Candy Candente 05. Candente San Valentín (3)

Continúa la celebración del San Valentín con el inicio de la fiesta. Me entero que una persona puede ser medio virgen y me apresuro a solucionar eso.

Candy Candente. Episodio 05. Candente San Valentín. Parte 3

Introducción

Continúa mi Día de San Valentín. Comienza la caliente fiesta con mis amigos y familia, esperando aún para desvirgar a Víctor.

9:14 pm. Apartamento de la Familia Candente.

La fiesta para celebrar el Día de San Valentín había comenzado. Estaban presentes mi mami con su novio Emilio (al cual ya le había dado una mamada en el relato anterior), mi amiga Roxy y mi primo Rafis (a los que me había tirado en el primer relato de esta serie de San Valentín), Beto y su novia Alondra (a Beto le quité el virgo en "Candy Candente 02. Desvirgando a Víctor"), George y Sati (dos amigos que aún no me han follado pero me han declarado que me tienen ganas), entre otros invitados.

Yo me encontraba en la cocina preparándome un trago y leyendo un mensaje de texto que mi virginal novio Víctor me había enviado al cel. Allí me decía que lo disculpara, que estaba ayudando aún a su papá, pero que en un rato llegaba a la fiesta. Me molesté un poquitín, porque yo estaba ansiosa por desvirgarlo esa noche, sin embargo, comprensiva como suelo ser, me tranquilicé enseguida, total, lo bueno se hace esperar, y yo estaba esperando con ganas por Víctor.

Salí a la sala y la fiesta se estaba encendiendo. En el equipo de sonido se escuchaba música salsa para que los presentes comenzaran a agitar un poco los cuerpos. Ya habían parejas bailando y todo. Yo le di el trago a mi amigo DJ Cocko, quien ya estaba acomodando su equipo de mezclas en un rincón, sería él quien pondría la música más tarde. El muy bribón no perdió la oportunidad de piropearme y decirme lo buena que me veía. Y debo reconocer que me había puesto bien linda para mi novio. Luego de haberme mojado todo el conjunto rosadito en la ducha con Emilio (relato anterior), Roxy me ayudó a cambiarme de ropa, luciendo ahora una faldita negra talladita a mis caderas y una blusita violeta bastante ligera y escotada que también dejaba la espalda al descubierto. Los tacones y los ganchos que me hacían las colas de Candy Candy me hacían juego con la blusita.

Tuve que simular que me llamaban entre la gente para escaparme de mi buen amigo Dj Cocko, quien ya se estaba poniendo erótico y se me recostaba con cierto descaro, ¡Hombres! Jiji. Entre la gente en la sala distinguí a Roxy bailando con George, a mamá con Emilio quien me guiñó el ojo y a Alondra con otro chico. Cuando casi salía de la improvisada pista de baile, alguien me tomó por el brazo y me jaló de vuelta. Era Beto.

Comenzamos a bailar la salsa bien apretaditos, ya que el apartamento no es muy grande y cada vez llegaba más y más gente a la fiesta (por cierto habían ya algunos que no había invitado y otros que ni siquiera conocía). Inmediatamente sentí el tostón de Beto recostarse a mi vagina. Esto me pasa demasiado a menudo, siempre que bailo con algún sujeto es seguro que me recuestan el paquete. Si me dieran un dólar por cada guevo que me recuestan bailando sería millonaria, jiji.

Lo cierto es que Beto me tenía bien rodeada con sus brazos mientras nos movíamos al ritmo de la música caribeña. Yo estaba un poquitín nerviosa, porque no quería que Alondra viera como su novio se restregaba contra mi cuerpecito. Afortunadamente DJ Cocko había apagado la luz y había encendido su sistema de luces estilo discoteca, yupi. Beto estaba tan pegado a mí que estábamos mejilla con mejilla. El muy bribonzuelo me tenía la mano plantada en la espalda desnuda, haciendo presión para que yo no me despegara ni un milímetro. Además comenzó a hablarme eróticamente al oído. El calor de sus labios en mi orejita me timbró e inmediatamente comenzó a humedecerse mi chochito.

