Campo de Concentración para Esclavas (14)

Una tras otra, las compañeras de Shirley sufren duras sesiones de bondage y tortura mientras ella misma espera su turno.

Capítulo 14 Grabando sesiones de BDSM (2)

En el Campo de Concentración no era frecuente que se le permitiera a una esclava torturar a otra al menos delante las cámaras, sin embargo, en el caso de Marsha hicieron una excepción.

La bella Marsha seguía así sufriendo tormento sentada a la "silla de las brujas". El ingenio medieval cumplía a la perfección su siniestra función y las puntas de metal se le hincaban dolorosamente en la piel de los muslos, el trasero, la espalda y los brazos. Marsha exponía sus manos sólidamente atadas a las abrazaderas de la silla y bajo sus uñas se clavaban veinte delgadas alfileres, dos para cada uña. Bajo la silla ya habían preparado una parrilla para colocar brasas encendidas. Una férula le mantenía separadas las mandíbulas y eso hacía que las babas se le deslizaran por la barbilla sin freno.

Delante de ella se encontraba aquella esclava desnuda del capuchón negro y bello cuerpo de modelo. Marsha creyó reconocerla pero no estaba muy segura de quién era. Confundida por el dolor la bella joven no entendía bien que hacía ella allí delante manipulando los alicates en la llama del soplete e intentó mirarla en vano a los ojos pero la otra bajaba la mirada.

De pronto Marsha comprendió horrorizada lo que le esperaba, las puntas de los alicates estaban ya de color rojizo, la esclava les dio un par de vueltas más sobre la llama y a una orden de Malasaña los acercó temblando a los alfileres. Antes de aplicárselos la esclava del capuchón la miró fugazmente a los ojos y cerró los alicates atrapando las dos alfileres del dedo índice. Fue cosa de segundos. Marsha sintió un dolor insoportable y dio un sonoro alarido agitándose contra sus ataduras. La encapuchada tembló al oír el grito y dándose cuenta de lo que había hecho tiró los alicates al suelo provocando cierto estruendo. Inmediatamente ella misma cayó al piso retorciéndose de dolor.

  • Estúpida esclava, oyó que le decía Malasaña con el transformador en las manos. Si no le torturas como se debe tú ocuparás su lugar. ¿Está claro?

La esclava afirmó mientras se incorporaba y se volvió a sentar en su sitio decidida, entonces casi sin pensarlo se puso a apretar con los dedos las agujas que Marsha tenía ya clavadas bajo las uñas. La pobre Marsha volvió a gritar y llorar pidiéndole piedad desesperada pero la esclava no dejó de apretar las agujas pasando con las yemas de los dedos de una a otra.

Tanto lloró y se agitó Marsha que la férula que hacía de mordaza se le cayó de la boca.

  • HIJA PUTAAAA, gritó llorando, deja de hacer eso hostias. AaAAAh, mis dedos, para de una vez, puta,... diooooos.

Un verdugo hizo ademán de volver a amordazar a Marsha, pero a Malasaña le divirtió oir los insultos.

  • Así que no ibas a gritar, le dijo cuando por fin cesaron sus alaridos.

Marsha miró al verdugo implorante

  • ¡Piedad!, suplicó con gruesos lagrimones en su cara.

Pero no hubo piedad. La esclava del capuchón había dejado de apretar las agujas, pero otra vez se puso a calentar los alicates con el soplete para desesperación de Marsha.

  • ¿Qué vas a hacer con eso?, otra vez no, no, NOOOOO. A punto de darle una taquicardia, Marsha gritaba histérica en un baño de sudor.

La esclava le cerró los alicates candentes en los alfileres y esta vez los dejó ahí apretados un buen rato mientras Marsha se retorcía de dolor a grito pelado.

Colgadas cabeza abajo, Shirley y sus dos compañeras, Sierra y Kira oían los gritos de Marsha completamente aterrorizadas, se preguntaban qué le estarían haciendo para que una mujer fuerte como aquélla suplicara piedad de esa manera. A esas alturas cualquiera habría dicho que la reportera Shirley Archer se encontraba profundamente arrepentida de haberse entregado como esclava. Desde luego estaba muerta de miedo, pero no tenía muy claro si se arrepentía, de hecho, ansiaba que empezara su propia sesión de tortura, aunque sólo fuera para que pasara de una vez. La uténtica tortura era para ella estar escuchando todo aquello completamente desnuda e indefensa.

De todos modos, no le dio tiempo a pensar mucho más, pues repentinamente entraron varios visitantes que se quedaron pegados al ver a las tres esclavas desnudas y en posición invertida. Un hombre pidió permiso para tocarlas y el guía se lo dio permiso siempre que no las masturbaran. Como Shirley estaba atada cabeza abajo, los hombres que abusaron de ella no la reconocieron, pero la tocaron y sobaron todo lo que quisieron. La joven periodista se sorprendió de que eso no le molestara y le disgustó saber que no la iban a masturbar.

