a la puerta, sentado frente al ordenador y al parecer no me había oído entrar pues estaba escuchando música con los cascos.

Me acerqué para avisarle de que ya había llegado y entonces me di cuenta de que su mano izquierda estaba bajo el teclado masturbándose mientras miraba fotos de chicas desnudas.

Me quedé helada por supuesto y estuve tentada en salir de la habitación, pero entonces él se percató que no estaba solo y aunque intentó simular, minimizando la ventana de la pantalla y tapándose con el jersey, ya era demasiado tarde pues yo ya sabía cuál era su secreto.

Héctor no sabía donde mirar, estaba totalmente avergonzado y tan solo hacía que repetir que no dijera nada. Por mi parte intentaba quitarle importancia, le decía que no pasaba nada, que podía estar tranquilo y que su secreto se encontraba bien guardado.

En el fondo comprendía que Héctor tenía sus necesidades y que en su estado probablemente el sexo virtual era una forma de poder desahogarse.

El problema era averiguar hasta que punto sus necesidades se habían convertido en una dependencia y una obsesión por el sexo, puesto todo apuntaba que esa era la razón de su aislamiento y su falta de interés por los estudios.

Ante su sorpresa le pedí por favor que maximizara nuevamente la ventana y que me dejara ver lo que estaba mirando. Quería demostrarle que no era nada malo lo que estaba mirando, y que lo veía con naturalidad.

Héctor seguía indeciso, pero finalmente y ante su falta de opciones, maximizó la ventana apareciendo la foto con la que hacía pocos minutos se estaba masturbando y en donde se veía a una profesora semidesnuda en su despacho pajeando a uno de sus alumnos universitarios.

Le dije que era natural que le gustaran esas fotos, que no se tenía que avergonzar por ser y sentir como un hombre y que conmigo podía hablar de esas cosas, aunque por supuesto no podía desatender sus obligaciones.

Mis palabras finalmente lograron tranquilizar a Héctor que se mostraba agradecido por mi comprensión y confianza por guardar su secreto.

Mirando la foto y con la intención de relajar la situación se me ocurrió bromear y le dije que con una profesora así estaba segura de que sus estudios mejorarían notablemente.

Héctor soltó una risa por la ocurrencia y ambos nos sentimos más cómodos al haber logrado superar ese momento difícil y haber encontrado un punto de complicidad.

Héctor continuó con mi broma diciendo que con una profesora así seguro que sacaba matrícula de honor y la que soltó una risa ahora fui yo pues cualquier parecido con la chica de la foto era pura coincidencia.

Ella llevaba unos bonitos zapatos negros de tacón alto que estilizaban sus bonitas piernas, vestía una falda corta de vuelo mostrado descaradamente un minúsculo tanga negro transparente. Su blusa blanca se encontraba abierta, mostrando unos grandes pechos desnudos que su alumno miraba embobado mientras estaba siendo pajeado con la mano por su profesora.

Supongo que Héctor tenía razón y ante una profesora así todo parecía mucho más fácil.

Mis pechos mucho más pequeños que los de la foto tan solo intuían su forma bajo el grueso jersey que llevaba y aunque ese día también llevaba una falda, esta era larga hasta los pies y holgada de forma que era imposible adivinar las formas que podía esconder de mi cuerpo femenino.

Héctor supongo que se dio cuenta de quizás sus palabras me habían podido hacer daño y rápidamente añadió que también yo le parecía una mujer guapa.

Yo le agradecí sus palabras, aunque era evidente que las decía para consolarme y le respondí que no hacía falta que dijera nada, que entendía que a los hombres les gustara ver y fantasear con esas chicas ligeras de ropa y haciendo guarradas.

El bajo sus ojos en una clara señal que no me equivocaba, aunque añadió que tampoco era necesario que hiciera guarradas, lo cuál provocó que me volviera a reír.

Entonces fui yo la que siguió su broma y le pregunté si lo que estaba diciendo es que si yo fuera vestida de otra manera lograría que pusiera más interés en sus estudios.

Ambos reímos por la ocurrencia, aunque en sus ojos adiviné que esa idea había despertado su interés…y me aventuré a decir que debería de mejorar mucho para que eso ocurriera.

Rápidamente me tomó la palabra y me dijo que sí que estaría dispuesto a cambiar de actitud y a mejorar en los estudios.

Me quedé algo sorprendida por su respuesta y seguí aventurándome preguntando como le gustaría que vistiera para que eso sucediera.

