Caminos cruzados (FINAL)

CAPITULO XXII – Así no era que terminaba.

CAPITULO XXII – Así no era que terminaba.


“No hay una forma perfecta de hacer las cosas… no aplica cuando lo que haces es arruinarlas, eso siempre resulta obscenamente perfecto”.

E.


- Eva, ¿qué no me has dicho? – Preguntaba Myriam, mientras  esperaban en el cafetín que les sirvieran esa grosería de café, chocante y escaso, que suelen dar en las funerarias.

- Mira, ella cometió un error, ¿sí?, estoy tratando de digerirlo lo mejor que puedo, pero…

- ¿Qué hizo?

- Besó a otra mujer. – Respondía Eva, mientras tomaba un par de vasitos entre sus torpes dedos.

- ¿Cómo llegó a ese punto? – Comenzaron a caminar hacia la sala funeraria mientras hablaban, ahí las esperaban Zoe y Ofelia.

- Vamos a dejarles el café y vamos afuera. Sugirió Eva.

- Bien.

Cada una entregó un vasito a su pareja, Myriam se excusó por ambas unos minutos.

- No tardaré cielo, lo prometo. – Myriam dejó un beso en la frente de Ofelia, quien solo sonrió y acarició su mejilla.

Ambas caminaron hacia uno de los tantos jardines que había en el lugar, eran 4 espacios silvestres bien definidos por pilares de mármol, bancos largos en cada extremo, también de mármol, y al centro, una fuente de tamaño moderado, diseñada como un gran cáliz sobre el cual posaba un niño con una vasija rota, mirando hacia el cielo, donde había una enorme claraboya que dotaba de luz natural el espacio, y que tenía en el centro un enorme Cristo clavado en la cruz. El ambiente era un poco menos lúgubre si te conectabas con lo natural. Se sentaron en uno de los bancos, quedando justo en frente de la entrada de la sala funeraria donde los restos de Giacomo eran velados a urna cerrada. Sobre su ataúd, Ofelia pidió colocar un retrato de él, ese que le permitiera a quien lo viera, recordarlo en su mejor momento, ignorando lo malo que pudo haber hecho.

- Bien… sobre cómo llegó a ese punto, no lo sé, porque al parecer esa mujer siempre se ha sentido atraída por ella. Fue lo primero que noté cuando la vi.

- ¿La conoces?

- La ex de María Fernanda. – Eva halaba un poco el cabello en su nuca.

- No… ¿qué le pasa a esa tipa?

- ¿Por qué lo dices?

- Hace unos días, María Fernanda nos buscó pidiéndonos consejo, nos habló de ella y una situación que tuvo, que terminó con Sofía muy molesta y estuvo varios días sin saber de ella. Al final arreglaron las cosas, solo le dijimos que le permitiera procesarlo y que dejara que ella se acercara. No llegó al punto del beso, pero, sí busca contacto con ella.

- O sea, es una de “ese tipo”…

- Ciertamente… ahora, cuéntame bien qué te dijo Zoe.

- Que ella la besó a la fuerza, y se le declaró. Pero, cuando yo vi a la mujer por primera vez, hace bastante ya, le ofrecí hasta un cambio de universidad, ella eligió quedarse, eso es lo que me irrita.

- Eva, no, no puedes hacer eso. Entonces, cada vez que alguien guste de ella, ¿vas a moverla como si fuera un florero?, estás siendo un poco irracional.

- ¿Qué se supone que haga?, estoy en desventaja. ¿Acaso no viste cómo es?

- Sí, María Fernanda nos mostró una foto, y vaya que es…

- Sí, Myriam, gracias totales… a su lado soy tan sensual como un Poodle sin pelo.

Myriam no pudo evitar reírse, disimuló lo mejor que pudo, hundiendo su rostro entre sus manos.

- Mira, yo soy su primer todo, su primer beso, la primera persona que la toca, tú sabes cómo termina eso…

- No necesariamente. – Myriam jugueteaba con los bordes del vasito de café.

- Vamos, en algún momento querrá probar otras cosas. – Eva miraba hacia los lados, manifestando frustración.

- Se las das. – Respondió, sonriente.

- Hay cosas que no podré darle.

- Enumera, soy toda oídos.

Eva se quedó en silencio… no sabía qué responder a aquello.

