Campamento de verano

Una familia envuelta en sensualidad...

CAMPAMENTO DE VERANO

Fuimos padres de mellizos hacía ya algunos años. Nunca planeamos con Mariela una familia grande, siempre dijimos que tendríamos dos hijos. Bueno para bendición nuestra tuvimos mellizos y encima de esto una nena y un varón.

Típica familia. Tranquila. Todos los años desde que los chicos vinieron con esa novedad, nos íbamos a un campamento de verano antes de que se separaran durante las vacaciones.

El año terminaba con esos cinco días de campamento en una estancia muy cómoda de uno de los fundadores de la escuela aquella en la que iban nuestros hijos desde chicos.

Este era su último año de escuela, luego vendría la universidad.

Como siempre preparamos las cosas pertinentes y con alegría y felicidad partíamos rumbo a la estancia que quedaba a unos 35 km de la ciudad.

El viaje era corto, llegábamos pronto. ¿Porqué íbamos nosotros a ese campamento? por supuesto porque nos habían elegido todos los años, los chicos para que fuéramos una de las parejas de padres que custodiarían su comportamiento en el  lugar.

Éramos generalmente tres parejas mas algunos directivos. Empezamos a descargar las valijas y bolsos, que no eran muchos por cierto. Y nos fuimos acomodando en las partes de habitación que nos tocaba.

Nuestros hijos se fueron con sus compañeros ya que ellos compartían una gran parte de estancia que hacía que estuvieran todos juntos. Para dormir, estar, aunque en verdad, en las habitaciones solo se dormía. Generalmente se estaba afuera haciendo actividades deportivas o metidos en el arroyo que pasaba casi en medio de esas tierras.

__¡Organizamos las comidas!__ dijo Mariela mi esposa

__¡Vengan veamos un cronograma que arme!__ dijo la directora de la escuela. Y caminamos hacia el lado del arroyo. Era un día esplendido.

Entre juegos, actividades llegó la noche. Yo estaba muy cansado como la mayoría de los adultos. por ser la primera noche, los chicos, también fueron enfilando para la gran cuadra preparada para ellos.

Esa noche estaba de guardia el padre de una de las parejas, así que los demás, nos fuimos a descansar. Creo que me desmayé de manera inmediata, apenas saludé a Mariela y caí en un profundo sueño.

No sé que hora era. Solo sentí como en un sueño, que alguien corría mi bóxer de tela fina y fresca. Eran unos dedos finos. Enseguida supe que no era mi esposa, ya que sentía su profunda respiración a mi lado, al menos sentía eso, aparte del silencio de la madrugada.

La mano traviesa se apoderó de mi verga que enseguida se fue poniendo dura, alcanzó mis bolas , la mano misteriosa, masajeando, yo no quería gemir, así que aguantaba los embates de aquella mano perversa que me estaba haciendo gozar.

Me retorcía suavemente, casi sin tocar al cuerpo dormido a mi lado para que aquello no se desmadrara. No tenía idea de quien podía ser mi atacante, mi violadora o violador, porqué no, pero en un momento sentí que una boca se tragaba mi sable erecto y potente.

Movía mi pija y la sensación era que me acabaría en cualquier momento, igual apretaba las mandíbulas, cerraba los ojos, aunque en la densa oscuridad no podía distinguir quien podría ser aquella boca que me tragaba sin descanso. La saliva se sentía muy leve, y yo me quedaba muy duro, muy quieto, aunque el intenso hormigueo fuese creciente, estaba a punto del desborde, sentía que mis fuerza para retener flaqueaban, más aún cuando unos de los dedos atacantes, llegó a mi orificio y masajeó, tratando de abrir y cuando esto ocurrió, el torrente fue incontenible. Fue tremendo. Largué leche por todas partes , era la sensación, aunque no veía por donde y adonde caían los chorros cargados y pesados.

Casi me desmayo porque tuve que morder mis labios para no gritar de placer. Luego la boca siguió limpiando mi sable, para luego guardarlo y retirarse.

Sentí que me levantaban el camisón liviano que llevaba encima por las dudas si tenía que levantarme de urgencia. Por supuesto no usaba nada debajo. Las manos corrieron la tela hasta casi la mitad de los muslos. Un dedo recorrió mi raja, se humedeció casi al instante, me moje y mordí mis labios, no quería hacer ruido, sentía a mi esposo respirar al lado, creo que un poco sobresaltado, tal vez soñaba, pensé en aquel momento, que abrían mi vagina, corrían los pliegues y el dedo jugaba deliciosamente con mi botoncito muy rígido, muy parado y caliente.

Me aferraba a las sábanas y no podía retorcerme a placer pero aquello me llevó a un orgasmo casi de inmediato.

Mojaba las piernas de los fluidos que brotaban de mi almeja sabrosa. Debo decir que era bastante calentona. No se veía quien era mi violador o violadora, pero lo hacía de mil maravillas, lo deje hacer, pensé en alguno de los padres que me tuviera ganas, ya que siempre estábamos tirándonos flores pero siempre había sido hasta ahí, este me estaba chupando la concha de manera espectacular y soberbia. Lamía y sorbía de forma exquisita, yo estaba a punto de tener otro orgasmo.

