Camión

Una niña saliendo de la secu..., un camión atiborrado..., muchos hombres alrededor...

Camión

Este relato comienza un día tan particular como cada día en la ciudad de México, un día en el que una jovencita de apenas 18 años, verdaderamente bonita, de tez muy blanca, estatura promedio para su edad, cabello negro muy profundo y lacio, y un cuerpo envidiable para cualquiera, tenia que hacer su tan rutinario recorrido de su casa a la escuela y de la escuela a su casa. Esto sucedió precisamente en el retorno a su casa.

Salió de la escuela vestida con su tan excitante uniforme de secundaria, con una falda que más bien era minifalda mas por que su familia no tenía dinero para comprar otra que por que la niña realmente quisiera enseñar algo, y que le llegaba unos 5 cm. arriba de la rodilla, lo que dejaba muy a la vista sus hermosas piernas; además, vestía su clásico suéter y una blusita en la que se podían observar muy bien las tan definidas formas de su busto.

Como siempre, se dispuso a tomar el camión que la llevaría de retorno a su casa. Al llegar éste se dio cuenta que venía súper retacado de gente y que hasta quizá ella misma no cabria, pero ya era tarde y tenía algo de prisa así que no le importó y se subió; era común ver los camiones tan llenos a esa hora de la tarde, pero aquel día era una verdadera exageración.

Al subir, un señor como de 35 años y bastante feo quiso ayudarla, sin dejar pasar la oportunidad de darse un buen agasajo con su trasero, tomándolo bien bonito, pero la niña no pareció darse cuenta.

En el interior la mayor parte de los pasajeros eran señores, si acaso unas 2 viejitas que iban hasta adelante y al parecer eran amigas, parecía un complot contra la pobre niñita. A empujones, rosones y buenas torteadas de las que si se dio cuenta la niña, pudo llegar a la parte media del camión, donde varios hombres podían ver con exquisito deleite y morbosidad a la niñita; entonces uno de ellos como de 45 años se aventuró a acariciar suavemente su trasero por encima de la falda, con lo que la niña se quedó perpleja y no sabía si sería bueno gritar, pero se quedó muy calladita por miedo de que el hombre le hiciera algo; entonces el señor se aventuró aún más y la comenzó a acariciar por enfrente, desde la parte del ombligo por debajo de la blusa hasta la más intima de sus partes rodeando con su enorme mano la cadera y nuevamente el trasero de la tan acogida niña.

Entonces, otro señor, como de 50 años, justamente el que estaba detrás de ella, el ¡suertudo del camión!, al ver del placer del otro señor, se le antojó y le comenzó a subir poco a poco la falda, repegándose más y más para que la falda se fuera atorando y no bajara, y acariciando su hermoso trasero y su vagina. La niña ya no sabía que hacer, ahora eran 2 hombres los que la estaban acariciando, y ella no hacia nada más que dejarse. Entonces, el señor que estaba detrás de ella comenzó a bajarse la bragueta y repegó mucho, pero mucho su pene, al grado que la niña casi grita en una de esas, y la tomó más fuertemente de la cadera atrayéndola hacia sí. Al primer señor le dio mucha envidia y le empezó a desabotonar la blusa y acariciar sus pezones, pero al poco rato los chupaba como desesperado.

Los demás hombres no pensaban delatar aquel acto, ya que les encantaba ver cuanto sucedía, e incluso participar en él, y en ese preciso momento el señor "suertudo" la penetró como pudo de la forma más rica que había sentido en su vida, y la penetro otra vez, y otra, y otra, y la pobre niña ya no podía con tanto. Los que podían se daban gran agasajo con ella, la chupaban de todas partes, la besaban en la boca, le chupaban su vaginita.

La niña fue penetrada por uno y por otro hombre rotando en el camión. El conductor se dio cuenta desde un principio de todo ello, y al bajar las viejitas y otros señores que si querían llegar a su destino, y con ello vaciarse un poco la micro, propuso a los hombres darse un agasajo con la niña, a lo que la niña no repuso nada más bien por lo asustada que estaba. Con lo que todos muy felizmente aceptaron y se desvió la micro a un callejón no frecuentado donde todos, incluso el chofer, se dieron uno de los mejores agasajos y la niña comenzó a disfrutar solo un poco cerrando los ojitos fuertemente ante cada penetración.

Al final la niña quedó totalmente agotada, muy desconcertada de lo que le habían hecho y el chofer muy amablemente, después de que la jovencita le chupara el pene y el la tomara de su cabecita hasta estar satisfecho, se dispuso a llevarla hasta su casa.