- Dime, ¿has estado en una orgía? – Preguntó Myriam.

- No.

- ¿Trío? – A cada pregunta, se acercaba más a Eva.

- No.

- Te lo han metido por el…

- ¡Myriam! – Eva se ruborizó, estaba abrumada con aquellas preguntas.

- ¡Responde! – Dijo, riendo por la expresión en el rostro de Eva.

- No, y no lo necesito, ¿cómo se te ocurre?

- Ahí es donde quiero llegar, hay muchas cosas que NO necesitas, y te has sentido bien sexualmente. Eva, tu inseguridad sexual te va a sabotear esta relación, no lo eches a perder por un tecnicismo como “besó a otra”. Dime, ¿dónde está ella ahorita?

- Allá, con Ofelia.

Myriam no pudo evitar golpear a Eva en la cabeza con la palma de la mano.

- ¡Pendeja!, está junto a ti, está en tu vida. Lo que hizo esa tipa fue impulsivo, no es que Zoe lo haya querido… es más, te dijo la verdad, o ¿lo dudas?

- Solo me siento extraña, no sé…

- Sí, Eva, hirieron tu Ego de “soy la primera y única que te ha tocado”, como dice Ofelia, “non mi fotta”… ¿qué hiciste luego de eso?

- Caramba, se te está pegando. – Eva rio de aquello. – Dentro de poco se hablarán en italiano.

- Es lo que ella quiere… y no he podido quitarle la idea de la cabeza, es obstinada como ella sola.

- En fin. Lucas se la llevó y yo arrojé el anillo al…

- Ya va… ¿qué anillo?, Eva, es mucho lo que NO me has dicho.

- Mira, el plan era pedirle que se casara conmigo, ¿sí?, pero desistí de hacerlo. Me fui al “puti-club” con Lucas y bebí hasta donde me permitieron las ganas, pagué un privado y la mujer me ofreció seguir la fiesta pero me levanté y me fui… después llegué al apartamento y la hice mía.

- Vaya, vaya, vaya… Eva, amiga mía, si Ofelia escuchara esto, diría sin dudar que amas a Zoe. Yo pienso igual.

- Explícate…

- Te explico con tu propia experiencia. Cuando empezaste a sospechar que María Fernanda te “pulía la cornamenta”, te distanciaste sexualmente de ella y Soraya se convirtió en el “cáliz del cuerno”. Con Zoe, no hiciste lo mismo. Te ahogaste en alcohol para drenar, te desahogaste hablando con un buen amigo, pero, al final, volviste con tu mujer, y le reafirmaste que “es tuya”. ¿Ves lo que trato de explicar?

Las neuronas de Eva no hacían sinapsis…

- Te puedo asegurar, que Ofelia está teniendo una charla muy amena con Zoe, mira cómo distancia a las personas y centra su atención en ella. – Myriam la veía con ojos llenos de amor.

- ¿Cómo haces que funcione?

- Todo tiene su justa medida, tienes que aprender a ser dos en una sin dejar de ser una en dos. La libertad es la llave que te permite tener una relación sana, sin que esto signifique que sea perfecta. ¿Dónde botaste el anillo?

- En el mirador. – Eva mostró arrepentimiento.

- Mi estimada, usted va a tener que ponerse sus botas y su ropa de trabajo, pero vas a recuperar ese anillo, sí o sí. Zoe no va a querer otro que no sea ese…

- ¿Tienes la idea de lo inmenso que es ese barranco?

- ¿Acaso alguien te pidió que botaras el anillo?

Aquella conversación había sido reveladora para Eva, quien no era del todo consciente de las razones tras sus acciones. En ese momento, venían llegando Sofía y María Fernanda, se acercaron a ellas para saludar.

María Fernanda abrazó a Myriam como si no hubiera mañana, había encontrado en ella una gran amiga, y una excelente consejera, a quien le cabía perfectamente el apodo de “gurú sentimental”, por la calidad de sus palabras y acertados consejos.

Cuando Eva vio a María Fernanda, percibió algo distinto en ella, que le dio gusto, en el fondo, saberla feliz le daba paz. Ella estrechó la mano de Sofía sin mayor afectividad en aquello, eran agua y aceite, pasado y presente de una misma mujer.

