Campamento de Semana Santa (IV)

El campamento llega a su fin. Sin embargo, unas horas pueden ser más que suficientes para acabar lo que empezó en un autobús... Día 4 de 4

Nos levantamos temprano para recoger todo y que diera tiempo a hacer juegos con los críos antes de irnos. Antes de empezar a ponernos en marcha ya tenía la erección mañanera provocada por Ángela y sus pezones marcados. El resto del día fue normal. Bea hacía como si no hubiera pasado nada y Ángela ya se había olvidado del episodio del bus. O eso creía.

A media mañana, mientras preparábamos la comida Ángela se me acercó por la espalda, me puso la mano en el paquete y me dijo al oído:

  • Bea me ha contado lo que hicisteis ayer. Te recuerdo que tenemos cuentas pendientes...

Me dejó de piedra. Y a mi polla también. Se escucharon las voces de Lucas y Manu viniendo así que se separó rápidamente y disimulamos.

Al rato fui a Bea enfadado e intrigado:

  • Oye Bea, -dije sosegadamente- ¿qué le has contado a Ángela? A la hora de la comida ha estado a punto de hacerme una paja. -exageré para darle un poco de dramatismo al asunto- Si no llega a ser porque han venido Manu y Lucas...

Bea me miró con los ojos abiertos y cara de niña buena.

  • Me pilló masturbándome y tuve que contárselo. -me dijo sin dar muchas explicaciones.

  • Ah claro, tiene sentido. -la ironía se notaba en mi tono y la cara de incredulidad la acompañaba.

  • Vaaale está bien. Anoche, cuando me acosté aún no me había limpiado y seguía con restos de semen. Eso me puso cachonda y decidí... Bueno, ya sabes. Pensaba que todos dormíais pero visto está que no. Cuando acabé y me levanté al aseo para lavarme, me siguió y reconoció las manchas. Intenté convencerla de que era flujo pero me acabo pillando y se lo conté.

  • ¿Te dijo algo sobre lo del autobús?

  • Empezó a contármelo y le dije que lo sabía, que os había visto. Y me confesó que seguía caliente desde entonces y que se moría de envidia. Nos reímos y ahí quedó la cosa.

La conversación quedó ahí. Le hubiera preguntado si se animaría a un trío con ella, pero pensé que me habría matado y decidí dejarlo como una fantasía.

Por la tarde nos montamos en el autobús para volver a casa. Durante la vuelta estaba muy cansado y me dormí aprovechando que iba sentado solo. Cuando llegamos al bajo y recogieron a todos los críos, los monitores nos quedamos hablando sobre cómo había ido el campamento. Lucas y Manu se fueron los primeros, y al poco Cristian se ofreció para acercar a Bea a su casa. Pensaba que Ángela se había ido sin despedirse así que entré al bajo a por mis cosas para irme. Sin embargo en cuanto cogí las cosas oí la puerta cerrarse y me giré, viendo a Ángela con cara de cachonda.

Se abalanzó sobre mí haciendo que perdiera el equilibrio sobre uno de los sillones que había. Empezamos a besarnos y meternos mano por todo el cuerpo. Ella metía las manos debajo de mi camiseta acariciando el pecho y agarrándome el cuello y yo le arañaba la espalda e intentaba quitarle el sujetador. En un momento ella se separó y me levantó la camiseta para quitármela. Sin embargo aprovechó que se me había quedado enganchada para, en un ágil movimiento, ponerse de rodillas en el suelo, sacarme la polla del pantalón y metérsela de golpe en la boca. Me dejó KO. Cuando pude quitarme la camiseta vi cómo devoraba mi polla como si le fuera la vida en ello, haciendo vacío con su boca y recorriéndola con la lengua en círculos que acababan en la punta. Cuando pensó que tenía suficiente, se levantó y, poniéndose de espaldas, se bajó las mallas. Sin esperar a que me recompusiera ni a preguntarle por el condón se sentó sobre mi polla llegando los huevos a tocarle sus labios. Empezó a subir y bajar a la vez que gemía fuertemente. Al poco se quitó la camiseta y el sujetador quedándose completamente desnuda. Aproveché para incorporarme un poco y llevar mi mano derecha a su clítoris. Cuando sintió mis dedos moverse tensó su coño por dentro y se venció hacia atrás. Se estaba corriendo y le fallaban las fuerzas así que empecé a hacer yo el movimiento mientras que, con la excusa de incorporarla, le agarraba su teta izquierda. Sus gemidos se incrementaron llegando al punto de ser grititos que acabaron en un grito ahogado cuando se corrió.

