Campo de Concentración para esclavas (2)

Comienza la visita al Campo de Esclavas. Julia, una bella ama cruel y lujuriosa hace de guía y enseña a las nuevas candidatas a esclavas cómo será su vida en los próximos meses.

Capítulo Segundo La visita.

En cuanto el autobús se detuvo, las chicas empezaron a bajar de él y siguiendo órdenes de una mujer vestida de militar, se fueron situando aparte. Mientras tanto Shirley y Peter recibían indicaciones de reunirse con el público de la calle.

Dos guardianes con perros empujaban a las chicas hacia un lateral azuzando a los canes que ladraban fieramente a éstas y amenazaban con atacarlas. Las pobres chicas atemorizadas chillaron y se protegieron unas a otras formando un grupo compacto.

  • Poneos inmediatamente en fila y en postura de sumisión esclavas , vamos, deprisa.

La mujer vestida de militar no dejaba de dar órdenes a gritos.

  • Menudo montón de mierda que me han mandado, he dicho postura de sumisión zorras, las piernas abiertas y las manos en la nuca, venga que no tengo todo el día.

Las chicas obedecieron las órdenes y se pusieron en una fila, las piernas separadas, los brazos en alto y las manos en la nuca.

Ya más tranquila, la mujer que daba las órdenes les pasó revista paseando lentamente por delante de ellas. Al hacerlo las miraba con severidad y desprecio obligándolas a bajar la cabeza e intercalando insultos y burlas.

De cuando en cuando comprobaba el atuendo y la postura y les levantaba la falda para verles o palmearles el culo o les palpaba los pechos sin cortarse ni un pelo. La mujer no se apresuró ni lo más mínimo sino que inspeccionó detenidamente a las chicas aprovechando cualquier oportunidad para humillarlas.

  • La vista al frente, esclava......no quiero ver ni un pelo en ese coño....mmmh, buenas tetas, los verdugos sabrán qué hacer con ellas Cuando estéis en mi presencia y hable con vosotras quiero veros en postura de sumisión, ¿entendido?

  • Sí...sí

  • No os oigo esclavas, ¿es que estáis sordas?.

.

  • Sí señora.

  • La que falte a esta regla será severamente castigada, ¿me habéis oído?

  • SI SEÑORA

Las aspirantes a sumisas sumaban diecisiete y todas juntas parecían un grupo de cheerleaders con esas falditas ridículas. Shirley no había tenido tiempo de entrevistar a todas en el autobús, pero ahora tuvo la ocasión de fijarse en otras mujeres que hasta el momento no le habían llamado la atención.

La más llamativa sin duda era una rubia muy guapa y muy alta de anchas caderas y amplios pechos lechosos a la que la minifalda y la camiseta le quedaban ridículamente pequeñas. Luego supo que era Ingrid, una universitaria danesa de intercambio en EEUU y apostó consigo misma a que con esas mamas sería una firme candidata a la subasta. Ingrid tenía un bellísimo rostro con algunas pecas, ojos azules y llevaba su pelo rubio recogido en una larga trenza.

El ama vestida de militar también reparó en ella y cuando se paró delante, la miró fijamente y por primera vez tuvo un gesto humano, si se puede considerar así.

  • ¿Y tú de dónde sales bomboncito?

Y diciendo esto le levantó lentamente la faldita con la punta de una fusta afirmando complacida al ver su coño depilado. Después le paseó la fusta por las tetas y las axilas haciéndole cosquillas.

  • Vaya, pero que tenemos aquí, qué vaquita lechera. Ya veo que no había nada de tu talla, qué lástima.

Al lado de Ingrid estaba Star, una rubia de melenita y cara de niña traviesa con unos pechos redondos muy bonitos. Violet también destacaba, era una chica que no debía tener más de 19. Tenía cara de ingenua pero muy buen tipo y llevaba el pelo largo y teñido de intenso granate lo que le hacía muy llamativa. Shirley también reparó en Daisy, una latina pequeña y vivaracha que llevaba coletas y no paraba de mascar chicle. Por último estaba Kira, una punky con el cuerpo lleno de piercings y tatuajes.