La electricidad se adueñaba de mi cuerpo convulsionado y caliente. Me sentía mojada por todos lados y ya tenía el camisón casi en los pechos, el/ella atacante, se comía mi conchita. Su lengua jugueteaba por mi interior. Metió un dedo dentro y lo movió, sacando y entrando, apretaba mis dientes, pensé que se iba a romper alguno, la fuerza que hacía para no gritar de gozo y de locura era impactante y desquiciante. Metió dos dedos y serruchaba.

Cuando llegó con un dedo a mi culito, me revolví, me conmoví, quise gritar muy fuerte, el pecho golpeó con fuerzas en mi corazón y pensé que iba a estallar por los aires y la oscuridad de la habitación tuve una convulsión orgásmica y quedé desinflada como una muñeca de trapo.

Mi amante misterioso, tal vez notó de mi estado y decidió retirarse del lugar no sin antes besar mi almeja y bajar el camisón.

Cuando llegó la hora de levantarse estaba bastante adolorido, quizá por las sensaciones nerviosas y musculares, pero feliz de haber gozado de aquella mamada de pija que me había dado no sé quien.

Anduvimos todo el día de aquí para allá. Llegó la noche. Cerca de las doce nos fuimos a la cama. Casi ni hablamos con Mariela. Al ratito cerré los ojos. Me dormí.

Esa noche me acosté decididamente desnuda. No sé que hora era cuando sentí la lengua moviéndose dentro de mi cueva que ya chorreaba jugos por todas partes. Tuve cerca de tres orgasmos hasta que el succionador serial se marchó. Dejándome de cama.

Mi pija otra vez fue sometida a una mamada sobresaliente, caliente, estupenda, me chupó hasta saciar su sed tragando toda mi leche, tuve que reprimir mis gritos, porque quería gritar de satisfacción y locura. ¿Quién era?

El día fue transcurriendo y no podía quietar de mi mente a mi amante secreto. Amante que no había hecho otra cosa que darme sexo oral. Recorriendo lo pliegues de mi vagina de manera sublime.

Todo el día lo pase pensando en mi mamadora especial, suponía que era mujer, miraba las caras de los chicos. Pero también comencé a elucubrar que si en esa noche se repitiera tal hecho encendería la luz, tal vez fugazmente para descubrir quien era.

Esa noche me dije voy a prender la luz y le veré la cara, debo saber quien es. No puedo soportarlo mas. Voy a saber quien es si o si.

La noche llegó lentamente. Me hervía la sangre, estaba por de mas caliente a la espera de la mamada diaria. Quería que llegara el momento. Los minutos pasaron lentamente hasta que nos retiramos con Mariela a la cama. Apagamos la luz de inmediato. Trataba de no dormirme. Pero me venció el agotamiento y allá me dormí.

Abrí los ojos pesadamente como en un sueño. Un sueño lejano, pero tan cerca. De nuevo la boca posada sobre mi virilidad, enhiesta, chupando insaciable y yo reprimiendo los gemidos.

La lengua se movía como n serpiente en mi clítoris erecto y duro, la conchita me chorreaba de manera soberbia  e incontenible, mordí mis labios para no gemir, para no gritar, no aguante mas y busqué la perilla del velador y accione.

Entonces accione la perilla del velador y se hizo la luz.

__¡Juani!!__ casi grito Mariela

__¡Romi!__ dije yo con la pija dura como una roca. Nuestro hijos solo nos miraron y sonrieron

__¡Bueno era hora de que quisieran saber!__ dijo la muy puta de Romi con sus tetas al aire y su mano en la pija erguida y mojada.

__¿Que hacen?__ pregunté no muy seguro

__¡Darles placer!__ dijo Juani acariciando la vulva de Mariela que largaba jugos de manera irresistible.

Romi estaba desnuda y su cuerpo era del infarto. Se subió a la cama, es más, a horcajadas de mi. Jugo con mi mástil y se lo fue metiendo de a poco en su vagina. Suspiro largamente y empezó a moverse. Yo gemí.

Juani sin decir agua va se abalanzó sobre su madre y tiernamente fue metiendo su lanza gorda dentro de la cuevita receptiva de ella. Empezó a moverse.

Los conciertos de gritos, susurros y lloriqueos fue in crescendo de manera desorbitada y animal.

Romi acercó a mi boca sus tetas y yo las comí con deseos, desquiciado, con locura, ella gemía y susurraba llantitos de perra herida.

Mariela suplicaba  Juani para que no se detuviera y Juani complacía a su madre sin detener las embestidas.

Yo jugaba con las nalgas poderosas de mi hija, las pellizcaba y metía mis dedos en su ojete divino y fresco. Ella no aguanto y llevó mi pedazo a su entrada posterior y así como estaba la clavó profundamente, unas cuantas sacudidas y saltos sobre mi provocaron que le llenara el ojete de leche de manera descomunal y desgarradora. Nos besamos profundamente intercambiando salivas durante un periodo prolongado en que ella se mantuvo con la estaca clavada en su perfecto culito, ordeñándome de manera desesperada.

Juani bombeo y bombeo a su madre comiéndole las tetas, besándolas, pellizcándolas hasta llenar su vagina depilada y rebalsándola de flujos y leche.

El amanecer nos sorprendió desnudos y amándonos  fondo entre los cuatro.

Ese campamento de verano fue el comienzo de una aventura que duraría hasta el fin de nuestras vidas.-