Candela, la madre de mi amigo.

No creía que pudiera suceder, lo creía imposible.

Soy Diego, estudio y trabajo a ratos. A mis 22 años todavía no he terminado la universidad y me queda un poco. Mi trabajo consiste en ayudar a mi madre en la administración de lotería que regenta. Mi madre Laura es viuda desde hace 16 años y ella tiene 45. Mi madre es alta y guapa de cara, del resto de su físico no puedo decir mucho, porque ni la he visto en bikini, ni bañador. Y su vestuario, es como si fuera a las tiendas y comprara lo primero que ve y siempre con chaqueta y pantalón.

Como decía apenas ni se maquilla y siempre es portadora de una gran coleta. De mi dicen que soy como mi padre, que también era alto y ahora pasaría los 50. Mi vida es estudiar, trabajar con mi madre, hacer deporte con mis amigos y divertirme. Otra parte de mi vida es que todos los sábados cuando cierra mi madre la administración, nos vamos a comer a casa de mis abuelos maternos, que ellos me han criado junto a mi madre. Los quiero con locura.

Un sábado mi vida dio un vuelco. Mi madre después de comer solía echarse una siesta y luego volvía a la administración, a hacer toda la burocracia que llevaba la administración y preparar las reservas de decimos, etc. Tanto mis abuelos como yo, le decíamos que tenía que salir, airearse. Porque solo descansaba los domingos y lo hacía quedándose en casa de forma habitual.

Pues bien, ese sábado no se echó la siesta y se fue a la administración, quedándome con mis abuelos. “Critiqué” pero de buen rollo a mi madre, por no salir, por no echarse un novio y esto fue la espoleta que encendió a mi abuela. Que me replico que no le echase la culpa a mi madre, que toda la culpa la había tenido mi padre y ya quedo escarmentada. Mi abuelo la mando callar, pero ella estaba ofuscada y a mí me dolió lo que dijo de mi padre, que siempre lo había tenido en un altar, porque siempre me lo puso mi madre ahí.

Era la primera vez que me enfade con mi abuela y la “regañe” en 22 años. Provocando que mi abuela me contase, que mi padre había sido un putero, que le había dado una vida de perros a mi madre y que cuando le dio el infarto, no estaba solo y estaba en un hotel con una de sus “amiguitas” en concreto con una vecina.

Mi abuelo que era un hombre tranquilo, mostro su enfado y mando callar a mi abuela y esta vez sí guardo silencio. Entonces me dirigí a mi abuelo y su contestación fue que hablara con mi madre, que allí se había acabado la conversación sobre mi padre.

Me fui de casa de mis abuelos y marché junto a mi madre. En el trayecto reflexioné, no por lo que dijo mi abuela, si no por el silencio de mi abuelo y por algo que caí en cuenta, mis abuelos nunca hablaban de mi padre. Ni para bien ni para mal. Mi madre se extrañó al verme, porque los sábados por la tarde no pasaba por allí y antes de que me pudiera preguntar le pregunte yo.

--Mama, quiero que me cuentes, la verdad de cómo era papa. Pero la verdad.

--No sé a qué viene esto. ¿Qué te pasa?

--Sin mentiras mama, que ya me ha contado la abuela.

--Si ya te lo ha contado tu abuela, no hay nada más que contar. Lo que, si te tiene que quedar claro, es que a ti te adoraba.

--Siempre me has dicho, desde bien pequeño, que nunca me mentirías ni habría evasivas y que por eso yo tendría que hacer lo mismo. Pues recordándote esto, ya es hora de saber la verdad.

--No sé qué te ha contado mi madre. Es algo de lo que no me gusta hablar y mucho menos recordar. Seré breve, con tu padre al principio todo fue un cuento de hadas, yo no había cumplido todavía los 17, apareció tu padre un hombre hecho y derecho, guapísimo, 11 años mayor que yo, se fijó en mí, me trataba como si fuera una princesa de cuento. Estaba obnubilada y nos casamos. Desde que nos casamos todo fue de mal en peor, él bebía demasiado, era mujeriego, le gustaba el juego… y todo lo que lleva consigo eso. Lo único bueno, fuiste tú.