Ese día no había mucho público, poco más de una decena de personas entre los que destacaba una mujer sola morena de veinticuatro o veinticinco años. Llevaba el pelo lacio y largo y era muy guapa con unos enormes ojos verdes. También había una pareja de novios pijos que no dejaban de besuquearse ni meterse mano. Asimismo había un matrimonio de veinticinco o treinta años los dos muy guapos y altos y bien vestidos. No pegaban mucho en aquel lugar, la verdad. También había un grupo de chicos jóvenes, gordos, fofos y bastante poco agraciados, dos turistas japoneses de cuarenta o más y un cincuentón solitario. Seguramente todos estos hombres acabarían la visita en el prostíbulo, se dijo Shirley para sí.

La guía ya había terminado de pasar revista a las esclavas y se volvió al público.

  • Atención, escúchenme, la visita durará unas dos horas, no están permitidas las cámaras y les rogamos que apaguen los teléfonos móviles y que no se separen del grupo.

La guía, era en realidad "el ama Julia" uno de los verdugos más sádicos y eficientes del campo, se trataba de una rubia alta y muy atractiva. Hablaba con voz potente y autoritaria, como si ordenase a una tropa, con las palabras justas y el gesto duro e inexpresivo. Esta actitud hacía juego con su atuendo militar de camuflaje, las botas altas y la fusta con la que rasgaba el aire constantemente.

  • Les advierto que lo que van a ver puede dañar su sensibilidad, si es así diganlo y podrán abandonar inmediatamente la visita. ¿Está claro?

  • Sí, sí. La gente respondió un poco amedrentada.

  • Antes que nada tengo que decir que "Campo de Esclavas" es una organización perfectamente sincronizada en la que cada lugar tiene una función y cada cosa tiene un cometido. En los trípticos que les hemos repartido hemos adjuntado un plano. Les sugiero que lo abran y en él podrán ver las diferentes partes del complejo, éstas son: la casa grande, el huerto, los establos, el hangar, los barracones, el prostíbulo y los estudios de rodaje.

  • Los únicos edificios anteriores al campo son la casa grande y el hangar que han sido acondicionados para su nueva función pero el resto de las construcciones se han realizado ex-profeso. Síganme.

Esclavas y público formaron un solo grupo aunque se mantuvieron físicamente divididos. Todos siguieron mansamente a Julia mientras ésta no dejaba de hablar y dar datos.

  • Como media solemos tener cien o ciento cincuenta esclavas alojadas aquí, de las que se ocupan unos treinta verdugos y guardianes. Estos últimos son casi todos hombres menos cinco mujeres entre las que me cuento yo misma. Salvo en las horas de sueño, las esclavas que no han sido "condenadas" deben estar ocupadas en algo: el prostíbulo, las grabaciones y los espectáculos en vivo, pero además las esclavas tienen que trabajar en el huerto y en los establos, en las cocinas, y deben limpiar y servir a sus amos. Esto no es un hotel.

  • Perdón, interrumpió Shirley, ha dicho las esclavas "que no han sido condenadas", ¿a qué se refiere con eso de "esclavas condenadas"?.

  • Usted es la periodista ¿verdad?. Julia le hablaba con dureza y desdén.

  • Sí.

  • No voy a contestarle por el momento, sabrán lo que es una "esclava condenada" al final de la visita. Desde luego será una agradable sorpresa para nuestras nuevas candidatas y además les servirá de advertencia... se lo aseguro. Julia no pudo evitar mirar a las chicas con sadismo.

El grupo siguió caminando hasta la "casa grande".

  • Esto es lo que llamamos la casa grande, un antiguo hotel que hemos acondicionado para las oficinas de la organización, las viviendas de amos e invitados, etc. De todos modos, les diré que lo más interesante está en los sótanos.

