Campeonato de Volley VI

Llega el momento de compensar a madre e hija, un trío en el que las dos me demuestran lo putas que son.

Allí estaban madre e hija con la cara llena de mi semen, compartiendo la misma corrida. Esther se incorporó y miró a su hija con una mezcla de orgullo, felicidad y excitación, tras lo que lamió el semen que había en la cara de luna y se dirigió al lavabo.

Luna se quedó sorprendida y me miró para luego reírse, pero se notaba que aquello la había descolocado. Retomando el papel de madre, Esther llamó a su hija al baño para limpiarle los restos de corrida de la cara. Yo me quedé tumbado en el centro de la cama sin poder creerme todavía lo que estaba pasando y recordando las palabras de la madurita “No te creas que hemos acabado. Prepárate.”.

Madre e hija salieron del lavabo y me quitaron de mi ensoñación. Ambas estaban únicamente con sus bragas puestas. Se pusieron frente a la cama con la misma sonrisa lujuriosa en sus caras. Luna se situó detrás de su madre y le hizo una coleta. Esther la cogió con ambas manos, dejando vía libre para su hija. Ambas tenían un cuerpo tan similar que prácticamente no veía a Luna, únicamente asomaban sus brazos.

La jovencita empezó entonces  a pasar sus manos por el cuerpo de la madura, acariciando su cuello, su pecho y haciendo hincapié en sus tetas. Luna pasó de acariciar los senos de su madre a sostenerlos y dejarlos caer como si los estuviera pesando. Apretó levemente los pezones tirando hacia arriba y los dejó caer antes de avanzar por el resto del cuerpo de su madre.

Luna empezó a bajar sus manos mientras se agachaba y finalmente se quedaba de rodillas detrás de su madre; sus manos habían seguido haciendo el suave recorrido desde las tetas de su madre hasta sus bragas, donde se detuvo. Asomó entonces la cabeza de detrás de su progenitora con una sonrisa enorme y sus manos volvieron a bajar, primero por una pierna hasta llegar al pie y luego de vuelta hacia arriba. Cuando acariciaba los muslos de Esther sus manos rozaban ligeramente su sexo y por la cara de la madura, aquello le estaba poniendo muy cachonda.

Luna seguía con sus ojos clavados en los míos y una sonrisa cuando cambió a la otra pierna, repitiendo el mismo proceso y los mismos roces sobre el coño de su madre, seguramente esta vez más intencionados. Las manos de la jovencita se pusieron entonces a cada lado de las caderas de Esther, sujetando con sus dedos índices los dos extremos de las bragas de la madura y tirando de ellos hacia fuera, mientras los subía y bajaba sin desvelar todavía aquel coño.

Tiró finalmente de ambos lados, dejando la ropa interior de su madre a la altura de las rodillas, tras lo que asomó su mano entre las piernas de esta y empezó a acariciar el abdomen de su madre. Por su posición y para poder hacerlo, tenía que hundir su cara en el culo de la madura. Su mano empezó a bajar entonces por el cuerpo de Esther en línea recta, pasando el pubis y abriendo su mano de forma que rodearon la rajita de la madre. Volvió a subir y bajar la mano alrededor de los labios vaginales de la madura mientras los abría hasta que dejó caer su mano del todo y se llevó consigo las bragas de Esther, tirándolas al suelo.

La cara de la madre era un signo evidente de lo cachonda que estaba y el control que hacía sobre su respiración aún más. Luna se levantó riendo y le dió un beso en la mejilla a Esther.

  • ¿Te ha gustado el espectáculo? - Me dijo la hija mientras no paraba de reir. - Toma, quédate esto.

Luna me lanzó las bragas de su madre y las recogí al vuelo. En el centro se podía notar claramente la humedad que emanaba de su coño. La hija dió un paso al frente y se colocaron en la posición inversa de antes, ahora era Esther la que se camuflaba tras el pequeño cuerpo de Luna.

  • ¿Estás preparado? - Dijo Esther desde atrás
  • Sí - Respondí casi con la ilusión de un niño
  • No lo creo…

Repitieron la operación, esta vez era la madre la que le hacía una coleta a la hija y esta se la aguantaba con los brazos en alto, quedando al descubierto su cuello, a lo que la madura respondió con un suave beso. Estaba claro que Luna no sabía que aquello iba a pasar, porque instintivamente su cuerpo se torció a un lado pero Esther la sujetó por la cadera para mantenerla quieta . Los pezones de la hija empezaron a endurecerse también de manera evidente.