Todas fueron a reunirse con Ofelia, quien al verlas, se puso de pie para saludar.

- Muchachas, gracias por venir. – Ofelia abrazó con mucho cariño, y saludó a Sofía con amabilidad.

- Lamentamos que esto haya terminado así, es terrible. – Comentaba Sofía. – ¿Tienen alguna idea de lo que pasó?

- Bueno, ya sabemos que el golpe en la nuca fue lo que lo mató, pero aún no tenemos algo concluyente en relación a los motivos o quién pudo hacerlo.

- Hay que esperar que las investigaciones avancen. Eva nos aportó información que puede ser útil, tengo que encontrarme con Dimas para hacerle llegar la información, pero, no he sabido nada de él. Tendré que esperar que aparezca. – Myriam se mostraba frustrada, no llevar directamente la investigación la limitaba.

- Myriam ya lo habría resuelto, pero, así son los hombres, quieren ser “la figura”. – Añadió Ofelia.

- ¿Sabes?, haré esto a mi manera. No le voy a dar un carrizo. – Myriam se cruzó de brazos y miró hacia un lado. – Eva, tú me ayudarás, está decidido.

- Amore, Eva no podrá ayudarte, tiene un asunto qué resolver que la va a mantener alejada unos días, ¿verdad, Zoe?

Myriam y Eva se miraron con asombro, luego, volvieron la vista hacia Ofelia, vieron que reía en complicidad con Zoe.

- Eva… – Todos voltearon a ver quién la llamaba, era Lucas.

Ella se acercó confundida, y se puso aún más inquieta cuando él la apartó del grupo gentilmente.

- No sé cómo tomes esto, pero, le conté a Ofelia lo que pasó con Zoe… espero que no te moleste.

- No termino de entender, pero, continúa…

- Esa noche, después que te dejé en el apartamento, ella estaba despierta, me sentí el propio muchachito regañado, me preguntó dónde estaba, cuando le dije que estuve contigo, no me creyó, así que tuve que decirle todo lo que pasó.

- Descuida, igual se iba a enterar, y no tiene nada de malo.

- Eso no es todo. Para que me creyera, tuve que hacer una locura.

- ¿A ese punto llegó?

- No creía que te irías a beber conmigo, mucho menos después de mi versión de los hechos. En alguna parte de su cabeza se insertó la idea de que podría estar engañando a Isabel pero no es así. Más bien, la echo en falta.

- ¿Cómo saliste de esa?

- Tuve que buscar esto. – Lucas le entregó la cajita de terciopelo a Eva. Ella la abrió y pudo ver el anillo en su interior.

- ¿Cómo es que la encontraste? – Eva estaba sorprendida.

- No cayó muy lejos, afortunadamente tu debilidad me ayudó. Solo comencé a bajar en línea recta y hurgué un poco en la maleza. Eso fue lo que permitió que ella creyera en mi historia.

- Te debo la vida, Myriam me había dicho que debía buscarlo, yo ya lo daba por perdido.

- Y, ¿lo harás?, digo, pedírselo. – Lucas mostró curiosidad.

- Creo que es lo que todos esperan que haga. – Respondió Eva, con sutil parsimonia, jugueteando nuevamente con esos bordes, sintiendo la textura aterciopelada en la yema de sus dedos. En realidad, Eva sentía una fascinación anormal por aquella caja.

- ¿Tú qué quieres?

- Me hago cada día la misma pregunta, Lucas. – El semblante de Eva cambió un poco.

Eva se reunió nuevamente con Zoe, se sentó junto a ella, la llevaba del brazo, con sus manos entrelazadas y en silencio. Entre ellas no había miradas, solo estaban unidas en ese contacto sutil, ese que te electrifica la piel cuando tienes cerca a esa persona que te condenó a amar su mirada puesta en la tuya, y que te hizo esclava de su cuerpo. Aquella que encadenó tu alma con una sonrisa, esa mujer que te enamoró. Todos las miraban discretamente, veían en ellas una pareja muy tierna, y en el fondo deseaban que las cosas terminaran bien para ambas. En este punto, todos los involucrados desconocían algunas cosas, una de ellas, la conversación de Zoe con Eva. Sí, todos queremos saber…

FLASHBACK

Luego de ese encuentro intenso, Zoe despertó antes que Eva, quien aún destilaba alcohol por los poros. Eran las 9 de la mañana, y Zoe se sentía descorazonada. Ella no tenía con quién hablar de aquello, no tenía esa “mejor amiga” que todos buscan cuando las cosas van mal (no, Rebeca no cuenta). Entró a la ducha y comenzó a hacer lo que toda persona medianamente racional haría, analizar las cosas.

