Candy Candente 04. Candente San Valentín (2)

continuación de mi Día de San Valentín, narrando esta vez mi encuentro con el novio de mamá y esperando por el desvirgue de mi novio Víctor.

Candy Candente. Episodio 04. Candente San Valentín. Parte 2

Introducción

Mientras decoraba la casa para celebrar el San Valentín con mis amigos y desvirgar a mi novio, me monté un delicioso trío con Roxy y mi primo Rafis. Quedando agotados, yacíamos adormecidos cuando se abrió la puerta de la habitación. Alguien había entrado

6:01 pm. Interior habitación de Canela Candente.

  • ¿Pero qué coño pasa aquí? – gritó mamá.

  • Uy mami, no es lo que parece – respondí nerviosa sentándome en la cama.

  • ¿Cómo está Sra. Candente? – preguntó Roxy también sentándose y disimulando su sorpresa y vergüenza.

  • ¿Ha no? ¿Y entonces qué es? – preguntó mi madre gritando.

Y bueno. No había manera de negarlo, mi mejor amiga Roxy y mi buen primo Rafis habíamos sido sorprendidos descansando después de una vibrante sesión sexual (narrada con detalle en mi anterior relato "Candy Candente 03. Candente San Valentín. Parte 1"). Lo cierto era que mamá y su joven novio habían tenido problemas con la reservación que habían hecho, por lo que, al llegar al hotel, los habían rebotado, no quedándoles más remedio que ir a pasar el San Valentín en casa y llevándose esta loca sorpresa.

Afortunadamente, tengo una madre comprensiva que ha pasado por vicisitudes similares a las mías, por lo que su grado de alteración disminuyó prontamente. Entendió que a nuestra edad (Rox y yo tenemos diecinueve años) las hormonas continúan alborotadas y nos piden guevo y más guevo (y a mamá con cuarenta también le siguen pidiendo lo mismo). También se mostró comprensiva con el pobre de Rafis, ya que ella está al tanto de los problemas psicológicos por los que está pasando su sobrino.

Una vez perdonados y aclarada la situación, los tres nos levantamos de la cama dispuestos a vestirnos, cuando nos dimos cuenta que había otro personaje detrás de mi madre observando la escena. Por supuesto, era Emilio, el novio de veintidós años de mi mamá y que estaba como un queso. Y es que debo reconocer que mami tiene buen gusto. Por lo general sus novios no pasan de veintitantos años, y todos son altos, fornidos y bien parecidos, y este no era la excepción. Además era blanco de cabello negro, con uno de esos cortes de moda con bastante gelatina y los pelos de punta y alborotados. De él no sé mayor cosa, solo que estudia en alguna universidad y que es un mantenido en su casa, que le encanta rumbear y que se raspa a mi madre cada vez que ella se lo pide (o exige). A Canela (mi mami) no le quedó otra alternativa que presentarnos con su novio. Así en pelotas como estábamos los tres le dimos la mano. Emilio no resistió mirarnos las tetas y coños mientras nos saludaba. Él en cambio estaba vestido con una costosa franelita Lacoste y unos jeans negros nuevecitos. No sé si fueron ideas mías, pero creo que también le echó un rápido ojazo el pene colgante de Rafis. ¡Ujúm!

6:44 pm. Sala del apartamento de la familia Candente

Luego de vestirme y maquillarme, corroboré si faltaba algo para la fiesta. Y claro, no había comprado aún una buena botella de champagne para celebrar en la intimidad el desvirgue de Víctor. Iba a pedirle a Rafis que me hiciera el favor de ir a comprarla, pero ya se había encerrado nuevamente en la soledad de su habitación, pobrecito. Rox no podía acompañarme porque estaba en el baño general del apartamento dándose un duchazo. Mi madre estaba en la cocina sirviendo unos tragos, supongo que poniéndose a tono rápido para tirarse a su novio. Por cierto que, Emilio estaba sentado en el sofá de la sala, tenía los brazos estirados y colocados a cada lado y a lo largo de toda la cabecera del mueble y las piernas bastante separadas, por la posición que tenía, era una actitud de "sobrado, estoy buenísimo" (y así era realmente), además, en esa postura se le marcaba toda su musculatura apretada por la camisita lacoste, sus bíceps se notaban fuertes y el paquete que tenía entre las piernas era prominente. El muy hijo de puta se estaba exhibiendo para mí.