Las manos de Esther se colocaron entonces en la boca de Luna, pasando suavemente los dedos por sus labios, hasta que la hija empezó a lamer y chupar los dedos de su madre. Mientras una de sus manos se quedaba en su boquita, otra empezó a bajar a los empitonados pezones que coronaban aquellos pequeños pechos y, aprovechando la saliva de Luna en sus dedos, Esther acariciaba en círculos sus areolas.

La hija estaba claramente cachonda y así se notaba cuando nuestras miradas se encontraban, aunque también podía notar que nada de aquello había sido apalabrado entre ellas.

Las manos de la madura empezaron a bajar por el torso de Luna hasta llegar a las caderas, fue entonces cuando Esther hizo que su hija que girase dándome la espalda. Cogió cada extremo de las bragas de la jovencita y tiró hacia arriba haciendo que pasasen a ser más bien un tanga y puediese lucir mejor ese fantástico culo. Esther rodeó a su hija y mirándome a la cara, golpeó fuertemente en una de las nalgas de su hija, que emitió un pequeño gemido.

La madura no podía tener una sonrisa más grande en su cara al ver lo cachondos que nos había puesto a su hija y a mi. Cogió a Luna de la mano y la llevó al lateral de la cama más cercano a mi.

  • ¿Quieres que le quite las braguitas?
  • Joder, si
  • ¿Y cómo quieres que lo haga? - Dijo con una gran sonrisa mientras se llevaba un dedo a sus labios
  • Con la boca.
  • No, pero... - Dijo Luna recuperando un poco la cordura que le faltaba a la situación

Esther me miró con una cara seria y de reproche típica de una madre.

  • ¿Vas a dejar que tu jugadora te hable así?
  • Luna cállate - Me salió del alma por las ganas que tenía de ver aquél espectáculo
  • Entrenador, yo…
  • Tu obedece

La madre me miró de nuevo con su sonrisa viendo que su hija me hacía caso y se agachó ante ella. Yo me acerqué más para ver aquél espectáculo sin perderme detalle. Gracias al tirón de bragas, estas se habían hundido entre los labios de la jovencita. Esther obligó a Luna a apoyar una pierna sobre la mesita de noche para darme más visión.

Sin mediar palabra, Esther metió su lengua entre el pubis de su hija y la braguita, moviéndose hacia abajo y despegando poco a poco la tela del interior de Luna. De manera evidente, hubo contacto entre la lengua de la madre y el coñito de la hija, pero Esther se las apañaba para que fuera de la forma más sutil posible. Luna por su parte, sólo podía entregarse a aquella situación a pesar del pequeño rechazo que le ocasionaba, aunque cada vez era menos.

Cuando llegó a la entrada de su coño, la madre por fin atrapó la tela con sus dientes para retirarla, cerrando las piernas de su hija para facilitar el trabajo. Se las quitó por completo bajando la cabeza hasta los pies mientras las manos hacían lo mismo a la vez que recorrían su cuerpo.

Cuando Luna estaba completamente desnuda, se acercó a mí y agachándose me trajo las empapadas bragas de su hija en la boca, besándonos con estas de por medio.

  • ¿Quién lo ha hecho mejor?
  • Joder, tu - Me quité las bragas de la boca y volví a besar a la madura de nuevo
  • Bien, pues empiezo yo - Me dijo Esther con esa sonrisa de nuevo - Túmbate

Hice caso a Esther y me tumbé boca arriba, ella se subió a la cama y se sentó sobre mi cara. “Cómeme el coño que me encanta”. Yo le hice caso y empecé a lamer y succionar a aquella madura mientras se movía hacia delante y hacia atrás llenándome la cara con sus flujos.

Mientras tanto noté como Luna también se había subido a la cama y se sentó sobre mi polla que reposaba dura en mi abdomen. No se la metió, sólo repasaba su coño con un suave movimiento alante y atrás. Prácticamente se movían a la vez, pero Esther le daba la espalda a su hija, así que la azoté fuertemente y la separé un poco de mi. Me miró extrañada desde la superioridad que le daba estar sobre mi cara.