--Y los abuelos… ¿No se dieron cuenta?

--Mis padres sufrieron mucho, porque no les gusto desde el primer momento en el que se enteraron. Que siempre estaban con un ojo sobre mí, porque al estar tan desarrollada físicamente, más que mis amigas, tenían miedo a que pasara un disgusto. No paso como ellos pensaban, pero al final se lo llevaron de otra manera y eso es todo.

--¿Por qué no me lo contaste?

--Al principio porque eras pequeño y era buen que tuvieras una buena imagen de tu padre y fue pasando el tiempo y no creía que tuviera sentido contarlo ya.

--Pues si lo tenía, porque ahora empiezo a entender muchas cosas. Y cuando murió ¿Quién era la vecina con la que estaba?

--¿También te ha contado eso?

--Si, pero no me conto con quien.

--Da igual, no tiene sentido decir el nombre, porque ya hicimos las paces, la perdone y el marido no sabe nada y así quedara. Y como buen hijo que eres, no me lo preguntes.

--¿Por eso no has vuelto a salir con ningún hombre?

--Por eso y porque hasta que conseguí la administración de lotería, tuve varios trabajos de forma simultánea para pagar los pufos con los que me dejo tu padre y luego, ya me acostumbré.

--Y en 16 años has estado en total abstinencia…

--Eso no se pregunta, pero si, total abstinencia sexual. Y aquí estoy no me ha pasado nada. Y ya se acabó el melodrama shakesperiano. Vete a hacer tus cosas y déjame acabar con lo que estoy haciendo.

Me gusto la conversación mantenida con mi madre, aunque me dio lástima, porque en sus ojos vi mucha tristeza. Antes de llegar a mi casa que estaba muy cerca de la administración, había repasado mentalmente a todas las amigas de mi madre, descartando solo a dos de ellas, una que era viuda y otra divorciada, como se suponía que mi madre quería evitar que su marido se enterase, me centre en las casadas. Lo quería hacer de una manera fría, porque mis amigos y yo decíamos que todas o casi todas eran auténticas MILFs y eso que alguna era madre de algún amigo.

Hice mis indagaciones y dieron resultado. Que mi abuela era facilona para sacarle las cosas. Ella no sabía con exactitud quien era la susodicha, pero me confirmo o que era Blanca o Candela.

Blanca tenía 48 y su marido Julián mayor que ella, pero ni idea de la edad. Candela 46 y Rubén su marido 52, siendo padres de mi amigo Kiko que tenía 25 y era el mayor del grupo. Cualquiera de las dos estaba muy buenas. El resto de las pesquisas fueron infructuosas y regrese a la fuente de la sabiduría, mi abuela. Esta vez me logre enterar, que mi madre estuvo enfadad con las dos, porque una era la que tenía el rollo con mi padre y la otra lo sabía y la encubría, siendo amigas de mi madre. Me jure a mí mismo, que me las follaría a las dos.

Mis dos caballos de Troya fueron, Julián el marido de Blanca que siempre me daba el coñazo con problemas en su ordenador y con Kiko acudiendo más a su casa. A los tres meses era prácticamente uno más en sus casas. Si ya había confianza, creció más en ese tiempo. En mi madre no note ningún signo de disgusto por estar siempre con ellos, actuaba con total normalidad.

Era época de caza y como el padre de Kiko era cazador se marchaba unos días fuera. Rubén se fue un miércoles y el jueves y viernes estuve en casa de Kiko hasta la madrugada, jugando con la consola. Esas dos noches aprovechaba para salir de la habitación a ratos, con diversas disculpas. Apañándomelas para acercarme donde estaba su madre, Candela es una mujer rubia, un rubio normal, nada llamativa, muy discreta, con melena. Buena figura y le gustaba lucir todos sus atributos, que no eran pocos. Lo que se podía oír a la gente es que no vestía para la edad que tenía.

