Canera

El auto volaba con la música a todo volumen mientras celebraban su libertad recién obtenida, el olor a preso, entre marihuana, humedad y orina que brotaba de sus cuerpos había impregnado el interior del vehículo pese al aire acondicionado, iba aprisionada en medio del asiento trasero, por el Yepo, un joven de diecinueve años que conocía desde hace dos y que en más de una oportunidad había pasado por entre mis piernas

El auto volaba con la música a todo volumen mientras celebraban su libertad recién obtenida, el olor a preso, entre marihuana, humedad y orina que brotaba de sus cuerpos había impregnado el interior del vehículo pese al aire acondicionado, iba aprisionada en medio del asiento trasero, por el Yepo, un joven de diecinueve años que conocía desde hace dos y que en más de una oportunidad había pasado por entre mis piernas, y el Gato a quien había visto en la audiencia por primera vez, escuchaba a aquel pavonearse delante de los otros, mientras no dejaba se sobar mis tetas por sobre mi blusa,  hablando de mí, como si yo fuese una cosa, un objeto, una concha que follar, haciéndome sentir absolutamente puta, y provocando que mi entrepierna se humedeciera copiosamente. Reposé mi cabeza hacía atrás mientras llevé mis manos a sus vergas y comencé a sobajearlas por sobre los buzos deportivos que las cubrían, las sentía crecer y endurecerse mientras dejaba volar mis pensamientos, solazándome en mis propias ganas de desnudarme, de que me manosearan, me abofetearan, escupieran y me nalguearan hasta enrojecer mi culo, llevaba mis manos de sus vergas a mis tetas, desabrochando mi blusa y apretando mis pezones, las ganas de encontrarme de rodillas con sus vergas en mi boca, tragando un poco del ser de cada uno, que me abrieran la conchita y me follaran el culo sin piedad hasta reventarlo, me hicieron acercarme al oído del Yepo y susurrarle: ¿cuándo me vas a pagar?.

Un adelanto, dijo, y saco su verga aún lacia, sin decir nada tomo mi cabeza y la llevó a ella, lo dejé meterla en mi boca chupando suavemente, jugando en su glande y sintiendo como se endurecía, de vez en cuando lo miraba y podía ver la satisfacción en su cara, presionaba mi cabeza hasta hacer llegar su verga a mi garganta, me ahogaba, mientras mi culo se veía liberado al tener que acomodarme de medio lado, -córrele mano si le gusta- le dijo al Gato, quien no se hizo esperar y comenzó a acariciar mis muslos hasta llegar a mi culito, me di vuelta soltando la verga del Yepo y liberé la verga del Gato del buzo deportivo que la aprisionaba, pude ver su grosor, y la llevé a mi boca acariciándola con mi lengua, provocando su eyaculación casi instantánea que llenó mi boca, que no dejaba de aprisionar aquel hermoso miembro mientras succionaba para no dejar escapar una gota de su leche. Me levanté alcanzando ver al Yepo que no había dejado de masturbarse, derramarse, levantándose un poco para escupir su semen en mis pechos por sobre mi blusa, que inmediatamente se hizo transparente, dejando apreciar mis tetas sometidas en el sostén.