  • Gírate - remarqué la orden con otro azote.

Esther se giró, quedando madre e hija cara a cara, yo volví entonces a lamer el coñito de la madura, que dejó una pierna anclada en el colchón y levantó la otra para darme un mejor acceso y una mejor vista de la situación.

Luna empezó a mirar a su madre mientras seguía con sus movimientos. No podía separar los ojos de aquellas maduras tetas que durante tanto tiempo había tenido en la boca y que ahora botaban libres ante ella. Metí dos dedos en el empapado coño de Esther y por inercia se balanceó hacia delante, agarrándose a los hombros de su hija. Ambas se miraron a los ojos y Esther pasó a cogerla de la cabeza.

  • ¿Te gusta, Luna?
  • Mmmm…

La hija no podía ni responder a la pregunta de su madre, únicamente estar estancada en aquel momento de placer. De nuevo una de las manos de Esther se movió, esta vez se agarró al cuello de Luna, apretando ligeramente. Por mi parte, mis manos bajaron hasta las caderas de Luna, la agarré fuertemente por ambos lados para mover mi pelvis con fuerza, aumentando el roce de nuestros sexos sin parar de comerle el coño a su madre.

No pasó mucho hasta que Luna empezó a correrse. Aún así la mano de su madre no dejó de apretarla hasta pasados unos segundos. Cuando la soltó, su orgasmo revivió y arqueó la espalda mientras sus piernas temblaban sin parar de moverse.

  • Mamá quiero que me folle, necesito que la meta
  • ¿Cómo se pide? - Dijo la madre mientras se levantaba
  • Por favor mamá, deja que me folle ya

Esther volvía a tener esa sonrisa que lo englobaba todo. Era una madre orgullosa de su hija, contenta con el momento y por encima de todo, estaba muy cachonda. Con esa misma sonrisa se giró hacia mí.

  • ¿Vas a follarte a mi hija delante mio?

Miré a Luna, deseosa de ser follada, pero Esther había dado un cambio espectacular que me hacía querer follarla sin parar. No sabía decidirme.

  • Daos un beso

Ambas se miraron, pero rápidamente Luna luna dijo un “No” seco. La sonrisa de Esther se desvanecía. Sin esperar más, me incorporé y puse a Esther a cuatro patas. Me coloqué detrás suyo y con un gesto le dije a Luna que se acercara.

  • Sin beso no te follo, pero ayúdame a metérsela a tu madre

Luna se quedó parada. Levanté una de mis piernas para darle acceso a la jovencita a mi polla erecta. Ella la cogió pero dudó, así que la cogí de la muñeca y avancé con mi cadera. La metí despacio dentro de Esther, aunque su coño estaba increíblemente mojado. Luna no retiraba su mano mientras yo empecé a follarme a su madre. A la vez, atraje más a Luna para poder besarla.

Era increíble follarme a la madre mientras la hija me agarraba el pene con fuerza y me devoraba la boca. Nos miramos a los ojos un momento.

  • ¿No querías que viera lo puta que era tu madre?

Ella no contestó, únicamente me mantuvo la mirada e hizo un ligero gesto de asentimiento. Solté entonces su brazo y me agarré fuerte a las caderas de Esther, acelerando las embestidas. Con cada penetración, el puño cerrado de Luna chocaba contra el coño de su madre.

  • También quiero ver lo puta que eres tú.

Saqué el miembro del interior de Esther, quien gruñó disgustada y me giré hacia Luna. “Chupa” ordené y sin pensárselo se lanzó a devorarme la polla como ella tan bien sabía, repasando bien la lengua de arriba a abajo. Se introdujo el capullo en la boca e hizo una fuerte succión. Sus mamadas eran increíbles, pero debía pensar más allá. Retiré las caderas sacándola de su interior y con una mano levanté su cara.

  • ¿Te gusta cómo sabe el coño de tu madre?

No esperé a su respuesta ni le dí opción a réplica, volví a ponerme detrás de su madre y esta vez pude metérsela entera. Esther gritó con fuerza al chocar mi abdomen contra sus nalgas y empecé unos movimientos profundos y constantes. Para mí Luna ya había desaparecido, sólo podía centrarme en el bamboleo de las tetas de su madre con cada embestida y cómo estas se asomaban por los lados de su cuerpo mientras su coño empapado engullía una y otra vez mi dura verga.