Estaba viendo la televisión y estaba con las piernas sobre el sillón, quedando recostada a todo lo ancho y con un cojín puesto en su regazo. Se veían bien sus largas piernas y su blusón que, aunque tenía todos los botones abrochados, se notaban perfectamente sus buenas tetas. Me ofreció un cigarrillo y le di las gracias, pero como no fumo no se lo acepte, para coger la cajetilla se movió y llevaba unos pantalones cortos. Quise lanzar la primera andanada, para saber si no me habían mentido y ver su reacción.

Kiko en un momento de la noche, cuando le pregunte que hacia su madre me respondió, que viendo la tele en plan Bar Rafaeli. No sabía si era actriz, cantante, modelo, presentadora o que. Y cuando me interese, Kiko me decía que era una tía que estaba buenísima que era modelo y que su madre estaba empeñada en que se parecía. Su madre estaba más pendiente de la tele que de mí, hasta que empecé a actuar.

--Uy Candela, ahora cuando te has quitado el cojín y te has movido, me has recordado a Bar Rafaeli.

--¿A que sí? Menos mal que alguien lo reconoce.

--No sé a los demás, pero me la has recordado mucho. Eso sí y no es por quedar bien, tu mucho mejor.

--Y eso que no voy arreglada.

--Claro que ella sale siempre impoluta, pero seguro que, en su casa, ni poniéndose muy descarada, estaría como tú.

--Eres muy tunante y osado, pero muchas gracias.

--Me vuelvo con Kiko.

Me fui satisfecho había hecho diana. Cuando me marche ya no estaba su madre levantada. La siguiente noche pensaría otro “ataque” sutil. Al irme de madrugada a mi casa, la madre ya no estaba y no me pude despedir de ella. Al día siguiente que era sábado Kiko y yo saldríamos por la noche, pero me invito a cenar en su casa y luego el marcharnos.

Antes de ir a cenar a su casa, había mirado por internet a la Bar Rafaeli, la verdad que se parecían en bien poco. Eso si ambas eran rubias y de ojos claros, del resto por las imágenes que había visto, Candela tenía las tetas bastante más grandes, igual que el culo, que no quería decir que estuviera peor y otra cosa tenían en común, leí que la modelo media 1.74 y la madre de Kiko estaría por ahí o más. Aunque digo que no se parecían, no le diría que estaba equivocada, todo lo contrario.

A casa de Kiko fui temprano y como siempre le pillé con la consola. Por lo que me dijo había estado prácticamente toda la noche jugando, enseñándome a donde había llegado. Su madre no estaba y me disgusto, porque ella sabía que a esa hora iría yo y me había hecho la película de que estaría “esperándome” vestida de forma provocativa.

Hice que descansara del juego, con el pretexto de tomarnos algo. Él decía que no, que no eran ni las 5 de la tarde, no le hice caso y le pregunte que tomaría, que lo prepararía yo. Cuando le di su bebida me dijo en voz alta que me había pasado con lo que le había puesto y me dijo que yo me había puesto menos, le mentí diciéndole que ya había dado un trago, que venía con mucha sed. Si, mi intención era que se “indispusiera” con la bebida, algo que no resultaba difícil.

A las 7 cuando llego su madre, Kiko ya estaba con la lengua “retorcida” y la madre saludándome me decía que le parecía que hoy no saldríamos, por lo menos su hijo. Venía con pantalones y muy discreta, nada de como la había tenido en mi mente. Llevaba botas y el pantalón tan ajustado hacía que vista por detrás era para “empujarla” hasta perder el aliento.

Estaba fresquísimo, la bebida que tenía en mi mano era la misma toda la tarde. Sin embargo, Kiko se había animado y estaba ya casi vencido. La madre iba a hacer de cenar y Kiko se emperro en que quería pizza. Tan pesado se puso que la madre pidió pizza. Antes de llegar la pizza Kiko había caído derrotado y con mi ayuda lo llevamos a su cama. Hasta ese momento iba como lo había planeado. Ahora venia el disculparme y marcharme, volvió a salir como pensaba, la madre me dijo que no, que me tenía que quedar, que las pizzas ya estaban encargadas y me dijo que la ayudara a poner la mesa, le conteste que no hacía falta que podíamos comer en la misma cocina y después de un poco, la convencí.

