Camping para no dormir

De camping varios amigos y quien iba a pensar que terminaria asi.

CAMPING PARA NO DORMIR

Era primavera, mis amigos y yo teníamos diecinueve años y bastantes días libres. Yo estaba tirado en el sofá y en la tele hablaban de algo a lo que no prestaba atención, cuando sonó el teléfono. Era Gori. En realidad se llamaba Juan, pero todos le llamábamos Gori, era algo que había evolucionado desde el colegio porque toda la vida ha sido un poco más obeso. Juan el gordo, Juan el gordi, Juan el gori y finalmente solamente el Gori por amistad.

Me dijo que se iban a ir él, Fran y Manu de camping al día siguiente por si me apuntaba. La verdad es que estaba en plan perro y no me apetecía nada, pero tampoco merecía la pena quedarse tres días tirado en el sofá. Acepté y al día siguiente allí estábamos los tres, con el coche de Fran de buena mañana dirección a un camping. Fuimos a un camping de la costa y no muy lejos de donde vivíamos pero parecía que habíamos pasado diez horas cantando y hablando de las tías que nos íbamos a encontrar allí y aún no conocíamos.

Llegamos a la hora de comer, montamos dos tiendas y nos quedamos de nuevo como si no tuviéramos batería, pero Fran y Manu se animaron juntos y se fueron a dar una vuelta por la playa. Yo me quedé fuera de relax en una silla y Gori dentro, durmiendo en nuestra tienda. Todo estaba demasiado calmado en aquel camping, desde la silla veía a Gori dentro boca abajo, sin camiseta y el pantalón estirado con media nalga suya fuera. Limpia, blanca, parecía suave como la de un bebé y blandita, seguro, pero en aquel momento no lo pensé.

El sol me daba de lleno y me entraba el sueño. Fran y Manu no tardaron en volver y venían muy emocionados. Aquellas sonrisas las reconocí enseguida. Habían conocido a un grupo de chicas y habían quedado en la playa para después de cenar. Y así fue que se nos pasó la tarde rápida, igual que la cena e impaciente fuimos a la playa. Las chicas no estaban, esperamos, pero nada. Nos aburrimos casi dos horas y finalmente aparecieron.

Ellas eran seis y nosotros cuatro, pero a primera vista no me interesaba ninguna, quizá una estaba buena, pero es la que al final de la noche estaba liada con Fran, que además de ser el más guapo de nosotros, era el que tenía coche. Bebimos bastante pero sin llegar a emborracharnos. Manu y yo hablábamos con las otras, pero yo estaba como despistado. La nota extraña la dio Gori, que es nuestro amigo que nunca liga, pero estuvo media noche sobándose con una de ellas y me alegré por él.

Al final volvimos los cuatro a la zona de nuestras tiendas, Manu y yo charlando de lo tontas que estaban, y Fran y Gori con un calentón cada uno contándoselo entre ellos. Era bastante tarde y por el camino voces que salían de las tiendas nos invitaban amablemente a bajar el volumen de la voz. Al pasar por la zona anterior a la nuestra Gori hizo un gesto para que nos detuviéramos y nos calláramos. Nos miramos todos un poco extrañados con ganas de risa, pero de repente escuchamos lo que él quería.

Del interior de una de las tiendas se escuchaban gemidos muy leves, no había duda, tenía que ser una pareja follando. Fran se puso en plan chico malo acercándose a la tienda despacio. En ese momento todos supimos que no iba a cortarse en abrirla y a pesar de ello intentamos disuadirlo entre risas. Fran abrió de un solo estirón todo el cierre de la tienda de campaña, dejando una de las telas descubierta. Efectivamente vimos a dos follando en pose lateral. La sorpresa fue que lo que vimos eran dos tíos.

Fran estalló en carcajadas y todos echamos a correr. Se oyeron gritos pero nadie se detuvo por si acaso. Llegamos a nuestras tiendas cogiendo aire de nuevo y asombrados por lo que habíamos visto entre risas y caras de sorpresa. Estuvimos aún bastante rato fuera hablando hasta que nos sentimos cansados. A mi la verdad es que me aquella imagen no se me borró y no fui el único.

Fran y Manu se metieron en su tienda, así que yo entré a la mía y me dejé caer boca abajo. Gori había ido al baño, le escuché volver y empezó a hablar de nuevo de la tía que había estado sobando en la playa. Que si era guapa, que si se le habría chupado, que si tenía las tetas grandes, que si se la habría follado, que se le estaba poniendo dura otra vez de pensarlo… entonces giré mi cabeza y vi a Gori boca arriba sacándosela fuera del pantalón. La tenía un poco dura pero pequeña y me reí muy levemente.

–¿Qué pasa? La tengo casi dura de verdad –protestó.

–Que síííííí –dije cerrando los ojos, volviendo la cabeza al sitio otra vez y riendo levemente de nuevo.

–Ey! ¿De que te ríes? ¿De mi polla? –parecía enfadado pero no le di importancia.

–Que noooo –contesté, pero me venía la risa de nuevo.

–¡Si te la meto en la boca no te reirás tanto! –protestó de nuevo.