  • Los amos trabajan a turnos, pero en sus horas de descanso pueden disponer de las esclavas a su gusto y para su disfrute personal. Precisamente en los sótanos hemos instalado unas pocas celdas y cuatro cámaras de tortura para nuestras diversiones privadas, sin cámaras ni testigos.

  • ¿Podemos verlas?, preguntó de repente el cincuentón.

  • Por supuesto que no, como ya he dicho son privadas.... Sin embargo,,, esperen un momento....quizá tengamos suerte.... y diciendo esto abrió la puerta que daba a las mazmorras y sin entrar se puso a escuchar lo que ocurría dentro....

  • Un momento, ¡guarden silencio!. Ahora.

Repentinamente se oyó una voz de mujer que gritaba desesperada.

  • No no, por favor, eso no, NO. AAAAAAAAiiiiiiia!

El tremendo alarido puso a todos los pelos de punta.

Julia cerró la puerta sonriendo triunfante.

  • Parece que los muchachos se están divirtiendo, llevan con esa chica desde esta mañana.

  • ¿Qué, que le están haciendo?, preguntó uno de los chicos jóvenes.

  • ¿Y qué se yo?, pero algo me dice que no le están haciendo cosquillas, ¿no crees vaquita?. Julia le hizo la pregunta a Ingrid. Por cierto, yo libro mañana y espero llevarme a alguna de vosotras ahí abajo para pasar un buen rato a solas.

Julia siguió mirando a Ingrid sonriendo con crueldad y lujuria y desnudándola con la mirada.

  • ¿Qué me dices vaquita? ¿quieres acompañarme ahí abajo? Ingrid bajó la mirada entre avergonzada y halagada mientras dos gruesos pezones crecían mágicamente bajo la tela de su camiseta. Evidentemente Ingrid comprendió que había sido ya elegida por el ama Julia como su cerda particular lo cual le hizo estremecerse de placer. De hecho, el resto de la visita la hizo medio atontada, impaciente de que Julia se la llevara al sótano.

  • Vamos al huerto dijo Julia satisfecha de la sumisa reacción de la nórdica y sin esperar su respuesta.

El huerto era una gran superficie de tierra de labor con filas de hortalizas y frutales de diversas clases en perfecto orden. Una veintena de esclavas se afanaba en ese momento llevando cubos, cavando, limpiando acequias y otras cosas. Todas trabajaban desnudas, amordazadas y encadenadas con grilletes en muñecas y tobillos. Los grilletes les obligaban a caminar penosamente y endurecían considerablemente su trabajo. Tal vez por eso precisamente les obligaban a llevarlos, pues no había ningún temor de que escaparan. Las esclavas estaban vigiladas en ese momento por cinco guardianes armados con varas.

  • Aunque compramos parte de nuestra comida fuera, nos enorgullece decir que las esclavas producen una buena parte de lo que comemos. Puede que las raciones no sean muy abundantes pero la comida vegetariana es de calidad y les ayuda a estar sanas y atractivas.

A pesar de la visitas, las esclavas siguieron con lo suyo, pues estaban bien entrenadas, sin embargo, una se descuidó y levantó la mirada lo que le supuso ganarse dos varazos en el trasero.

  • Eh tú sigue con el trabajo

  • Ese es Diego, dijo Julia riendo, no se lo toméis a mal, pero es que no le gusta la gente que no se toma en serio su trabajo.

Tras el huerto vino lo de las cuadras, delante de las cuales había una explanada donde tres chicas estaban siendo adiestradas como ponys. Dos de ellas tiraban de un carro mientras otra trotaba dando vueltas y más vueltas alrededor de un entrenador que la mantenía cogida de la cintura con un lazo. El entrenador le hacía marcar el paso restallando el látigo como si fuera un caballo y a cada rato le propinaba un latigazo en las nalgas si veía que flaqueaba.