Entretanto, en el plató número 1 ya habían acabado con Rebeca y los verdugos desataron de la cruz a la llorosa joven. Tras soportar su sesión de tortura decidieron meter a la pequeña Rebeca en una jaula que había en el suelo, pero antes la voz en off le ordenó que mostrara las marcas a la cámara para que pudiera verlas su novio.

Rebeca se puso en posición de sumisión mostrando la parte anterior de su cuerpo. Apenas se podía poner de pie así que se mantuvo de puntillas. Lentamente la cámara recorrió su piel surcada de líneas rojas y amoratadas fruto de los latigazos y finalmente se centró en su rostro manchado de lágrimas secas.

  • Hola 35 (ese era el número reservado a Rebeca) ¿cómo estás?

  • Estoy,.... estoy bien

  • Supongo que tu novio habrá satisfecho con creces su fantasía

Ella afirmó intentando sonreir.

  • ¿Y tú?. ¿has disfrutado?

A Rebeca le costó unos segundos afirmar con la cabeza

  • Ahora date la vuelta.

Rebeca lo hizo mostrando su trasero horrendamente adornado de verdugones amoratados, tras esto le pidieron que enseñara las plantas de los pies que estaban completamente enrojecidas.

  • Muy bien pequeña, y ahora a la jaula, y recuerda que tienes prohibido masturbarte a no ser que te lo ordenen.

Rebeca afirmó y fue hacia la jaula cojeando. Allí fue encerrada para ver de cerca las sesiones de bondage de sus compañeras. Una vez dentro, cerraron la puerta y suspendieron la jaula en el aire con ayuda de unas poleas. Rebeca parecía un pájaro en la jaula.

Unos segundos después entraron Violet y Star. Las dos venían directamente de los vestuarios. Habían sido descolgadas un cuarto de hora antes y tras lavarlas, maquillarlas y peinarlas les permitieron vestirse para hacer un poco de teatro. Mientras las acicalaban las dos jóvenes recibieron instrucciones de cómo debían comportarse y de lo que tenían que decir ante la cámara.

Dado que las dos no tenían más de diecinueve años las vistieron como dos adolescentes guarrillas, con zapatillas, tanga, minifalda con vuelo y camiseta de tirante, por supuesto sin sostén. Star rubia y de camiseta azul y Violet con el pelo largo teñido de rojo y la camiseta del mismo color. Las dos tenían un tipo parecido, delgadas y no muy altas, con un trasero pequeño y unos pechos de tamaño intermedio. En ese momento estaban tiesos bajo las camisetas y marcando bien los pezones de lo cachondas e impacientes que estaban.

Los cuatro verdugos desnudos que habían torturado a Rebeca las rodearon y ellas se les quedaron mirando con deseo y sorpresa.

  • ¿Quienes sois vosotras?, dijo la voz en off, ...esto es un estudio de grabación ¿qué cojones hacéis aquí?

Star se atrevió a contestar

  • Perdón....

  • ¿Es que os habéis colado?, ¿quién os ha dejado entrar?.

  • Es que estábamos haciendo una visita al Campo y...

  • ¡Y qué!, habéis jodido la grabación.

Violet y Star se miraron.

  • Es que....es que queremos probar.

  • ¿Probar? ¿Probar qué?.

  • Ya sabe,.... lo de ser esclavas y eso. Star se estaba mojando sólo de ver a esos cuatro tipos desnudos.

  • ¿Queréis ser esclavas?. Niñatas. Para eso tenéis que firmar un contrato, ¿acaso no lo sabéis?.

  • Es que no podemos, hemos venido de viaje de estudios y nos hemos separado del grupo, sólo queríamos probar un rato,...luego tenemos que volver al autobus.

  • ¿Un viaje de estudios? Hay que joderse, ¿a un campo como éste?

  • En realidad hemos venido sin profes, ellos no lo saben, somos treinta chicas, ya sabe, nos hemos escapado, teníamos curiosidad y....

Violet le interrumpió

  • Las otras no se han atrevido, pero nosotras sí.

  • ¿Y qué queréis probar exactamente?

  • Yo....yo quiero que me aten, dijo Star muy excitada

  • ¿Desnuda?

  • Sí......desnuda

  • Te vamos a grabar y lo vamos a colgar de internet, te podrá ver todo el mundo ¿lo sabes?

  • Sí, pero no me importa

  • Muy bien, quieres que te aten desnuda ¿Y luego?

  • Luego...luego, no sé, que me hagan lo que quieran

  • ¿Como qué?

  • No sé... lo que quieran

  • ¿Quieres que te follen esos cuatro?

  • Si.oh. sí

  • ¿Y después? Quizá no sea tan agradable.

  • Después me pueden hacer de todo, ........estaré atada

  • ¿Y tú, pelirroja?

  • Lo mismo.

  • Ya veo, menudo par de zorras. Y luego os iréis a casita con mamá ¿verdad?.

Las dos afirmaron nerviosamente.

  • Muy bien, normalmente no hacemos esto, pero en vuestro caso haremos una excepción. ¡A ver esas tetas!

Las dos jóvenes se miraron un poco avergonzadas y se levantaron las camisetas mostrando sus senos a cámara. Luego hicieron como que les daba vergüenza y se bajaron otra vez las camisetas entre risas.