El Colcha estacionó el vehículo en la berma y él y el Pancuca cambiaron lugares con quienes me acompañaban y volvieron a poner en marcha el vehículo, el Colcha desabrocho mi blusa y yo le ayude soltando mi sostén para que pudiere jugar libremente con mis tetas, chupándolas y apretándolas, logrando que mis quejidos parecieran ser el único sonido en el auto, en tanto el Pancuca se había hecho lugar en mi conchita corriendo un poco mis calzones y penetrándome con sus dedos a un ritmo que en cualquier momento provocaría mi orgasmo, yo con mi cabeza echada hacia atrás jadeaba descompasadamente mientras cómo podía masturbaba sus miembros en busca de su elixir masculino, -es entera de puta, hay que darle por todos lados por puta- dijo el Colcha sin dejar de chupar y morder mis tetas, haciendo estremecer mi cuerpo ante sus palabras. El Pancuca luchaba en mi conchita por introducir casi la totalidad de sus dedos, mientras me besaba y lengüeteaba mi cuello e introducía su lengua en mi oreja, casi en un susurro apegado a ella me dijo, -como te la voy a poner, de solo de pensar en lo que te voy a hacer puta asquerosa, te voy a dejar rojo el culo a charchazos-, con una voz ronca, casi gutural me acerqué a él y le conteste, con mi cuerpo vibrando en pleno orgasmo y derramándome en el asiento del auto -hazlo fuerte, que me duela, lo merezco por puta- y acomodándome baje para chupar su verga y recibir su semen en mi garganta, a la vez que sentía como el Colcha levantaba mi falda y eyaculaba entre mi espalda y mi culito.

Cuando me baje del auto, iba casi desnuda, mi falda había desaparecido, mi blusa abierta y manchada de semen colgaba de mis hombros dejando ver mis tetas, mi calzón y medias que aún conservaba me hacían ver como una callejera, no sabía dónde me encontraba, y me hallaba mareada, tanto por el humo de la marihuana que fumaban, pero sobre todo por mis ganas, inquietantes aún para mí, de ponerme de rodillas y chupar cuantas vergas encontrase, de que me lo metiesen sin piedad alguna, sin consideración a mis deseos, mis peticiones o mis negaciones, que sólo me follaran. Entramos a una habitación y Yepo hizo aparecer en sus manos una botella de Whisky que bebían pasándola de uno a otro, dándome de beber directamente de la botella, en menos de un minuto ya estaba rodeada de ellos, mis calzones por las rodillas, manoseada sin la menor consideración, por todos lados, tetas, culo y conchita, chorreaba mis jugos, mientras incontables manos me recorrían entera, sentía sus dedos en mis agujeros, sus lenguas turnándose en mi boca, estaba muriendo de placer, mi útero se contraía sin control, y me dejé caer al piso por el temblor de mis piernas, desfalleciendo en un orgasmo que no contuve y grite guturalmente.

Descansamos escuchando sus historias del tiempo encerrados, mi respiración se normalizó y termine de sacar mis calzones quedando sólo en medias, los amigos  del Yepo se solazaban mirándome, el Pancuca no decía nada sólo me miraba sobando su verga haciéndome sentir que se preparaba para algo más, sin embargo fue el Gato el que me llamó a su lado, me puso de espaldas a él y comenzó restregar su verga aprisionada en su bóxer contra mi culito, besando mi cuello me hizo cerrar mis ojos, preguntándome si me gustaba, mis respuestas parecían excitarlo aún más, entonces sentí el primer golpe en mi culito que me hizo doblar un poco mis rodillas y soltar un pequeño gritito –¿más?- le escuche decir, ante mi respuesta me dio otra nalgada, sólo repetí –más- y mi culito volvió a estremecerse, sentía mis tetas subir y bajar tanto por mi respiración como por los cachetazos en mi culo,  escuchaba sus comentarios con mis ojos aún cerrados, y me excitaba de sólo pensar que eran unos pendejos pervirtiéndose, dando rienda suelta a aquella pasión lujuriosa que no todos pueden experimentar. Uno me tomo de la mano y me llevó a sus rodillas, mis manos afirmadas en el suelo y mis piernas extendidas, un dedo acarició entre mis nalgas y fuertes cachetazos zarandeaban mis nalgas, seguidos, imparables, mordía mis labios para no gritar, sabía que estaba cumpliendo su fantasía, me hacía fluir mi entrepierna copiosamente, respondiendo apenas a sus preguntas, -si me gusta-, .pico, quiero pico-, -puta, soy una puta- , rogando por sus vergas, suplicando me llenaran de leche todo mi cuerpo.