Las tres ponys estaban completamente enjaezadas con altos penachos de plumas, orejeras y amordazadas con un arnés y un bocado de metal forrado de cuero. El torso lo tenían adornado con finos correajes entrecruzados y les habían colocado cascabeles pinzados a los pezones que tintineaban al ritmo de las zancadas. Por supuesto tenían que correr con altos zapatos de tacón y el trasero lo tenían adornado con una larga cola de caballo clavada dentro del ano por medio de un consolador.

Las dos ponys del carro respiraban jadeantes en un baño de sudor, era evidente que acababan de echar una larga carrera y que ahora se estaban recuperando. El conductor había desaparecido seguramente unos segundos antes. Julia sugirió a los visitantes que se acercaran a las ponys tanto cuanto quisieran e incluso les invitó a que les acariciaran como si fueran dos yeguas.

  • Las ponygirls son una élite, dijo Julia. Se necesita meses e incluso años para conseguir una pony decente.

Las dos esclavas eran altas y tenían unos cuerpos esculturales y atléticos, todo fibra y nada de grasa. Ambas se dejaron tocar por los visitantes mirando al infinito sin inmutarse y sintiendo cierto orgullo por las palabras de Julia.

Los japoneses acariciaron insistentemente las nalgas de una de las ponys oliendo extasiados su transpiración y tocando las marcas rojizas de los latigazos. Ante tanta belleza, los tíos estaban completamente empalmados y entonces a uno de ellos no se le ocurrió otra cosa que tirar de la cola para extraérsela del culo.

La esclava cerró los ojos y lanzó un tenue gemido, pero reaccionó e hizo fuerza con el ano para evitar que se lo extrajeran.

  • Tire, tire sin miedo, dijo el entrenador, no conseguirá quitárselo, tiene ella más fuerza en el culo que usted en la mano.

El japonés se quedó alelado y ni siquiera lo intentó

  • Las ponys saben que si pierden la cola durante la carrera les espera una tanda de latigazos extra, así que han desarrollado una enorme fuerza en el esfínter del ano, ¿verdad John?. Julia dijo esto con mucha intención y algo de burla.

  • No os lo confesará, pero el vicio de John es sodomizar a sus ponys, él dice que es una gozada darles por el culo, que lo tienen fuerte y tieso. Yo naturalmente no puedo saberlo porque soy mujer.

Mientras Julia hablaba, John hizo como que no la escuchaba, sólo esbozó una ligera sonrisa e hizo que la chica que daba vueltas cambiara la carrera al paso levantando rítmica y elegantemente las rodillas como si fuera un caballo andaluz.

  • Haganme caso, dijo de pronto sin mirar a los hombres del grupo, si quieren pasar un buen rato paguen un poco más en el prostíbulo y prueben el trasero de una de estas chicas. Nunca lo olvidarán.

Julia se marchó riéndose de John y tras comprobar que casi todos los tíos del grupo tenían una erección más que evidente dijo.

  • ¡Hombres!, sólo piensan en romper culos, no saben hacer gozar a una mujer.

Ingrid la miró y sonrió con complicidad.

Por fin, el grupo entró en los establos donde había un pequeño grupo de esclavas trabajando.

  • Bueno aquí tenemos los caballos y un poco más allí las vacas. Estos son para el atrezzo de las películas y aquéllas para tener un poco de leche fresca, de todos modos, de vez en cuando también hacemos un poco de zoofilia. Algunas esclavas son tan cerdas que son capaces de chuparle la polla a un caballo y beberse toda su leche sin inmutarse. ¿Por cierto, qué me decís vosotras? ¿os gusta hacer guarradas con bichos?. Seguro que sois de esas que entrenan al perro para que les lama el coño.

Las chicas no contestaron, muchas de ellas consideraban humillantes esas palabras

  • ¿Qué os he dicho antes de la postura?.

