CAP I | Calor en la Montaña

Quién diría que una excursión fallida de un grupo de amigos acabaría en algo tan... desastroso, peligroso, excitante y revelador? Carlos y Martín, los que no se soportaban nunca, se conocerían cómo nunca lo hubieran hecho de no haber sido por el frío.

Hola de nuevo lectores! Soy Borja, muchos años de estar en esta web! La verdad era que ya la llevaba extrañando un rato, y se me hizo una sorpresa ver hace unos meses atrás que recientemente fui un lector destacado, a la par que algunos lectores de la página me habían enviado unos mensajes por mi correo preguntándome qué era de mi, de los personajes Martín y Damián, aunque la respuesta es incierta realmente, he decido probar las aguas nuevamente con este relato.

Regreso para presentarles esta historia que llevo escribiendo por unos meses, bueno, sin mentirles, como un año y medio y sólo he escrito unos 11 episodios.

La idea principal era escribir un relato corto de 12 capitulos que pudiera relatar la historia de estos personajes de mi cabeza, pero en cuanto más los escribía y los hacía reales... entre más les daba un sentido en la historia más se me hacía dificil encajar la historia en tan pocos episodios y ahora no sé hasta dónde terminarla.

La historia sin querer queriendo se inspiró un poco o demasiado, ahí me dirán ustedes, en la pelicula Brokeback Mountain. Cuando me percaté de eso la verdad me desanimé un poco porque no tenía sentido escribir algo tan parecido o similar a algo ya hecho, pero me terminó dando igual y seguí escribiendo, ahora es una historia desde mi punto de vista, a partir de mis vivencias y pues bueno, eso ha conformado "Calor en la Montaña" (igual me dan ganas de cambiarle el titulo, pero bueno, ya les iré diciendo).

En fin, la historia trata de un par de amigos que al principio apenas se les podía llamar así, pero por ciertas circunstancias se han quedado solos en su plan de escalar y vivir en la Montaña Lero por una semana. Ahí entre disgustos y malos ratos, se llegan a conocer poco a poco, hasta encontrar algo dentro de ellos que hubieran decidido jamás haberlo hecho.

Espero que les guste, y espero leer sus comentarios a ver qué les pareció la historia. También me pueden encontrar en Wattpad, por si las moscas.

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3 DIAS ANTES

El plan estaba hecho desde hacía meses y estaba todo perfecto. El grupo de cinco habían pasado un buen tiempo ideando el viaje hacia la Montaña Lero, un lugar frío y tranquilo, poco frecuentado por su inestabilidad climática, si en un día estaba despejado al otro podía fácilmente estar enterrado en nieve.

Carlos, el escalador con más experiencia, un hombre alto y cuerpudo lo suficiente, que ya rayaba los 33 años de edad y el que estaba a la cabeza de todo el plan estaba escuchando la conversación tomando un trago a su vaso de ron con coca, en una reunión que habían armado antes de salir dentro de tres días.

—A mi todavía me falta hacer las dos mochilas, así que pienso hacerlas mañana.

—Vamos Karime, vete apurando, lo último que necesitamos es que nos falten los cerillos o vendas allá arriba.

—No querrás desperdiciar esta semana de descanso!

Martín volteó a ver a Karime y después a Carlos que tenía una sonrisa, que le desapareció a este último cuando le evitó la mirada, Diego y Sol lo notaron, no era la primera vez...

No era un secreto que Carlos no tratara mucho con Martín, no conjeneaban mucho, sólo hablaban lo necesario. Nuestro Martín lo sabia, como también le pegaba un poco.

Aquél Martín unos años atrás, nuevo en el colegio se hizo amigo rápidamente de Karime Diego y Sol, subsecuentemente de Carlos aunque nunca llegó al nivel de amistad como con los otros tres amigos en común. Ahora Martín con sus 24 años se acomodó a la idea de que simplemente no se llevaban bien y así lo dejó.

De los cinco, nuestro Martín era el más joven, con 24 años, después estaba Sol, que tenía 25, de ahí Diego que tenía ya 27 años, luego Karime con la misma edad que Diego y el más grande, Carlos, de 33 años. Se conocieron a lo largo de la universidad y se fueron uniendo hasta formar el pequeño grupo.

—Tú Sol? Ya tienes las maletas?

—Que va, yo lo haré el día antes. —Rieron.

—No creo que ya tengas tus maletas listas, tu viejo. —Se acercó Diego a darles unas palmadas juguetonas a Carlos.