Decidí dejarla respirar un poco así que salí lentamente y me levanté para dejar que se sentara. Pensaba que la cosa había terminado así que me dispuse a vestirme. Sin embargo ella se dio cuenta de mis intenciones y agarrándome la polla me dijo:

  • ¿Dónde vas? Tú también vas a correrte.

Dicho esto se levantó del sillón y se puso de rodillas encia de él mirando hacia el respaldo. Al echarse un poco hacia delante me dejó su coño en una posición irrechazable.

  • ¿Y bien? -dijo. Yo me había quedado embobado y todavía no me había movido.

Me acerqué a ella y guiando mi pene con la mano se la volví a meter, a lo que ella respondió con un gemido profundo. Estuvimos un rato con ese movimiento hasta que decidí probar lo que Bea no me había dejado. Me chupé el dedo pulgar, lo pasé por su coño para humedecerlo y empecé a acariciar el agujerito de su culo. Pensaba que se resistiría como Bea, pero en lugar de eso se estremeció y soltó un chillido de placer. Decidí seguir masajeando la zona para ir abriéndolo poco a poco.

Al rato, y con ayuda de sus flujos, ya podía meter la primera falange del pulgar. Como estaba empezando a coger el puntillo y no quería correrme, decidí sacar la polla de su coño y dedicarme enteramente a su ano. Yo iba poco a poco introduciendo el dedo entero mientras ella seguía masturbándose y aumentando su placer. Cuando consideré que ya estaba suficientemente abierto, le dije que me chupara un poco la polla para lubricarla y me senté en el sillón. Cuando estuvo lista, Ángela se subió encima de mí como cuando habíamos empezado a follar y se sentó de nuevo sobre mí, pero esta vez en el otro agujero. Iba con miedo y un poco de dolor, pero le ponía cachonda la idea del sexo anal porque no desistía. Una de las veces que estaba saliendo para volver a entrar suavemente, uno de sus pies resbaló y mi polla se le clavó en lo más profundo. Soltó un grito de dolor, pero ya estaba dentro y no iba a desperdiciar la oportunidad. Empecé a bombear a la vez que le acariciaba el clítoris y los gritos de dolor de Ángela pasaron a ser de placer.

  • ¡Dios! ¡Oh! ¡Joder! ¡No pares Leo!

Cuando tuvo el orgasmo, la agarré fuerte y sin sacar la polla de su culo me levanté y la coloqué de rodillas sobre el sillón. Le bloqueé las manos detrás de la espalda haciendo que apoyara su pecho y su cabeza sobre el respaldo y continúe dándole por culo.

  • Dios... Por favor... -dijo sollozando y gimiendo a la vez- Que gustó joder... No puedo más.

  • Qué culo tienes joder... De ve... De verdad... ¿Quieres que pare?

  • Joder... Como pares te mat... ¡Oh! ¡¡Si!! ¡Joder! ¡Fóllame el culo joderr! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ahhh!

  • Dios Ángela. Como me pone que grites.... Me voy a...

  • ¡Córrete en mi culo Leo! ¡Quiero que te corras dentrooo!

  • ¡Me corrooo! -no pude aguantar- ¡Joder siii!  ¡Ah! Ángelaaaa...

Mi pene empezó a soltar semen caliente llenando su culo. Notaba como palpitaba mi polla y Ángela por dentro. Le había soltado los brazos y ella se apoyaba como podía sobre el sillón. Estábamos los dos sin fuerzas. Con cuidado empecé a saca mi polla de su culo y poco a poco fue expulsando el semen que no cabía en su interior. Ángela se dio la vuelta y se desplomó sobre el sillón. Yo seguía de pié recuperando el aliento.

  • Ven... Ven aquí. -me dijo-

Me acerqué a ella, tomó con su mano mi polla llena de flujos y semen y se la llevó a la boca. Empezó a mamarla a la vez que la recorría con su lengua repasando todos los pliegues hasta dejarlos limpios. Salieron unas gotas de semen que aún quedaban. Cuando terminó de limpiarla, se la sacó de la boca, tragó y dijo con una sonrisa:

  • Espero que repitamos en la próxima acampada.

  • Descuida. -respondí fantaseando con las folladas que se venían por delante.

Tras eso nos limpiamos, nos vestimos y nos fuimos cada uno a su casa. Este fue el inicio de un año que sería inolvidable...