  • Si quieres te acompaño – me propuso Emilio, buceándome toda de arriba abajo con su mirada y al darse cuenta que no tenía quien fuese de compras conmigo.

  • No gracias – me negué amablemente. La oferta resultaba atractiva, bajar unos minutos con ese papacito tan rico y quizás robarle unos besos y hasta manosearle el tostón, pero que va, era el novio de mami y no quería problemas con ella. Bastante comprensible había sido ya conmigo el día de hoy.

6:50 pm. Licorería de la esquina

Cuando entré entaconada a la licorería, me festejaron los empleados como ya era costumbre. Y es que estos chicos eran unos bribones jodedores y no tenían remedio. Siempre que llegaba ahí me armaban una silbatina, tan leeeendoss. Todos los empleados e incluso los clientes, me silbaron y piropearon. Ya en el corto trayecto del apartamento a la lico me habían llovido halagos, silbidos y miradas eróticas. Tal vez esta vez era comprensible, porque me había puesto un conjuntico de minifalda y chaqueta rosaditos (todo bien cortito) combinado con un top negro escotado que resaltara mi pechonalidad. Además llevaba mis infaltables: mis taconazos de diez centímetros y mis sexy colas de Candy Candy en el cabello. Todo esto por supuesto, no con animos de alborotar a este montón de machos, sino de estar linda y preciosa para mi noviecito Víctor.

  • ¿Qué deseas mi reina? – preguntó desde el otro lado del mostrador Mulder, que era el dueño del local y que siempre, pero siempre, me fiaba, en contra de mi voluntad por supuesto.

  • El mejor champagne que tenga Sr. Mulder – respondí yo bajo su lasciva mirada.

  • Te he dicho mil veces que me llames Billy – dijo él apoyado en el mostrador con sus codos y acercándose a mi rostro. -

Debo acotar que el Sr. Mulder es medio gringo (creo) y medio calvo, le calculo unos cincuenta y algo de años, es de piel blanca y bastante sadicón, sin embargo, nunca se a propasado conmigo, aunque ha sido bastante evidente con sus comentarios en que le gustaría llegar a tener algún tipo de relación más íntima conmigo.

  • ¿el vino es para una ocasión especial? – me preguntó casi al oído.

  • Digamos que sí – dije un poco nerviosa y hasta excitada. – es para celebrar el regalo que le daré a mi novio hoy día de San Valentín.

-¿Ah si? ¿Y cuál es ese regalo? Si es que se puede saber – preguntó el Sr. Mulder mirándome con descaro las tetas, casi que se le salía la baba.

  • Lo voy a desvirgar – respondí inocentemente.

No sé si cometí una imprudencia o si dije algo gracioso. Lo cierto es que se armó una algarabía dentro de la lico. Todos gritaban, reían, me buceaban, silbaban , y hasta me pareció que hacían chistes acerca de la castidad de Víctor. Toda la situación me dio un ataque de risa (aunque no sé porqué me reía). En cuanto volví en sí, tenía al Sr. Mulder al lado mío. Me puso en las manos una bolsa con una botella de su champagne más fino y una cajetilla de cigarros camelt. De manera muy caballerosa me rodeo la cintura con su brazo y me acompañó hasta la puerta de la licorería.

-¿Cu… cuanto… le debo? – pregunté nerviosísima sintiendo el calor y el peso de su mano entre la cintura y mi nalga derecha

  • Tranquila mi reina – me dijo al oído, su aliento en el cuello me erizó toda la piel. - Guarda tu dinero y corre confiada a desvirgar a tu noviecito. Algún día me pagarás todo lo que me debes – agregó. Y me dio un beso en la pata de la oreja.

Me pareció que incluso me dio un agarrón de nalga cuando ya salía del local, pero seguramente fueron ideas mías. Llegué al edificio con cierta dificultad, ya que no había macho que no se me atravesara y me dijera puterías al oído.