—La verdad es que no, voy a empezar mañana, pero ya tengo mi lista lista.

Se rieron un segundo. El mini pequeño diminuto plan de Diego de desviar la tensión había funcionado.

—Entonces una semana allá arriba verdad? —preguntó Martín al grupo, viendo algo en su celular.

—Sí...

—Te da miedo? —el comentario de Carlos no resbaló bien ante todos, los miró callados— No, no lo tomen así, de verdad pregunto.

—No tanto cómo a tí. -dijo seco y mirandolo directo a los ojos.

Si había milagros tenían que ser los momentos en que Carlos y Martín congeniaban y aprovechaban esos momentos tensos que ponían entre ellos para hacerles una broma a los demás, salida del aire, una broma formada de la nada.

Carlos y Martín empezaron a reír viendose a lo ojos, para después voltear a ver a los demás que no sabían muy bien que hacer, hasta que captaron y empezaron a sonreir y reír.

-Que no hagan eso, un día no sabremos cuándo es de verdad...! -mencionó Karime.

-Que va ser, no, es de broma, pero sólo me aseguraba por unas citas médicas, nada más.

La pequeña fiesta o reunión entre el grupo siguió por unas horas, bromeando sobre unas cosas y detallando algunas cosas del viaje sobre quién llevaría qué, y a qué hora se verían, todos estaban emocionados por subir en grupo a la mitad de la montaña.

Todo siguió hasta que el reloj marcó las ocho de la noche, empezaron a despedirse e irse, todo estaba listo y echo ya, todos sabían qué les tocaba. Primero se despidió Karime, que se llevó a Diego, se fueron juntos, después Martín y Sol, que vivían cerca el uno del otro.

2 DIAS ANTES

Cada quien despertó en su propia casa, en su propia cama y con su respectivo dia al frente de ellos. Ya no era cómo la universidad o el bachillerato que se podían ver la cara todos los días en las mañanas, ahora eran parte de este gran tren de alta velocidad llamada la vida.

Todos a pesar de haber estudiado la misma carrera trabajaban en diferentes puestos, uno en la actuación, otro en oficinas, una de maestra, otra en un banco con un buen posicionamiento, y otro en una tienda departamental como gerente.

Sol:

FALTAN 24 HORAS PARA SALIR! Qué emoción!

Leyeron todos en el chat grupal que tenían.

Karime:

Oigan...

Diego:

Qué pasa?!

Fue lo ultimo que se supo de Karime por 3 horas, algo le había surgido en su trabajo y no podía atender ni al móvil ni al plan que habían hecho desde hacía meses.

Carlos se había despertado temprano, cómo requerimiento de su trabajo como por costumbre suya adoptada gracias a su padre estricto y recto. Disfrutó de su café, el periodico, el desayuno preparado por Valentina, su pareja, y de unos panecillos, viendo la tele. Disfrutando sus días de descanso adelantado gracias a los días extras que había trabajado en los meses anteriores. El móvil se encontraba en el buró a lado de su cama y él en la cocina.

Martín por lo tanto, estaba ocupado viendo los inventarios de la tienda, mercancia entrante y la mercancia que había salido en ese mes, había entrado a trabajar a las ocho de la mañana con un poco de pereza después de las cervezas, la comida y la hora de anoche, durmiendose tarde gracias a la serie con la que estaba obsecionado. Trabajaba tanto que no tenía tiempo de ver su celular vibrando en sus piernas, si el nombre Jefe Victor o DirGen no aparecían en la gran pantalla de su celular tenías por asegurado que no contestaría.

A las cuatro de la tarde, una vez que la mayoría salían a comer, se vino la tormenta de mensajes preguntando por Karime.

—Sabes qué pasa con Karime? -Martín tenía a Diego en la llamada.

-Ni idea, pero no creo que sea nada nuevo.

-No sabes nada de su trabajo o algo? Le envío mensajes pero solo le llegan, y las llamadas no las contesta.

-Te puedo asegurar que no va ir, la otra vez pasó lo mismo, no contestó por horas y después nos tuvo que cancelar.

-Ya, que mal -exhaló recordando y preocupado por los planes- ¿Tú si estás libre verdad?

-Libre completamente, algo que me empieza a preocupar-

-No te han dado el call back?! -lo interrumpió angustiado

-Qué más quisiera Martín! Pero no, y ya empiezo a comerme las uñas...