Héctor respondió que por lo pronto le encantaría que llevara zapatos de tacón alto pues era una especie de fetiche para él…le respondí que eso se podría arreglar…

Me dijo que le encantaría algún día poder ver un poco de mis piernas, y que si en vez de llevar un jersey llevara una blusita que permitiera algo más que adivinar la forma de mis pechos…

Pensé que tampoco me pedía nada del otro mundo y le respondí que estaba dispuesta hacer un pacto. Cada semana le pondría un examen y si lo superaba atendería alguna de sus peticiones.

Rápidamente me dijo que estaba dispuesto a ello, pero me pidió por favor que luego no me echara atrás. Le respondí que no y que como muestra de ello le dije que el próximo día llevaría esos zapatos que tanto le gustaban y me vestiría como me había dicho

Y así fue como establecimos un pacto en el que me sorprendía a mí misma sintiéndome ansiosa por empezar con ese juego con el que además esperaba lograr que Héctor superara su curso.

Al cabo de una semana, regresé a su casa vestida como habíamos acordado. Unos zapatitos de tacón alto, medias negras con ligueros, una falda ajustadita hasta la rodilla y una blusita blanca algo escotada que complementaba con un pañuelo en el cuello de color azul celeste.

Cuando me vio, pareció muy complacido agradeciéndome especialmente que hubiera atendido su petición de llevar ese día unos zapatos de tacón alto.

Su sonrisa delataba que por su parte había hecho los deberes y estaba impaciente para que le pusiera el examen que ante mi sorpresa superó con mucha facilidad.

Héctor se encontraba más contento que yo por el resultado y estaba ansioso por recibir su premio.

Su ansiedad me ponía algo nerviosa, pero tenía que reconocer que él había cumplido con su compromiso y yo debía de cumplir con mi palabra.

Así que me levanté quedando de pie frente a sus ojos me desabotoné un botón de la blusa y me fui subiendo lenta y sensualmente la falda para mostrarle mis muslos hasta que sus ojos pudieron adivinar donde terminaban las medias…

El tan solo miraba como si los ojos se le tuvieran que salir de la cara y protestó como un niño cuando dejé de subirme la falda, suplicando que la subiera un poquito más y que dejara verle un poco más…

Yo me reía ante su ansiedad, pero me mostré firme y le dije que si quería más debería de esforzarse más.

A regañadientes aceptó el nuevo pacto y me pidió por favor que a la semana siguiente viniera vestida igual o un poco más atrevida.

Para ese día, yo decidí añadir un toque de picardía no llevando sujetador bajo la blusita blanca que al transparentar ligeramente permitía adivinar algo más que unas bonitas formas…

De nuevo estuvo encantado al verme y sus ojos se quedaron embobados mirando como mis pechos se dibujaban través de la blusa…

Sus resultados fueron de nuevo muy buenos, así que en esta ocasión decidí recompensarle desabotonando tres botones de la blusa que le permitían ver ligeramente mis pechos desnudos a través del escote y colocándome de nuevo en pie frente a sus ojos me subí nuevamente la falda, aceptando sus deseos de la anterior semana y mostrándole unas bonitas braguitas de encaje de color negro.

El no parecía conformarse con ello y me insistía en que le dejara ver un poco más, pero de nuevo le dije que si quería más debería de esforzarse más.

Compendió que esa era nuestro pacto y lo aceptó no sin antes pedirme por favor si podía cambiar esa falda por una de más corta, que le gustaban mucho las minifaldas de vuelo.

No era mi estilo, pero no podía decepcionarle, así que durante la semana decidí ir de compras para complacerle.

Recordé a la chica con la que le pillé masturbándose e intenté encontrar una falda lo más parecida a la que llevaba en la foto.

En casa cuando me vi vestida así frente al espejo pensé que me había pasado, pues la faldita era tan corta que apenas alcanzaba a tapar mis nalgas. Pensé que afortunadamente era invierno y nadie se daría cuenta de como iba vestida bajo abrigo largo hasta los pies que me podría al salir.

Repetí con la blusa sin sujetador, pues el color blanco combinaba muy bien con los cuadraditos negros, grises y blancos de la faldita.

Y como toque final los zapatitos que tanto le gustaban a Héctor y un pequeño tanga negro que dejaban mis nalgas desnudas.

Cuando llegue a casa de Héctor su familia me esperaba agradecida por los cambios y los progresos que estaba logrando con mis clases y me había preparado una pequeña tarta sorpresa como muestra de su agradecimiento y que esperaban compartir conmigo.