7:00 pm. Sala del apartamento de la familia Candente.

Entré al apartamento y me lancé en el sofá. Ni mi primo ni mi amiga estaban a la vista, y supongo que Emilio y mi mamá estarían en su habitación tirando. Aproveché la soledad para toquetearme un poco el coño mientras revisaba los mensajes del cel, lo había dejado olvidado y quería saber si Víctor se había intentado comunicar, y así era.

SMS de Víctor:

Hola amor. Stoy un poco atareado resolviendo un problema a papá. Llegaré más tarde a tu fiesta d san Valentín. I love you.

Al parecer Víc no llegaría aún. Así que me daba tiempo de arreglar algunos detalles. Fui a la cocina y puse a enfriar el champagne en la nevera. Serví unas galletas en una bandeja. Salí a la sala y puse algo de música. Estaba tan concentrada en dejar todo a punto que no había notado que me estaba haciendo pis. Tenía unas fuertes ganas de orinar. Me fui automáticamente al baño del apartamento. La puerta estaba medio abierta, supuse que estaba desocupado y entré, ¡Sorpresa!

Sentado en el inodoro y con los pantalones por debajo de las rodillas se encontraba mi primo Rafis. Sentado sobre él y dándome la espalda estaba Roxy. Ambos estaban unidos por el miembro de mi primo. Roxy se abrazaba a su nuca y movía las caderas espectacularmente, machacando con desenfreno el guevo de Rafis. Él estaba gozando demasiado a juzgar por su rostro. Tenía los ojos en blanco y la cabeza tirada atrás. Ninguno se dio cuenta de mi presencia. Los observé un rato y me salí, no quería interrumpir su tirazón, además necesitaba mear.

El apartamento solo tiene dos baños, el general donde Rox y Raf estaban fornicando y la habitación principal de mamá. La creciente desesperación de no poder contener las ganas de orinar me llevó a asomarme con mucho sigilo en la habitación de mi mami Canela.

Afortunadamente y al parecer, Emilio y mi madre ya habían terminado de darse placer, sus cuerpos eran un amasijo sudoroso a medio cubrir por las sábanas, ambos dormitaban y había un olor a sexo flotando en el ambiente. Entre la carne y la tela pude ver uno de los senos prominentes de mamá, en otro lado el pene grande y rendido de Emilio, hmmn. Con rapidez me saqué los tacones y descalza entré a la habitación. Sin hacer ruido atravesé el breve trecho al baño. Una vez dentro ajunté la puerta (cerrarla era exponerme a un sonido indeseado), me subí la faldita y me bajé las bragas hasta las rodillas, sentada en el inodoro al fin dejé salir el líquido amarillento. Ufffffffff. Que alivio.

Al placer de haber vaciado la vejiga se unía uno nuevo: la imagen del pene de Emilio que se pintaba dentro de mi cabeza. Aunque lo había visto brevemente, había logrado detallarlo. Su grosor y tamaño no eran imponentes, más nada despreciables. Estaba totalmente depilado y sus venas lucían apetecibles. En mi mente aquella divinidad carnosa perdía su flacidez y comenzaba una hermosa erección. Sin siquiera darme cuenta ya los dedos de mi diestra estaban posados entre mis piernas, hundidos en mi húmedo chochito. Perdiendo la noción de la situación me auto complacía en el baño, disfrutando de mis propias caricias. Mi cubil estaba cada vez más húmedo y mis pezones reaccionaban al roce de los dedos con el clítoris.

Un ruido en la habitación me sacó del trance. Me pareció que alguien caminaba al otro lado de la pared, pero ¿cómo saberlo? Excitada y atemorizada al mismo tiempo, me puse en pie, y sin poder subirme las bragas me metí en la ducha. Debo aclarar que la ducha del baño de mamá es medio grande, ya que es tipo bañera. Además tiene puertas corredizas típicas de baño que no permiten ver al otro lado salvo una silueta bastante distorsionada.