-Estoy seguro que te van a hablar pronto. Te juro que creí que lo tenías asegurado, literal pensé que ya tendrías el guión y por eso estabas descansando antes de grabar. -la locura inocente de Martín hizo reír a Martín.

-Gracias por pensar así pero lastimosamente no! Tengo nervios!

-Tú sigue con ánimos, oye te tengo que dejar, tengo que terminar de comer antes de morirme en las oficinas, nos vemos mañana Diego, que emoción!

-Bueno bueno, provecho y que te la pases relax! Nos vemos.

Carlos:

Alguien ya hablado con Karime?

Martín:

Yo he tratado pero sin suerte...

Karime:

Chicos....

Lo siento mucho! Pero ha habido un tipo de situación en el banco y hay algo malo en algunas cuentas, lo siento pero no podré ir nuevamente...!

Aclaró con unos emojis enojados. En la barra superior se vieron los nombres de cada uno tratando de escribir algo.

Diego:

Noooo! Y ahora???! En serio? No lo pueden arreglar antes de mañana?

Sol:

No me dejarás con tantos hombres allá arriba o sí O:?! Karime,desaparecetepor una semana o algo, pero tenemos que ir todos juntos a esa excursión!

Carlos:

Leí algo en las noticias... supuse que pasaría esto... es una lástima Kari! Siguiendo a Diego, no se podrá hacer algo antes de mañana?

Karime:

Lo siento chicos:((! No creo que sea posible, he tratado con esto casi desde que llegué al trabajo, siento dejarte con tantos hombres Sol jajajaja ya se divertirán sin mi:(!

DIA DEL VIAJE

—Si simplemente no querías hacer esto facilemente me hubieras dicho y cancelabamos todo.

—Y perder las dos mil monedas que he gastado en preparar todo? Buena idea. No esperaba que los demás me cancelasen a último momento —soltó ácido.

Martín no prestó atención a su comentario, los ánimos de éste por subir la montaña se estaban acabando con la actitud de Carlos. Un leve y bajo "Lo siento" escuchó que soltó Carlos después de sentirse mal por su comentario.

En cuanto a Sol, la más animada de todos, su día se vio afectada por una noticia que no esperaba pronto, un familiar de parte de su mamá, su tía había fallecido, ya venía ver esta noticia.

La salud de su tía Mónica había estado deteriorandose gracias al cigarro que constantemente tenía en la mano. Había fumado gran parte de su vida eso y sumando su descuida dieta daban como resultado una vida más corta. La mamá de Sol lo esperaba igual, aunque unas lágrimas no dudaron en salir.

Para Sol el viaje estaba cancelado, a tan solo unas horas de que Karime también se saliera del plan, ella tenía que dar la misma noticia en el grupo.

Martín: No quieres que te acompañe Sol? El plan puede salir otro día:/...

Diego: Lo siento Sol, mis pésames y mis pensamientos están contigo y tú familia.

Carlos: Igual Sol, si hay algo que podamos hacer por tí dinos, no hay problema

Sol: Gracias chicos

De verdad, no hay problema, vayan, ya saldremos juntos en otra ocasión

Era mi tía pero no éramos muy apegadas pero es hermana de mi mamá  y la tengo que acompañar

Karime: Sol, dime donde va a ser, veré si te puedo acompañar, mi pésame.

Ahora sólo eran tres de cinco que subirían por la montaña a la mañana siguiente.

DIA DE LA EXCURSIÓN

Carlos: Diego y Martín, listos? He leído el clima en los próximos días y va a estar perfecto para estar allá arriba.

Karime,espero que se esté solucionando lo del banco, y Sol espero se encuentren mejor hoy después de la noticia.

Karime no contestó, estaba ocupada, y Sol contestó minutos después agradeciendo.

Diego y Martín estaban apurados y con la gota gorda ya que iban un poco atrasados con sus maletas. Carlos ya le había hablado a Diego y un mensaje a Martín, un poco más seco.

- Yastás listo tú eh?! —Pregunto Diego emocionado a Martín por el móvil, mientras arreglaba su maleta.

-Sí.... Sí.... -Martín estaba concentrado tachando de su lista las cosas que ya había guardado- ya vas a salir?

-yo ya, solo cierro mi maletero y listo. Carlos me habló hace unos minutos diciéndome que nos está esperando, así que estoy tratando de apurarme.

Las maletas de Martín estaban casi listas, solo le faltaba una y estaba listo para irse. Estaba emocionado de usar las cosas de boys scout que había comprado solo para este viaje, como una barra para encender la yesca, un... termo, su chamarra súper gruesa y que del gran precio de cuatro cifras lo sacó más barato gracias al descuento de las fechas y de trabajador.

