Campus sexual (II)

Segunda parte de la historia.

Me desperté en mi habitación a la hora de comer. No se como llegue allí después de lo de Taylor, mi cuerpo desnudo seguía cubierto de semen y tenía restos de sangre por el cuerpo, además de las contusiones en la cara por los bofeteos del hombre.

La mujer vestida de látex entro de nuevo en mi habitación - ¿Qué te ha parecido Taylor? Supongo que te habrá gustado, tal y como gemías. ¿No?- asentí con la cabeza en silencio – tranquila por el semen, todos mis chicos están estériles, por lo que no correrás el riesgo de quedarte embarazada. Hoy tendrás una prueba directa frente a otra aspirante a mi campus. Prepárate dentro de un rato vendrán a buscarte.- la mujer salio de la estancia y yo comencé ha pensar que era eso del duelo.

Dos hombres me condujeron a otra sala más grande que mi habitación de más o menos veinte metros cuadrados donde había una mesa en el centro. Me situaron frente a la mesa atándome las manos a unos grilletes y las piernas abiertas a dos de las patas. Me tuvieron un rato esperando hasta que condujeron a la sala a una de las chicas de la furgoneta, era la asiática, llegaba en las mismas condiciones que yo pero se le veía más fuerte sicológicamente. La colocaron en la misma posición y se nos acerco la mujer. Esta última llevaba unos pantalones de látex muy apretados y un sujetador de cuero muy ceñido que realzaba sus maduros pero firmes pechos. Dejaba salir una coleta rubia sobre una mascara de látex con una boca abierta.

-Esta prueba decidirá cual de las dos sigue en la academia. Las dos llegáis en perfecto estado tras los días de descanso desde vuestro último entrenamiento. ¿Alguna quiere preguntar algo?- se queda un silencio inquietante. – La que gane tendrá mis respetos y pasara al siguiente curso. La otra tendrá la opción de repetir lo hecho anteriormente o irse. La prueba consistirá en que ganará la última que siga en pie o la que no se rinda. ¿Lo habéis entendido?- tras decir esto se situó encima de la mesa entre las dos. Comenzó a deslizar sus manos sobre nuestras espaldas, cada vez con más recorrido, hasta que llego al culo. Empezó a azotar nuestras nalgas al unisono. La asiática gritaba con cada azote dado que cada vez aumentaba la potencia, mientras que yo permanecía tranquila dado que estaba acostumbrada a los azotes de mis parejas. La asiática comenzó a ponerse roja mientras yo me mantenía serena en la posición. Se bajo de la mesa, cogió dos vibradores y nos los introdujo lentamente en el coño mientras nos introducía uno a uno los dedos en el ano. Comencé a gemir, ambas gritábamos más y más conforme iba subiendo la intensidad del vibrador. Nos introdujo otro vibrador en la boca  y nos dijo que no lo sacáramos, que sería penalizado.

Esto producía una sensación de placer el sentirme penetrada por casi todos mis orificios junto a otra mujer excitada de la misma forma que yo, que comencé a correrme lentamente. La asiática estaba disfrutado como una perra en celo, ponía unas caras de placer indescriptibles mientras arañaba la mesa por no arañarse a si misma, mientras gemía como una puta el ser penetrada múltiplemente. La mujer nos fue  introduciendo una hilera de bolas chinas en el ano, era la más grande que había visto nunca, tenía al menos diez bolas del tamaño de una pelota de golf. Nos comenzó a introducirnos una a una las bolas, las primeras entraban bien pero la cuarta comenzó a hacerse más grande y el espacio restante de mi recto no era demasiado amplio, por lo que el placer era intensísimo. Las bolas fueron entrando una a una hasta que en la bola doce, ya del tamaño de una pelota de frontón, a la asiática se le salió el vibrador de la boca. - ya te lo avise “chinita” si se cae hay castigo. Mientras te castigo, tu rival podrá descansar un poco.- tras decir esto la mujer se coloco tras la asiática, le introdujo el vibrador en la boca y de un tirón saco las doce bolas chinas, provocando un grito sordo de la china acompañado de la caída de su vibrador otra vez y que le reventara el ojete por lo que comenzó a sangrar. – ¿otra vez e te a caído? Que pena, te toca otro castigo.- la mujer se situó en el lado opuesto de la mesa y se agarro arañando a los pechos de la asiática mientras se dejaba caer al suelo, lo que provoco que la asiática cayera de rodillas y perdiera la prueba. La asiática comenzó a llorar mientras la mujer me soltaba de la mesa y me retiraba los juguetes sexuales del cuerpo. - ¿Qué quieres que haga con ella?- me pregunto, pero no sabia que responder así que me mantuve en silencio. – No sabes que hacerle, tranquila ya me encargo yo. Tu solo tienes que mirar. Micky ven!- grito al pasillo.

Un hombre vestido con una túnica roja entro en la sala, llevaba la cara oculta tras una mascara de hierro y el pelo cubierto con una capucha. – fíjate,¿ ves ese juguete que lleva en la mano? – se dirigió la mujer a mi. – es un consolador especial. Ahora veras como funciona.- otros dos hombres con túnicas pero con la cara descubierta entraron en la sala. Uno le agarro de los brazos y el otro de las piernas. El primer hombre le introdujo un consolador largo y fino en la boca y otro igual en el ano. Acciono un botón situado en el extremo opuesto del consolador por lo que este comenzó a ampliarse con tal fuerza que acabo perforando a la asiática de extremo a extremo del cuerpo, la que introdujo por la boca le salio por el ombligo y la del ano a la altura del cuello, por lo que la asiática murió en el acto tras una “penetración extrema”. – Ya sabes lo que les pasa a las no aptas, espero que no corras la misma suerte.- me miro y sonrió en silencio. – ahora uno de estos hombres te acompañará a tu nueva habitación.

Mi nueva habitación era el doble de grande que la primera, en esta tenía una cama y una mesa para comer, pero seguía sin servicio por lo que estaba cada vez más asquerosa. Desde entonces las comidas mejoraban, no había ya puré y la carne me la daban con cubiertos, el menú era más surtido ya que había cada día una cosa diferente, por lo que se perdía la cuenta de los días.

Al cabo de unos días uno de los hombres se acerco a mi habitación y me saco a una explanada de barro donde había otras mujeres que nunca había visto, eran de todas razas y ninguna sabía por que las habían llevado allí. La mujer de látex apareció subida a un balcón de la casa desde donde se controlaba la explanada rodeada de una valla de cinco o seis metros de altura. – Buenos días a todas. Espero que estos días hayáis descansado, porque hoy necesitareis todas las fuerza. Vais a tener que comerle el coño a una de las mujeres con el numero que diga, y la ultima será descartada, las tres finalistas pasaran de ronda y volverán a sus habitaciones para competir en una revancha. Bueno comencemos, todas al centro. El primer numero es el… 1!- todas corrimos hacia allí y al llegar no dimos cuenta que era una de las que habían sido asesinadas, pero como no queríamos correr la misma suerte que ellas comenzamos a chuparle el coño. La que llego la última fue separada del grupo por uno de los ayudantes de la mujer. – el 5- todas nos movimos hacia allí y comenzamos de nuevo a chupar, al cabo de un rato solo quedábamos cuatro y yo era la más lenta así que sabía que tenía que espabilar, por lo que me puse la más retirada del grupo. – el 2- salí corriendo la primera y comencé a lamer, me quede petrificada al ver que coño era, era la asiática a la que había vencido en la prueba anterior, la ultima en llegar fue eliminada y nos quedamos las tres en el centro, éramos una mulata, una pelirroja muy blanca y yo.