Cap 55 level up/ saltando de nivel

Normalmente para ascender en 'la isla' debías superar pruebas año tras año... pero los chicos más atrevidos y osados podían hacerlo más rápido yendo al centro médico y recibiendo unas inyecciones especiales en su ojete

CAPITULO 55 LEVEL UP/ SALTANDO DE NIVEL

En el centro médico había unas puertas que daban a unos despachos médicos especiales. Ponían a la entrada ‘Level Up’ y, como bien indicaba el cartel, servían para saltar de nivel o avanzar más rápido. Como ya habíamos explicado en el primer capítulo, la isla estaba dividida en 5 edificios, todos aparentemente iguales y con las mismas instalaciones, de lo que se denominaba ‘el complejo’. Cada edificio albergaba sus vestuarios, sus duchas y estancias para la gente de su nivel –que solía ser de una edad: los más novatos eran los más jóvenes, y los más experimentados sexualmente eran de edades mayores (y a cada uno, a cada rango, se le diferenciaba por el color de su bañador: los de color carne los novatos, a los del color negro los más expertos. Normalmente todos los chicos andaban desnudos hasta que recibían su primera dósis de semen. Una vez hubieran recibido su primera mamada o dosis de semen anal, pasaban a vestir un bañador color beige, que luego pasaba a color naranja, amarillo, blanco (cuando tenían su primera corrida), verde oscuro, violeta, marrón, rojo (cuando se follaban a su primer muchacho), azul claro, azul oscuro y negro. Normalmente cada color indicaba la edad del muchacho, pero había un truco para ascender más rápidamente, sentándose de nivel. Y es que los muchachos podían avanzar y progresar más rápidamente si daban más de sí, y podían recurrir a varios trucos para progresar, uno de estos trucos era acudir a los ‘level up’.

Mathew era un joven muchacho con ansias de progresar, acababa de recibir su speedo beige y quería pasar ya al naranja. Para ello se fue a la consulta del doctor (en realidad no era un médico, era otro experto al que se le conocía como ‘El Programador’). Entró en una sala de espera y cuando el doctor John, un jovencito de 19 años con una sexy barbita, acabó con el paciente anterior –cada paciente entraba por una puerta y salía por otra diferente para evitar cruzarse y preservar el anonimato–, abrió la puerta a Mathew, que estaba solo en la sala de espera. John era un Programador de nivel I, pero los había de nivel II, nivel III, nivel 4, nivel 5 y nivel 6 –el máximo y al cual casi nadie se arriesgaba).

De cada nivel se encargaban unos Programadores, y a cada nivel podían acceder sólo un rango de muchachos (no se podían saltar niveles: había que pasarlos todos uno a uno, y esto quedaba reflejado en cada historial de paciente.)

–Desvistete y échate sobre esa camilla –indicó John a Mathew.

Mathew se acostó boca abajo y el doctor John se lubricó un dedo, se lo metió a Mathew en el culo restregándole el gel para dilatarle todo el ano –recordemos el efecto relajante/ sedante del gel que a la vez hipersensibilizaba el interior del ano haciendo que un muchacho pudiese sentir las venas de un pene que se insertase en su ano–.

John dejó que hiciese efecto el gel y a continuación cogió una jeringuilla sin aguja, como las de jarabe, y la rellenó de 10 c.c. de un líquido espeso y blanco, como el semen. A continuación metió toda la jeringuilla, de un centímetro de diámetro y 9 centímetros de largo, en el ano de Mathew que le pilló por sorpresa esa invasión anal. Pero John, sin contemplaciones y sin explicaciones, de forma mecánica y profesional, siguió la operación y una vez hubo insertado hasta el fondo la jeringa, apretó el émbolo y descargó los 10 c.c. de fluidos dentro del ano de Mathew que experimentó una pequeña erección.

John dejó dos minutos para que el intestino de Mathew absorviese el líquido que le acababa de inyectar. Miró un cronómetro y de que pasó el tiempo le dio una cachetada en el culo a Mathew y le dijo: ‘ya eres bañador naranja’. Y sin más se abrió una puerta delante de Mathew que ya se había vestido con su nuevo bañador, y salió por la puerta, que se cerró, como una compuerta, de arriba a abajo, a sus espaldas. John gritó: ‘siguienteeeee’.