Inmediatamente todas se pusieron en postura de sumisión.

  • Menudas puercas, seguro que si os dejo a solas con un caballo os metéis su polla en la boca a los cinco minutos. Algunas de las esclavas bajaron la cabeza sin contestar. ¿Acaso no le habéis visto nunca la polla a un caballo niñas?. ¿Queréis ver a una tía haciéndole una mamada a un caballo?. Las chicas ya no sabían ni a dónde mirar.

La autoritaria mujer no era de las que se conformaba con las palabras.

  • Eh, tú, Julia se dirigió a una esclava que estaba limpiando, deja eso y acércate. La esclava dejó en el suelo el rastrillo y se acercó al grupo poniendo la postura de sumisión. Inmediatamente Julia le desató la mordaza y le dio una orden tajante. Coge ese caballo y demuéstrales toda la leche que puede salir de su polla.

  • Sí ama.

La esclava se fue sin chistar hasta el caballo y empezó a rebuscar bajo su vientre. En unos segundos tenía la polla cogida con las dos manos y se puso a masturbarle.

  • Así no, idiota, utiliza también tu boca y trágate todo. Ah y ten cuidado, si se te cae una sola gota al suelo haré que te crucifiquen. La esclava miró consternada a todos los espectadores, pero obedeció, se puso en cuclillas y empezó a mamarle la polla al caballo. Éste no tardó en agitarse y dar resoplidos mientras el público y las aspirantes miraban alucinados sin dar crédito a sus ojos.

Tras cinco minutos de felación a la chica apenas le cabía ya la polla dentro de la boca. De pronto, la joven dejó de mamar, cerró los ojos y empezó a tragar el esperma caliente a bocanadas. Desesperada, la esclava deglutía con todas sus fuerzas pero no pudo evitar que parte del semen le cayera por las comisuras y se deslizara por su cara, por sus pechos y salpicaran varias gotas a los muslos.

Julia sonrió con sadismo.

  • Me has desobedecido, ya sabes lo que eso significa.

  • Un momento, dijo Shirley, el semen no ha caído aún al suelo.

Julia miró a Shirley con odio.

  • Mmmh, la periodista tiene razón. Y dirigiéndose a las aspirantes de esclavas dijo, ¿alguna voluntaria que limpie con la lengua el semen del cuerpo de esa zorra?. Las chicas se miraron entre sí sin saber qué hacer.

  • Vamos, si recogéis todo el semen la salvaréis del suplicio, sino, haré que la crucifiquen y que la torturen salvajemente durante horas. La esclava miró a las jóvenes implorante mientras notaba desesperada cómo las gotas de semen se deslizaban por su cuerpo hacia el suelo. Entonces Star y Sara reaccionaron y poniéndose en cuclillas empezaron a chupar ávidamente el semen del cuerpo de la esclava. Las dos jóvenes chuparon y chuparon la cara, el cuello y las tetas de la joven ávidamente y tragaron el esperma con la esperanza de salvarla de la cruz.

Sin embargo, no pudieron evitar que una gota cayera entre la paja del suelo. Julia sí la vio pero ladinamente no dijo nada, sino que optó por seguir con el juego. Más bien se fijó en la polla del caballo de la cual aún colgaba un goterón que también amenazaba con caer.

  • Oye vaquita dijo dirigiéndose a Ingrid. Aún queda un poco de leche en la polla del caballo, ¿por qué no la chupas?

La chica danesa se sorprendió de la sugerencia, sin embargo, en su fuero interno ya consideraba a Julia su dueña y le contestó

  • Sí ama

Entonces Ingrid se puso de cuclillas bajo el caballo de manera que la falda que ya le estaba pequeña dejó al aire buena parte de sus muslos poderosos, su culazo y su potorro rosa totalmente depilado. Julia se quedó extasiada ante semejante belleza, pero más aún cuando la joven se quitó espontáneamente la camiseta.

