Campus sexual
Estas en un centro de reclutamiento sexual en el cual serás entrenada para hacer disfrutar a mis singulares clientes.
Era un jueves normal y yo salía a correr, como todas semanas, a un parque cercano a mi casa, porque hay que mantener la figura. Ese día comencé un poco más tarde porque me entretuve más de la cuenta en el trabajo. Trabajo como secretaria en un buffet de abogados.
Al rato de estar corriendo me sentía observado, pero no veía a nadie como era normal a eses horas. Al ser más tarde de la cuenta aumente el ritmo para terminar antes. Cuando ya estaba volviendo, vi a dos hombres trajeados sentarse en un banco en una esquina del parque por la que yo iba hacia casa. Ambos se me quedaron mirando pero a lo que llegue a su altura ya no estaban. Al salir del parque pague el esfuerzo de aumentar el ritmo, por lo que tuve que parar en una esquina para recuperar el aliento. De repente aparecieron dos furgonetas negras y me rodearon. Se bajaron tres encapuchados y me introdujeron en una furgoneta. En aquella siniestra furgoneta estábamos tres chicas, una asiática, una mulata y yo.
La furgoneta se puso en marcha y nos llevo durante media hora larga, que se me pareció una eternidad. Dos hombres bajaron de la furgoneta y nos dejaron allí encerradas.
¿Zoe que hacemos con las chicas?- grita uno de los hombres con un aire de paleto.- ¿las sacamos de la fragoneta?
NO!!!!!- se oye desde el interior de la otra furgoneta.- déjalas ahí un rato más.
¿Qué pasa Scout?- grita una mujer. Esto nos deja a todas con la boca abierta, y comenzamos a temer por nuestra vida.
Al final nos sacaron de la furgoneta y nos condujeron a una sala pequeña e individual, que no tendría mas de cinco metros cuadrados y dos de altura, no tenía ninguna ventana y la puerta era totalmente recia de acero por lo que no entraba nada de luz, así que perdí la cuenta de que día era, si era de día o de noche. Nos daban un puré de patata para comer y cada seis purés un trozo de carne que teníamos que comer sin cubiertos. De esta forma contabilizaba los días, o por lo menos eso creo.
Pasaron cuatro trozos de carne por lo que serías veintiocho días cuando una mujer vestida de cuero entro en mi “celda”.
-¿Qué estoy haciendo aquí?- y al tiempo que yo preguntaba me arreó un guantazo que me tiro al suelo.
- Aquí las preguntas las hago yo. Así que cállate si no quieres mas. Estas en un centro de reclutamiento sexual en el cual serás entrenada para hacer disfrutar a mis “singulares” clientes. Dado que tu forma física es de las mejores del champús, tú empezaras un poco antes que las demás.- al decir esto se dio la vuelta y salió la habitación. Esto me dejo petrificada, ¿Qué es eso de un centro de reclutamiento sexual? ¿Me van a convertir en una prostituta contra mi voluntad?
Estuve dos carnes más hasta que dos hombres entraron en mi habitación, ambos iban desnudos aunque portaban un cinturón de castidad. Me cogieron cada uno de un brazo y me sacaron a rastras de la habitación. En el pasillo en el cual me encontraba tenía cinco puertas, todas como la de mi habitación numeradas con el alfabeto griego, yo estaba en la delta. Fui trasladada a una sala con el suelo de baldosas y un banco en el centro en el que me senté. Los dos hombres se fueron y apareció de nuevo la mujer.
- Desnúdate, hoy te darás tu primera ducha en nuestro campamento- Mire el techo y lo que parecía un sistema antiincendios eran unas duchas. Me comencé a desnudar frente la atenta mirada de la mujer. Al quedarme en sujetador y bragas, aparecieron los dos hombres de antes juntos a la mujer. – Basta! Grito la mujer. Ellos te terminaran de desnudar. Pero antes les quitare una cosa.- esta se agacho y soltó el candado de castidad de ambos hombres y sus largos penes colgaban de entre sus piernas. – Estos son Cletus y Max, ellos te acompañaran en la ducha.- ambos se acercaron a mi y me desgarraron el sostén dejando relucir mis impresionantes pechos de la talla noventa respingones. El otro se enrolló las bragas en la mano y tiro hacia el hasta romperlas mientras se incrustaban en mi ano.