  • Bueno zorritas, os voy a contar lo que vamos a hacer. Primero una de las dos se va a quitar la ropa y la otra le va a atar con una cuerda de ese gancho de techo. ¿Cuál de las dos quiere desnudarse primero?.

  • Yo, yo, las dos chicas levantaron la mano a la vez.

  • ¡Qué entusiasmo!. Tú la pelirroja, quítate la camiseta y tú rubita átale las muñecas por delante con esa cuerda.

Muy excitada por haber sido elegida primero, Violet se quitó la camiseta de un golpe y sus tetas temblaron al aire. La chica tenía unos senos realmente bellos con los pezones turgentes de pura excitación. Violet puso los brazos a la espalda para que se los ataran.

  • He dicho por delante imbécil.

La tonta confusión les hizo reírse como colegialas insulsas. Violet puso las dos muñecas juntas por delante como si fuera un juego de prendas y Star empezó a atarlas con una cuerda. La realidad es que no sabía cómo hacerlo, de modo que tras varios torpes intentos, la voz en off perdió la paciencia.

  • Hacedlo vosotros porque si no estaremos así todo el día.

Un verdugo le arrebató bruscamente la cuerda y se puso a atar las muñecas a Violet con fuerza. Otros dos cogieron violentamente a Star, la zarandearon y mientras uno le atrapaba de los brazos el otro le rasgó la camiseta, y se puso a estrujarle los pechos. Star suspiró al sentir sus redondos pechos apretujados entre las manazas del verdugo. Los verdugos solían ser bastante brutos con las esclavas pero la voz en off quería algo un poco más sensual así que cuando ataron a Violet colgando de sus brazos, les dijo a los hombres que se retiraran y pidió a Star que acariciara y besara a su compañera, pero que lo hiciera despacio. Las dos jóvenes se quedaron solas en el plano frente a frente, Star se quitó los jirones de su camiseta y sin dejar de mirarla se acercó sensualmente a Violet.

Las dos jóvenes empezaron a besarse y acariciarse como una pareja de gatas. Star abrazó a Violet y empezó a besarse con ella mientras sus manos le acariciaban su suave piel aprovechando que estaba atada. Las tetas de ambas se rozaron entre sí estimulándose mutuamente los pezones. Las dos jóvenes se sonrieron excitadas y tras besarse un rato con lengua les volvió a dar la risa tonta.

De pronto Star alejó la cara de ella y poniendo gesto de sádica se puso a pellizcar sus pezones y retorcerlos.

  • Puta, más que puta, susurró apretando los dientes y entonces le dio un tortazo en los pechos haciendo que chocara el uno contra el otro.

Violet cerró los ojos y se puso a suspirar.

  • Así, así, muy bien, dijo la voz en off, ahora chupáselos.

La viva lengua de Star lamió alternativamente los pezones de su compañera y se los metió en la boca succionándolos y dándoles mordisquitos. Luego volvió a lamerlos mientras miraba atentamente las reacciones de su amiga.

  • ¡Aaaaah!

Violet se retorcía de placer colgando de sus ataduras y agitando su melena rojiza.

Sin dejar de lamerle todo el cuerpo, Star se agachó y sonriendo excitada le fue bajando el tanga enrollándolo poco a poco en sus muslos.

  • Muy bien pequeña, ahora enséñanos su trasero.

La joven Star le obligó a volverse para mostrar el trasero a la cámara y levantando la faldita empezó a darle cachetazos con toda su fuerza. Las nalgas de Violet se pusieron blancas y luego enrojecieron.

  • Zaas, zaas, Star se puso a darle nalgadas sin que nadie se lo ordenase.

Después se chupó su propio dedo índice y se lo introdujo por el agujero del ano.

La cámara hizo un zoom mostrando un primer plano de la penetración mientras se ía el gemido de Violet que casi se corrió de gusto.

  • No sé cuál de los dos sois más puta. Quítale la falda y amordaza a la zorra de tu amiga, vamos.

Star obedeció de mil amores, cogió unas tijeras que le ofrecía un verdugo y le arrebató la falda de un tirón. Entonces se quitó sus propias bragas que las tenía empapadas y le obligó a Violet a metérselas en la boca sellando la misma con cinta aislante.

  • Mmmh, mmmh, Violet protestó

La rubita Star estaba muy cachonda así que tras darle dos tortas en la cara, le mordíó uno de los pechos y estiró del pezón con los dientes hasta que Violet gritó de dolor. Entonces se arrodilló para comerle el coño.

Agarrada con las manos a las nalgas, Star metió la cara entre los labios exteriores de su amiga y le empezó a lamer la raja del coño con toda la avidez que pudo. Violet destilaba todos los jugos del mundo que ahora se deslizaban por los labios y la lengua de su amiga y los escalofríos de placer recorrían todo su cuerpo. De vez en cuando un nuevo manotazo en el culo hacía que la joven gritara. Entonces, loca de lujuria, y sin saber muy bien lo que hacía, Star empezó a masturbarse. Durante unos segundos Star movió sus dedos ávidamente acariciándose el coño con fruición sin dejar de lamer el de su amiga, pero de repente un latigazo le cruzó la espalda y la rubita quedó tirada en el suelo mirando hacia el verdugo desconcertada.