Un murmullo de admiración se levantó entre los asistentes cuando las mamas de Ingrid temblaron poderosas a la vista de todos al liberarse trabajosamente de la apretada camiseta. Nadie lo diría, pero a pesar de su tamaño no eran unas tetas fofas, sino unos pechos tiesos y compactos de pezones erizados sobre amplias aureolas rosadas. Ingrid miró pícaramente a Julia al depositar la camiseta en el suelo.

  • No le importa ¿verdad?, es para que no se me manche de semen.

Inmediatamente Ingrid se puso a comerle la polla al caballo con mucho estilo y placer como si le estuviera haciendo una mamada a mister universo. La joven cerró los ojos y se permitió acariciar y juguetear con la lengua la polla del animal durante un rato mientras se pinzaba y retorcía los pezones con las uñas. Eso hizo que Julia perdiera el control y esta vez fue ella la que se mojó como una perra.

A pesar de que se la había limpiado del todo, Ingrid siguió chupando la polla al caballo y en un momento dado enjuagó los restos de humedad de ésta frotándola contra las anchas aureolas de sus dos pezones.

El tío lo ocultó como pudo, pero al ver aquello uno de los chicos feos se corrió dentro de sus calzoncillos sin siquiera tocarse.

Ingrid aún estuvo un rato frotando sus tetas contra el miembro del caballo, pues su textura peluda le hacía cosquillas y le parecía extrañamente agradable. Tras unos interminables minutos haciendo esto, se levantó, cogiendo su camiseta con una mano, abrió la boca para enseñar el semen blanco aún en su lengua y mirando pícaramente a Julia, le dijo.

  • Está limpio ama.

Julia no se pudo reprimir y besó a Ingrid metiéndole la lengua bien adentro y compartiendo la leche con ella. La danesa aceptó el beso con gusto y placer y acto seguido se colocó en la postura de sumisión ofreciendo sus pezones a Julia para que se los chupara.

  • Mmmmh, dijo, Julia, tras lamerlos larga y repetidamente con deleite, dicen que el semen de caballo es muy nutritivo.

Por su parte, Star y Sara se levantaron a su vez satisfechas mientras hacían desaparecer los últimos restos de semen dentro de su boca y se chupaban los dedos mirando a Julia. La esclava también se levantó con un gesto de agradecimiento.

Fue entonces cuando la cruel Julia hurgó entre la paja con la punta de su bota y manchó ésta con el goterón de semen que había caído.

  • Te lo dije, esclava estúpida, ni una gota, ahora tendré que mandar que te castiguen.

Entonces sacó un walkie talkie de un bolsillo.

  • Markus, ven al establo y recoge a 27..... Sí, crucifícala en el camino y no la bajes de la cruz hasta que pierda el conocimiento, además quiero para ella tortura de pechos, de ano y de vagina, ah y dale una buena tanda de latigazos...... No que no le pongan mordaza, quiero que las nuevas esclavas oigan cómo grita la muy puta.

Shirley comprendió en ese momento por qué las esclavas tenían un número marcado en la ingle con tinta indeleble. Cada esclava era identificada con un número. En ese momento 27 casi lloraba al saber lo que le esperaba , sin embargo, se tragó sus lágrimas y no protestó.

  • Gracias ama, dijo arrodillándose y limpiando la última gota de semen de la bota de la cruel Julia.

Entonces saltó Angélica.

  • ¿Cómo puedes ser tan cruel?, te ha obedecido en todo ¿por qué la castigas?

Julia clavó su mirada en Angélica sin poder creer tamaña osadía.

  • ¿Cuánto tiempo pensabas pasar en la granja chochito? Le dijo fríamente

Angélica se dio cuenta tarde de su error y adoptó la postura de sumisión.