Ya teníamos las pizzas y propuse beber vino, que sabía que a ella le gustaba y que sabía que la hacía ponerse alegre, aunque ella estaba siendo precavida en lo de beber, en el momento que se descuidaba le ponía un poco más, de tal manera que no viera la copa vacía. Quise sacar la conversación del día anterior sobre la Bar Rafaeli.

--Pues quien te diga que no te pareces a la Bar Rafaeli, dile de mi parte que están cegatos. Aunque supongo que lo dirán tus amigas por envidia.

--No lo dirás por darme bola.

--Que va, ¿Por qué tendría que darte bola?

--También tienes razón.

--Si lo he mirado en internet, por si me estaba confundiendo de mujer, por eso que te dicen que no te pareces y no me equivoque.

--Menos mal, que ya empezaba a pensar que estaba tonta.

--Supongo que quien te diga que no, de buena fe, puede ser porque las imágenes de ella están siempre con una ropa de fiesta, muy lujosa, que eso hace mucho.

--Que quieres decir con eso, ¿Qué yo no tengo buenos vestidos?

--No que va. Luego te lo enseño en internet y me entenderás.

--Vale, que ya me habías dejado tocada.

--No mujer si seguro que tú con cualquiera cosa que te pongas estarías bien.

--Adulador. Pero tengo espejos y no. Tu madre sí que está bien de siempre, pero yo…

--No digas que no, que tu estas para… bueno que estas muy bien.

--Que quieres decir con ese “para”

--Venga invítame ahora una copa, mientras enciendo el ordenador de tu hijo y te muestro lo que quería decir.

Fui al cuarto de juegos más que de estudio de Kiko y busqué lo que quería. Saque las fotos de ella, con vestidos escotados y sin sujetador, con minifaldas, vestidos de noche etc. Y cuando me trajo la bebida Candela, deje que se pusiera delante para ver las fotos y me quede muy pegado a ella, me costaba contenerme para no pegarme a ese culazo. Me dio la razón en parte y me decía que ella tenía ropa muy similar, lo mismo no del precio de la que ella llevaba, pero también muy bonita. Era el momento de contestarla, un si tú lo dices, con un poco de soniquete, esperando que hiciera efecto y vaya si lo hizo.

Al volver a la salita me dijo que ahora venia. El sonido de sus tacones, resonaban por toda la casa y regreso cargada de vestidos con sus perchas. Dejo todo con cuidado sobre la mesa del salón y cogió el primer vestido. Lo sujeto por la percha y se lo puso delante de ella diciéndome si no le quedaba bien. No era como lo había pensado y le dije que, sí que era bonito, pero que no le daría bola diciéndole que, si le quedaba bien, porque así no era capaz de apreciarlo.

Se quedo como una estatua y después dijo que ahora volvía llevándose el vestido negro. Sabía que ya habíamos llegado a donde quería llegar, el resto era ya cosa mía, echar los arrestos necesarios y ver qué pasaba. Si fuera una de mi edad ni lo dudaría, porque nunca me echaba para atrás. Por lo menos lo intentaba. Si salía bien y si no, pues nada. Aunque la gran mayoría de las veces me salió bien, pero esta era una mujer de 46 años, 24 más que yo, madre de un amigo y amiga de mi madre. Sabía que, si salía mal, que las consecuencias podrían ser irreparables. Todo dependería de la siguiente media hora.

El tiempo se hacía eterno, no sabía si ir a su habitación por si se había quedado dormida o le había pasado algo, porque no era normal. Esta que iba que no iba, cuando oigo que viene. Me pongo sentado normal, no queriendo que se me notara que estaba nervioso y como no dando importancia a nada. Porque ya estaba preparando decirle que se pusiera uno de los vestidos que había llevado y que se tenía que ver despampanante.

