CAP. 48. EL PECOSITO ME HACE UNA increíble mamada

Un chaval de 19 años pecosito de nariz respingona, me hace una mamada increíble, arrodillado frente a mí, y termino eyaculando en el fondo de su garganta

Iba a por mi tercera follada y me volví a meter en el cubículo de el pecosito. Le giré y le puse boca arriba. Tenía una bonita nariz respingona, una barriguita muy bonita. Estaba un poco rollizo. No era regordete de gordo, sino de un poco fuertote. Eso hacía que tuviera un pene chiquito aunque los huevitos no estaban mal. Fue lo que me llamó la atención y me los llevé a la boca, lo cual pilló de sorpresa al chiquillo. (Era un truco habitual, comerle el culo o el pene para relajarle o para lubricarle el ano. Cuando no tenías vaselina al lado meter la lengua en el ojete y salivar lubricaba y así facilitabas por un lado que el chico estuviese relajado y no se esperase la penetración anal, y por otro lado que esta se hiciese más fácil y rápida al tener el culo lubricado, pero esta vez no lo iba a hacer). A parte, en el cubículo teníamos de todo –lubricantes, drogas, supos– y si le metí la lengua en el culo es porque me daba morbo comerme aquel culo, aquellos huevitos…

Me encantó su cara. El pecosito –nunca supe su nombre ni su edad: sólo había ido allí como todos, a recobrar semen tras cinco corridas–, debería tener unos 19 años. Era mucho más joven que yo. De hecho tenía aspecto aniñado.

–Arrodíllate!! Le ordené

Y el chico se puso de rodillas, desnudo total como estaban todos los chavales cuando accedían a aquellas instalaciones, sentándo su culo en sus talones y mirándome a mí, que permanecía frente a él, de pié, mostrando mi autoridad.

Si quieres tu dosis de sémen te la vas a tener que ganar –le dije al muchachito abriéndome un poco, separando mis piernas robustas de hombre, para que se pudiese arrodillar entre ellas.

El pecosito lo entendió. Se situó humildemente, en señal de respeto, de rodillas, entre mis piernas, y cogió delicadamente mi pene entre sus dos manos, y se lo llevó a su linda boquita.

Me miraba como con ojos de gacela a punto de ser devorada por un león, en señal de respeto a la autoridad. Bajó la mirada, sacó la punta de su lengua, y la pasó por mi glande. Y a continuación se fue comiendo mi pollón en su pequeña boquita. Bajó las manos y yo viendo aquella escena, de tan excitado que estaba, bajé las mías hacia su nuca y empujé su cabeza con fuerza hacia mí, introduciéndole de golpe y hasta el fondo mi duro y largo pene, que le llegó a lo más profundo de su garganta.

El chico quedó casi sin respirar.

Se lo saqué y se lo volví a meter con fuerza. Bueno, Yo no me movía, meneaba para adelante y hacia atrás su cabeza, con ímpetu.

Con, con, tosió el chaval casi sin poder respirar, pero sin quejarse.

Yo me di cuenta de lo que estaba pasando. Me estaba dejando llevar por mi pasión, ardor, deseo sexual, y casi le estaba ahogando al chico de mucha menos edad que yo, con mi gran pene que llegaba a lo más hondo de su garganta.

Le solté la cabeza y le dejé al él que siguiera a su ritmo y me dio la mejor comida que me habían dado en la vida

Llevábamos ya minutos yo follándole la garganta, cuando sentí que me corría así que agarré la nuca del chaval y le empujé hacia delante, clavándole el pene en lo más hondo de su boquita, y eyaculé

-Ohhh, ohhh. Ahhhh me corrooooo ooooohhh

Y solté 5 trallazos de lefa en lo más hondo de su garganta

Pecosín ni se movió. Es más, al principio parecía que se iba a atragantar, pero aguantó como un hombre. Eso sí se sacó mi pene de su boca hasta sólo tener mi glande en su lengua y luego se lo volvió a meter rechupeteándolo todo. Me pasó sus brazos por mi culo, y me comió ávidamente mi verga. No iba a dejar que ni gota de semen de escapase fuera de su linda boquita rematada por esa nariz respingona.

Me volvió a mirar, arrodillado, con esos ojitos de gacela. Y yo le incorporé y le besé, beso apasionado con lengua.

Aún degusté restos de mi semen de su boca.

Había sido la corrida de mi vida.