  • Tres.... Tres meses.....ama

Julia la miró de arriba a abajo severamente

  • Pues te aconsejo que hoy mismo te vuelvas a tu casa imbécil, pues de lo contrario yo me encargaré personalmente de que te parezcan tres años. Ea, ya hemos perdido mucho tiempo. Y tú 27 espera aquí a Markus y reza lo que sepas.

Julia condujo al grupo por el resto de los establos y les enseñó las ordeñadoras y la perrera.

  • A veces en lugar de ordeñar una vaca le ponemos la ordeñadora mecánica a las esclavas, algunas dan leche y todo. Yo una vez la probé en mis pechos y la verdad es que da mucho gusto aunque a partir de un momento dado también hace daño.

Cuando se acercaron a las perreras, los perros montaron una escandalera monumental.

  • Y aquí están nuestros "niños", no me digáis que no son preciosos. Están entrenados para guardar el campo y para cazar a las esclavas fugitivas. Un día hicimos una película con ellos. Cogimos a tres esclavas y les dejamos en el bosque sin cadenas, sólo con las manos atadas a la espalda y les dimos una ventaja de diez minutos. Las pobres imbéciles salieron corriendo como si tuvieran alguna posibilidad. Entonces soltamos a los perros que no tardaron ni cinco minutos en atraparlas. Pero lo más gracioso es que cuando llegaron los guardianes se encontraron a los perros follándose a las esclavas. Parecían tontos y estaban mejor entrenados de lo que pensábamos...... Julia miró a las esclavas. Por cierto, ¿habéis follado alguna vez con un perro, queridas?. Os advierto que ese es uno de los entretenimientos favoritos de los guardianes, tenedlo en cuenta cuando firméis el contrato.

Finalmente el grupo salió de los establos para ir a los barracones donde dormían las esclavas. En el camino vieron de lejos cómo dos verdugos le quitaban a 27 las cadenas y se la llevaban para crucificarla. 27 lloraba y pedía piedad pero no se resistía. Yuka, la chica japonesa miró a la joven desde lejos y entonces se acercó a Julia.

Automáticamente, la chica puso la postura de sumisión.

  • Perdón señora

  • Qué quieres

  • Me da mucha pena lo que le van a hacer a la esclava, quisiera, quisiera, hacer algo....si fuera posible....

  • Habla de una vez.

  • Quiero decir que me gustaría acompañarla.....quisiera consolarla ya sabe,........cuando la crucifiquen.

Julia la miró sonriendo hipócritamente y le acarició el carrillo.

  • Así que quieres ver la crucifixión como una vulgar mirona, ¿y si mando que a Markus que te crucifique a ti en su lugar?.

Yuka bajó la cabeza avergonzada rogando en su fuero interno que a Julia se le cruzara el cable y cumpliera su amenaza.

  • ¿Y bien?

Yuka se quedó callada roja de vergüenza.

  • Contesta, ¿quieres que te crucifiquen a ti?

  • Si ese es tú deseo, ama.

Julia sonrió complacida.

  • Desgraciadamente aún no puedo hacer eso porque no has firmado el contrato, y aún tienes que someterte al "rito de bienvenida", pero ya que lo pides así intentaré complacerte. Eh Markus, ven acá.

Markus era uno de los dos verdugos que se iban a llevar a 27 y al oír a Julia se acercó al grupo.

  • ¿Qué pasa?.

  • Mira esclava, este es Markus, un sádico y un obseso de la crucifixión, él es quien normalmente crucifica a las esclavas y las tortura en la cruz.

Yuka casi se meó encima al ver a ese gigantón gordo y malencarad acercarse a ella como si se la fuera a comer. Markus venía vestido con un vulgar mono azul de faena viejo y sucio.

  • Qué linda japonesita, tenemos unas cuantas asiáticas aquí pero ninguna tan guapa.

  • Dice que quiere ver cómo crucificas a 27, dijo Julia de repente

  • ¿De verdad?. dijo Markus, repasando con la mirada los suaves muslos de Yuka bajo la minifalda

  • Yuka afirmó con la cabeza aún más avergonzada de que ese tío asqueroso la estuviera desnudando con la mirada..