Pero de repente, Luna asomó por el lateral, quedándose sentada al lado de su madre mientras yo la embestía. Aquello me puso más cachondo todavía y aceleré mis embestidas. Con una mano cogí a Esther del pelo en forma de coleta y con la otra tiré agarrando su brazo, de manera que se quedaba de rodillas mientras yo seguía follándomela. De esa manera, la jovencita tenía una mejor vista de su madre siendo la puta que ella quería.

Finalmente Luna se decidió y se puso de rodillas ante su madre, imitando su postura. Yo mengüé el ritmo, pasando ahora a suaves y lentas embestidas para facilitar lo que quiera que Luna estuviera pensando hacer. De repente su cara cambió, como si algo hubiera hecho “click” en su interior. Con su mano derecha agarró el cuello de su madre tal y como ella había hecho antes. Yo solté el pelo de Esther para interferir lo menos posible en aquella nueva Luna.

Apretando ahora con más fuerza, la joven cerró los ojos y como el que salta con fe por un precipicio, se lanzó a besarse con su madre. Sus lenguas empezaron a jugar en sus bocas mientras una especie de escalofrío me recorría el cuerpo. No podía parar de follarme a Esther, pero no quería romper aquel momento, así que únicamente bombeaba con mi polla dentro de su concha al mismo ritmo.

El beso se alargaba y cada vez se notaba más deseo entre ellas. Parecían dos adolescentes que se besaban por primera vez, pero con la diferencia de que eran madre e hija. Finalmente fue Esther la que empujó a Luna, pero únicamente para poder respirar, porque la presión del cuello la estaba asfixiando. Madre e hija compartían ahora aquella lasciva sonrisa una frente a la otra. Ambas por fin estaban completamente liberadas.

  • Más fuerte - Me dijo Esther girándose con una mirada de orgullo.

Miré a Luna mientras con ambas manos ahora era yo el que apretaba el cuello de la madurita y recordaba los orgasmos que ya le había provocado.

  • Ven. Voy a enseñarte a hacer que tu madre se corra, ¿si?
  • Sí. - Luna aún dudaba un poco, pero estaba convencida.
  • Vas a chuparle las tetas mientras le tocas

La hija ahora obediente se agacho ante los enormes pechos de su madre. Esther bajó un poco la cabeza para ver bien cómo su hija cumplía órdenes. En cuanto noté los dedos de Luna masajeando el clítoris de su madre, apreté mis manos sobre su cuello y comencé mis bruscas embestidas.

No hicieron falta muchas penetraciones hasta que el cuerpo de la madura se empezó a tensar y su espalda se arqueaba mientras su hija se seguía esforzando en hacer bien su trabajo con aquellos lametazos y succiones mientras su clitoris recibía el frenético ritmo de su mano. Su grito ahogado casi no pudo salir de su garganta por la presión que ejercía. Alargué la postura unos segundos y la solté sin parar mis movimientos.

El cuerpo de Esther se dejó caer sobre su hija, retorciéndose de placer con un largo orgasmo como nunca había visto. Mientras ella se recuperaba saqué mi dura verga de su interior y rodeé la cama para encontrarme con Luna todavía debajo de ella y acariciando el pelo de su madre. Coloqué mi polla sobre su cara, ella dejó caer la cabeza y abrió los labios.

Empecé lentamente a follarme su boca. No podía introducir más de la mitad en su interior porque se ahogaba, así que continué con los suaves movimientos de cadera. En su línea, Luna era espectacular haciéndome mamadas. Su lengua acariciaba mi capullo con cada embestida y coronaba la acción con una succión cuando estaba dentro de ella. Aquél espectáculo me parecía impresionante, y más en cuanto Esther se recuperó finalmente.

La madura se deslizó por la cama hasta llegar al coño de su hija y sin pensarlo dos veces lo atacó con su lengua. Luna hizo el intento de moverse, pero le era imposible porque yo no paré ni un momento. Sus manos volvieron sobre el pelo de Esther, pero cuando yo pensaba que iba a quitarla, me sorprendió empujando la cara de su madre más fuerte entre sus piernas.

