CAMPAMENTO REFORMATORIO Cap 2 - Cuestión de huevos

Relato de BDSM GAY. Continúa la jornada deportiva con sus consecuentes castigos.

CAPITULO 2 – DIA 1 – CUESTIÓN DE HUEVOS.

Tras darnos las indicaciones de cómo serían las pruebas, Jesús se quedó con nosotros cuando Jorge y David desaparecieron andando por un camino de tierra y piedras.

  • La salida será desde donde estamos y ahora en cuanto lleguen David y Jorge veréis hasta el árbol que tenéis que llegar. Como sabéis consiste en que lleguéis los primeros para ganar los 25 puntos.

Cruzar el río no era tan sencillo, era un río por el que parecía pasar bastante agua y tenía mucha corriente, además, al otro lado, había que subir como especie de barranco de unos diez metros de altura hasta la zona donde estaban los árboles, así que no era tan fácil como parecía al principio. Yo tenía que ganar como fuese, no podía permitir que Rubén me ganara, estaba claro que Borja no tenía nada que hacer, pero algo tenía que hacer para poder llegar el primero, antes que él y debido a mi obsesión con golpear los huevos, se me ocurrió una idea.

David y Jorge aparecieron al otro lado y se pusieron en un árbol justo al lado contrario del que iba la corriente del agua y Jesús nos dio la salida, era el momento de ejecutar mi plan.

Los tres empezamos a correr, y cuando el agua ya nos cubría por las rodillas, aprovechando el clásico movimiento de los brazos al correr, lo utilicé para darle un codazo con todas mis fuerzas en los huevos de Rubén, acerté de pleno, con esos boxers amarillo subrayador tan apretados se le distinguían muy bien sus redondos y grandes huevos, se podía distinguir muy bien su polla que en ese momento estaba flácida por encima de sus grandes huevos, así que poniéndome delante de el, di para atrás con todas mis fuerzas lo que hizo que Rubén se tirara al río y yo ganara un poco de ventaja, o más bien casi toda, el resto de la carrera era contra Borja, al cual como estaba gordo, le arrastraba más el agua.

A mí cuando empezó a cubrirme por el pecho, llegó un momento que me costó avanzar, así que empecé a nadar en diagonal, primero a contracorriente, pero vi que Rubén se estaba empezando a recuperar así que pensé en nadar en diagonal pero a favor de la corriente, y luego correría hacia atrás. Acerté.

En cuestión de un minuto llegué a la otra orilla del río, justo cuando Rubén se levantó y siguió cruzando el río, adelantó a Borja ,el cual aunque seguía avanzando lentamente, aún le quedaba al menos un cuarto del río por cruzar, yo dejé de mirar hacia atrás y me centré en esa especie de barranco que había que escalar, poco a poco lo fui escalando y Rubén comenzó a escalarlo justo cuando yo ya había acabado, comencé a correr hacia donde estaban Jorge y David, ya lo tenía ganado, cuando apenas estaba a 20 metros, Rubén apareció por detrás, pero nos sacábamos cien metros de distancia. Gané, después llegó Rubén, el cual me miro con cara de asesino y después, no llegó Borja, si no Jesús que llegó por otro lado, y tras un largo rato de espera, llegó Borja, el cual se llevó un bofetón de Jesús por haber tardado tanto.

Nos pusieron a cada uno en un árbol, los tres arboles eran prácticamente iguales, sin ninguna rama hasta los tres metros de altura y los troncos bastante gordos. Nunca había hecho algo así, cuando Jorge tocó el pito para indicar la salida, yo me abracé al tronco e intenté como a empezar a escalar, pero no lo conseguí. Borja igual que yo, y Rubén ya iba por la mitad, aun así yo seguí intentándolo mientras Borja se había dado por vencido mirando como con miedo a su monitor. Al final, acabé desistiendo, Rubén ya había ganado y yo sólo estaba haciendo el ridículo, todos me miraban, incluido Jorge, riéndose de mí, por no ser capaz de subir aquél maldito árbol. Además del picor de mejillas debido al bofetón en la cara que nos llevamos tanto Borja como yo por haber sido unos inútiles y unos gilipollas según nuestros respectivos monitores.

Mientras nos dirigíamos a donde sería la salida del circuito con David y Jesús, Jorge se fue hacia otro lado desapareciendo otra vez más, y mientras, nos fueron explicando donde se pondría cada uno de los monitores, que se iban a distanciar a 200 metros los unos de los otros y Jorge nos esperaría al otro lado del río, la salida la marcaría David.

David marcó la salida y empezamos a correr dejando a Borja por detrás cuando apenas llevábamos diez segundos corriendo y el cabrón de Rubén, se vengó de mí, dándome un puñetazo en los huevos como el que yo le había dado anteriormente en el río. Yo me doblé, e intenté seguir corriendo, pero enseguida Borja me adelantó, quedando yo el último y a bastante distancia de él, ya que apenas podía si quiera andar del pedazo de puñetazo en los huevos que me acababa de dar Rubén.

Cuando yo llegaba a hacer las sentadillas, con el dolor de los huevos que me había subido hasta el estómago, me cruzaba con Rubén que iba de vuelta a donde estaba David para hacer los abdominales, y para el colmo, cuando apenas iba por la sentadilla número 50, Borja, había acabado sus sentadillas, aunque enseguida acabé mis sentadillas y pillé a Borja. Adelanté a Borja en plenos abdominales, aunque Rubén ya nos sacaba a ambos bastante ventaja, ya que cuando iba por la mitad de los abdominales el se levantaba por haber acabado de hacer las planchas para disponerse a correr para cruzar el río.

Al final, la ostia en los huevos que le había dado al principio me había salido bien cara, aunque también es cierto, que si no se la hubiera dado, tampoco hubiera ganado, porque la velocidad con la que hacía las planchas y los abdominales no era normal, empezaba a comprender las ventajas de tener un cuerpo tan fibrado y definido como el suyo, en eso estaba pensando mientras estaba intentando hacer las planchas, porque cabe decir que ya estaba derrengado, aunque el pito de Jorge sonó, y el feo de Jesús nos indicó que paráramos.

Mientras David y Jesus cruzaban por el puente, nos dijeron que nosotros no nos merecíamos pasar por allí, que cruzáramos el río y que nos veíamos al otro lado. Mientras cruzaba el río, pensaba en que al final, ninguno de los tres habíamos conseguido los cien puntos necesarios para librarnos del castigo, osea que la cara de felicidad de Rubén que se podía ver a la otra orilla, no entendía muy bien a que se debía, quizás aún no se había percatado de que en la primera prueba había perdido 25 puntos gracias a mi ingenioso plan que había conllevado mi dolor de huevos y estómago en ese preciso momento.