  • Sabes que tienes prohibido masturbarte sin permiso, esclava, ponte de pie.

Star se incorporó de la misma y puso postura de sumisión.

  • Perdón maestro. Star se dio cuenta de su error pero ya era demasiado tarde.

La voz en off esperó unos segundos antes de emitir su cruel sentencia.

  • Por tu desobediencia las dos seréis entregadas a Markus mañana para que os crucifique, vamos ahora atad a la rubia también.

Las dos jóvenes volvieron a mirarse pero esta vez ya no se reían sino que un escalofrío de terror recorrió sus cuerpos. Violet intentó protestar pero nadie entendió lo que decía a causa de la mordaza.

Dos verdugos se acercaron entonces a Star y mientras uno le quitaba la minifalda el otro se puso a atarle las manos a la espalda. Star se quedó quieta, completamente consternada tragando saliva y pensando en 26, la esclava que habían visto sufrir en la cruz el día anterior. Entretanto los otros dos verdugos trajeron un pony de tortura, es decir, un caballete de madera con un listón horizontal de sección triangular con la cuña hacia arriba. Diligentemente se lo colocaron a Violet entre las piernas y la obligaron a "cabalgar" sobre ella.

El doloroso contacto de la entrepierna con la cuña hizo que Violet se estremeciera y gimiera crispando el rostro. En principio pudo aliviar la presión manteniendo los pies de punta, pero pronto le obligaron a doblar las piernas y atar los tobillos a los muslos con cinturones de cuero de modo que ahora sólo le aliviaba hacer fuerza con los brazos estirados sobre su cabeza. Entretanto, mientras la pelirroja soportaba de mala manera el tormento, Star se tuvo que arrodillar y hacerles una mamada a sus cuatro verdugos.

Al mismo tiempo en el plató 2 los minutos pasaban lentos, muy lentos para Marsha, el reloj parecía haberse detenido y la joven gritaba desesperada.

  • Piedad, NOOOO, PIEDAD, soltadme, por lo que más queráis, por favor....

Los gritos de la joven no eran para menos, pues la esclava encapuchada se afanaba en echar más y más carbones encendidos en un recipiente que se encontraba a unos treinta centímetros bajo la silla de las brujas.

Las puntas de metal que apretaban sus muslos y trasero se calentaron más de lo soportable y Marsha también gritó más alto, con verdadera rabia.

  • JOOOODDERR, cómo quema, ¡Me las pagarás zorra!, por favor no puedo más, por favor más no ten piedad.

Malasaña entró entonces en plano e hizo una indicación a la esclava encapuchada para que se pusiera de pie en postura de sumisión. Entonces se puso a su espalda y abrazándola se puso acariciarla con las dos manos los pechos mientras sonreía cruelmente a Marsha.

  • Dime Marsha, ¿qué le harías a esta esclava si la tuvieras en tu poder?

  • Se las haría pagar todas juntas....., por favor, me quema mucho, quíteme el brasero...por favoooor. Marsha se echó a llorar desconsolada.

Malasaña se puso a reír sopesando con las manos las tetas de la esclava y pasando los dedos repetidamente por sus pezones endurecidos.

  • Así que se las harías pagar todas juntas, me gustaría verlo.

  • Suélteme y lo verá, joder, quíteme esto de una vez.

Lejos de atender a los ruegos de Marsha, Malasaña le dio unos alicates de puntas largas y dentadas a la esclava del capuchón y le dijo algo al oído.

La esclava se acercó a Marsha y sin más ceremonia se puso a torturarle los pezones con los alicates.

  • AAAAAAh, AAAAh, mis pechos, para de una vez so puta, mis pechos.

De repente la esclava recibió otra descarga eléctrica en su entrepierna.

  • Más fuerte, no basta con apretar, retuérceselos.

Esta vez la esclava volvió a la carga y por miedo a otra descarga le retorció los pezones a Marsha con toda su saña.

  • CERDA; CERDAAA, me las pagarás AAAAAH, mis pechos, me los vas a arrancAAArgggh

Marsha agitaba su cabeza como una loca, completamente impotente, con uno de sus pezones retorcido y deformado entre las pinzas de los alicates, tras un pezón le tocó al otro y Marsha siguió gritando, llorando e insultando. Sin embargo, cuando tras varios minutos de insistir e insistir le dejó los pechos en paz fue aún peor, pues la esclava se agachó y buscó con los dedos entre los labios de la vagina entresacando el clítoris de Marsha. Entre los gritos histéricos de ésta se lo atrapó con los alicates y se puso a retorcerlo.

  • AAAAAYy, AAAAYYAAA.

Un chorro de orina manchó las manos de la esclava que soltó su presa ganándose otro calambrazo en su sexo que la hizo caer y retorcerse. Esta vez Malasaña alargó la descarga eléctrica y la joven se estuvo retorciendo un buen rato con las dos manos en la entrepierna.