-No estás nervioso? -le interrumpió sus pensamientos.

-eh? Perdón, estoy viendo que todo esté bien... Creo que ya.

-...que si no estás nervioso por estar nosotros tres nada más.

-ya me he acostumbrado, así que sí pero no, además vas a estar tú ahí. -cargó sus maletas afuera de su depa y cerró la puerta por fuera, subiéndose a su carro y yendo hacia casa de Carlos.

-Bueno eso sí-

-Oye, ya estoy saliendo, para que salgas igual -lo interrumpió.

-Sí-- vamos a estar los tres, eso sí, para mi va a ser un poco incomodo con su rara convivencia... -sonrió mientras salía del estacionamiento.

-ni lo digas...

-ya ya te cuelgo para que te puedas concentrar -se rió más por el poco multitasking que podía hacer Martín.

-vale, nos vemos en casa de Carlos, y deja el móvil por favor.

Los dos entonces manejaron cerca de quince minutos o más para llegar a casa del mayor de los cinco. Diego terminó llegando primero. Saludó al a Carlos que no se veía de muy buena cara, moviendo su maleta a la camioneta pick up de Carlos.

-Buenos días Carlos.

-Buenos. Ya viene?

-Martín?

-Sí.

-Ya, no debe tardar, salimos al mismo tiempo para ya sabes cómo es al manejar.... -lo observó unos segundo chistoso- vaya, pero de qué humor te has levantado hoy!

-no empieces Diego anda. -Dijo con una cara de pocos amigos.

Primero se salieron dos de cinco, segunda estaban media hora atrasados, y tercera, no había obtenido lo que quería anoche con su novia, una semana arriba con unos tíos y lo único que quería era prepararse un poco, calentarse antes de enfriarse.

Finalmente vieron a Martín estacionarse enfrente y fueron, o fue Diego a recibirlo, lo saludó y tomó sus maletas. Algo que siempre hacía inconscientemente era ayudar a Martín como si se tratara de una mujer y levantaba pesos pesados por él, a Martín le daba risa y un poco de ternura pero a veces se molestaba por lo mismo. En ocasiones Martín se encargaba de agradecerle al invitarle cosas, eventos, le compraba cosas y así era como su amistad funcionaba, inconscientemente se ayudaban el uno al otro.

-cómo está-

-no te molestes, anda de humor. -fue lo segundo que le dijo.

Martín solo asintió y adoptó esta actitud espejo con Carlos, lo saludó para probar aguas y notó que de hecho no andaba de humor, así que lo trataria como Carlos lo tratara.

-Te dije. -Mencionó Diego en voz alta para los oidos de los tres.

-Es muy pronto para tus chistes Diego. -se quejó el grande.

-ya ya, grandulón. -metió las últimas mochilas de Martín en el maletero de la pick up azul mar.

-ya estamos listos?

-ya, no creo que nos falte nada...-el gran Martín, logró sacarle unas risas a Diego y una sonrisa de Carlos cuando de su cartera sacó lo que parecía ser un mini pergamino con cosas tachadas, sobrescritas, subrayadas con fuerza y uno que otro garabato.

Diego se animó al ver que Carlos había sonreído por una ocurrencia de Martín, dos en menos de 24 hrs, " tiene que ser esto un milagro del señor todo poderoso " pensó, haciéndose reír a sí mismo.

-No hace falta nada entonces....

-no, ya a así vámonos.

-están seguros? -dijo Martín acomodándose en los asientos traseros.

-Sí...-respondió Carlos sin mucha importancia.

Por fin, por fin andaban en camino a la montaña! Carlos no tardó en poner jazz en el reproductor, y Diego a cambiarle después de dos canciones. Finalmente se puso sus audífonos y Martín pudo escuchar hasta su asiento la música que estaba oyendo.

Este último se recostó tranquilamente disfrutando del espacio que tenía para él solo en la parte trasera. Compartía o gustaba de los mismos gustos musicales de Carlos, lo que agregaba a la extraña pregunta de por qué no se llevaban. Como niño pequeño tenía muchas ganas de preguntarle al conductor varías preguntas, como conoció el lugar, si se podía cazar allá, si hacia mucho frío, qué era lo más raro que le había pasado, que tan cansado era, qué tanto tomaba subir hasta el punto de descanso, etc. Simplemente no podía.