Estiré una mano para acariciar sus pequeñas tetas y Esther hizo lo propio con la otra. Entre los dos apretabamos y pellizcabamos sus pezones. Luna no tardó en correrse. Siguió restregándose con fuerza contra la boca de su madre para alargar el placer.

Yo estaba cerca de correrme, pero no quería acabar así. Liberé la cara de Luna y me situé detrás de su madre para comerle el coño, ella de buen grado abrió las piernas. La hija por fin pudo contemplar a Esther entre sus piernas y sin apartar la vista mientras se pellizcaba su pezón le dijo entre gemidos:

  • Joder sí mamá sí, así, cómemelo

Sin duda a la madura y a mí aquellas palabras nos pusieron más cachondos.

  • Entrenador fóllame. Fóllame mientras me come el coño… Ya has visto lo puta que soy

Ante las súplicas de aquella joven no pude más. Azoté con fuerza dos veces las nalgas de Esther, poniéndolas rojas al instante. Ella se levantó y nos fundimos en un increíble beso en el que pude saborear bien el sabor de su hija en su boca. Tenía toda la cara empapada.

Luna no perdió el tiempo y se arrastró hasta quedar su culo al borde de la cama, cogió mi polla y empezó a repasarla por su coño, dejándomela bien mojada mientras aún me besaba con Esther. Le dí de nuevo un fuerte azote y ella me miró con su sonrisa de puta esperando mi orden.

  • Siéntate en su cara y haced un 69.

Ella me besó de nuevo y obedeció, poniendo el coñito sobre la cara de su hija, quien enseguida alargó la lengua en busca de su clítoris. Esther entendió los matices de mi orden. Primero sentarse y luego 69. Me regaló unos segundos de aquella vista antes de bajar directa.

Yo seguía restregando mi duro rabo en el coñito de Luna, así que su madre sacó la lengua y empezó a lamerla al compás. Decidí que ya bastaba de torturar a la joven y la deslicé en su interior con gran facilidad. Pese a que por lo mojada que estaba mi polla entraba sola, la estrechez de ese pequeño conejito me hizo estremecerme.

  • Joder no voy a aguantar mucho más… Vaya coñito
  • Llénala con tu leche y déjame limpiarla - dijo Esther antes de devorar a su hija con grandes lamidas y succiones.

Me agarré a la cabeza de Esther empujándola contra el coño de Luna y empecé con unas fuertes embestidas en aquél pequeño coño. Escuchar los pequeños gemidos de ambas no me ayudó a aguantar mucho más, además, Luna empezó a correrse y pude notar cómo se estrechaban sus paredes vaginales alrededor de mi polla. Ya no podía aguantar más y acabé derramando todo mi semen bien profundo dentro de ella.

  • ¡Jodeeeeer! - Grité a la vez que me corría y mis piernas flaqueaban del placer.

La saqué de dentro de Luna y Esther se lanzó a recorrer su coño con más ganas, limpiando todo el semen que salía de su interior tal y como había dicho. Mi polla seguía dura pese a haberme corrido y rápidamente quise aprovecharlo rodeando de nuevo la cama para situarme detrás de la madre y follármela sin previo aviso. Me agarré bien fuerte a sus caderas y ella empezó a moverse de manera espectacular.

Todo aquello fue demasiado para mi y en menos de 5 minutos volví a correrme dentro de Esther. Me senté exhausto en la cama viendo aquél increíble momento ante mí. Madre e hija limpiando mi semen de su interior. Casi a la vez ambas volvieron a mover sus caderas y acabaron corréndose en la boca de la otra. Sus cuerpos temblaban mientras ellas continuaron unos segundos más con lametazos cada vez más lentos.

Esther se levantó al fin y se sentó junto a su hija, quien también se incorporó para fundirse en un enorme beso mientras su respiraciones se normalizaban.

  • Te quiero mamá
  • Y yo a ti pequeña

Ambas se giraron hacia mí con una sonrisa y vinieron cada una a un lado. La primera en besarme fue la madre y luego la hija. Sus caras todavía estaban empapadas de sus jugos.

Nos tumbamos los tres mientras seguíamos intercambiando besos hasta que finalmente nos quedamos dormidos.

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