Alucinación, espejismo, eso es lo que me paso cuando vi a Candela. Botas, vestido cortísimo, dejando ver sus muslos, un vestido con un escote que costaba retener esas tetas y dos tiras como hilos aguantando ese vestido. Se había maquillado y arreglado la melena.

--Y ahora que, ¿Soy como ella o no?

--Pues sinceramente no.

--¡¿NO?!

--Estas mucho mejor, ya quisiera ella tener ese cuerpo que tú tienes.

--Que dices, no seas pelotillero y no me des coba, que seguro que te gusta más ella.

--Si estuviera ella aquí y pudiera bailar con una de las dos, te elegiría a ti sin dudarlo.

--¿Te gusta bailar?

--Me gusta y me relaja, me siento muy a gusto.

--Que suerte tendrá tu novia, que mi marido de bailar no quiere ni oír hablar.

--No tengo novia.

Al decirle que no tenía novia, empezó a indagar y a hacerse la “graciosa” con lo de no tener novia. Hizo un comentario de que tampoco le extrañaba porque estábamos todo el día enganchados a la consola. Mi replica fue decirle que eso su hijo, que yo, si había una mujer guapa, ni consola ni nada y mientras se sonreía y antes de que pudiera decir nada, le dije que era una pena no aprovechar lo guapa que estaba y bailar. No dijo ni sí ni no. Se sentó y me pidió que le sirviera más bebida. Me senté luego junto a ella y al ser el vestido tan corto se veía más. Jugaba con el vaso, con sus dedos y su boca.

--¿Cómo le gustan las chicas a mi hijo? Porque no creo que le gusten los chicos. Como va siempre contigo.

--Pues no Candela, entre tu hijo y yo solo hay una sana amistad. A tu hijo si le gustan las chicas. Aunque tenemos gustos distintos. A Kiko le gustan de su edad o más jovencitas, recatadas, pero que manden, que no estén todo el día preguntándole que hacer. Como me dice el, que sean buenas chicas, de familia conservadora, que no digan palabrotas, que sean muy correctas en todo.

--¿Y a ti no te gustan así?

--Pues no.

--Lo que descubre una. ¿Cómo te gustan a ti? Si no es una indiscreción.

--A mí me gustan de todas las edades, pero me dan más morbo las “maduritas” y no me gustan recatadas, las incorrectas y que en los “momentos” adecuados sean muy mal habladas y otras cosas que me guardare para mí.

--No, no, por mí no te preocupes sigue contando.

--Ya está bien, que al final diré algo incorrecto y eres la madre de mi amigo.

--Que yo me entere, entonces te gustan las maduritas que no sean recatadas. ¿Entonces como tendrían que ser?

Menuda zorra, me estaba poniendo cachondo y me daba cuenta. Seguro que quería ponerme como un burro, para luego decirme que buenas noches. Cambié la conversación y le dije de bailar. No me respondió y se fue a poner música romántica y nos pusimos a bailar, muy mesurados por ambas partes. Algo normal, pensando que su hijo estaba en casa y que el bailar no quería decir que estuviera dispuesta a follar. Como estaba empalmado, quise que tuviéramos un ligero contacto para que ella se diese cuenta.

Lo hice con mucha delicadeza, hasta que noté su roce sobre mi nabo. Tras un pequeño impasse, Candela se arrimó más y se movió. Me entro un súbito placer en mi nabo. Ella volvió a preguntarme que como me gustaban entonces las maduras. Esta vez no fui melindre, acercándome a su oreja le dije que me gustaban, muy putas, muy cañeras y que les gustara recibir. No se escandalizo ni se asustó, tampoco me llamo la atención por mis palabras, solo me pregunto, si conocía a alguien así y me lo puso a huevo, contestándole que sí, que había una que reunía esas condiciones y que era ella.