Se acostó en los asientos relajándose viendo las nubes a través del vidrio, creyó que estaba a punto de dormir hasta que Diego interrumpió los pensamientos de los otros dos.

-Espera... Espera, baja la velocidad...!

-Diego....!

-es en serio, detente.

Carlos se detuvo sacando de nuevo esa cara de malhumorado, a Martín no le importó por lo que estaba viendo y a Martín porque estaba atento a su amigo.

-qué pasa-

-bueno -lo detuvo con el dedo y pidiéndole perdón con la cara-, qué pasó Mana?

Llamó la atención de ambos, Carlos volteó un poco sorprendido pero sin querer mostrarlo, en cuanto a Martín se emocionó abriendo los ojos en plato con una sonrisa, Diego lo miró igual de emocionado asintiendo.

-es en serio....? -dijo monótono pero alegre, dejó confundido a Martín- las dos? Entonces?? No podía tocarme en peor momento--ya sé ya sé, los sacrificios....! Bueno, vale vale gracias Ele, sí! Seré rápido! Vale, gracias!!

-qué pasó? -preguntó primero Carlos con su cara, ocultando su emoción.

-que es?! Cuenta!

-Martin y Carlos, tengo dos llamados!

Anunció emocionado, Carlos se enorgulleció dándole unas palmadas y poniendo en marcha el carro, Martín lo abrazó fuerte y sonriendo de oreja a oreja.

-pero espera, espera! No arranques! -la cara de Martín cambió, empezó a negarlo antes de que Diego dijera algo- me tengo que ir ya, los llamados son uno aquí y para el otro tengo que viajar... Lo siento-

Martín se echó para atrás, con la sonrisa aún, pero nervioso. Carlos exhaló y se tardó en decir algo.

-oigan lo siento... Yo... no puedo cambiar estas cosas, no son como citas con el medico, tengo que estar ahí cuando ellos digan.

Carlos no sabía qué decir al igual que Martín.

-no... Está bien, te dije que te iba a ir mejor y tienes que ir a los llamados...

-sí -exhaló-, quieres que te lleve a algún lado...?

Diego se sentía culpable, había terminado de arruinar el plan, ahora Martín y Carlos se quedarían a solas, sin nadie que construyese un puente entre ambos.

-no te preocupes, vete memorizando esos guiones!

-están seguros...? Carlos, no te mal viajes todavía, voy a tomar un taxi que me dejé en casa de mi mánager y ya veré de ahí.

Se bajaron los tres de la camioneta para bajar la mochila enterrada de Diego, se quedaron los tres parados pensando.

-Tú sigues libre verdad?-preguntó Carlos sin verle, Diego se angustió más por las actitudes de ambos.

-sí. -respondió Martin, tratando de no ser grosero.

-que piensan hacer? -Pregunto Diego viendo a Carlos, que observaba a Martín.

-no pienso desperdiciar todo lo que compré.-dejó en el aire secamente.

-yo igual... Supongo que seremos dos en el viaje al final.-se dijo para si mismo Martín.

-se piensan quedar los siete días todavía?

-será mejor que acortemos el viaje a cinco días, en vez de los siete.-Martín asintió.

Diego se quedó mirando a Martín dudando de si dejarlo o no, era evitar una pequeña incomodidad entre ellos o su carrera.

Se pusieron de acuerdo, el viaje se acortó, Diego se iría en un taxi y Martín y Carlos se quedarían allá arriba.

El grande se quedó esperando a los dos en su camioneta en lo que pescaban un taxi.

-oye.... Estás seguro?

-....sí, no te preocupes por mi, es tu carrera.

-si no te gusta o no quieres, solo dole que no y deja que se lo trague,no te va a llevar a la fuerza.

-está bien de verdad...! EH,ahí viene uno.

Por surte para Diego,seguían dentro de la ciudad y los taxis pasaban a cada segundo.

-lo siento, espero que te diviertas hombre. -le dio un gran abrazo fuerte antes de darle un beso en la mejilla.

-gracias, ojala quedes. -Martín se subió al taxi.

-Martín, hazme un favor... Y por favor matalo con amabilidad, es lo único que funciona con él.-dijo a las risas del menor.

-vaaale anda,que te vaya bien.

Diego se despidió de lejos del serio y reservado Carlos, en lo que su taxi comenzaba a andar.

Martín lo vio alejarse del lugar por unos segundos antes de irse de vuelta con Carlos.