Malasaña volvió a entrar en plano riéndose cruelmente, obligó a la esclava a incorporarse retorciéndole el brazo a la espalda mientras le acariciaba otra vez los pechos por delante.

  • Dime Marsha ¿Quieres que le quite el capuchón?

  • SÍ, quiero saber quién es esa zorra asquerosa, te voy a arañar la cara hija de puta , ¿te enteras?. Marsha jadeaba gritando con odio y en un baño de sudor.

Malasaña se rio mientras abría la cremallera del capuchón. Cuando se lo sacó una larga melena oscura se deslizó por la espalda y Marsha la reconoció al instante.

  • ¡Karen, lo sabía, pija, hija de puta te voy a matar!.

Sin saber por qué, Marsha odiaba a Karen desde que ésta decidió entregarse el día anterior, pero después de lo que le había hecho, ahora su odio era aún mayor.

Malasaña estaba encantado con la situación, pero quiso agravarla aún más, por eso cogió una ballgag y volvió a amordazar a Marsha tras quitarle el brasero de debajo de la silla, al fin y al cabo aún quedaba un cuarto de hora en el reloj.

Entretanto, por orden del verdugo, la propia Karen se sacó el dildo electrificado del coño y se lo fue introduciendo a Marsha entre las mudas protestas de ésta.

  • Perdóname, yo no quería, pero me han obligado, le dijo susurrando, pero sólo se ganó una mirada de ira.

Una vez colocado el dildo en su sitio, Karen adoptó otra vez la postura de sumisión. Sus largas piernas abiertas lo parecían más aún con los pies de puntillas. Karen tenía un cuerpazo como Marsha y sus pechos, redondos y tiesos no tenían nada que envidiar a los de ella. Su cuerpo poderoso brillando de transpiración llenaba la pantalla, pero la joven bajaba la mirada sumisamente.

Malasaña se sentó en una silla de tijera y tras mirarla de arriba a abajo, empezó el interrogatorio con el transformador en las manos, dos cables de colores iban desde el transformador hasta la entrepierna de Marsha.

  • Muy bien Karen, preciosa, enseguida te tocará a ti, ¿tienes alguna preferencia?...

Karen negó con la cabeza

  • A ver, déjame pensar, .....sí, contigo utilizaré el potro de tortura, así se verá bien tu cuerpo. ¿Te gusta esclava?

  • Sí mi señor.

Karen no subió los ojos pero un secreto escalofrío de placer recorrió todo su cuerpo y se ruborizó..

  • Me han dicho que te entregaste ayer espontáneamente, ¿es cierto?

  • Sí mi señor, en principio sólo tenía curiosidad, pero cuando vi lo que hacían con las esclavas no lo pude remediar, primero probé con lo de la ducha y entonces me decidí.

-No llevas ni veinticuatro horas de esclava. ¿Qué es lo que más te ha excitado?

  • Ayer en cuanto me entregué me dejaron en manos de dos verdugos que me ataron y empezaron a atormentarme desde el primer momento, sin ninguna consideración.

  • ¿Te gusta que te traten así?

  • Sí, los hombres siempre me han tratado educada y delicadamente, en realidad prefiero esto.

  • ¿Sabes que Marsha y tú estáis siendo subastadas en la red?

  • Sí mi señor.

  • La gente está ofreciendo sumas muy altas por teneros para ellos, por eso no puedo marcaros el cuerpo con un látigo, pero la electricidad bien usada no deja marcas, así que ya te puedes imaginar en que consistirá tu tortura.

  • Sí mi señor. Karen volvió a bajar la cabeza.

  • Bien, tú ya sabes qué se siente, aunque te he aplicado descargas muy leves así que, para que te hagas una idea, antes voy a aplicar a tu amiga unas descargas eléctricas un poco más intensas.

Malasaña accionó el dispositivo y mágicamente Marsha tensó toda su anatomía. Por el momento la descarga no fue muy fuerte y la joven cerró los ojos ahogando un gemido.

  • Ya veo que no es la primera vez que te hacen esto, ¿eh putita?, además parece que te gusta.

Marsha afirmó poniendo los ojos en blanco a momentos.

  • Te voy a explicar lo que vamos a hacer Karen. Tú te vas ocupar de mi polla y si no me gusta lo que me haces subiré la intensidad de la descarga. ¿Lo has entendido?.

Karen afirmó con la cabeza, y al ver que Malasaña se sacaba el pene, la joven se acercó a él y arrodillándose se lo fue a coger con las manos.

  • Quieta ahí, no tienes derecho a tocarme el pene, tendrás que hacerlo sólo con la boca y con las tetas.

  • Sí mi señor

Karen puso las manos en la nuca y se puso a lamer lentamente el pene de Malasaña. Este movió ligeramente la rueda del transformador y miró complacido las reacciones de Marsha ante el estímulo eléctrico. Le debía estar gustando como le lamía Karen de manera que por el momento no castigó a la esclava y ésta más bien se retorció de placer.

Por su parte, Karen no quería empeorar su situación con Marsha, así que se afanó en chuparle el miembro con toda la ciencia y delicadeza de que era capaz.

Malasaña recostó la cabeza en el respaldo de la silla y cerró los ojos concentrándose en la mamada. De todos modos, él no era quien más estaba disfrutando.

