Canela

Noche de febrero.

La noche nos arropa, estás tú acostada boca abajo en la cama, estoy yo sentada arrodillada sobre tus muslos. Sonreímos y nos decimos cosas en voz baja, tus ojos brillan en la oscuridad de la habitación, te digo al oído que quiero hacerte mía y comienzo a besar tu nuca.

Recorro paso a paso con mis labios tus hombros y toda la simetría de tu espalda, voy bajando poco a poco, de a pequeños mordiscos, besos y lamidas al ritmo de tus movimientos y tus gemidos que son la música de mi noche. Mis manos traviesas recorren tus senos, le doy vueltitas a tus pequeños pezones con la punta de mis dedos y de vez en cuando aprieto.

También subo a besarte, tus labios perfectamente sincronizados con los míos, nuestras lenguas armoniosamente tocándose, mis dedos jalando suavemente tu cabello. Beso tu mejilla y me dirijo a bajar de nuevo, recorro tu columna rápidamente con mi lengua hasta llegar a tus muslos, los voy tocando con mis manos, dando apretones, mientras bajo mi mano hasta tu entrepierna.

Puedo sentirte húmeda con mis dedos, los voy moviendo por toda la extensión como explorando, muerdo tus muslos y tu cuerpo se contrae, tus gemidos me excitan y me hacen querer ir por más, esta noche me dijiste que estoy traviesa y tienes toda la razón.

Mi lengua va paseando poco a poco entre tus muslos, adentrándose a la tentación de comerte por donde no es usual, como tú misma dijiste. Mientras tanto, mis dedos van haciendo pequeños círculos sobre tu clítoris, aumentado su sensibilidad, tus movimientos y tus gemidos.

Adoro cuando comienzas a elevar tu pelvis y a mover tus piernas, es como si el placer te volviera indomable, me da ganas de devorarte hasta la calma.

Me encuentro lamiendo entre tus muslos, hundiendo la punta de mi lengua poco a poco, lamiendo, haciéndote mía, haciéndonos nuestras una noche más. Mientras poco a poco, voy introduciendo un dedo, estás húmeda, tibia, suave, podría describirlo todo, mientras te hago el amor te detallo, te recuerdo, te memorizo.

Entro y salgo, poco a poco, unas cuantas veces, luego te tomo por sorpresa cuando introduzco un segundo, sí. Tus gemidos aumentaron, tus movimientos también, fui acelerando mis movimientos poco a poco, sintiendo tu cuerpo contraerse y tus piernas temblar de placer, por dentro estoy muriendo, pero no me puedo detener, a medida que voy más rápido sigo lamiendo, mordiendo, hundiendo mi lengua.

Hasta sentirte explotar en mis manos, ese gemido peculiar diferente a los demás, ese que indica que llegaste a tu umbral mientras bajas tu mano y jalas suavemente mi cabello, mientras tomas aliento.

Estrellas.