Zoe evaluó su propia actitud, la de Eva, la de ambas como una, sintió que no todo estaba perdido, pues, ella volvió a casa, buscándola, y la hizo suya… y de qué manera… recordarlo la hizo humedecerse, y en el contacto con el agua tibia, su cuerpo reaccionó maravillosamente. Ella salió de la ducha, y fue a la cocina, preparó el desayuno para Eva, un buen café, y buscó algunas aspirinas para darle al despertar. Luego de eso, paseó al travieso Bas.

Cuando Eva abrió los ojos, encontró a su mujer, a su lado, contemplándola con el desayuno listo y todo lo que podría necesitar. El silencio entre ambas fue maravilloso, sus miradas hablaban, Zoe la trató con el mayor amor y respeto que podría haber demostrado hacia alguien. Ella admiraba mucho a Eva, por muchas cosas, unas tantas triviales, pero eran parte de la mujer que amaba.

Por otro lado, Eva se sentía extraña, estaba dolida, pero, Zoe estaba haciendo un enorme esfuerzo por demostrar que la amaba, Eva estaba peleando con su propio orgullo, y bien dicen que cuando hay amor el orgullo estorba, hay que hacerlo a un lado y avanzar. Eva se tomó un tiempo no muy prolongado para meditar en la ducha lo que estaba pasando, desconociendo que Zoe había hecho lo propio.

Cuando Zoe notó que Eva se vestía para ir al parque, se animó a dirigirle la palabra.

- Ya le di el paseo al bebé. – Zoe se expresaba con timidez.

- Vístete y acompáñame, por favor.

Zoe no dudó en su actuar, y se arregló lo más rápido que sus nervios le permitían.

Aunque ya había tenido su paseo, Eva llevó a la mascota con ellas, no tenía corazón para dejarlo solo.

Estando en el parque, Eva lo dejó a sus anchas, invitó a Zoe a tomar su brazo, y comenzaron a caminar despacio, contemplando a cada paso la belleza de aquella mañana, de ese tibio sábado. Ambas eran dominadas por un temor irracional a perderse, que no dejaban salir. En el fondo eran similares, expresarse era poco sencillo. Sin embargo, Zoe consiguió una fórmula para romper el hielo.

- ¿Cómo te sientes? – Preguntó temerosa.

Esta no es la clase de preguntas que le gusta responder a Eva, pero, agradeció infinitamente que empezara de esa forma.

- Creo que me pasé con el Vodka… recuérdame no hacerlo de nuevo. – Eva sonrió.

- Muchas veces las cosas solo pasan y ya, queramos o no. Dudo que hayas querido beber tanto, a veces las circunstancias obligan.

Eva no sabía si lo que estaba diciendo Zoe era una proyección de sus acciones, o una bofetada intencional de la vida, manifestándose grácilmente en aquellas palabras.

- En realidad, simplemente no podía detenerme. – El semblante de Eva se tornó triste.

- ¿Quieres que lo hablemos?, respetaré lo que me digas.

- Es por eso que estamos aquí. – Eva comenzó a caminar en dirección a uno de los bancos, y extendió su mano derecha, cediendo el derecho a Zoe para sentarse antes que ella.

Eva suspiró, la tomó de las manos, y hacía un esfuerzo más grande que ella por no llorar.

- Disculpa si mi actitud te hirió, Zoe. No fue mi intención. No supe qué hacer.

- Eva, soy yo quien tiene que pedirte perdón, no tú a mí.

- No, Zoe, escucha. – Eva hizo una pausa. – No debí reaccionar así.

- Yo me habría vuelto loca, creo que fuiste muy amable conmigo. – Zoe rio al decir esto.