  • Mmmpf.

Marsha por fin encontraba un momento de auténtico placer estimulada en su sexo por la electricidad, no le faltaba mucho para correrse, pero sus gemidos terminaron por distraer a Karen que ya se había metido la polla en la boca y la miró de reojo.

Malasaña fue implacable y aumentó la intensidad de la descarga un par de rayas.

  • Mmmmmhhh, MMMMMMMhhh.

Esta vez Marsha se agitó aún más y sus gritos no rebelaban sólo placer, bueno en realidad no dejaban claro nada, la joven Marsha se miraba la entrepierna y miraba angustiosamente al verdugo. Probablemente le hubiera gustado que bajaran la intensidad de la descarga. Malasaña la miró cruelmente y pensando que Karen se la podía chupar aún mejor, subió la ruedita de golpe y dejó que Marsha temblara sin control durante cinco o seis segundos.

  • MMMMMMMM, MMMMMMM.

La pobre Marsha sintió que algo le quemaba por dentro y le retorcía los intestinos, un hilo de baba se le cayó por la boca mientras la joven ponía los ojos en blanco y algo de orina se le escapaba.

Malasaña bajó la intensidad de la descarga y a una indicación suya, un ayudante le quitó la mordaza.

  • ¡CHUPA BIEN, PUTA!, gritó Marsha con todas sus fuerzas.

Karen la miró sintiéndose responsable y renovó la felación lo mejor que sabía así que se metió la polla de Malasaña bien hasta la campanilla y se mantuvo así inmóvil.

  • Así, muy bien, zorra, así, veo que has aprendido, mantenla ahí dentro o tu amiga sufrirá otra descarga.

Karen obedeció y mantuvo el pene del verdugo metido hasta dentro de manera que le tocaba las pelotas con los labios, la mujer aguantó todo lo que pudo pero finalmente le dio una arcada y se la sacó de la boca entre toses.

Inmediatamente, Marsha se puso a gritar desaforadamente al recibir otra violenta descarga en su sexo.

AAAAhhhh, aaaaahh por faaaaaaav....

Karen no sabía qué hacer así que cogió su pecho con las dos manos y se puso a acariciar el pene de Malasaña con su propio pezón.

Malasaña sonrió complacido y volvió a bajar la intensidad de la descarga. Karen se la volvió a mamar intensamente mientras oía cómo lloraba Marsha detrás de sí.

El juego aún continuó un buen rato y Marsha tuvo que soportar varias descargas más en su sexo, hasta que por fin el reloj avisó de que se había acabado el tiempo.

Malasaña ni siquiera se corrió en la cara de Karen, lo suyo era puro sadismo, pero le gustaba respetar las reglas, así que se guardó el miembro en los pantalones y ordenó a la morena que le quitara las agujas a Marsha y la desatara.

Karen intentó sacarle las agujas de las uñas con cuidado, pero a cada extracción Marsha temblaba de dolor y tenía que apretar los dientes para no gritar. Una vez fuera las veinte alfileres, Karen le fue soltando las ataduras y cuando Marsha se sintió libre le dio un tortazo en la cara y se abalanzó sobre ella.

  • ¿Es que no sabes ni chupar una polla imbécil?, le gritó dándole otra torta. Malasaña y el otro verdugo se apresuraron a separarlas.

Malasaña agarró del cabello y de un brazo a Marsha y separándola de Karen la hizo acercarse a la cámara.

El rostro de la joven y especialmente sus ojos estaban enrojecidos de tanto llorar, Marsha temblaba de ira, de buena gana se hubiera desahogado con Karen en ese momento.

  • Has perdido la apuesta, esclava. ¿Alguna vez te habían hecho algo parecido?

  • No

Marsha respondía con rabia

  • No, mi señor, corrigió él tirándole del pelo.

  • No, mi señor, volvió a decir ella con más humildad.

Malasaña la hizo darse la vuelta, Marsha tenía toda la piel marcada con pequeños círculos desde los muslos a la parte alta de la espalda.

La bella joven se miró las marcas e hizo ademán de tocarse el trasero.

  • Para los de la subasta, les diré que no se preocupen pues las marcas desaparecerán para mañana. Vas a ganar mucha pasta pequeña le dijo palmeándole el culo. Eh tú, quítale el dildo y preparate, ahora te toca a ti. Karen obedeció y Marsha más calmada dejó que la otra esclava le quitara el dildo.

  • Ahora voy a disfrutar como te asan a fuego lento, cerda, le susurró con rabia.

  • Karen ni siquiera le respondió.

