Campeonato de Voley (V)
El cara a cara con Luna y Esther, una hija muy lasciva y una madre no tan santa.
Pasé una noche horrible, todo se había desmoronado en cuestión de segundos, y lo peor es que no tenía ni idea de cuáles iban a ser las reacciones de Esther y Luna.
Pensé si ir al desayuno, no tenía ganas, pero prácticamente estaba obligado. Al llegar, pude ver que madre e hija no habían asistido. Realmente no sabía si aquello era buena o mala señal. Desayuné todavía con el remordimiento taladrándome la cabeza. Y cuando ya acababa y me empezaba a sentir libre en la soledad del comedor, madre e hija aparecieron.
Esther se acercó a mi y agachándose un poco me sugirió que debíamos hablar los 3 y aclarar el tema. El estómago se me cerró y nos dirigimos directos a mi habitación. Las dos estaban bastante sonrientes y aquello me alegraba, pero en cuanto entramos en el ascensor pude ver que aquella sonrisa era falsa.
Entramos a mi habitación y cerramos la puerta. Todavía no habíamos pronunciado otra palabra.
No me puedo creer que te hayas follado a mi hija y me hayas mentido a la cara - Dijo Esther rompiendo el silencio
Yo…
No, te callas. Nos has utilizado a las dos. Nos has mentido. No eres más que un cerdo.
Esther entró en un bucle de reproches e insultos frente a los que yo no hice más que agachar la cabeza. En un momento crucé miradas con Luna de manera prácticamente aleatoria y pude ver como su gesto serio se convertía en una sonrisa lasciva.
- Mamá, a mi no me ha mentido ni me ha utilizado - Ví cómo la madurita se quedó muda ante las palabras de su hija - A mí sólo me ha follado
La madre levantó la mano para abofetearla, pero se contuvo:
No me vuelvas a hablar así en tu vida
Ya tengo 18 años y pienso volver a tirármelo, si no quieres, haz lo que hiciste con tu hermana
Esther se volvió a quedar muda. Luna se quitó la camiseta y la miró desafiante. Al no entender nada, me retiré por si acaso. La jovencita se dirigió a mi y su madre le cortó el paso.
O te quedas o te vas, pero yo voy a hacer lo mío
Cállate. Eres una niñata. No sabes nada.
Sé lo de la tía Estela y tú
No tienes ni idea.
¿No? ¿No te follaste al novio de tu hermana para competir por él y a los tres meses lo dejaste?
Luna dejó atrás a su madre y se topó conmigo. Había reculado hasta la pared sin darme cuenta. La pequeña jugadora se puso de puntillas para besarme con ganas mientras acariciaba mi paquete, que empezaba a crecer por la atención obtenida. Esther se giró y sus ojos se clavaron en los míos. En cuanto su hija vió ese gesto, me empezó a contar la historia.
- Verás Entrenador, mi madre que va de inocente se había separado de mi padre, y cuando conoció al novio de su propia hermana, les llevó a una habitación y propuso que la que mejor se la follara se lo quedaría. A saber lo que le hizo porque salió de allí siendo su novio.
Sin darme cuenta, Luna ya estaba sin ropa, la cara de la madre era de pura vergüenza, inmóvil. La hija se arrodilló ante mí y bajó los pantalones con un tirón rápido. No se lo pensó y se introdujo mi polla semierecta en la boca, succionando y acariciando mi capullo con la lengua. Era espectacular como aquella jovencita me la estaba mamando mientras poco a poco mi miembro inundaba su boca. Se la sacó y mientras continuaba moviendo la mano lentamente me preguntó:
¿Quién crees que ganaría en este caso, Entrenador? - Su pregunta me dió un respingo por todo el cuerpo
Si es a chuparla, seguro que tu, me encanta.
A pocos pasos de nosotros, en cuanto la madre oyó aquello, su gesto cambió. Inconscientemente avanzó un pequeño paso hacia adelante y se paró de nuevo. Yo miré hacia abajo, viendo la intensa mirada de la hija mientras se esforzaba en comerme la polla en el ritmo justo e intercalando los movimientos de su lengua con increíbles succiones. Al levantar la vista, esos mismos ojos lujuriosos me miraban en la cara de Esther.
Aquella situación me puso muy cachondo, así que cogí a Luna del pelo haciéndole una coleta y empecé a mover mis caderas mientras ella se sujetaba a mis muslos. Mientras me follaba la boca de la hija, no paraba de mirar a la madre. Luna me dió unos golpecitos en la pierna y paré, tirando hacia atrás de su pelo y apartándola de mi camino.
Avancé hasta quedar delante de Esther, la cogí del pelo igual que a la hija y nos lanzamos a besarnos de aquella manera que ella sabía hacer tan bien.
- ¿Quieres probar? - Le dije con un ligero tirón de pelo.
Obediente como siempre, la madre se descalzó y se puso de rodillas, tragándose mi pene sin dudar, igual que había hecho Luna. Se notaba que su mamada era brusca, con rabia, intentando demostrar sus habilidades.
Por detrás una voz me susurró al oído “mírala qué puta, cómo la chupa”. Cuando me giré, me encontré con los labios de Luna y de su lengua, que jugaba excitada dentro de mi boca. Volví a a coger a la jovencita del pelo y la coloqué de rodillas junto a Esther. Ahí tenía a madre e hija arrodilladas, ambas cogidas del pelo y con sus bocas separadas únicamente por mi miembro. Los ojos de ambas se centraban en mi pene, como si estuvieran hipnotizadas.
- Vamos a ver quién puede metérsela más - dije
Y si esperar respuesta, me llevé una mano al miembro mientras la otra quedaba sujetando el pelo de Luna. La coloqué ante su boca y en cuanto me miró, moví la cadera introduciendo poco a poco mi polla. Entró poco más de media antes de que me empujase la pelvis. Rápidamente la madre colocó su pulgar en la línea en la que se habían quedado los labios de su hija. Ahora Esther tenía una meta a batir.
Miró a su hija con cierta superioridad y se encaró mi polla empapada en una mezcla de saliva de ambas. Igual que la hija, me miró directamente, soltó todo el aire y se empezó a introducir mi pene. Avanzaba poco a poco, centímetro a centímetro. Faltaba poco para superar a su hija cuando su ritmo comenzó a bajar. Se agarró a mis piernas y cuando yo pensaba que no podría más, se empujó bruscamente hacia mi cadera, chocando mi capullo contra su garganta.
Agarré fuerte su cabeza y dí unos rápidos movimientos de cadera, gozándo al máximo aquella habilidad de la madurita. Sus palmaditas en las piernas me hicieron liberarla. En cuanto se separó de mi miembro, un gran hilo de fluidos cayó sobre su pecho manchando su ropa y su barbilla.
- Necesito correrme ya - dije mientras miraba a aquellas dos bellezas.
Ellas intercambiaron miradas por primera vez desde que todo había empezado y con una especie de conexión mental, parece ser que llegaron a un acuerdo. Esther se desnudó mientras Luna me llevaba a la cama, besándome con ganas y acariciando mi polla lentamente.
La madre se tumbó, agarrándose los pechos y separándolos. La hija colocó mi polla entre las tetas de Esther, quien las juntó y las empezó a mover. Luna se colocó al revés que su madre y aprovechaba cada vez que mi miembro asomaba entre los pechos de la madurita para chupar mi capullo.
No tardé mucho en correrme, apuntando a la cara de Luna, quien tras el primer chorro se movió hacia atrás, así que cuando cayeron los siguientes, gotearon a la cara de Esther.
- No te creas que hemos acabado - me dijo la madre - Prepárate.