Me levantó, me puso de espaldas a él y sentí su verga entre mis nalgas, doble un poco mis piernas quedando semis entada, lleve una de mis manos hacía atrás y tomando su verga la puse a la entrada de mi culito, presionando para penetrar mi recto, él estaba quieto dejando abrir mi culo suavemente, sentí cuando su cabeza rompió la resistencia de mi esfínter y entonces dejé caer todo el peso de mi cuerpo en su contra atravesándome con su daga de carne que sentía durísima al interior de mi cuerpo, me tenía tomada de las manos empujándome hacía él, penetrándome cada vez más fuerte, sus caderas golpeaban mis nalgas, mis gritos pidiendo que siguieran emputeciéndome excitaron a los demás, el Colcha se puso frente a mí y tomo mi cabeza llevándola a su miembro que chupaba al ritmo de las estocadas que mi propinaba el Pancuca, mientras el Gato y el Yepo se entretenía con mis tetas como podían, sobándolas e tanto colgaban libremente, el que me penetraba tomo mi pelo obligándome a retirarme de aquella verga que daba placer a mi boca, tomó mis piernas a la altura de mis rodillas elevándolas sin sacar su verga de mi culito, abriéndolas dejando todo la mi conchita expuesta, me encontraba literalmente sentada en la verga de Pancuca, el cual me fornicaba inmisericordemente, mis tetas saltaban a cada penetración del Pancuca cuya verga podía sentir en mi estómago, -Vamo hacerla tira- dijo y camino hacia atrás hasta sentarse en un sillón, inmediatamente una verga ocupó mi concha, y otras vergas se situaron al alcance de mi boca, moría de placer, un orgasmo tras otro invadía mi cuerpo, no podía más rogaba que acabaran, mi respiración era un desorden, trague todo la leche que pude, la recogía de mi cara para llevarla a la boca con mis dedos, cuando sentí la inundación en el recto, apretando mi culo para estrujar en su totalidad aquella verga.

Nunca un hombre podrá saber cómo un orgasmo debilita a una hembra, yo me encontraba entregada a la debilidad física, pero mi cuerpo seguía añorando el placer, fui a la habitación que fungía de cocina, tomé lo que encontré para comer y preparé café, me paseaba desnuda entre ellos,  me tocaban, me sentaban en sus piernas y jugaban con mis tetas, me pegaban fuertes cachetadas en el culo al pasar mientras me ordenaban atenderlos, yo me dejaba hacer, los provocaba, el reguetón sonaba fuerte, bailaba para ellos, me puse apoyada en un sillón levantando mi colita, llamé al Colcha que no me había gozado debidamente y le pedí que me diera por la colita,  estaba excitado, podía sentir su verga bien gorda y bien dura, me clavo de un golpe hasta el fondo de mis entrañas, y comenzó un movimiento de despacio llegando al fondo de mi culo haciéndome sentir sus testículos en mi concha, me ardía la concha y me dolía el culito, pero era má fuerte el placer de sentir su respiración entrecortada, apoyado en mi espalda se aferraba a mis tetas, pellizcaba mis pezones, mordía mis hombros haciéndome daño, golpealdo mis nalgas con sus caderas y sus manos que me hacían arder la piel, llevé mi mano a mi entrepierna y me masturbé la conchita, hasta que me derretí en un orgasmo tremendo, que vino a aliviar la tensión de mi cuerpo, al momento que él tirando de mi pelo sacó la verga de golpe y derramó su néctar en mi espalda.

Seguimos bebiendo, hasta que el Pancuca señaló que necesitaban dinero, simplemente pude darles, sin embargo les dije que me vendieran y así sería su plata, fueron dos días de sexo no sólo con ellos, me ofrecieron entre sus amigos y conocidos,  chupe un montón de penes, tragué litros de leche masculina, me penetraron individualmente y entre varios, me llenaron de leche por dentro y todo mi cuerpo, se orinaron encima por el placer de hacerlo, y yo me sentía feliz siendo abusada, sometida y degradada.

Hasta hoy son mis clientes y soy cada vez más conocida entre los presos, y siempre puedo ser más puta y hundirme un poco más, realmente creo que no tengo límite.