-solo somos tú y yo.-mencionó mientras pasaba a su lado y Carlos se metía al carro de nuevo,casi ignorándolo. Martín solo exhaló, un viaje largo estaba enfrente de él.

Se subieron de nuevo al auto, para desdicha de Martín la ausencia de Diego hacia sentir un vacío en el interior del carro.

Carlos arrancó y silenciosamente se puso en marcha hacia la montaña, seguían en la ciudad y solo habían recorrido 20 minutos de la hora y media que faltaba. Exhaló viendo la hora y lo mucho que faltaba poniendo play a la música clásica.

Martín recargó su cabeza en el cabezal en el asiento del copiloto, dejándose llevar por la música. Lo logró y por momentos olvidaba que Carlos estaba ahí. Intentó iniciar conversaciones que no llevaban a mucho, derrotado siguió en su tren de pensamientos hasta que simplemente se durmió.

La situación de Carlos era... Un poco igual, aunque no estaba de mal humor no mostraba mucha emoción de estar ahí. Y en cuánto a Martín durmiéndose... Mejor para él, sin conversaciones ni ruidos ni miradas ni nada.

Una hora después de que habían salido la pareja de excursionistas se encontraban en los alrededores de la gran montaña, era zona rural haciendo que los topes improvisados y los baches estuvieran presentes. Uno especialmente hondo atrapó a una llanta, haciendo que la cabeza de Martín golpeara con el cabezal, sacándole una risa al conductor y una mueca de dolor al adormilado.

-ya estamos cerca. -regresó a su tono indiferente.

Adolorido Martín se talló y se sacudió el sueño, observando la hermosa vista, se maravilló, era su primera vez a tan altura, por debajo del coche se podía ver algunas casa y una gran zona verde, con árboles, algunos caballos y vacas. Pero para arriba, o al nivel en el que estaban, la nieve empezaba a hacer acto de presencia en el suelo y en algunos pinos.

Quince minutos después y se encontraban estacionados, habían arribado a la una de la tarde con algunos minutos. Carlos se quedó en su asiento, cansado, estirando sus brazos y piernas.

Ambos bajaron del coche, enterrando sus pies en la densa nieve con algunos centímetros de prodfunu, tomando sus enormes mochilas de la cajuela. Descansaron unos minutos ahí en el suelo plano haciéndose cada uno a la idea de caminar por horas.

-vamos.- así, con un simple y monótono tono de voz empezó su viaje.

-qué tanto es?

-un par de kilómetros, toma como dos o tres horas llegar.

-y el carro?

-un riesgo que se toma.

La primera hora estuvo tranquila, el camino estaba casi plano pero no lo suficiente para meter un auto hasta ese punto. Ambos empezaban a jadear un poco dejando ver esas nubes saliendo de sus bocas, habían tomado descansos de algunos minutos y hacía unos cuantos habían salido de uno.

Martín se encontraba dándole vueltas a sus pensamientos, admirando el bosque, abrazándose a sí mismo por el frío, algo que notó Carlos, se quejó en su cabeza " Bravo, ya tienes frío y no hemos ni llegado ", pero siguieron el camino.

Martín empezaba a comerse la cabeza del silencio que empezaba a ahogarlo.

-falta demasiado? -preguntó justo cuando salían de un descanso después de otra media hora de caminata.

-No creo. -dijo en su ya conocido tono seco.

-Alguna señal que nos indique?

-Cuándo veas un lugar plano, lleno de nieve y veas una pequeña casa de madera sabrás que hemos llegado.

-Como conociste el lugar?

-Hace unos años, por un amigo del trabajo.

-Ya, cuántas ve-

-Martín lo siento, pero no soy Diego -dejó salir de sus labios, no molesto, pero un poco sin ganas.

-Ya. -se sorprendió, exhaló desanimado.

Carlos que iba atrás de él sólo volteó los ojos.

Para este punto Martín ya estaba un poco molesto con la actitud de su compañero.

-Sabes, perdón, pero si no lo querías hacer pudiste haber cancelado el plan. -Se paró volteando a ver a Carlos que iba dos metros atrás. Su enojo o descontento había resultado en una pequeña confrontación.

Carlos paró, volteó e inhaló.

-Que buena idea Martín, y desperdiciar todo el dinero que hemos puesto -respondió molesto-, si no pudiste pensar por tí allá abajo cómo serían los próximos días no es mi culpa, muy bien pudiste haberte salido del plan igual. -Martín molesto, no sé pondría a discutir con él en ese lugar, se arrepintió de no haberse ido con Diego en ese instante. Se dio la vuelta y siguió caminando, esperando llegar pronto.