Me coloqué en cuclillas y me tapé la boca, encerrada en la ducha, escuchaba como alguien entraba al baño y se aseaba en el lavamanos. Yo intentaba incluso de ni respirar. Cerré los ojos y me concentré en los sonidos. La persona utilizó el lavamanos por poco rato. Luego un silencio invadió el baño. Lo único que escuchaba eran los latidos de mi corazón, asustada por no saber si la persona continuaba allí o no. Por fin sentí un alivio cuando escuché como la puerta se cerraba, lo que quería decir que habían salido del baño. Sin embargo, la felicidad me duró poco, porque escuché enseguida claramente como pasaban el seguro. La persona no sólo no había salido del baño, sino que además se encerraba conmigo allí.

Enseguida imaginé que era mi madre, ¿Qué iba a pensar? Ya se había enterado del trío entre mi primo, Roxy y yo; y ahora metida en el baño ¿espiándolos quizás? Mi madre iba a pensar que tenía a una hija pervertida. ¿Qué hacer?

Finalmente la puerta de la ducha se abrió. Fue entonces cuando vi a Emilio meterse conmigo a la bañera. Su mirada y su sonrisa me hicieron darme cuenta enseguida que él supo todo el tiempo que yo estaba ahí. Sentí entonces un alivio de que no era mi madre, y a la vez sentí excitación y morbo.

  • Vamos a comprobar ahora si eres tan caliente como tu madre – dijo Emilio con una sonrisa entre los labios.

El novio de mamá se acercó y se ubicó de pie frente a mí. Yo allí de cuclillas, para poder verle el rostro tuve que girar la cabeza un poco hacia arriba. Fue entonces cuando me topé con su serpiente adormecida. La cabeza de su miembro quedaba a la altura de mi cara y tropezaba con mi nariz. El muy descarado tenía las manos en su cintura y se inclinaba y balanceada de un lado a otro, restregándome su polla en la cara.

  • Quiero que sin chistar ni nada, me la chupes, ahora – dijo Emilio afincando en mi boca su polla, que ya comenzaba a ponerse medio dura.

Yo no quería que Emilio fuese a hacer algo que delatara mi presencia allí en el baño, no deseaba que mi madre llegara a pensar erróneamente que su hijita querida era una perra cachonda. Así que, con todo el dolor de mi alma, acepté lo que parecía ser un chantaje. Abrí los labios y permití la entrada del ariete. Contra mi volutad chupé lentamente todo ese cilindro de carne que rápidamente parecía llenarse de sangre. Sin desearlo me abracé a su cintura y recorrí cada centímetro de su pene con mis labios. Sin quererlo mi lengua se amarraba al glande y degustaba ese sabor tan masculino. Uy que ricoooo.

  • ¡Ufff! De tal palo tal astilla – dijo Emilio – chupas sabroso como tu mamá.

¿De tal palo qué? No sé ni que dijo este muchachón, lo que s¡Haaa!i sé es que palo es lo que tenía en la boca y palo era lo que quería llevar entre las piernas, el coñito ya me picaba y me estaba pidiendo acción. Yo ya había olvidado la pena y el abuso del que estaba siendo objeto y me dedicaba a comerme ese guevo musculoso y divino. Estaba calculando el momento adecuado para girarme y ofrecerle las pompas cuando un ruido me desconcertó.

  • Abre la puerta cuchito – gritó mamá tocando la puerta del baño repetidas veces – tengo que mear.

El corazón se me paralizó, mamá quería entrar y me encontraría allí metida con su novio desnudo. Sin embargo, Emilio no perdió la calma. Me miró fijamente y me hizo un guiño de complicidad.

  • Un momento mi amor, me estoy duchando – gritó Emilio mientras con sus manos abría las llaves de la regadera.

Inmediatamente el agua comenzó a fluir, justo sobre mi cabeza, mojándome por completo con ropa y todo. Emilio se mojó un poco y abrió la puerta corrediza de la ducha, saliendo del baño chorreando agua, le quitó el seguro a la puerta del baño y se regresó rápidamente. Cuando mamá entró al baño, ya Emilio estaba metido en la ducha y cerrando la puerta corrediza nuevamente, quedándose encerrado conmigo bajo el flujo de agua.

  • Me estaba meando mi cuchito – dijo mamá al otro lado de la puerta de la ducha, por los sonidos deduje que ya estaba sentada y orinando. - ¿ya estás listo para el segundo round?