Un buen rato antes, a Shirley le había quitado la mordaza uno de los visitantes y ahora tenía su polla en la boca, entretanto otro le abría los labios de la vagina con los dedos y le lamía dentro del coño. Delante suyo, Kira y Sierra estaban recibiendo similares atenciones de otros hombres. Al parecer, el verdugo que hacía las veces de guía se había ausentado irresponsablemente y los visitantes no se pudieron contener y desobedeciendo abiertamente empezaron a follarse a las esclavas. Todos eran hombres, menos una mujer que iba del brazo de un viejo. Con aquel tipo follándosela por la boca, Shirley no podía fijarse bien, pues tenía su cintura justo delante de la cara, pero aún así sintió curiosidad por esa extraña pareja: ella parecía una puta y él un viejo pervertido. Evidentemente era Ellen que al ver cómo abusaban de las esclavas se estrechó contra su viejo marido acariciándole el paquete muy excitada. De pronto el tío que estaba follándole la boca se agarró fuertemente a su cintura y empezó a correrse. Ni siquiera la sacó así que Shirley tuvo que tragar todo el esperma entre toses y arcadas.

  • Eh ¿qué están haciendo?. Justo en ese momento, apareció el guardia y los visitantes se separaron rápidamente de las mujeres.

  • Les advertí que no podían follar con ellas. El guardián estaba furioso pero no podía hacer nada a las visitas así que se puso a darles con un cinturón a las tres esclavas.

  • Ayy, ayy ihaaaa. No hemos hecho nada, ,, iayy.

Ellen se puso toda cachonda al ver cómo les pegaba y se abrazó aún más a su marido.

  • Huumm querido, ¿por qué no nos quedamos aquí?, quiero ver cómo les torturan, por favor.

  • Me han dicho que Markus está ahora mismo crucificando a varias esclavas, ¿no prefieres que vayamos a verlo?

Ellen le plantó un beso en los morros.

  • Tú siempre sabes cómo satisfacerme, vamos.

El grupo se marchó así a ver las crucifixiones dejando a las tres jóvenes colgando.

Cuando Malasaña entró con Marsha y Karen en el plató número 1, Star se encontraba arrodillada con la boca abierta esperando la corrida del cuarto verdugo. La joven tenía ya su cara completamente manchada de lefa y de hecho no podía abrir uno de sus ojos. De todos modos, sacaba ávidamente su lengua blanquecina en espera de la cálida lluvia. Ésta no se hizo esperar y ésta vez el verdugo acertó de pleno echando tres chorros de semen blanco que le cayeron directamente en la lengua y apenas le mancharon los labios.

  • Trágatelo, dijo la voz en off, y Star obedeció.

  • Oh ¿eres tú Malasaña?, ¿qué me traes aquí?.

  • Aquí están los dos bombones del campo.

Malasaña se acercó a primer plano y la cámara se centró en él. Traía a las dos mujeres detrás de él con las manos a la espalda y una cadena doble agarrada por pinzas a los pezones de ellas. Una vez en primer plano les quitó las pinzas arrancándoles pequeños gestos de disgusto y las dos expusieron orgullosamente su desnudez a cámara en postura de sumisión.

  • Aprovecho la oportunidad para agradecer a todos los clientes que están viendo el espectáculo on line por su fidelidad y para recordarles que visiten la página de subastas, pues en ella tendrán oportunidad de pujar por estos dos bellos ejemplares.

Malasaña cogió a Karen de la mano y le invitó a dar una vuelta sobre sí misma para mostrar bien su cuerpo.

  • También les anuncio que en unos minutos podrán ver cómo torturan a esta esclava en el potro.

Karen se quedó dando la espalda a la cámara y volvió su rostro sonriendo, entonces se agachó abriendo sus nalgas con las manos y enseñando su trasero desvirgado el día anterior.

Hecho esto bajaron la jaula para meter en ella a Marsha mientras Malasaña ataba a Karen a la cruz de San Andrés que antes había ocupado Rebeca.

Por su parte, los cuatro verdugos cogieron a Star y sin dejar ni siquiera que se limpiara la encaramaron a la cuña a pocos centímetros delante de Violet. Star tembló cuando subió la pierna para ponerse a caballito. A esas alturas Violet apenas podía soportar el dolor en su entrepierna y todo su vientre. A Star también le doblaron las piernas atando los tobillos a las muñecas con una cuerda corta. De esta manera la muchacha quedó en un precario equilibrio cabalgando sobre su entrepierna encima del listón de madera y sintiendo una dolorosa presión ensu sexo. Star empezó a quejarse de dolor al de pocos segundos.

El propio Malasaña se ocupó de torturar en persona a las dos jóvenes y se acercó a ellas sonriendo con crueldad. Sin decir palabra, el verdugo levantó una ballgag ante la cara de Star y ésta abrió la boca. Disgustado por las gotas de esperma que aún tenía en su cara, Malasaña la cogió del pelo y le restregó la cara contra los pechos de Violet. Entonces le metió la bola entre los dientes y se la ajustó a la nuca. Hecho esto le acarició lentamente la piel con el dorso de la mano mientras sonreía con crueldad. Star le miraba temblando de miedo.

  • ¿Tienes sensibles los pechos, cariño?, le dijo atrapando uno de sus pezones de adolescente con los dedos. Star afirmó poniendo ojos de víctima. En ese momento era ella el cordero y él el lobo feroz.

  • Ya lo veo, contestó él. ¿Y tú?. Violet también afirmó cuando él se los acarició.