Yo trataba de escapar de la situación preguntándole a Beto acerca de la situación del país y de las películas que estaban en cartelera, pero el insistía en hablar de lo sabrosota que yo estaba y de lo rico que lo habíamos pasado en casa de Víctor ("Candy Candente 02. Desvirgando a Víctor"). Yo le respondía que sí, que aunque ya había pasado y no se repetiría aquello, había sido un placer desvirgarlo. Fue entonces cuando me dijo algo que me sorprendió.

  • Pero Candy, si tu no me has quitado el virgo – comentó Beto.

  • ¡Ajá! – dije corroborando mis sospechas – Lo sabía. Me había quedado la duda. Pero ahora confiesas que no eras virgen.

  • Te equivocas amor – respondió Beto – Si era virgen, y te digo que no me desvirgaste porque… aún lo sigo siendo.

Aquello me dejó anonadada. ¿Cómo que todavía era virgen? Si recuerdo claramente su pene hundido en mi coño dándome duro en distintas posiciones, hmmmm, que ricooo. Entonces Beto me explicó algo que yo no sabía. Que él era "medio virgen", porque al momento de yo desvirgarlo, no le había quitado el virgo completamente. Según me contó, eso se debía a que no me había metido la pinga por completo, por lo que aún quedaban centímetros de su miembro por desvirgar. Mi cara era un poema, era primera vez que escuchaba acerca de eso. Yo no sabía que alguien podía ser "medio virgen". De lo que se entera uno.

  • ¿No me digas que no sabías de la "medio virginidad"? – me preguntó asombrado Beto.

-Heeee… claro… claro que sé lo que es eso – respondí nerviosa, tratando de ocultar mi ignorancia.

  • Entonces también sabes lo dañino que eso puede ser para el cuerpo del hombre ¿verdad? – preguntó Beto con su paquete bien afincado entre mis piernas.

  • Esteeee… si… sí, he escuchado que eso da cáncer en los testículos – dije inventando, tratando de pasar por culta (si hay algo que odio es pasar por bruta e ignorante).

  • ¡Exáctamente! – dijo Beto con una extraña sonrisa de satisfacción en la cara - ¿Qué piensas hacer al respecto? No querrás que me dé cáncer en las bolas ¿cierto?

Mi ignorancia en el tema me había metido en un lío. Tratando de hacerle el favor de quitarle el virgo al bueno de Beto, ahora resulta que había hecho un mal trabajo y ahora el pobre corría el peligro de enfermarse gravemente. Yo lo había puesto en riesgo, así que me tocaba a mí ayudarlo como era debido. Además, no soy de las chicas que dejan las cosas a medias o mal hechas. Las cosas o se hacen bien o no se hacen. Me correspondía quitarle el virgo completamente.

  • Sígueme – le dije al oído mientras le daba una lamidita en la pata de la oreja.

Caminamos entre la gente bailando. La gente estaba concentrado en lo suyo de bailar e ingerir curda y cigarros, nadie notó que me encerraba en mi habitación con Beto.

10:05 pm. Habitación de Candy

En un parpadeo ya Beto se había sacado los pantalones y la ropa interior quedándose solo con la camisa abierta. Yo apenas y me di cuenta cuando el muy bribonsote me había dejado casi desnuda, apenas vestida con mi blúmer de hilito y mis tacones.

Aprovechando que Beto estaba de pie al lado de la cama, yo me arrodillé a su lado y me apoderé de su verga erecta. Mis labios capturaron rápidamente el machete de Beto y con fuerza y decisión comenzaron a succionarlo. Mi cabeza se movía adelante y atrás. Por momentos me detenía un poco y le hacía "garganta profunda", hacía el esfuerzo de meterme toda la verga en la boca hasta la garganta, para que no quedaran dudas de su desvirgue. Veto disfrutaba la chupada que le estaba dando y me decía lo buena que yo era y que estaba muy agradecido. Esas palabras me llenaron de gozo y satisfacción, haciendo que me aplicara aún más en ensalivarle el mástil.

De pronto Beto asumió su actitud autoritaria y controladora, la misma que en casa de Víctor me había hecho dudar de su virginidad. Y es que al parecer, la excitación hacia a Beto actuar como todo un veterano. Mi amigo me tomó por el brazo y de un jalón me puso en pie. ¡Plas! ¡Plas! Me dio dos nalgadas y de un empujón me tiró patas arriba en la cama, quedando acostada y aturdida y con mis piernas en "V". No me había recuperado cuando ya su lengua se había apoderado de mi chocho, lamiéndolo, humedeciéndolo, penetrándolo.