Al llegar al otro lado del río, nos volvimos a reunir y nos fuimos de vuelta al establo. Odiaba caminar descalzo por aquellos caminos de tierra con piedras, los monitores iban con calzado de montaña, pero nosotros teníamos que ir descalzos y no se los demás, pero yo al menos, ya no podía con mis pies, todo el día andando descalzo, por piedras, mis pies no estaban acostumbrados.

Por lo que podía recordar del horario, ahora tocaría la ducha, aunque aún íbamos un poco pronto y los monitores parecían estar enfadados por no haber llegado ninguno al objetivo de los cien puntos, aunque yo creía que viendo como se comportaban en la cabaña, ese enfado era una actuación digna de un actor.

Cuando llegamos al establo, otra vez a gritos nos indicaron que nos metiéramos en nuestras respectivas jaulas, yo me quedé sorprendido cuando vi que Nicolás y Rubén aún no estaban en el establo, pero por el momento, no me atrevía a abrir la boca ni a preguntar nada y por lo que pude ver al resto tampoco. Nos resignamos a que nos dieran patadas en el culo y los costados mientras nos metíamos en la jaula a cuatro patas lo más rápido que podíamos para evitar que nos siguieran pateando.

Entre las carreras, los abdominales, las sentadillas, las planchas, cruzar el río, la caminata descalzo y la paliza a patadas que me acababa de dar Jorge para meterme en la puta jaula, estaba derrengado, no sabía si podría soportar la ducha que nos tocaba, además, ya estábamos mojados de cruzar el río y aquellas duchas como dije anteriormente, más que limpiar, nos llenaban de barro, debido a que el suelo del establo era de tierra.

Yo aún seguía a cuatro patas cuando vi que Jorge rodeó mi jaula dos o tres veces, pero no llevaba la manguera, llevaba una especie de porra negra muy rara, yo me empecé a mosquear y empezaron a venir a mi mente las imágenes que había visto por la televisión de mis compañeros, ya habían pasado horas desde que los habíamos visto por última vez, y estaban muy mal, no me podía creer que aún no estuvieran en sus jaulas, cuando de repente, siento como un pinchazo en mi nalga izquierda e inmediatamente después una descarga eléctrica que comenzó donde el pinchazo pero continuó por todo mi cuerpo haciéndome levantar la cabeza y pegarme un cabezazo contra los barrotes de la jaula. Hizo lo mismo en mi nalga derecha, lo cual me jodió pero al menos no me pilló tan desprevenido como la primera descarga, lo que hizo que no me volviera a dar otro cabezazo contra los barrotes, con el primero fue suficiente para el colocón o mareo que tenía encima debido al cabezazo y las dos descargas.

  • Sal de ahí, hijo de puta, a ver si te crees que te vas a salir de rositas. - Dijo Jorge mientras quitaba el candado de la jaula.

Empecé a gatear hacia atrás, cuando de repente sentí como Jorge me agarraba de los huevos y me los apretaba.

  • Vengaaaaaaa – Gritaba mientras tiraba de mis huevos hacia fuera para que caminara más rápido hacia atrás, lo cual a cuatro patas es muy complicado. Yo me mordía los labios para intentar evitar gritar por el daño que me estaba haciendo con el apretón.

Cuando ya estaba fuera de la jaula, me dijo que me levantara, que me quitara mis preciosos slips y que los dejara dentro de la jaula. Cuando me agaché para dejarlos, aprovechó para agarrarme de los huevos y sin soltarme de los huevos, apretándomelos con una mano mientras con el otro brazo me bajaba la espalda pasando el brazo por el cuello, doblándome la espalda casi hasta partírmela, me sacó del establo y me llevó a un pequeño almacén que había a un lateral del establo y que aún no habíamos visto.

Entramos ahí dentro y dejando la puerta abierta, me llevó hasta el fondo, era un cuarto bastante grande, apenas sin luz, con una pequeña ventana en lo alto por la que entraba algo de luz y bueno en ese momento se veía todo bastante bien, no había nada, sólo algún que otro gancho por las paredes, por el suelo y por el techo, y algunas cuerdas y cadenas en unas estanterías.

En el fondo, donde las estanterías, estaban esperándome David y José, los cuales, me ataron fuertemente unas cuerdas a las muñecas para posteriormente atarlas a unos de los ganchos de las paredes. Me estaban poniendo los brazos igual que a Nicolás y a Luís, sólo que en vez de enganchar la cuerda en el techo, la estaban enganchando a las paredes, no me lo podía creer, aún estaban terminando de atar las cuerdas y ya empezaba a sentir algo raro a la altura de los omóplatos, tener los brazos en cruz con el cuerpo y completamente estirados, parecía que iba a ser agotador. Jorge apareció por detrás metiéndome un asqueroso calcetín en la boca y me puso la mordaza que me había puesto esa misma noche. El calcetín estaba completamente sudado, yo no pude ver de donde lo sacó, sólo pude detectar la textura sebosa del sudor almacenado en el calcetín en contacto con mi lengua, mi paladar y yo creo que hasta mi campanilla, no me daban arcadas pero poco faltaba.

Recuerdo que el calcetín estaba en mi boca, secándome la boca, a la vez que dejándome ese apestoso sabor a sudor de pie de alguien que no se a cambiado los calcetines en una semana y realmente era como si también lo tuviese en la nariz, puesto que el apestoso olor, llegaba a mi nariz sin saber muy bien como.

David y Jorge, se centraron en atarme lentamente otras cuerdas a los tobillos mientras Jorge, delante mío, parecía hacer un nudo laborioso mediante un extraño ritual que me dio bastante miedo observar, puesto que miraba la cuerda y lo hacía con tanta delicadeza que parecía tener un pequeño placer oculto sólo con el hecho de estar manipulado una cuerda. Esa actitud era destacable en todos, pero mucho más en Jorge, y más aún en aquél preciso momento, aunque enseguida dejé de fijarme en él, puesto que los otros dos, me ordenaron que abriera las piernas todo lo que pudiera como si estuviera haciendo el espagar, me estiraron las piernas lo más que pudieron, y volvieron a atar la cuerda a otros ganchos que también había en la pared, pero a la altura del suelo, tensando la cuerda lo más que pudieron.

Las ingles me dolían, me habían dejado las piernas muy tensas y muy abiertas,mi polla y mis huevos colgaban completamente y los brazos los tenía igual que las piernas, completamente estirados, no entendía que me iban a hacer así, pero sólo el hecho de estar así, ya me parecía un castigo más que suficiente, sin embargo, aquellas mentes perversas me temía que no se iban a quedar ahí, al volver a ver la cara de Jorge, mirar el nudo que con tanta delicadeza había echo y mirar hacia mis huevos.

Yo empecé a hacer extraños ruidos, quería pedirle que parara, pero el calcetín y la mordaza no me dejaban articular ninguna palabra.

  • ¡¡¡CÁLLATE HIJO DE PUTA, QUE AÚN NO TE HE HECHO NADA!!!! - Me dijo dándome un bofetón en la cara que casi me hace tragarme el calcetín.