No se separó de mí, solo echo su cabeza para atrás y mirándome con ojos encendidos, me dijo que lo mismo me había pasado y sin responderle la bese. Respondió con mucho entusiasmo a mi beso. Tal vez me precipite un poco, porque no me esperé y metí mis dos manos por debajo de su vestido, apoderándome de sus nalgas. Por lo que se ve, le provoco un arrebato de honestidad y arrepentimiento, se apartó de golpe.

--Esto no está bien, estoy casada, eres el mejor amigo de mi hijo, para Rubén y para mi eres como un hijo más, esto no está bien y no teníamos que haber llegado a esto. La bebida nos ha jugado una mala pasada y fíjate si hubiera salido Kiko y nos hubiera visto así, un escándalo, un disgusto, no puede ser.

--Creía que serias más adulta, pensaba que eras más liberal. Y no soy tu hijo, pero si fueras mi madre hubiera hecho lo mismo y no me disculpo, ni busco excusas diciendo que es la bebida. Es que siempre te he tenido muchas ganas y desde muy niño me he hecho pajas pensando en ti. Eso es lo que es cierto y real.

--¿Te oyes? Solo dices burradas. No ves que no es normal. Que nada de esto es normal. Que en otra habitación esta tu amigo.

--Ya lo sé y no tiene por qué enterarse, ni él ni nadie.

--Que no, que no, que no es normal, que es antinatural, Diego que no.

--Tu estas tan cachonda como yo, estamos perdiendo un tiempo muy valioso.

--He dicho que no y es que no. Pongamos un poco de cordura.

Sabia por su mirada que estaba al borde de sucumbir, que le estaba costando cada vez más, el decir que no y una mierda de llamada corto el momento álgido. Era el aguafiestas de su marido. Se asusto o se sobresaltó al oír el teléfono, para luego poner cara de relax, por haberse roto ese momento de tensión sexual, una tensión muy fuerte. Hablaba y hablaba, aunque quería disimularlo estaba nerviosa, no paraba de enrollarse el pelo en su mano libre. Cuando su vista se cruzaba con la mía, más movía su mano libre y su perna que estaba cruzada con la otra, no paraba de moverse.

Sabía que era el momento de hacer algo, pero no sabía el que. Incluso lo mismo me tenía que marchar, para dejar que se tranquilizara. Me faltaba un poco de experiencia estaba clarísimo. Tenía que suplir esa falta de experiencia con imaginación. Me puse frente a ella, mirándola con deseo. Si me hacia algún gesto serio, me marcharía y si no, pues vería lo que pasaba. Se puso más que seria, tensa. Hablaba con su marido de que Kiko que había puesto “malo” y que se tuvo que ir a la cama. Ahora quien hablaba mas era su marido, porque ella estaba callada. Le hacía jueguecitos con mi lengua, permanecía impasible, aunque se empezaba a vislumbrar en la comisura de sus labios, un retazo de sonrisa. Lo que me animo a seguir y cuando cambio las piernas de posición, aunque lo hizo de tal manera que no se pudo ver nada, hice como si hubiera visto algo, haciendo más gestos, maliciosos.

Me puse de pie y empecé a hacer un striptease. Solo de cintura para arriba. Sonreía y me hacía gestos de que parase. Me acercaba a ella y me empujaba para que no me acercase más, pero la notaba que estaba en plan gracioso. Lo intuí como una señal y me animo a continuar. Me quite los pantalones y por hacer el gracioso casi me caigo y ella se aguantaba la risa. Todo esto lo hacía de espaldas a ella y cuando me gire, parte de mi nabo salía por la parte superior de mi slip. Su sonrisa y su mirada cambiaron, no hacía ningún gesto.

Me acerque a ella, estaba todo en juego. Paro hasta de mover la pierna, mientras seguía escuchando a su marido, cogí su mano libre y la puse sobre mi slip, para que notara mi nabo. No lo agarro, dejo su mano estirada, apretaba y subía y bajaba la palma de la mano. Debió de preguntar por mí, ya que Candela le decía, que Diego (Yo) cuando vi a Kiko como estaba decidí marcharme. Ella decía que normal, que seguro que ahora estaría con alguna “pelantrusca” quitándome las ganas.