Nada especial, pero todo un detalle si no fuera porque yo no podía quitarme el abrigo, sin que ellos vieran la ropa que llevaba. Así que pase un mal momento tomando la tarta con el abrigo puesto y ante su insistencia para que me lo quitara les respondía que había cogido frío y que hasta que no entrara en calor prefería seguir llevándolo puesto.

Finalmente pude subir a la habitación de Héctor que me esperaba ansioso y cuando vio cómo iba vestida casi se levanta de su silla de ruedas.

Tras un nuevo examen que me demostró que estaba preparado para superar el curso le dije que había trabajado muy bien y que me sentía muy contenta.

Le pregunté si le gustaba lo que me había comprado para él y si había cumplido con lo pactado…no hacía falta que me respondiera pues por su cara era fácil de adivinar que estaba encantado.

Me preguntó cual sería su premio y su ansiedad era más que evidente…

Así pues, debía de cumplir con lo pactado y lentamente fui desabrochándome la blusa totalmente para mostrarle mis pechos desnudos … el los miraba con deleite y me suplicó poder verlos más de cerca…

Me levanté para colocarme a muy poca distancia, mostrándole descaradamente mis pechos que se balanceaban frente a sus ojos que no perdían detalle…

Cogí su mano para que pudiera tocarlos y ante su incredulidad por el gesto los acarició torpemente.

Deje que tomara confianza y sus caricias fueron suaves, magreando los dos pechos y entreteniéndose en mis pezones…

Yo lo veía disfrutar como nunca lo había vitos hasta entonces…. Por el bulto de su entrepierna era fácil adivinar que se encontraba muy excitado y yo estaba complacida por regalarle esos momentos….

Me quite la blusa quedando desnuda de cintura para arriba…el me imploró que siguiera.

Improvisé un baile sensual frente a su silla, no había música, pero no importaba, mis movimientos intentaban seguir un ritmo suave, pausado, sensual, dejando que disfrutara con el espectáculo.

Su mano se posó sobre su polla como una reacción natural ante lo que estaba presenciando. Le devolví un guiño en señal de complicidad. Deseaba que se sintiera cómodo que no se avergonzara por sentirse excitado.

Seguí bailando para mostrarle que yo también estaba cómoda con la situación…cole mis manos bajo la falda y sinuosamente fui descendiendo mi pequeño tanga hasta que quedo en el suelo a mis pies.

Tras darle la espalda lo recogí del suelo ofreciéndole una sensual imagen de mis nalgas desnudas. Se lo dejé sobre su entrepierna para que lo tuviera entre sus manos mientras yo observaba como ese bulto que asomaba prometía reventar el pantalón….

El tomó el tanga con sus manos para dejarse embriagar de su tacto, de su olor….yo me acerqué nuevamente y ante su indecisión le bajé la cremallera del pantalón para que estuviera más cómodo y le ayude para que su polla asomara dura y firme como una estaca….

Cogí de sus manos el tanga que acariciaba y lo coloqué rodeando su polla para secar un poco las gotitas de excitación que estaban apareciendo…acompañé su mano a su polla para que la rodeara por encima del tanga y en una clara señal para que se masturbara sin dejar de mirarme

Seguí bailando mientras su mano subía y bajaba por su polla rodeada por mi tanga que empezaba a estar un poco pringado del líquido pre-seminal que dejaba escapar…

Mis movimientos permitían que mi corta faldita se alzara al vuelo mostrándome desnuda ante los ojos excitados de Héctor…

El se pajeaba ya con fuerza sin poderse controlar…

Decidí ayudarle y me coloqué de rodillas frente a su silla de ruedas…. y apartando su mano y retirando el tanga, acerque mis labios a su polla para besarla.

Sus gemidos de excitación me llevaban a pensar que se encontraba a punto de correrse y su polla estaba hinchada a punto de explotar de placer…

Dejé que su polla entrará en mi boca, deseando chuparla y ofrecerle ese dulce momento…sentí como se estremecía de placer y como su polla se hinchaba aun más en mi boca dispuesta a descargar toda la tensión que llevaba acumulada.

No se hizo esperar, una fuerte descarga de leche inundó mi boca acompañada de fuertes gemidos. Complacida seguí recibiendo nuevas descargas de leche en mi garganta que disfruté saboreándola hasta no dejar ni una gota y recibiendo los ojos de gratitud de mi alumno Héctor.

Y con esa imagen tan sensual os dejo hasta un próximo relato…o con mis anteriores relatos

Espero que os gusten mis relatos y que me hagáis llegar vuestros comentarios a lynda.bcn@hotmail.com