Canto a la isla donde reina la Diosa

Cuando nos mandaron al fin del mundo, no pensé nunca encontrar el Paraíso | Fantasía medieval.

Canto a la isla donde reina la Diosa

donde cada mayo dura lo que dura un año

donde las olas perezosas bañan la playa

y las colinas se visten con bosques espesos

y los árboles siempre dan fruto

y las bestias, dóciles, magnificas, se zarandean, un poco borrachas de primavera

Canto a sus habitantes

A las sirenas que descansan a orillas del rio,

y a cada gota de agua que se desliza por su cuerpo

A las satiresas que deambulan por los bosques

que harían que príapo se ruborizara

A las mujeres uro que toman el sol

reposando sobre su pecho a rebosar de leche

A las harpías con sus nidos en el monte

que se elevan, y bailan, y se seducen

A las centauresas que trotan por la pradera

ansiosas de montar cada día

A las sombras que se arrastran de noche

que buscan sentir y tocar y gemir

Canto al templo en el que vive la Diosa

de hiedra y mármol antiquísimo

Y a las efigies y mosaicos obscenos que dan la bienvenida

y al gigantesco trono de obsidiana pulida

y sus acólitas, risueñas y desnudas

y a la cómoda y templada oscuridad

Y canto a la Diosa en su trono

Sus tres cabezas

la loba, la dama, la yegua

Sus piernas de fauno largas,

con su pelaje grueso y oscuro

Sus caderas de Venus ancestral

de madre de todas y todo

Sus nalgas anchas como el cielo

que causan envidia y orgullo y deseo

Sus pechos descomunales, fuentes constantes

de leche caliente y dulce

Sus uñas pintadas de rojo

que arañan y desgarran

Entre sus piernas, sus tres torres

que laten siempre empapadas

Sobre sus orbes cubiertos de vello

rellenos de simiente espesa y deliciosa

Y sus sonrisas crueles y dulces

que se mofan y alaban e insultan y aman

Canto a mi antigua corte

t a lo que queda de mi tripulación

Cuando nos mandaron al fin del mundo

no pensé nunca encontrar el Paraíso

No creo que vuelva a casa, pero no pasa nada

No estoy sola

¿Cómo podría estarlo?

La diosa me ha dado cobijo y saciado mi sed

Así que mi laúd y mi cuerpo le pertenecerán

y viviré mientras beba de su agua sagrada

Y no podría estar más feliz,

mi cabeza reposada entre sus piernas

sintiendo como se excita, ríe,

y acaricia mi cabello