  • En la tutoría, nos contaste que una de las primeras cosas que hiciste a tu hermano, fue orquestar un plan con tus amigos para golpearle los huevos, hace un rato he llamado a tu hermano, gracias a tu móvil, el que nos has dejado en tus pantalones y le he preguntado sobre esa cuestión y al parecer tienes una pequeña obsesión con golpearle los huevos a tu hermano a la mínima de cambio, así que he pensado, en ponerte un castigo a tu medida. -

Le encantaba soltarme discursitos tranquilamente mientras me jodía, en esta ocasión, mientras me daba el discurso estaba atándome la cuerda a los huevos, sin que yo pudiera ver ni hacer nada, por como me habían atado anteriormente David y Jesús, los cuales, no parecían estar por ninguna parte, o al menos yo no alcanzaba a verlos por ninguna parte.

Yo sentía como Jorge manipulaba mis huevos, y me hacía muchísimo daño aunque mis gritos eran callados por aquel asqueroso calcetín y aquella mordaza de bola enorme que casi no me cogía en la boca, la cual ya estaba empezando a pensar, que me tendría que acabar acostumbrando a ella. Sentía como manipulaba mis huevos, pero mi vista tampoco alcanzaba a ver que es lo que estaba haciendo, aunque hubo un momento que me percaté, me estaba atando los huevos por separado, la sensación era muy extraña, era como si me apretaran de los huevos pero por cada lado, muy extraño, dolía, pero tampoco era una cosa que me hiciera llorar, y sin embargo, hizo despertar a mi polla de una manera que no comprendía, estaba empezando a crecer de una manera como pocas veces había crecido antes.

  • Vaya, si parece que al final te va a gustar. - Me soltó Jorge.

No me lo podía creer, era lo que me faltaba, que encima pensara que me estaba gustando lo que me estaba haciendo, ahora empezaba a comprender porque Rubén se puso tan nervioso cuando le insinué que a él también le gustaba, yo tampoco sabía porque, pero estaba más empalmado que nunca en mi vida, nunca había tenido la polla tan grande.

Tras dejarme los huevos atados por separado, cogió la cuerda sobrante y estirándola, empezó a estirarme los huevos hacia abajo, provocándome un daño que me hizo gritar hasta con lo que llevaba en la boca, fue ahí donde el cabrón de Jorge consideró que debía de dejarlo, porque fue a esa altura a la que lo ató a una de las clavijas del suelo. No me lo podía creer, me estaba mareando y apenas llevaba segundos. El dolor era insoportable, y no había manera de que pudiera moverme, las piernas y los brazos tan estirados que me lo impedían y aun más saber que tenía los huevos atados ahí abajo.

Jorge, fue hacia una estantería que había detrás de mí y cogió un reloj el cual puso a unos cuantos metros de mí, sobre una pequeña mesa y se volvió a acercar.

  • Tú hoy estás castigado por faltarnos el respeto a los monitores, por tutearme, por decir insultos, por lo que te has ganado en la tutoría y porque has sido un puto inútil en el deporte, así que siento decirte, que te vas a quedar sin comer. - Me dijo poniendo su cara a escasos centímetros de mi cara, mientras me acariciaba la mejilla para terminar dándome otro gran bofetón.

Ya estaba hasta los huevos, no sólo de los bofetones, que también, si no de todo, los omóplatos me ardían, las ingles también y tenía la sensación de que si me movía un sólo centímetro, me auto castraría arrancándome los huevos de cuajo. No me lo podía creer, aquel dolor y la impotencia de poder evitarlo de alguna manera, provocaba que mis lágrimas cayeran de mis ojos, bajando por mis mejillas hacia mi barbilla.

  • Nos vemos dentro de un rato. - Dijo mientras se marchaba y cerraba la puerta.

Me dejó completamente a oscuras, bajo una pequeña luz de una pequeña ventana que estaba en lo alto en mi lado izquierdo, así que aunque muy lejos, algo de luz entraba, al menos para poder ver mis huevos, lo cual me asustaba verlos atados por separado y tan estirados hacia el suelo. El dolor de todo mi cuerpo era increíble, el dolor de los huevos subía hacia el estómago, las ingles y las piernas no las quería mover pero sin querer me vibraban y lo mismo pasaban con mis brazos. Las ingles, los sobacos, los omóplatos, los hombros, las piernas, los brazos, el estómago, los huevos, todo me dolía, me pesaba y me temblaba y apenas llevaba minutos, y pasaban los minutos y los minutos y todo seguía igual. Llegó un momento en el que me empezó a temblar todo el cuerpo y yo pensé que me iba a quedar sin huevos, aquella era lo peor, al convulsionar, todas las cuerdas tiraban mas, tanto las de los huevos como las de los tobillos o las muñecas, lo que me provocaba más daño aún, pero no podía evitar temblar en la posición en la que me habían dejado, aquello era una auténtica tortura.

Intentaba mirar el reloj que me había dejado, pero estaba lejos y no conseguía distinguir que hora era ¿para que coño me había dejado el reloj, si no lo podía ver, ni me había dicho hasta que hora tendría que estar así?.

No sabía cuanto tiempo había pasado, pero aquello era un auténtico infierno, nunca había sentido tanto dolor interno por todo el cuerpo, era una exageración, pero saber que me estaba haciendo esto por haber hablado con mi hermano, lejos de arrepentirme, por el momento no hacía más que crecer mi sed de venganza hacia él, aunque en ese momento no estaba mucho para venganzas, temblándome el cuerpo como me temblaba.

Estaba tan sensible, que podía sentir como mis lágrimas recorrían todo mi cuerpo. Estaba intentando no ponerme mal llorando, pero las lágrimas me salían solas debido a la situación y al dolor que estaba soportando.

Miré para abajo y pude ver como mi polla seguía más viva que nunca y mis huevos iban cogiendo un color morado, lo cual me asustó muchísimo y pese a que había intentado permanecer tranquilo todo este tiempo, que a mi parecer, no era poco, ver aquello me asustó y me hizo ponerme a intentar gritar, pero aquello era inútil, eran gritos mudos, mis gritos se quedaban en pequeños murmullos que apenas se podían escuchar, así que terminé desistiendo.

Intenté volver a relajarme otra vez, pero fue muy complicado, miraba mis huevos y los veía tan morados y tan mal que pensaba que me querían castrar. Yo a mi hermano le había hecho muchas bromas y muchas putadas en los huevos a lo largo de todo el tiempo en el que le había puteado, no lo iba a negar, me encantaba ver como se iba al suelo y se retorcía del dolor durante varios minutos después de recibir un buen golpe, pero no sé, yo en ese momento pensaba que no era lo mismo.

Yo no sé si debido al dolor, me desmallé, o me dormí, o simplemente cerré los ojos y recordé las cosas que le había hecho a mi hermano.