  • En realidad creo que lo que quiere es que la crucifiques a ella en lugar de 27... o junto a 27, lo que tú prefieras.

Yuka miró a Julia molesta por haberse chivado pero no abandonó la postura de sumisión.

  • Es una pena, pero hoy no puede ser, antes tienes que pasar por el "rito de bienvenida". Markus miraba a Yuka como un lobo hambriento, reprimiéndose a duras penas y con ganas de romper las reglas y crucificarla. No obstante algo se podrá hacer. ¡Ven aquí preciosa, no te escapes!.

Markus sorprendió a Yuka atrapándola de improviso y brutalmente. Para ello le hizo bajar los brazos y enganchó las dos muñecas de la chica a la espalda atenazándolas con una de sus manazas. El gigantón la tuvo así cogida con una llave y la estrechó con fuerza contra su cuerpo.

Yuka podía haber protestado, pero no lo hizo y ni siquiera forcejeó para que Markus la soltara.

  • ¿Por cuánto tiempo vas a firmar el contrato de esclavitud preciosa? Mientras le decía esto Markus le bajaba un tirante de la camiseta y dejaba una de sus redondas tetas al aire.

  • Por siete días dijo Yuka jadeando.

  • Qué lastima, volvió a decir Markus mientras seguía desnudando a la pequeña japonesa y le sacaba sus dos tetas. Creo que debes pasar más tiempo entre nosotros. ¿Lo haras? Le dijo atrapando uno de los pezones con los dedos y retorciéndolo.

Yuka no dijo nada y aguantó el dolor en silencio.

  • Vamos, pequeña, di que lo harás

Finalmente Yuka afirmó con la cabeza suspirando por las caricias y pellizcos del verdugo.

Esta vez Markus se lo dijo al oído mientras le volvía a retorcer uno de los pezones

  • Mira puta, vamos a hacer una cosa, tú firmas por tres meses y yo me ocupo de que seas crucificada mañana mismo, ¿estás de acuerdo?.

A Yuka casi le dio un orgasmo allí mismo y tras dudar un momento, volvió a afirmar con la cabeza.

  • Buena chica, te voy a dejar que vengas a ver cómo crucificamos y torturamos a 27. Fíjate bien porque eso mismo te lo haremos a ti mañana por la mañana.... muy temprano.

Markus no esperó respuesta sino que sacó una soga de un bolsillo de su mono y se dispuso a atar los brazos de la chica a su espalda. Ni siquiera le subió los tirantes de la camiseta sino que dejó a Yuka con el torso desnudo y las tetas al aire. El verdugo la ató con diligencia y un poco de brutalidad juntando bien los codos tras los omoplatos y luego las muñecas con la misma soga. Ya atada Markus la volteó violentamente, la abrazó y se puso a besarla. Mientras tanto le acariciaba obsesivamente los pechos y le levantaba la falda para sobarle el trasero ante la mirada atónita de los demás y la total sumisión de ella. Finalmente se la cargó al hombro y se la llevó como si no le pesara nada..

  • Adiós a todos dijo Markus.

  • Más bien hasta luego, añadió Julia, te recuerdo que tenemos que ir a buscar a tu nueva novia japonesa para el rito de bienvenida así que no te encariñes con ella.

Markus se limitó a enseñarle un dedo sin volverse.

Mientras les veía alejarse Julia no dejó de sonreir.

  • ¿Veis?, eso es lo que yo llamo "amor a primera vista" y yo ya he hecho otra vez de celestina. Por cierto, os sorprenderá que Markus se haya tomado tantas confianzas con esa chica pues en realidad Yuka no ha firmado aún el contrato de esclavitud, y por tanto, técnicamente no es una esclava todavía. Sin embargo algo me dice que ella ya es su perrita ¿no os parece?.

(continuará)