Candela ya dejo de tener solo la palma apretando mi nabo, me bajo un poco es slip dejando al aire mi nabo. Lo miraba con atención y ahora si lo agarraba con su mano. Mientras no hablaba dejo caer saliva sobre mi capullo, restregándola con la mano por mi nabo y se entretenía en hacerme una paja con mucha lentitud, mirándome a los ojos y con una sonrisa provocadora. Como no tenía bastante con eso abrió sus piernas y se levantó el vestido, dejando ver lo que era su tanga de color negro.

Según se producía la conversación, el marido debía de querer cortar ya la comunicación y ella con voz melosa, le decía que no, que siguieran hablando que estaba muy aburrida. Primero metí una mano por su escote y rápido sentí sus tetas libres, sus pezones duros y su cara llena de gusto cuando se los tocaba.

Después de tocárselos un rato, llevé mi mano a su entrepierna, al tocar su tanga vi que estaba empapado y al apartarlo, que me costó, su coño estaba encharcado. Se echó para atrás apoyando su cabeza en la pared. La puta lo está disfrutando y yo también. Estaba ya harto quería que me la mamara y la acerque a su boca, empezó a mamarla despacio y lo dejaba de hacer para contestar algo a su marido, pero una vez que acababa volvía a meterse mi nabo en su boca. Con dos dedos le hacia señas para que cortara y se sonreía, hasta que le dijo a su marido que se iba a la cama y que se iba a hacer una paja pensando en él. Hubo unas risas entre ellos y luego acabaron.

Candela me dijo que recogiera toda mi ropa y que la acompañara. Fuimos a su habitación y antes paso por la de su hijo, quería comprobar que estaba dormido, cerro bien la puerta y luego cerramos la de su habitación. Se quito el vestido y el tanga, se tumbo en la cama y me dijo que me acercara, nos besamos y luego me dijo que me bajara, quería que la comiera el coño.

Nada mas empezar a lamer su coño, respiraba de forma entrecortada y decía entre susurros, así mi niño, así mi niño, una y otra vez decía lo mismo, la diferencia que cada vez lo iba diciendo con mas intensidad. Hasta que movió todo su cuerpo y se corrió. Escapándole un grito que le preocupo a ella y a mí, porque era para que lo hubiera oído su hijo Kiko. Me pidió que me asomara para ver si se había despertado, desnudo como estaba me acerque con cuidado a la habitación de mi amigo, abrí un poco la puerta y oí como dormía profundamente, cerré y regrese a la habitación.

Candela estaba esperándome de rodillas sobre la cama con su culo esperándome. Fui como un toro, lanzado a follármela y ella me freno, me dijo que le acariciara primero su culito. No era como las “niñatas” con las que había follado hasta ahora y no lo digo despectivamente, se notaba la experiencia.

Acariciaba su culo con mucha suavidad, no me había visto en otra situación similar, ella arrullaba con mis caricias y moví su culo de un lado a otro. Hasta que me dijo que no era necesario tanta suavidad, no sabia que era lo que quería ahora. Hasta que como “enfadada” me pidió que le vapuleara su culo, que lo intercambiara con las caricias.

Mi perplejidad fue importante, pero me adapté a lo que ella quería, le di un primer tortazo en el culo mas o menos suave, ella no dijo nada. Seguí dándole y según aumenté mi fuerza ella empezó a gemir con mas ímpetu. Ya me daba igual pasarme o no, estaba metido en lo que ella quería y tampoco espere una invitación, me la folle en esa posición, esa situación me puso más “bestia” y la folle con mucha potencia, sin dejar de pegar a su culo.