Me vinieron las imágenes a la cabeza de una noche en la que Simón, un amigo mío, se quedó a dormir en nuestra casa, porque sus padres no estaban en casa y su hermana mayor iba a montar una fiesta en su casa y digamos que le había invitado a irse, así que le dije que se viniera a pasar la noche a mi casa.

La verdad que tengo que decir que en mi grupo de amigos siempre hemos sido bastante brutos, yo no era el cabecilla del grupo, ni mucho menos, pero en cuanto a putear a mi hermano, si era el que lo promovía, pero todos mis amigos estaban dispuestos a ello, se lo pasaban bomba y aportaban sus ideas.

Simón y yo estábamos jugando al Street Figther en la ps one cuando Jaime fue a la cocina para pedir unas pizzas para cenar.

- Eh tío, tengo una idea, ¿puteamos a tu hermano? - Me dijo Simón, pausando el juego.

- Eso siempre, ya sabes. - Dije, y comencé a reírme.

- ¿Qué se te a ocurrido?. - Le pregunté inquietantemente.

- Nada, he visto que va con los boxers esos sueltos, y le van colgando mucho los huevos, así que ¿Qué te parece que yo vaya por detrás y se los baje y entonces tú le aprietes de los huevos y no se los soltemos hasta que diga un nombre con cada inicial de cada letra del abecedario? - Me dijo riéndose mientras se rascaba la polla.

Yo en ese momento, recuerdo haberme reído imaginándolo, pero le dije que mejor al revés, puesto que si no, se iba a percatar de que yo iba a ir a por sus huevos. Fuimos hacia la cocina, el cual ya se estaba despidiendo por teléfono y nada más colgar, yo le bajé los boxers y Simón le agarró y le empezó a apretar los huevos, mientras yo desde atrás le agarraba de los brazos.

- Dí un nombre con la A – Le gritó Simón a mi hermano en la cara.

- Adrián – Dijo rápidamente.

- Pues ahora dime un nombre con cada letra letra del abecedario, vengaaa – Le gritó, y le empezó a apretar más fuerte y tirar de sus huevos hacia arriba obligándolo a permanecer de puntillas.

Mi hermano iba diciendo nombres, pero con algunas letras, se quedaba un rato pensando, entonces Simón empezaba a hacer una cuenta a atrás desde diez, amenazándole de que si antes de que llegara a cero no decía un nombre con la letra que le tocaba, tendría que volver al principio. Cuando eso pasó, mi hermano se puso nervioso, iba por la F y tuvo que volver a comenzar desde el principio, mi hermano estaba de puntillas pero su cuerpo vibraba similar a como estaba vibrando el mío en aquel preciso momento, y recuerdo que yo me reía de él, mientras decía los nombres y una y otra vez más tarde o más temprano tenía que volver a empezar. Tuvo que volver a empezar cinco o seis veces y recuerdo como Simón cada vez le apretaba más los huevos y mi hermano decía los nombres como podía, casi sin poder decirlos, debido al dolor.

Pero yo y mis amigos, siempre eramos muy brutos y recuerdo que hasta que no lo consiguió, no le soltó, así que estuvo un largo rato, porque sólo habían pasado cinco minutos desde que Simón le había soltado y nosotros nos estábamos riendo de mi hermano que estaba en el suelo retorciéndose de dolor y agarrándose los huevos cuando sonó el timbre de abajo y yo me acerqué al telefonillo a ver quien era. Era el repartidor.

Mientras el repartidor subía, recuerdo que volví a la cocina a ver como mi hermano se tocaba los huevos y se retorcía en el suelo y recordaba como cada vez que le veía así, mi polla se despertaba. No me gustaban los tíos, pero me encantaba ver a un tío en el suelo, jodido por haber recibido un buen golpe en los huevos o algo parecido, como lo que le acabábamos de hacer a mi hermano.

Sonó el timbre de arriba, así que fui a coger las pizzas y pagar al repartidor, las llevé al salón y volví a la cocina a seguir mirando a mi hermano en el suelo tocándose los huevos y a Simón riéndose de él. Cuando habían pasado diez o quince minutos le ayudamos a levantarse se subió los boxers y fuimos al salón, donde cenamos tranquilamente y después nos pusimos a jugar al Street Fighter dándole de vez en cuando una ostia en los huevos a mi hermano pillándolo desprevenido, aunque cabe decir que el también participaba en el juego dándonos tanto a mí como a Simón.

Desperté, o volví al presente, no sé muy bien que fue lo que me pasó, pero pensé que así todo, eso o lo que fuese que hubiese sido lo peor que le haya hecho a mi hermano, no podía ser comparable con lo que estaba pasando yo, así atado.

Lo que me hizo despertar o reaccionar y seguir pensando en lo que estaba viviendo, fue sentir como abrían la puerta y traían un cepo de madera con un pie que pusieron justo enfrente mío, donde antes estaba la mesa con el reloj que ya había desaparecido, era un artilugio que se veía claramente que servía para anclar los pies al suelo y luego a un metro de altura aproximadamente era una especie de superficie de madera con tres agujeros que se veían que eran para la cabeza y para las manos.

Pensé que al fin me desatarían, no creía que mis huevos pudiesen seguir mucho más así y yo no podía seguir así, mi cuerpo temblaba y temblaba y las lagrimas seguían saliendo de mis ojos al sentir como todo mi cuerpo me ardía al estar todas mis extremidades tan estiradas, pero mis deseos fueron en vano cuando vi que traían a Borja a empujones y le ordenaban a subirse encima del cepo, mirando hacia mí.

No me lo podía creer, la cabeza de Borja quedaba a escasos centímetros de mi polla que seguía completamente empalmada. Borja me miraba con cara de miedo y enseguida sentí como alguien desde atrás, me quitaba la mordaza. Yo enseguida escupí el calcetín y supliqué que por favor me desataran ya de allí, no sabía cuanto tiempo había pasado, pero estaba viviendo un autentico infierno.

  • Tsss, Tsss, Tsss, no supliques o será aún peor. - Era Jorge, como no, quería seguir puteándome.

  • ¿Y tú para que cojones tiras el calcetín, acaso te he dicho algo?. - Me gritó mientras me restregaba el calcetín por toda la cara, sobretodo centrándose en mi nariz dejándome mis babas mezcladas con aquel apestoso olor por toda mi cara.

  • Ahora toca parte del castigo de Borja, pero tú vas a participar. - Dijo antes de comenzar a reírse.

  • A ver, esto es muy simple, tu estás ahí viendo la cara de Borja y enseguida me verás a mí comenzar a azotarle el culo. Tu misión sólo consiste en ir contando cuantos azotes le voy dando, cuando cambie de artilugio empiezas a comenzar desde cero. ¿Entendido?. - Gritó Jesús a escasos metros de mí y mientras restregaba su polla al culo de Borja.