  • Vamos a ver qué tenemos por aquí, dijo Malasaña hurgando en los bolsillos. Entonces sacó las cadenas con las que había traído a las esclavas y se las enseñó a Violet y Star haciéndolas oscilar ante sus ojos. Las jóvenes abrieron los ojos hasta que casi se les salieron de las órbitas pues las cadenas terminaban en cuatro pinzas de metal dentadas.

A Malasaña se le endureció la polla cuando empezó a "rascar" a las esclavas con los dientes de las pinzas. Lentamente pasó la pinza por el pecho de Violet dejando varias marcas blanquecinas en su piel. Cuando los dientes pasaron por el pezón, Violet gimió de placer lo cual hizo que Malasaña insistiera más y más.

  • Hmmm qué sensible, si sigo te vas a correr, pequeña.

Violet puso los ojos en blanco diciendo que sí.

  • Pero aquí también estás para sufrir, ¿no lo sabías?

Dicho esto, Malasaña le cerró la pinza sobre la base del pezón y Violet gritó con todas sus fuerzas.

La segunda pinza siguió a la primera y Violet volvió a gritar temblando de rabia y dolor.

  • Sí que son sensibles.

  • MMMMMMHHH; MMMMH,

Los gritos de Violet ahogados por la mordaza, llenaron la cámara de tortura cuando Malasaña retorció las pinzas en direcciones opuestas, luego tiró de ellas haciendo que el cuerpo de Violet se deslizara unos centímetros hacia delante a lo largo del listón. La joven volvió a gritar desaforadamente.

  • Y ahora te toca a ti, dijo Malasaña canturreando y mostrando el otro extremo de las cadenas terminadas en pinzas.

Star se puso a negar desesperada. La muchacha tenía los pezones completamente empitonados y duros como piedras, así que cuando las pinzas dentadas le mordieron tan sensible parte de su cuerpo, el dolor fue aún más salvaje. Star se retorció literalmente y empezó a dar alaridos dañando su entrepierna contra el listón.

La cámara hizo un plano general mostrando a las dos esclavas con el rostro deformado de dolor, las dos frente a frente y con el cuerpo desnudo brillante de sudor y saliva. La cadena que unía las pinzas de los pechos formaba una equis pero en ese momento estaba fláccida y destensada. Malasaña hizo honor a su nombre y cogiendo a Star por la cintura la desplazó hacia atrás con un violento movimiento hasta que la cadena se puso tensa.

Las dos jóvenes se pusieron a gritar como locas con los pechos estirados y los pezones que parecía que se iban a rasgar. Las dos intentaron aliviar su dolor reptando hacia delante con su entrepierna, pero cuando consiguieron aflojar la presión los verdugos volvieron a deslizar a las dos hacia atrás y para asegurarse que permanecían así les ataron los muslos al listón.

Entonces Malasaña trajo un aparato para hacer tatuajes y se los hizo a lo vivo. En honor a su nombre a Star le hizo dos estrellas en las ingles y a Violet una violeta en el lateral de uno de sus pechos. Cuando terminó con los tatuajes, aún le sobraban unos minutos así que cogió una fusta y empezó a castigarlas en los muslos.

Cuando terminó su sesión, Star y Violet estaban físicamente agotadas. Por fin las bajaron del caballito de madera y les cortaron las ligaduras pero no les soltaron las pinzas. Eso tuvieron que hacerlo ellas provocándose a sí mismas intensos dolores.

Las dos se expusieron aún llorando en postura de sumisión con la entrepierna y los pezones ardiendo de dolor. Sólo tras un rato de interrogatorio en el que relataron sus impresiones, les permitieron aliviarse mutuamente lamiéndose en pezones y entrepierna. Las dos jóvenes se pasaron más de diez minutos chupándose la una a la otra y terminaron en el suelo follando cuando les dieron permiso para ello. Las dos llegaron al orgasmo.

Finalmente se volvieron a poner en postura de sumisión.

  • Muy bien, zorras, dijo la voz en off. Os recuerdo que mañana por la mañana Markus os irá a buscar para crucificaros.

Las dos jóvenes bajaron la cabeza.

  • Os deseo felices sueños, dijo riendo la voz en off y ahora metedlas en la jaula.

Los verdugos volvieron a bajar la jaula y metieron dentro a Violet y Star. Teniendo en cuenta que allí había cuatro chicas empezaba a faltar sitio así que las cuatro mujeres desnudas estaban casi como sardinas en lata. No obstante, los cuatro verdugos tuvieron fuerza suficiente para volver a levantar la jaula.

Acto seguido, los verdugos quitaron el pony de madera y colocaron el potro de tortura en el centro de la sala. Ahora ya sólo quedaba Karen que sería torturada por los cinco hombres a la vez.

Junto al potro dispusieron varios instrumentos de tortura algunos del siglo XXI como una picana eléctrica con forma de gran tenedor, un dildo electrificado, una extraña esfera de plástico, un bastoncillo metálico y otros que parecían sacados de la Edad Media como una pera vaginal, un embudo, etc.

Malasaña preparó el reloj para su próxima víctima y para terror de ella puso dos horas en lugar de una.

  • ¿Estás preparada?, preguntó con una sonrisa sádica.

(continuará)