Se encendieron las duchas y comenzaron a meterme mano bajo la atenta mirada de la mujer. Uno me manoseaba la parte de arriba y el otro de cintura para abajo. Comenzaron frotándome con sus manos. Me retorcían las tetas, me pellizcaban y me estimulaban el clítoris. Uno me introdujo los dedos en la boca y el otro me abría a tirones la raja del culo. Me pusieron de rodillas y me metían a la vez las dos poyas en la boca, luego una y la otra entre las tetas, luego uno me la metía en la boca y el otro me daba azotes con ella en el culo. La mujer hizo un gesto y pararon. – Por hoy es suficiente chicos. Ahora tu lávate bien tu sola cuando termines te llevaremos de nuevo a la habitación.- me termine de duchar y me introdujeron los dos hombres de nuevo con el cinturón en la misma habitación. Me pasé el resto de la semana llorando por ser violada y con miedo a volverlo a ser.
Unos días después volvieron a entrar dos hombres y me llevaron a otra sala más grande con verjas en las ventanas y un montón de puertas de barrotes. En un balcón en la sala apareció la mujer. – Hoy tengo una sorpresa para ti.- se comenzó a reír pero pronto paro dándose cuenta de que se había vuelto a vestir. - ¿alguien te dijo que te vistieras? ¿No verdad? Pues lo de hoy lo vamos a hacer mas entretenido ya que haces lo que te da la gana. Taylor ven aquí ya.- grito desde el balcón. En una de las puertas apareció un hombre enorme, de más de dos metros, muy musculado y con diversos tatuajes en el cuerpo. Venía sin el cinturón de castidad por lo que se pudo ver como al verme se comenzó a empalmar, y os lo aseguro, no era un juguetito, le mediría alrededor de veinticinco centímetros y bastante gorda. Sus dos huevos colgaban como dos campanas del tamaño del big ben. – desnúdate!!- gritaba la mujer desde el balcón, mientras se abría la puerta de Taylor. Este se abalanzo sobre mi nada mas terminar de desnudarme y comenzó a chuparme el cuerpo. Me sentía sucia, llena de babas, así que lo empujaba para que me dejara de lamer, en uno de esos empujones se enfado y me abofeteo la cara por lo que quede a su merced. De beso en los labios introduciendo su lengua asta mi campanilla, le mordí y arranque un grito de su boca. El me volvió a abofetear por lo que comencé a llorar. Me puso a cuatro patas y metió su poyon por mi ano mientras manoseaba mis tetas con una mano mientras con la otra me estiraba la boca desde dentro. Yo gemía de placer dado que el sexo anal es mi preferido pero no en esas condiciones aunque ese pedazo de rabo izo olvidar todas mis penas. Comencé a chuparle los dedos que me metió en la boca y guié su mano hasta el borde del clítoris. Este se comenzó a excitar mientras sus dedos lo rozaban . Mire al balcón donde se encontraba la mujer y vi como sonreía frente a mi respuesta a su hombre.
Me giró y tumbo en el suelo, este estaba frío por lo que apreté con fuerza el ojete para notar más la penetración, pero al imaginar que le costaría más introducir el pene, lo metió con gran dureza por lo que se me escapo un grito agudo de dolor, me comenzó a sangrar el ano dejando su pene lleno de sangre, lo que le motivaba a metérmela con más dureza para romperme. Saco su rabo de mi culo y me lo introdujo en la boca y comencé a tragarme la sangre y los restos de excrementos, dado que no teníamos servicios no nos podíamos asear correctamente, lo que le daba un sabor extraño a los penes que había probado. Una vez le deje limpio el pene, me introdujo su poya en el coño y se me follo con gran fuerza que mis gritos de dolor y placer no se distinguían. La mujer nos miró y se fue sin decir nada. Mientras me follaba, comenzó a retorcerme las tetas hasta que se corrió dentro de mí. Esto le dio un placer tremendo por lo que me volvió a penetrar anal mente sin que la erección bajara por lo que repetimos el proceso completo otra vez pero esta última vez se me corrió por la boca y pechos. Una vez que descargo completamente su semen se marcho por donde había venido dejándome tumbada en la sala, desnuda y cubierta de semen.