El más joven era un poco débil cuando se trataba de ser regañado, y cuando de verdad le afectaban soltaba unas cuantas amargas lágrimas. Este muy bien pudo haber sido el caso pero su enojo lo mantuvo de pie.

Carlos lo observó por detrás, dudando si se había pasado de la raya y si se debía disculpar, lo dudó varios segundos antes de soltar en el aire un leve y bajo " perdón... ", Martín lo captó en sus oídos pero no sirvió de mucho.

Cuarenta minutos más tarde y Martín estaba viendo la Punta de la casa de madera, había nieve todo alrededor del lugar, todo estaba forrado de blanco y algunas partes verdes siendo las hojas de los pinos, por el momento no necesitaba tallarse por el calor generado gracias a la caminata.

Sus intenciones eran decirle a Carlos que ya veía el lugar, pero se detuvo y siguió caminando hacia la puerta de la casa unos diez metros más adelante.

El grande esperaba oír alguna celebración por habe llegado o una notificación de su parte avisando que habían llegado, algo típico de Martín, pero lo único que recibió fue una mirada sin emoción ni nada, esperando a que abrieran la casa. Se extrañó, aunque bien sabía que era por la situación de hacía una hora atrás. Su simple " perdón " no bastó.

-ya estamos aquí. -trató de equilibrar el estado del universo por decir algo que esperaba dijera Martín.

-Sí. -recibió a cambio.

Entraron a la vieja y cómoda casa, un lugar mediano, con una sala que ocupaba gran parte del espacio con una chimenea mediana, una televisión unos muebles y unas cuantas decoraciones, una cocina, algunas puertas que llevaban a las camas, un cuarto individual, el baño y un pequeño almacén.

Los dos dejaron sus mochilas, Carlos enseguida fue a mover unos interruptores, poniendo la luz, y unos cuantos troncos que se encontraban en la cocina, Martín se quedó parado ahí, observándolo sin saber qué hacer.

-Puedes ir guardando nuestras mochilas en ese cuarto, ahí están las camas -vió la hora, cerca de las tres de la tarde-, voy a ir encendiendo una fogata y la chimenea. Por fin, por primera vez había dejado ese tono seco propio de él, ahora de le notaba un poco más cálido, debido a lo ocurrido antes.

Martín asintió y fue al cuarto que había señalado Carlos, ahí encontró 5 camas individuales, era un cuarto largo y con cuatro medianas ventanas. Habían unos pequeños y delgados armarios a lado de cada cama y del otro se encontraban unos estantes.

Se puso a la tarea y empezó con su maleta, dejando las herramientas y utensilios de supervivencia a un lado para empezar a poner su ropa y abrigos en el armario.

Colgó primero los largos y gruesos abrigos, unos parecidos a piel de animal y otros hechos de tela sintética, en total tenía cuatro, después colgó sus playeras de manga larga, y sus pijamas completas.

No tardó mucho en gran parte debido a que su ropa ya estaba doblada dentro de la gran mochila azul. Después de terminar con la suya dudó si hacer la de Carlos por si llegara a enojarse. Finalmente lo empezó haciendo.

Abrió su mochila, y fue expuesto a un perfume que salía de dentro, un olor que alteró algo en su cerebro. Un olor rico, fresco y cálido, serio pero divertido, era como si hubieran encontrado la forma de traducir la gracia de las olas calmadas de verano en un atardecer a perfume. Abrió los ojos después de haber disfrutado del perfume que le había traído recuerdos de Carlos y la Banda de amigos, tomó la libertad de tomar una playera de éste y se la acercó a su rostro, respiró tratando de guardar ese aroma de Carlos y el perfume, nunca lo había hecho y nunca había sentido absolutamente nada por Carlos pero ese perfume era de un conquistador.

Después de unos minutos había doblado las playeras mal colocadas de Carlos, sus abrigos los había colgado, a diferencia de él, el más grande solo había traído dos abrigos medio gruesos. Al terminar colocó las herramientas y utensilios que ambos traían en sus espaldas en la rústica cocina, donde solo contaban con una parilla eléctrica, unas hornillas con espacio abajo de estas para poner el carbón, un refrigerador y estamos con platos y demás cosas. Las ordenó en dos grupos, lo qué él había traído y lo que Carlos había traído.