- Es que no tengo moral, yo no soy un modelo a seguir, soy imperfecta, soy…

- La mujer que amo. – Zoe tenía un caudal rebosante de lágrimas contenido en los párpados, que quedó liberado al cerrarse sus ojos. – No puedo justificar lo que pasó, pero, tampoco voy a victimizarme, Eva. Estoy consciente de lo que sentí en ese momento, y fue auténtico terror. La gente siente cosas, pero, no se supone que las lleven a la práctica si las condiciones no son las adecuadas. Como Victoria, que te adora, te ama con locura y jamás transgrede esa delicada línea que separa lo profesional de lo personal.

- ¿QUÉ?, ¿Victoria? – Eva dejó asomar una expresión de auténtica sorpresa.

- No lo tomes como reproche, lo que quiero decir es, Eva, hay mucha gente en el mundo, siempre habrán personas que se enamoren, al igual que tú, de alguien en especial. Si decidí seguir ahí, es porque yo no tengo que estar huyendo, no soy una delincuente o algo por el estilo, soy libre de elegir, y yo hice una elección cuando te dejé entrar en mi corazón. Si el mundo no lo entiende, no pretendo sentarme a explicarlo, así como tú dices, “como si la gente tuviera un elevado grado de retardo mental”, no. Eva, ella tomó algo que no le pertenece, algo que se torna amargo en las manos incorrectas. Mis besos son tuyos, mi cuerpo es tuyo, mi vida, todo lo que soy, porque yo así lo decidí cuando me entregué a ti. – Zoe lloraba profusamente. – Si tú te arrepentiste de estar conmigo, lo respeto, si quieres terminar, no rogaré, solo quiero que sepas que… aunque no puedo arrepentirme de algo que yo no provoqué, sí lamento no haber tenido cómo evitar que eso ocurriera en ese momento, porque de haber podido, te juro que lo habría hecho.

Eva se quedó en silencio, solo miraba a Zoe, esa belleza tan única, tan perfecta, hecha a su medida… no se dio cuenta que lloraba hasta que Zoe enjugó sus lágrimas.

- Zoe… yo no tengo moral para juzgarte. Ni pretendo por esto dejarte. Simplemente, no sé lidiar con lo que estoy sintiendo, este fuego, arde aquí. – Eva señalaba su pecho. – Nunca sentí algo así antes y, estoy abrumada, no lo entiendo. Sé que no me engañarías, estoy plenamente convencida. Es solo esto, no sé qué hacer con esto.

Zoe la miró confundida, ella sí sabía a qué se refería Eva, aun así, le extrañaba que ella no llamara las cosas por su nombre.

- ¿Quieres tiempo?, ¿Quieres que me aleje? – Zoe se las jugaba todas.

- No. No quiero que te vayas. No quiero tenerte fuera de mi vida, ese no es tu lugar. Solo necesito encontrar la forma de hacer que esta fea sensación desaparezca.

- ¿Me permites ayudar? – Zoe puso su mano en el pecho de Eva.

Ambas se abrazaron, no paraban de llorar, todo aquello era duro para ambas, pues se amaban. Sin embargo, esa conversación sería determinante, de cara al futuro que les aguardaba.

Eva no sabía qué se sentía estar celosa.

FIN DEL FLASHBACK

- ¿Le entregaste el anillo? – Preguntó Ofelia a Lucas.

- ¿No que lo había tirado? – Myriam se dirigió a Ofelia, buscando respuestas por su parte.

- Hice que Lucas lo buscara. – Sonrió maliciosamente.

- ¿Y qué te dijo ella que haría? – Preguntó Myriam a Lucas.

- Bueno, su respuesta me dio a entender que no sabe qué hacer.

- Ma cosa le succede?, siocca…

- Déjenla, solo mírenlas, destilan amor, esas van a terminar atornilladas la una a la otra, se acordarán de mí. – Myriam sonreía.

- Cielo, ¿qué sabes que yo no?

- Ella la ama, y creo que es primera vez en su puta vida que ama a un ser humano, Eva es lo más parecido a la arcaica Troya, creo que no hace falta aclarar dónde está Zoe y dónde estuvo el resto en esa historia.

- Te sigo. Zoe me dijo muchas cosas que me hicieron pensar lo mismo, en realidad, ella no está haciendo lo de siempre, está ahí con ella, no huyó, solo pensar lo que pueden estar sintiendo en este momento, abruma. – Ofelia estaba conmovida.