La chupada de coño que me estaban dando me puso bien caliente, mi cuerpo se retorcía un poco descontrolado y mis pezones se tensaban ricamente, me veía obligado a acariciarme las tetas yo misma para drenar un poco la calentura. Mis gemidos alertaron a Beto sobre mi necesidad de ser penetrada por un miembro masculino.

Con habilidad Beto escaló la cama y se montó sobre mí. Con sus manos me atrapó por los antebrazos, y sin usar las manos sino solo movimiento de caderas, ubicó su pene entre mis labios vaginales y empujó. ¡Ufff! Sentí como media polla se abría paso dentro de mí. Luego se retiró un poco y ¡Zas! Otro empujón más, otro buen pedazo de carne que se hundía en mi panocha. Comenzó entonces Beto a taladrarme el coño a conciencia. Su pene entraba y salía a placer. Yo estaba gozando y quería abrazarlo y morderlo, pero sus manos apretándome no me lo permitían. Yo quería tomar el control de la jodienda para poder cerciorarme de que esta vez si me metería toda esa verga, de que esta vez si lo desvirgaría por completo.

¡Plas! ¡Plas! Como era su estilo, Beto me nalgoteaba para cambiar de posición. Con sus brazos me hizo girar, poniéndome en cuatro, y antes de que pudiese hacer nada, ya lo tenía arrodillado detrás y con la palomota enterrada. Mi buen amigo me tenía bien agarrada por la cintura y me metía su cosa divina por el coño. Yo aproveché la ocasión para inclinarme más, y comencé a dar también duros y largos movimientos de avance y retroceso, colaborando a la cogida y logrando penetraciones más profundas. Yo sentía como sus bolas rebotaban contra mí. Creo que lo estaba logrando, me estaba tragando todo ese machete, me estaba desvirgando a ese macho completamente.

Notaba en la intensidad de los movimientos que Beto estaba disfrutando la enterrada de guevo, y para qué negarlo, yo también estaba gozando como loca. ¡Plas! ¡Plas!. Ya entrenadita en el asunto, me salí yo sola de la posición. Beto se acostó boca arriba con su verga apuntando al cielo como un telescopio. Yo me le encaramé encima. Mis rodillas quedaron rodeando sus costillas y mis manos se apoyaron en sus pectorales. De un solo movimiento de cadera me enterré toda su verga dentro del coño.

Ya no había duda, me estaba afincando con fuerza sobre él, pude constatar como toda su virilidad se encontraba atrapada dentro de mi vagina (un poco más y me metía las bolas también). Beto torció los ojos de placer. Sus manos temblorosas buscaban desesperadamente sujetarse a mis tetas. Ahora, con el control total de la situación y habiendo cumplido la meta, estaba lista para dedicarme a conseguir todo el placer que pudiese. Me lo tenía merecido.

Me incliné un poco sobre Beto, para que pudiese agarrarme los senos, y entonces comencé un violento sube y baja. Estaba tan húmeda que nuestros sexos chapoteaban al chocar. El pene de mi amigo entraba y salía una y otra vez. Mis caderas subían y bajaban. Mis nalgas parecían aplaudir cada vez que se estrellaban contra los testículos de Beto. Me incliné más y lo besé. Nuestras lenguas se fusionaron en un intenso beso. Nuestros cuerpos sudorosos no dejaban de moverse ni un instante. La calentura que tenía no era normal y ya sentía como el delicioso final se acercaba. Abrazados y compenetrados, ambos nos abandonamos a un tórrido orgasmo simultáneo. Mis flújos se mezclaron con los chorros de esperma que sentía dentro de mí.

Estuvimos largo rato reposando, besándonos como dos fogosos amantes, su verga poco a poco fue perdiendo su dureza y mi chocho se relajo. Era tiempo de volver a la fiesta. Continuará.

Candy

P.D.: ¿Alguno de mis queridos lectores es "medio virgen"? o por lo menos ¿alguno lo ha sido? Confieso que este tema es nuevo para mí. Jiji.