-Puedo ayudarte en algo? -Le preguntó a Carlos que estaba afuera de la casa encediendo los troncos sin mucho efecto.

-Ya terminaste? -preguntó molesto consigo mismo y tratando de hablarle bien, cosa que alivió la tensión entre ambos.

-Sí... Espero que no te moleste el que haya acomodado tus cosas.

-Las mías? -se sorprendió, pensó que le tomaría más tiempo y no pensó que le haría la suya- Aah gr-gracias.

Se puso de pie, pensando.

-Podrías ayudarme con la chimenea? Me está costando encender la fogata aquí.

-Bueno. -Pareciera que los papeles se hubieran cambiado, Martín hablaba más seco de lo normal y Carlos trataba de responderle más cálido.

Tomó los cerillos, un poco de papel y alcohol que traía él, y encendió el papel, dejándolo debajo de los troncos, echó alcohol encima y junto hierva seca para alimentar el fuego, no le tomó más de trece minutos en encender los troncos y soplarle para hacer llama, orgulloso de su fuego juntó sus manos y la acercó para calentarse.

Carlos seguía batallando con la fogata pero a la media hora de haber empezado por fin había encendido. Se sorprendió por la velocidad en la que el más chico hacía las cosas. Pero en fin, se alegraba por debajo de tantas capas de seriedad simulada. Eran las cinco de la tarde, el sol empezaba a esconderse por la colina a lo lejos, y poco a poco empezaba a oscurecerse.

Martín estaba cortando el paquete de carne, colocó algunas cervezas en el hielo natural dejando que se enfriaran, cortó algunas cosas más y abrió una lata de frijoles, los llevó hacía Carlos, que los colocó sobre la parilla metálica que reposaba sobre el círculo de piedras, asando la carne encima de las llamas pequeñas. Hubo más música que plática, los sonidos de la música electrónica los ocupaba tarareando o golpeando con ritmo. En un momento se vieron al mismo tiempo casi bailando tontamente al ritmo de la canción, al principio no supieron que hacer pero empezaron a reírse apenadamente divertidos.

Para las seis el cielo ya estaba de un azul fuerte y con poca luz, ambos estaban cansados, con hambre y Martín con frío. Se sentaron en las sillas de metal retractables, disfrutando por fin, después de un dia largo, la comida. Abrieron sus latas de cervezas, y empezaron a comer.

Al principio fue silencioso, Carlos se encontraba en un espacio mental donde no le molestaría en lo absoluto entablar una conversación. Así que dió el primer paso.

-Martín -el otro volteó a verlo a los ojos, estaba echo bolita en la silla, con los pies encima del asiento abrazando sus piernas-... oye, sabes... Si sabes que no me caes mal verdad?... -dijo precavido con un tono suave e inocente.

Martín no sabía con qué contestar, no estaba enojado, pero no estaba preparado para eso.

-...no... No sé... -Respondió en tono bajo, inocente.

Carlos soltó una sonrisa cálida y breve, tomó un sorbo de la lata medios vacía en su mano.

-Martín, no.... No me caes mal... -calló unos segundos, y sonriendo ante la absurda asunción- en realidad-

-Quién está hablando, Carlos o la lata?

-Oooh vamos! Sabes que con cuatro cervezas no me empedo -el otro sonrió-. Pero en serio, no me caes mal. -empinó la lata tomando el último trago de esa cerveza.

-Y... Entonces, te caigo bien? -preguntó curioso, observando el último pedazo de carne, ansiando la respuesta.

-Qué? -estaba distraído abriendo su segunda lata- Oh ya, claro que sí Martín... Si no fuera así no te habría traído o invitado... Mira, aaah... perdón por comportarme así contigo, me caes tan bien como Diego o Karime o todos los demás, solo no sé... contigo no tengo mucho que hablar, tal vez no hemos pasado tiempo a solas lo suficiente, pero mira, aquí estamos...! -finalizó con una gran sonrisa.

Se quedaron otro rato más, eran las ocho casi, y el sueño los estaba dominando, apagaron el fuego, metieron las sillas y se fueron a bañar cada uno, Carlos fue el primero.

Se acostaron cada quién en una cama, a lado del otro.

El primero en caer fue Martín, que se moría de frío pero hallaba algo sumamente cómodo en el frío del ambiente con lo tibio de las suaves telas.

Carlos desde su cama lo vió acomodarse, enterrando su cabeza en la almohada y abrazando otra, temblando cada par de segundos por el inmenso frío.