  • Sí, Vale – Dije yo.

No me lo podía creer, no sólo tenía que soportar mi sufrimiento, si no que encima tenía que ponerme a contar los azotes que le daban al gordo de Borja que cada vez me recordaba más y más a mi hermano, yo creía que lo habían hecho adrede.

No podía con mis brazos, ni con mis piernas, el dolor de mi estómago no era normal y lo que sentía en los huevos era una presión pura que me provocaba hasta un dolor de cabeza o una especie de mareo, que era mejor no mirarmelos, porque si me los volvía a mirar tenía miedo a desmayarme otra vez, pero de verdad.

Jesús cogió una pala de madera enorme como las de las fraternidades estadounidenses pero con diferentes agujeros y echando la pala hacia atrás, le propinó el primer azote a Borja con todas sus fuerzas.

  • AAAAAH – Gritó Borja

  • UNO – Grité yo.

Mientras lo decía, aquel hombre tan feo, volvía a llevar su brazo lo más atrás que podía para con carrerilla volver a azotar el culo de Borja, ya empezaba a comprender que aquello iba a ser un no parar.

  • AAAH -

  • DOS -

  • AAAH -

  • TRES -

  • AAAH -

  • CUATRO -

  • AAAH -

  • CINCO -

  • AAAH -

  • SEIS -

  • AAAH -

  • SIETE -

Los gritos de Borja coincidían con los números que yo iba diciendo, mientras mi cuerpo convulsionaba del dolor. Jorge se volvió a acercar a mí, mientras Jesús seguía azotando a Borja y yo contaba gritando cuantos azotes llevaba y se agachó a coger el calcetín que había tirado al suelo después de restregármelo por la cara, el calcetín, estaba completamente lleno de mis babas y del sudor de los pies creo que de Jorge, pero ahora también estaban llenos de tierra.

  • Jesús, para un momento – Dijo Jorge efusivamente.

  • Vamos a amordazar a este cerdo porque no para de gritar y no escuchamos al mío contar, ¿te parece? - Dijo Jorge hablando con Jesús.

Nos ninguneaban, Borja no estaba llorando, pero si temblando, y apenas llevaba 50 azotes con aquella pala de madera y yo no paraba de lagrimear y de temblar, aquello era inhumano, no entendía si quiera como podía estar soportándolo, pero ahí estaba soportándolo sin morirme, esto era lo más cercano a un infierno que alguien se puede imaginar, pese a estar tan mal, pasaban de nosotros, hablaban entre ellos como si fuésemos meros animales, como acababa de decir llamando cerdo a Borja, o como si fuésemos sus juguetes y estuviesen hablando de como jugar con nosotros. No parecía tener ningún sentido.

Ante la respuesta afirmativa de Jesús, Jorge metió el calcetín en la boca de Borja metiéndolo casi hasta la garganta y le puso la misma mordaza que me había puesto a mí minutos antes. A Borja le dieron un par de arcadas y empezó a lagrimear.

  • Ya está listo. - Dijo Jorge levantándose y mirando a Jesús.

Al momento Jesús volvió a echar hacia atrás su brazo y a empotrar en el culo de Borja aquella pala con agujeros, aquel azote hizo que Borja empezara a llorar realmente y yo seguí contando los azotes mientras cada vez me iba mareando más y más. Así todo pese a marearme, intentaba concentrarme en ir contando los azotes en voz alta a medida que los iba escuchando, pese a los lloros de Borja que apenas me permitían escucharlos.

Yo creo que al verme tan mal, Jorge decidió comenzar a soltarme los huevos, lo cual, hacía que en ocasiones tirara más de la cuerda y me provocara más dolor. El cabrón de Jesús, utilizaba mis quejidos por los tirones que Jorge me daba para desatarme los huevos, para decirme que tenía que empezar a contar de nuevo, cuando ya iba por el número 500.

Mientras Jorge me desataba los huevos, Jesús seguía azotando a Borja con la pala, pero pese a mis intentos de contarlos, una y otra vez tenía que volver a empezar de cero, porque Jorge me estaba torturando los huevos. Borja me miraba, pero yo no podía hacer nada, me había atado la cuerda muy fuerte en mis huevos y los tenía muy mal y justo en el momento en el que ya la fue la cuerda lo que empezó a despegar de mi escroto, sentía como si me estuviesen arrancando la piel, todos los azotes que Jesús dio a Borja mientras Jorge me quitaba la cuerda lentamente, despegándola de mi piel, no fueron contados, porque mis gritos, quejidos y mis chillidos al sentir aquello, me impedían concentrarme en contar los azotes que le estaban dando.

Cuando finalizó de quitarme la cuerda de los huevos, yo seguía temblando y mi cuerpo convulsionaba si cabe más que antes, debido a tener todas mis extremidades tan tensas, las piernas tan estiradas y los brazos a la altura de los hombros, haciendo un angulo de 90 grados con el cuerpo también completamente estirados me provocaban una especie de ardor o resquemor por todo el cuerpo, y los huevos, si antes me dolían porque estaban tirando de ellos hacia abajo, después de despegarme la cuerda de los huevos y sentirlos ahí colgando, la sensación que sentía era muy extraña, pero también muy dolorosa, sentía como si me acabaran de arrancar el escroto, el dolor era tan insoportable, que comencé a llorar como si fuese un niño.

Jorge se acerco, y comenzó a acariciarme, lo que hizo que Jesús parara de azotar a Borja. Jorge se puso detrás de mi y empezó a acariciar mi mejilla derecha, para después ir bajando poco a poco con las dos manos acariciando todo mi pecho, deteniéndose un buen rato en mis pezones, donde empezó a jugar con ellos, con delicadeza, provocándome un extraño placer en todo el cuerpo y sin causarme ningún tipo de dolor, después, fue bajando sus manos hacia mi abdomen, acariciando también mis costados, mi espalda, y mi culo.

Yo me ponía enfermo, parecía estar disfrutando de mi cuerpo, tenía un monitor maricón, al que le gustaba y me tenía atado. Le dejé que me acariciara por todo el cuerpo, mientras cada vez me ponía más y más nervioso y mientras podía ver como el feo de Jesús nos miraba y se pajeaba sin ningún pudor, chocando de vez en cuando su polla con el culo de Borja y yo mientras llorando del dolor que sentía en mi escroto y el resquemor por todo el cuerpo y las caricias de Jorge, lejos de calmarme, me ponían más y más nervioso.

Borja seguía llorando, había recibido una buena azotaina y yo me había perdido de cuantos azotes iba. Al fin Jorge dejó de manosearme y sin despedirse, se marchó dejándome atado en aquel oscuro almacén, frente a Borja y a Jesús.

Mi cuerpo seguía temblando, pero a Jesús le dio igual.

  • Bueno, comencemos de nuevo – Dijo Jesús llevando su brazo hacia atrás.