Y sí, Eva y Zoe se estaban consumiendo lentamente, en el buen sentido. Ambas deseaban la soledad de la habitación de Eva, querían fundir su esencia, enredarse entre las sábanas y olvidar sus nombres. Lo de ellas era amor, pero un amor virgen, el que llega sin avisar, y te hace sentir cosas que jamás imaginaste. Para Zoe era natural, por ser Eva su primer amor, pero, para Eva significaba ir de 100 a 0, gatear después de haber corrido, y esto implicaba ver su vida en retrospectiva, cuestionarse sobre las cosas que había hecho y las que había dejado de hacer durante tantos años. Implicaba cuestionarse sobre sus conceptos acerca del amor, y lo que se siente.

Myriam se acercó a ella, y le susurró algo al oído, eso hizo que Eva se levantara de inmediato y se acercara al grupo, llevando a Zoe con ella.

- Eva, necesitas descansar. Ve a casa. – Ofelia la abrazó con cariño.

- Podemos estar un poco más, ¿cierto? – Eva se dirigía a Zoe.

- Lo que tú decidas está bien para mí. – Ella respondió de vuelta.

Ofelia estaba a punto de perder la paciencia, Por otro lado, Myriam era un poco más comprensiva, y sabía cómo hacerse escuchar.

- Eva, avisas cuando llegues. Estaremos pendientes. Gracias por acompañar a Ofelia. En un rato viene Soraya con su dueña, puedes estar tranquila, Ofelia no va a estar sola.

- Si necesitan algo, me llaman. – Eva cedió.

- Tranquila, con las cosas que me diste, tengo trabajo para rato. – Myriam sonrió.

Ambas se retiraron luego de despedirse de todos, María Fernanda no pudo evitar notar la tensión entre ellas, y en cuanto vio que se retiraron, se acercó a preguntar.

- ¿Son ideas mías o ellas están peleadas?

- Tu ex anda haciendo estragos, pero ya lo arreglaron. – Respondió Ofelia.

- ¿Jezabel?, con razón…

- ¿Con razón qué? – Preguntó Ofelia, en seco.

- Ella llevó a Zoe a la clínica cuando Eva salió de cuidados intensivos. Espero que no haya caído.

- No lo hizo, es Jezabel la que la molesta, la acosa.

María Fernanda se mostró ofuscada.

- Yo me quedé cuadrada cuando Eva me contó, porque tú nos habías contado lo que ella hizo, entonces, llegamos a la conclusión de que esa pendeja no haya en qué palo ahorcarse, o no sé qué cosa más. – Dijo Myriam.

- Ella es así.Se empecinacon algo y no descansa hasta tenerlo. Espero que la niñita sepa manejarlo.

- Créeme que lo hizo. – Ofelia trató de no develar más de lo necesario, de una u otra forma, seguía siendo la ex de Eva, y para ella no pasó desapercibida la forma en la que la miraba.

El ocaso cobijó los cuerpos abrazados de Eva y Zoe. Estaban en el balcón, mirando la ciudad. Eva la sostenía de la cintura, y Zoe acariciaba sus brazos. Sin querer, ambas veían el mismo cuadro, ese atardecer hermoso, que daba paso a la inmensidad de la noche y su concierto de luces brillantes. La brisa erizaba la piel de Zoe, Eva reaccionaba en consecuencia, aferrándose aún más a ella. Ese momento, fue especial para ambas.

- ¿Qué te dijo Myriam? – Preguntó Zoe.

- Que dejara de ser cobarde y terminara lo que empecé.

- ¿Qué será eso? – Zoe no entendía, no estaba fingiendo.

Eva introdujo su mano izquierda en el bolsillo de su pantalón, y sin sacar la cajita de terciopelo, tomó el anillo entre sus dedos. En esa misma posición, tomó la mano derecha de Zoe mientras le susurraba al oído.

- No soy la mujer ideal, no soy perfecta, no soy bonita, pero… tengo un perro simpático, y muchas razones para querer pasar el resto de mi vida a tu lado. – Mientras decía esto, colocaba despacio el anillo en el anular de la mano derecha de Zoe.

Zoe temblaba, y comenzó a llorar con mucha intensidad. Se dio la vuelta y abrazó a Eva con toda la fuerza que tenía. Estaba colgada de su cuello, con la cara hundida en su clavícula. Ella sollozaba, Eva no esperaba esa reacción, estaba algo confundida.