Ahora si parecía enfadado de verdad y giré de nuevo la cabeza para decir algo en mi favor, calmarlo y que durmiéramos pero me encontré su polla pequeña delante de mi cara. Con el enfado había perdido tamaño. Levanté la vista y le miré a los ojos, él me miraba de forma extraña. Me puse serio.

–Venga, ahora no te ríes –dijo mientras levantaba uno de sus muslos como intentando ponerse encima de mi cara.

–¡¡¿Pero tu eres imbécil o que te pasa?!! –grité empujándole para que se apartara.

Fran y Manu, desde su tienda que estaba enfrente de la nuestra, preguntaron si pasaba algo. Les dije que todo iba bien, que estábamos haciendo el tonto. Aún no había terminado de decir esto cuando recostándome de nuevo Gori se rió intentando de nuevo la maniobra de antes, pero esta vez lo consiguió, me quedé entre sus piernas con su polla delante.

Aquello me cabreó de una manera que aún hoy no comprendo. Lo empujé de nuevo pero sin soltarlo del cuello la maniobra cambió dentro de aquella pequeña tienda. Un sonido hueco se oyó cuando Gori cayó quedando yo encima de él. Ahora su acara estaba entre mis piernas y yo le tenía sujeto del cuello pero él no intentó librarse. Desde la otra tienda Fran y Manu insistieron en que paráramos de una vez.

Volví a mirar a Gori, seguía quieto, como esperando, entonces me bajé yo mi pantalón y mi bóxer y le puse mi polla en su cara, pero él siguió inmóvil y no sé porque aquella idea en aquella situación me excitó. Empecé a restregársela pero la sentí húmeda, había sacado su lengua y no paré hasta que desapareció en su boca. Entonces ya no quise parar, yo me movía y él se la tragaba cada vez más adentro.

Noté como se estaba masturbando él a si mismo detrás de mi mientras yo permanecía encima de él con movimientos suaves entrando y saliendo de su boca. Si aquello estaba ocurriendo de verdad quería llegar hasta donde fuera necesario. Eché mi mano hacía atrás y hasta que sentí la suya moviéndose. Poco a poco la detuvo y noté como me dejaba su polla en mi mano. Pequeña, suave, caliente, muy caliente y durísima, aquello era una barra pequeña a punto de estallar.

Bajé un poco más la mano y sentí sus huevos, los tenía casi más grandes que la polla y estaba excitadísimo hasta tal punto que en ese momento noté su leche caliente corriendo por mi mano. Aproveché aquel instante y le apreté los huevos un poco. Él aguantó un gemido para que nadie le escuchara al tiempo que sacaba mi polla de su boca. Dos chorretones más calentaron mi brazo que ya empezaba a estar incomodo.

Me ayudó a quitarle la camiseta, me limpié con ella y entonces pasé mis manos por su pecho hasta llegar a sus tetas blandas y suaves. Él me miraba y yo estaba fuera de control, me puse a mil. Me levanté de encima suyo, me eché a un lado y sin mediar palabra siguió mis movimientos dejando que lo volteara a él ofreciéndome la espalda y algo más. Una de mis manos rodeó por debajo hasta llegar a su boca. Su lengua jugó con mis dedos mientras mi otra mano bajaba un poco más su pantalón. Inmediatamente él la dirigió hasta su polla y mi mano siguió la suya. Empecé a sobar con mi mano su polla flácida y sus huevos gordos mientras mi polla ya estaba dura y buscando hueco entre sus nalgas carnosas.

Intenté penetrarle un par de veces pero aquello parecía más difícil de lo que nunca había pensado. Uno de sus pequeños gritos se ahogó en mi dedo pulgar aún en su boca. No encontraba el momento de hacerlo y entonces se me ocurrió. Le pedí que me alcanzara un estuche que había en una de las mochilas, saqué una botella pequeña de jabón líquido y unté levemente mi polla.

Lentamente fui penetrando cada vez más en su interior casi sin darme cuenta. Gori me mordía el dedo y entonces yo lo intentaba de nuevo más despacio. Pronto empecé a entrar y salir de entre aquellas nalgas con relativa facilidad. No me podía creer como había ocurrido aquello, ni que estuviera penetrando a mi amigo, ni que él se dejara, pero aquello estaba pasando. Excitado le sobé de nuevo su polla y sus huevos, sin dejar de moverme, tuve miedo de que nos escucharan, estábamos acelerándonos demasiado pero también estábamos demasiado excitados.

Su mano empujaba mi cuerpo contra el suyo como pidiendo más. En aquel momento sentí a Gori como una puta, más de lo que nunca hubiera podido imaginar de él y aquella idea me estaba llevando al punto de correrme. Nos volteamos y él quedó boca abajo y yo encima penetrándole tan fuerte que me cogía del frío suelo de plástico de la tienda de campaña para embestirle mejor. Entonces ya no pude más, caí sobre él, me agarré fuerte a sus tetas corriéndome la primera dentro de él y saliéndome sin querer en los chorros siguientes entre mi pecho y su espalda.

No dijimos nada, pero supimos de inmediato que no íbamos a decir nunca nada a nadie, aunque ese mismo año repetimos camping, tienda y sexo, pero sería la segunda y última vez, ya que me lo follé tres veces más pero nunca dejé que él me follara a mi y rompimos nuestra amistad sin que nuestros amigos entendieran porque.