  • UNO -

  • DOS -

  • TRES -

……

Iba contando los azotes según los iba dando, no era complicado porque llevaba una velocidad más o menos constante, sólo tardaba entre azote y azote el tiempo que le llevaba llevar su brazo hacia atrás y volver a llevarlo hacia adelante lo más rápido que podía. Jorge no paraba de llorar, y yo tampoco, pese a tener que andar diciendo cuantos azotes le habían dado, en cierta manera, le envidiaba, hubiera preferido seguir en aquella postura con la mordaza, que gastar las pocas energías que tenía en contar cuantos azotes le estaban dando a Borja.

Tenía que luchar contra mi ansiedad y mis ganas de llorar para poder decir los números tan rápido como Jesús iba azotando a Borja con aquella pala de madera sin agujeros y mientras Borja se despachaba a gusto, llorando con su mordaza. Pese a que mi cuerpo cada vez convulsionaba más, no tenía la más mínima compasión. Mil azotes conté finalmente con aquella pala sin agujeros, cuando decidió posarla y marcharse del almacén.

No me lo podía creer ¿Cuando me iban a soltar de allí?, ya no eran minutos, ya llevaba horas, no podía más, lo que me parecía increíble era como podía seguir soportándolo, pensaba que me desmayaría o me pasaría algo en cualquier momento, no se si lo pensaba o lo deseaba, porque mi cuerpo estaba completamente agotado.

Borja y yo estuvimos solos durante un buen rato, lo cual sirvió para que nos tranquilizáramos un poco, pero el con la mordaza no podía hablar y yo con el agotamiento que tenía, prefería no arriesgarme a ello. Al cabo de un rato, todos los monitores, los cinco, entraron al almacén y David y Jesús procedieron a desatarme al fin. Comenzaron quitando la cuerda de los ganchos que sujetaban mis brazos, nada más soltar la cuerda de aquellos ganchos mis brazos cayeron como si fueran plomo golpeando contra mi cuerpo, no podía ni sentir los brazos, me pesaban toneladas, la sensación era mucho peor que la de la mañana cuando me quitaron las esposas que sujetaban mis muñecas en lo alto de la jaula.

Sin acercarse, continuaron quitando las cuerdas de los ganchos que sujetaban las cuerdas de mis piernas, lo que provocó que me cayera al suelo, y todos los monitores se rieran de mí. No me dejaron descansar en el suelo ni un sólo minuto, cuando entre Jorge y Marcos, me cogieron y me llevaron a empujones al establo otra vez, donde me ordenaron volver a ponerme los slips, me dieron un rodillazo en la parte de atrás de la pierna para tirarme al suelo y se liaron a patadas conmigo para que entrara en la jaula.

Cuando al fin estaba dentro de la jaula, Jorge cerró mi jaula con el candado y ayudó a Marcos a llevarse a Rubén a empujones, tal y como a mí me habían traído, cerraron la puerta del establo de una patada y yo aunque incómodo y con todo el cuerpo adolorido, al fin cerré los ojos y descansé tranquilo.

Había entrado en el establo de aquella manera tan violenta y estaba como en una especie de en estado de shock que me llevó tiempo darme cuenta de que Nicolás y Luís ya estaban en sus respectivas jaulas. Ellos, al contrario que yo, estaban completamente desnudos, con marcas como de haber recibido latigazos o varazos o algo similar por todo el cuerpo y no paraban de llorar. Lo poco que les podía ver del culo lo tenían más morado que rojo y al igual que yo la noche anterior, tenían las muñecas esposadas en la parte de arriba de la jaula.

Yo, miré mis huevos, los tenía muy hinchados y morados, completamente inflamados, pensé que me quedaría estéril para toda mi vida, a mi hermano, jamás le habíamos dejado los huevos así, por más que le hubiésemos hecho. Nunca me había puesto a mirarle los huevos después de haberle hecho ninguna de todas las putadas que le hicimos, pero no creo que nunca los hubiese llegado a tener tan morados e hinchados como yo los tenía en ese momento. Me los toqué, porque aunque había pasado mucho tiempo desde que me había despegado la cuerda del escroto, aún me dolían y nada más tocarme los huevos, comencé a marearme y entre el mareo y el agotamiento, no sé si me volví a desmallar o me quedé completamente dormido dejando caer mi cabeza en una esquina de la jaula.

Apenas habían pasado unas horas desde que mis padres me habían dejado en aquel maldito campamento reformatorio, como lo llamaban los monitores, y yo ya anhelaba mi libertad. Durante el rato que dormí, recordé el verano anterior, en concreto uno de los botellones que hicimos una noche, eramos más de diez tíos y tres o cuatro tías, cuando una tía se acercó para interesarse por mi hermano Jaime y entre todos conseguimos que al final se acabaran liando.

No todo lo que le había hecho a mi hermano era malo, mi hermano era un marginado sin amigos, y vale, es cierto que muchas veces nos aprovechábamos de él, pero gracias a mí había conseguido tener algo de vida social, salía de botellón con mis amigos y conmigo y se iba de fiesta con nosotros y bueno aquella noche le conseguimos su primer rollo con una tía, o al menos era lo que pensaba yo, ya que ese plan lo habían llevado mis amigos sin mi conocimiento.

Al parecer, esa tía estaba comprada por mis amigos, después de sangrar a mi hermano para que le invitara a copas y emborracharse, la tía llevó al baño de la discoteca a mi hermano y

se metieron en una de las cabinas individuales. Según me contó mi hermano después, la tía debió de empezar a liarse con él a medida que lo fue desnudando y cuando estaba completamente desnudo, cogió toda su ropa y salió corriendo, dejando a mi hermano en el baño de tías, completamente desnudo un sábado por la noche y medio borracho.

Recuerdo ver a mi hermano completamente desnudo rodeado de porteros liándose a empujones con él para echarlo de la discoteca y a mis amigos grabándolo todo con el móvil y sacando fotos.

Al final, la chica le había dado la ropa a uno de mis amigos, que ya fuera de la discoteca se la devolvió a Jaime para que se volviera a vestir. Y aunque mi hermano estaba algo enfadado, seguimos la fiesta durante la noche hasta que fuimos para casa de Simón donde continuó la fiesta.

Pero mi sueño no pudo continuar porque otra vez malditas descargas eléctricas recorrían todo mi cuerpo.

  • Que no son horas de dormir, gandul. - Me gritaba Jorge.

Yo estaba completamente agotado, no me lo podía creer, no había podido dormir en toda la noche y había sido castigado ya en dos ocasiones, muy duramente, me dolía todo el cuerpo y encima Jorge parecía estar pasándoselo bomba mientras me daba las descargas eléctricas por todo el cuerpo con esa especie de palo negro que metía por la jaula hasta que tocaba cualquier parte de mi cuerpo, tocara donde me tocara, todo mi cuerpo convulsionaba y chocaba contra los barrotes. Así estuvo un largo rato, hasta que consideró que ya estaba despierto.