  • Claro que si mi amor – respondió Emilio con una sonrisa sádica, mientras me metía la verga en la boca nuevamente.

Esta vez el varonazo de Emil me sujetó con sus manos por los moños y me taladraba la boca con su pedazo, mientras charlaba con mamá tranquilamente.

  • Hmmm cuchito, quiero que me partas en dos – dijo Canela, sin duda alguna a mamá también le picaba el coño.

  • Dame un minuto para asearme amor – dijo Emilio metiéndome su tranca hasta las amígdalas. – espérame desnudita en la cama, que ya voy a reventarte el culo.

  • Date prisa cuchito, te estaré esperando – dijo mamá.

De pronto se escuchó el sonido típico del tanque del inodoro vaciándose, y luego nada más, Canela había salido del baño. Emilio aprovechó para apretar mi cabeza con sus manos y aceleró sus movimientos. Me estaba cogiendo la boca brutalmente. Sus bolas rebotaban contra mi barbilla y su verga entera entraba y salía violentamente. De pronto su cuerpo se tensó, anunciando la proximidad del orgasmo. Yo seguí chupando, preparada para recibir la descarga de esperma en mi boca. Sin embargo, Emilio se retiró de golpe inesperadamente.

  • Lo siento – dijo transpirando, evidentemente había aguantado la eyaculación – pero este tacazo de semen está reservado para tu mami.

  • Pe… pero… - susurré desconcertada.

  • Pero nada zorra – dijo él cerrando la llave. Se inclinó y sus labios se acercaron a mi oído. – tendrás que darme más que una mamada para saborear mis leches.

  • - me dejó sin palabras.

  • Cuando escuches a tu mamá chillando podrás salir sin ser vista – añadió.

Emilio abrió la puerta corrediza de la ducha y se fue chorreando nuevamente. Esta vez salió del baño y ni se preocupó en cerrar la puerta. Yo me quedé ahí en la ducha, de cuclillas aún, con la boca hinchada y hambrienta de guevo. Salí de la ducha intentando no hacer ruido. Tomé una toalla y medio sequé un poco mi cuerpo. El conjuntico rosa se había hecho un desastre, tendría que cambiarme de ropa. Además tendría que secarme el cabello. Mientras me observaba en el espejo escuché algo.

  • ¡Haaa! ¡Haaa! ¡Haaa! – gritaba mamá desde la habitación – ¡Dale duro puto!

  • ¡Mueve ese culo zorra! – gritaba también Emilio - ¿Quién es tu papi? ¿Há? ¿Quién es?

  • ¡Tu puto! ¡Tú eres mi papi! – gritaba mamá - ¡Castígame con machete papi!

Yo me asomé con cuidado desde el baño. La escena que vi me alborotó la concha otra vez. Mamá y su amante estaban montados en la cama de espaldas a las puertas del baño y de la habitación. Emilio se las había arreglado para ponerla en cuatro, pero con la cabeza enterrada a la fuerza entre las almohadas, él estaba de pie pero inclinado sobre ella, su verga entraba y salía del culo de mami, sus manos varoniles la sujetaban por la nuca y la obligaban a mantener la posición. Yo aproveché para cruzar la habitación en silencio pero rapidito. Cuando salí de la habitación no pude evitar la tentación de voltearme y echar una última miradita a la candente escena. Emilio no desaceleró en ningún momento, más bien como que le daba más y más duro y rápido. Sin dejar de coger el culo de mamá me dedicó una sonrisa y me lanzó un beso.

Todavía perturbada por la situación, me monté en los tacones y caminé a mi habitación. Allí estaba tirada en la cama Roxy, haciéndose las uñas.

  • ¿Y a ti que te pasó mujer? – preguntó Rox sorprendida al mirarme toda mojada.

  • Deja que te cuente marica – respondí cerrando la puerta tras de mi.

Mientras le contaba lo ocurrido a mi amiga, ella me ayudaba a secarme el cabello y a arreglarme toda nuevamente. Aún tenía pendiente la fiesta y el desvirgue de mi amado novio Víctor.

Continuará

Candy