Ella me decía que era un salvaje cabrón o un cabrón salvaje no me acuerdo y se le escapo algo así como que era más duro que mi padre. Pero pedía más, se corrió y me pare un poco y me grito que no parara así hasta que se corrió varias veces más. Hasta que se dejo caer de golpe en la cama y con la luz, me di cuenta de que su culo estaba mas que rojo, me había pasado bien pasado. Todo me daba igual, lo que quería era correrme, que estaba muy necesitado ya y nos pusimos a hacer un 69, la puta mientras se metía mi nabo en la boca me metió un dedo en el culo, en respuesta le metí yo otro a ella, la diferencia que sentí como ella gimió al notarlo, luego metí otro y otro, teniendo hasta tres dentro de su culo.

Luego cuando estaba para correrme, ella me presionaba en un sitio y era como si me cortara la corrida, así estuvo bastante rato hasta que estalle en su boca y ella en la mía, menuda dos corridas. Me pidió un respiro, se levanto y se miro el culo en el espejo de la habitación, exclamando, madre mía, esto mañana se me va a seguir notando, que salvaje que eres, ya veré como lo hago para que Rubén no se de cuenta, me tocara enfadarme con él.

--¿Cómo que enfadarte?

--Trucos de mujer. Si estoy enfadad con él, no hay sexo y si no hay sexo, me pongo pijama y no se me ve nada.

--Que bruja que eres.

--La culpa es tuya por darme así de fuerte, que nunca me pusieron así el culo.

--¿Ni mi padre?

--¿Qué estás diciendo?

--Lo que se te ha escapado antes a ti. Que me has dicho que era más duro que él.

--No lo interpretes mal, yo no fui la mujer con la que estaba cuando le paso, lo que le paso. Que tu padre era muy mujeriego y no lo digo con mala baba. Estaba muy bien, era todo un truhan y follaba de lujo. Era un gran embaucador.

--¿Quién fue la mujer que estuvo con el ese día?

--Paso palabra. No diré nada.

--Bueno ya me lo dirás. Y porque dices que soy más duro.

--Sois muy parecidos y a la vez muy diferentes. He notado que era la primera vez que azotabas a una mujer, te costó, pero al final lo hiciste muy bien. Tu padre tenía otro estilo.

--¿Cómo que otro estilo?

--Pues tenia una experiencia que tu no tienes, pero que te llegara. Como físicamente tu padre tenia buen cuerpo, se veía que se cuidaba, pero no el cuerpo que tienes tú y muchos jóvenes ahora. Como tampoco estabais igual de dotados y antes de que preguntes, tu padre estaba bastante bien dotado, pero su descendencia veo que ja mejorado.

--Mi madre, ¿Sabe lo tuyo con mi padre?

--No. Y quiero que siga así. Tu padre no era mala gente como dice tu abuela. Con lo que te voy a decir no quiero que interpretes que hecho la culpa a tu madre, que no es así. Tu madre es una mujer muy guapa, siempre ha estado muy bien físicamente, lo que le ha pasado siempre es que ha estado llena de remordimientos.

--¿Remordimientos?

--Si tu madre como todas o como la mayoría hemos hecho de todo, a mi no me da remordimientos y a tu madre, supongo que, por la educación recibida, cada vez que hacía algo “guarro” según ella, después, aunque lo hubiese pasado bien, le daban los remordimientos y tenia a tu padre a dos velas semanas. No es que me lo contara tu padre, me lo ha contado tu madre.

--Lo de hoy, ¿No te dará remordimientos?

--Ninguno. Igual que a tu padre no le daban lo que “necesitaba” mi marido en la actualidad no me da lo que “necesito” ley de vida.

--No sé si desvarías o eres muy lúcida.

--Mas bien lo segundo, fíjate si soy lucida, que sabía que querías follar conmigo, como se que quieres follar con alguna otra, que se os nota mucho. Me dije que no lo iba a buscar, pero si te ponías a tiro, no me achicaría.

--¿Esto a donde nos lleva?

--Esto nos lleva, a que ahora te vestirás y te iras y para mi hijo, te fuiste una vez acostado él. A lo siguiente que nos lleva, es que si tu quieres volveremos a follar, pero buscare un sitio donde poder explayarnos mejor. ¿Te parece bien?

--Me parece muy bien.

Y hasta aquí llego esa primera vez.