  • Vamos a ver, yo no he acabado contigo y si estuvieras despierto estarías escuchando los gritos de tres y cinco y los lloros de dos y cuatro, que están castigados a 24 horas de jaula.- Dijo antes de volver a darme otra descarga eléctrica.

  • Sois unos putos inútiles que habéis echado a perder el primer día, porque nos tendremos que pasar todo el día castigando vuestro comportamiento. - Y otra puta descarga.

Jorge, se agachó, abrió el candado y lo quitó y me gritó que saliera de la jaula. Esta vez, al menos, pude salir sin patadas, sin empujones y sin apretones de huevos. Al salir, sin palabras, sólo con la mirada, me vino a decir que hiciera el favor de dejar los slips otra vez de nuevo en mi jaula, así que eso hice y al levantarme, me agarró de la nuca y empujándome hacia abajo mientras apretaba mi nuca con fuerza y con cierta velocidad, me volvió a llevar al almacén del que me habían sacado hace un rato.

En el almacén, Rubén estaba como yo había estado un rato antes, con los huevos atados por separado y estirados hacia el suelo y con los brazos en paralelo al suelo completamente estirados enganchados con cuerdas y las piernas lo más estiradas que pudieron ponerle, pero su polla al ser más grande que la mía, tocaba completamente la cara de Borja, el cual se movía intentando evitarla mientras ambos lloraban sin parar.

Mientras miraba la situación, a mi me colocaron detrás de Borja y pude observar como el culo de Borja estaba completamente morado y como las piernas le temblaban, mientras entre Marcos, Cristian y Jorge me colocaban en un cepo igual que en el que estaba Borja, pero justo detrás de él, quedando mi cara a uno o dos centímetros del culo de Borja. Cuando ya me terminaron de anclar en el cepo, dieron un empujón y empotraron mi cara contra el culo de bajo, que casi me hacen meter mi nariz en su agujero y así me dejaron casi sin poder respirar, oliendo el culo de Borja, el cual olía a mierda que parecía que no se había limpiado después de ir a cagar y sintiendo su gordo culo en toda mi cara.

Escuché como todos los monitores se empezaron a reír y de repente, sentí un inmenso azote que me tensó todos los músculos de mi cuerpo y empecé como a temblar porque sentía que no podía respirar, el puto culo de Borja me taponaba el aire y no respiraba bien, pero eso no les importó lo más mínimo, el que me estaba azotando, que no pude ver en ese momento, pero supuse que sería Jorge, siguió azotándome una y otra vez el culo, debía de estar utilizando la misma pala que Jesús había estado usando con Borja un rato antes, con un sólo azote, me cubría las dos nalgas, y no paraba de azotarme.

No llevaría ni cinco minutos cuando aún con el gordo culo de Borja en mi cara me dieron ganas de empezar a llorar y comencé a llorar como un niño, entonces, entre Jesús y Marcos al fin me quitaron a Borja de delante, empujando la base del cepo hacia un lado. Pude ver a Rubén como a un metro y medio como mucho de mí, con su enorme polla mirando hacia mí, llorando, con los huevos casi igual de morados que estaban los míos en aquel momento y pude ver como a él también le convulsionaba todo el cuerpo, y también lloraba sin parar.

Jorge dejó de azotarme, para meterme una pastilla de jabón que le trajo Cristian en la boca, le sacaron la mordaza a Borja, el cual seguía en el cepo, ahora llorando a grito pelado y me puso la mordaza, apretándola bien fuerte.

  • A ver si creías que te ibas a librar, del jabón, eres el peor hablado de todos los que están aquí y eso va a tener unas consecuencias. - Me dijo Jorge antes de girarse para hablar con Rubén.

-Vamos a ver, ahora ¿Empiezas a contar con este vale?. -

  • Si…. Vale…. Vale... – Contestó Rubén, casi sin poder hablar.

Jorge, se volvió a poner detrás mío y pegó un empujón al cepo, poniéndome la polla de Rubén en la cara y comenzó a azotarme, esta vez con una vara. Cada varazo que me daba, me ardía y me hacía moverme todo el cuerpo, me estaba dando con ganas, varazo tras varazo, a Rubén apenas le daba tiempo a ir diciendo los números, es más, se perdió en más de una ocasión por lo que Jorge volvía a empezar.

El culo me ardía, no se había curado de la noche anterior, pero daba igual, me daba con todas sus esfuerzas y hacía que todo mi cuerpo se estremeciera, con cada azote, sin querer, yo me tragaba un poco de jabón, lo que hacía que me pusiera enfermo, al no sólo sentir el ardor del culo, si no también el de la garganta, y al ver como lloraba y lloraba sin poder evitarlo, tanto por los varazos, como por tragar jabón.

Cuando Rubén al fin llegó conseguir a contar mil sin equivocarse, Jorge paró de azotarme y no era un simple hormigueo lo que sentía en el culo, yo creía tenerlo a piel viva, me había dado unos varazos increíbles, enserio, aveces me preguntaba como podía soportar todo aquello sin desmayarme una y otra vez. Durante el pequeño descanso, pude observar un poco más a Borja, su cuerpo convulsionaba y al estar marcado, podías observar como se contraía cada músculo de su cuerpo, era muy emocionante verlo estremecerse así y ver sus huevos ya tan morados, y su cabeza que le parecía dar vueltas, debía de estar muy muy muy mareado como yo había estado rato antes.

El descanso duró poco, muy poco, lo que tardó en salir a por la manguera y entrar con ella para dispararme con el agua a presión por todo el cuerpo. Cuando el agua rozó mis huevos, me maree completamente y no me caí al suelo, porque era imposible al estar anclado en el cepo, pero si no me hubiera desvanecido. Cuando se cansó de mojarme, cogió un cepillo de los que la base de atrás son de madera, y se acercó a mí a enseñármelo.

  • Tu culo va a probar este cepillo a ver si empiezas a aprender. Hoy vas a sufrir, espero que te sirva para que aprendas para mañana. - Me dijo mientras se iba detrás mío.

Jorge empezó a azotar mi mojado culo con el cepillo, yo intentaba chillar, pero lo único que conseguía era tragar más y más jabón lo que me provocaba llorar más y ponerme más nervioso, como siguiera así, la pequeña pastilla de jabón, se acabaría enseguida, ¿Tenía pensado que me tragara todo el jabón o de que iba?. Era imposible mantener la compostura, me azotaba muy fuerte con el cepillo, llevaba un ritmo más lento que con la vara, pero la superficie en la que daba era mayor, solía dar diez azotes en una nalga, y luego se pasaba a dar otros diez azotes a la otra, aunque alguna vez no lo hacía así para distraerme y que no lo viera venir. Yo lo estaba pasando fatal y parecía que Rubén, pese a estar tan mal, podía seguir contando mis azotes, lo cual de verdad era de agradecer, porque podía ver como movía su cabeza, como cerraba los ojos, como se mordía los labios de vez en cuando, hacía lo que podía para soportar e ir contando mis azotes, pero de repente dejó de contarlos y empezó a pedir que lo soltaran que no podía más.

  • ¿Que os hemos dicho en las tutorías de las súplicas?. Te vas a enterar. - Dijo David mientras se dirigía a sus huevos.

  • Aparta un poco al bicho este que me molesta. - Le dijo a Jorge refiriéndose a mí, el cual tiró hacia atrás el potro, dejándome a un par de metros de Rubén.

-Tres!!! Sigue contando… - Gritó Jorge.

Y siguió azotándome cada vez más fuerte y cada vez más rápido, con la parte de atrás de aquel cepillo. Rubén iba contando, ya iba por 700, pero de repente, igual que lo que me había pasado a mí, se despreocupó de mí y empezó a gritar mientras David le desataba los huevos. Jorge hizo conmigo lo mismo que Jesús había hecho con Borja, siguió azotándome sin parar, yo creo que cebándose, azotándome cada vez mas fuerte con el cepillo, aprovechando que no podía moverme. Yo intentaba moverme pero era imposible, era imposible mantenerse quieto por los azotes que Jorge me estaba dando uno tras otro, pero también era imposible moverse, al estar anclado en aquel maldito cepo.

Cuando por fin, David terminó de quitar la cuerda de los huevos a Rubén, Jorge paró de azotarme, y se marcharon todos, dejándonos a Rubén y a mí solos, mientras entre todos se llevaban a Borja del almacén y cerraban la puerta.

Parecía encantarles dejarnos en posturas incómodas, imposibles y dolorosas a nuestros monitores. El tiempo que estuvimos a solas se hizo muy largo, yo no paraba de llorar pese a que ya no me estaba azotando nadie, pero el culo me ardía y todo el cuerpo me dolía y me temblaba, enserio, yo no sabía que te podía temblar tanto el cuerpo al estar tanto tiempo en una determinada postura, pero el sentimiento de estar en una postura como en la que estaba Rubén o como en la que ahora estaba yo, completamente inclinado con las piernas algo abiertas y solo sujetados mis pies, mis brazos y mi cabeza a través del cuello, ese sentimiento era una frustración pura y dura.

Además, odiaba no poder llorar tranquilo al tener el jabón en la boca, que llorar lloraba igual pero era inevitable, pero tenía que guardar cierto cuidado para poder hacerlo, porque si no me ahogaba, había llegado un momento en el que pensé que incluso tenía que concentrarme para poder seguir vivo, para poder respirar y no ahogarme con el jabón y los lloros.

No sé cuanto tiempo nos tuvieron ahí a solas, pero cuando volvieron, sólo entraron Jorge y David y entre los dos, me separaron unos metros más de Rubén, mientras podía seguir observándolo. David metió a Rubén otra pastilla de jabón en la boca y le puso una mordaza similar a la que yo llevaba, pero su bola era de color rojo, era lo único en lo que se diferenciaban.

Tras estar un largo rato mirándonos, David cogió una vara y Jorge un cinturón.

Jorge se puso detrás mío y empezó a darme un cinturonazo tras otro, esto lo llevaba bastante mejor que el cepillo y la vara, y eso que ya tenía el culo muy mal, pero no obstante, parecía que no me estaba dando con la misma intensidad, me dolía, me dolía mucho, pero no hacía que me estremeciera como si había conseguido con el cepillo. Mientras me azotaba, podía ver como David, llevaba la vara lo más hacia atrás que podía y la empotraba contra el pecho y los abdominales de Rubén.

Yo no podía parar de llorar, respiraba como podía y no paraba de toser a consecuencia del jabón, lo cual me cegaba un poco al tener los ojos llenos de lágrimas, pero no obstante, se podían empezar a distinguir las marcas de los varazos sobre el cuerpo de Rubén, el cual, no paraba de moverse, haciéndose más daño a él mismo al estar las cuerdas tan tensas. Yo no es que lo estuviera pasando bien precisamente, no paraba de llorar y era un puto infierno, pero por un momento me alegré de no ser él.

Los azotes con el cinturón empezaron a subir de intensidad poco a poco hasta que vio que ya empezaba a estremecerme, lo que parecía gustarle. Se pasó un buen rato azotando mi culo con esa intensidad, mientras David descargaba sus fuerzas contra el cuerpo de Rubén a través de la vara que sujetaba con su mano derecha. Yo cada vez me movía más, lo poco que podía, pero me movía para intentar evitar los golpes, aunque aquello era imposible, siempre acertaba, como mucho podía cambiar su intención de golpearme en una nalga para que me azotara en la otra, pero no me libraba de ni uno sólo de sus intentos.

Después de un largo rato así, ambos pararon de golpearnos y David cogió la manguera, y empezó a disparar el agua contra Rubén, al cual apenas podía ver su reacción, pero por como le había quedado el cuerpo y el dolor del agua a presión por si misma, debía de ser mucho el dolor que le estaba provocando. Cuando se cansó con él le cedió la manguera a Jorge, el cual empezó a dispararme con el agua en la cara, después por todo el cuerpo para finalmente disparar el agua contra el agujero de mi culo, lo cual casi me hace tragarme la pastilla de jabón por un momento. El muy cabrón, centró la manguera ahí durante varios minutos, lo que hacía que yo moviera mi culo, pero el me iba persiguiendo y tenía demasiada buena puntería.

Al fin se cansaron y fueron hacia las estanterías, de donde cogieron unos vibradores de unos tamaños considerables. No me lo podía creer ¿Enserio me iba a meter algo en el culo? ¿Porqué?, Yo jamás había hecho algo así.

Así todo, Jorge escupió el vibrador y me lo fue metiendo dentro poco a poco, yo sentía como si me cagara, aullaba pese a tener el jabón en la boca y me dolía horrores, no paraba de moverme, pero a Jorge le daba igual, el poco a poco seguía metiéndomelo, y yo sentía mi culo completamente lleno, pero ahí seguía metiéndomelo. Mientras Jorge sujetaba el vibrador, David se acercó con una toalla para secarme el culo, lo cual me hizo aullar más aun, toser, y tragar más jabón, y con cinta adhesiva de color gris, la cual utilizaron para fijarme el vibrador en el culo, sin que se me saliera.

Después, fueron tras Rubén e hicieron lo mismo, para posteriormente, ir detrás mío y volver a ponerme enfrente de Rubén haciendo que la polla de Rubén tocara mi cara en todo momento.

  • Hasta dentro de un rato chicos – Dijo Jorge, mientras le daba a un botón en un mando a distancia, que hizo que tanto Rubén como yo empezáramos a gemir.