Pasaría un buen tiempo antes de que Eva entendiera la razón tras esto. Aproximadamente seis meses…

- ¿Estás lista? – Myriam ajustaba la empuñadura de la camisa de Eva.

- ¿Debería? – Eva tenía la mirada perdida en la decoración de aquella hermosa habitación.

- Yo lo estaría, aunque Ofelia todavía no ha programado este “evento”.

- Bien raro, juraba que ustedes serían las primeras.

- Quiere que los niños estén al tanto de lo que sucede, pero con consciencia de entender, y que lo acepten. Yo me ajusto a sus deseos, no necesito esto para amarla.

- Yo deseé esto estando con Zoe, así que esto es su culpa. – Eva soltó la carcajada.

- Eva, estoy muy orgullosa de ti, hiciste lo correcto, y estos meses has sido realmente excepcional. Creo que todas las cosas que te he dicho desde que te conozco, no han caído en saco roto. Me alegra verte bien y feliz.

- Te agradezco todo lo que has hecho por mí, bueno, lo que ambas han hecho.

Myriam le dio un gran abrazo a Eva. En ese momento, entraron sus padres.

- Eva, es hora, ya están todos.

- ¿Quién la va a entregar? – Preguntó Eva.

- Eva Gabrielle, cierra la boca y muévete. – Venía entrando Ofelia híper estresada.

- ¡Mi madre! – Myriam no la había visto, sus ojos se salieron de órbita cuando contemplaron la perfección en el atuendo de su mujer.

Ofelia se había puesto un vestido ceñido al cuerpo, largo, con escote en toda la extensión de la cara externa de ambas piernas. Su color era muy cercano al blanco, pero tenía cierto toque esmeralda que lo hacía ver brillante. El escote del busto era bastante pronunciado, justo ahí se perdía la mirada de Myriam, tenía un collar cuyo dije aterrizaba justamente en esa delgada línea en la cual se rozan ambos pechos. Curiosamente, usó su cabello suelto, todo recargado en uno de los hombros, aunque tenía un mechón recogido hacia un lado con una especie de gancho que simulaba ser una flor, un maquillaje impecable, y unos zapatos muy elegantes, con tacón bastante alto, que la hacían rivalizar en altura con Myriam.

- Tú también, smetti di guardarmi come se ti avessi appena derubato, ¡andiamo!

Ofelia llevó del brazo a la madre de Eva, Myriam fue tras ella y Eva salió con su padre. Mientras salían de la villa y bajaban por los escalones empedrados hacia el sitio de la ceremonia, él le dijo algunas cosas a Eva.

- Hija, me da gusto verte feliz. Creo que esta vez encontraste a la indicada.

- Yo creo que no se trata de la indicada, sino de la que se queda cuando todo parece perdido y te anima a continuar.

- ¿Hablas de tu mamá?

- Tú sabes.

Ambos rieron a carcajadas, y justo en ese momento, estaban al inicio del “pasillo hacia el altar”. Él la llevó hasta donde debía estar. Mientras esperaba, contemplaba la belleza natural de aquel lugar, “La Torre del Cielo”, así se llamaba el lugar que Ofelia les había escogido para la sencilla recepción. Lo más destacado de la decoración era cada arreglo floral, cuidadosamente elegido. Las calas más hermosas, jazmines, y un arco nupcial forrado con lirios de colores. Los rostros que les acompañaban ese día, eran conocidos por ella. Su leal compañera Victoria, Mía y Soraya, Dayana y Helena, Isabel y los pequeñines de Ofelia que no dejaban de correr y jugar por todo el lugar con la mascota de Eva. Sofía declinó la invitación, no por no querer asistir, sino que el estado de María Fernanda le impedía viajar.

Ofelia había arreglado que un conjunto de músicos tocara para ellas. Todos supieron que era hora cuando comenzó a sonar “Air” de Bach. La garganta de Eva se anudó cuando vio a Zoe bajar de manos de Lucas. Las lágrimas le brotaban, estaba hermosa.

Todos se pusieron de pie. Y estaban tan asombrados como ellas, pues ninguna sabía cómo se vestiría la otra. Eva estaba completamente de blanco, al igual que ella. Ambas sonrieron, pues nunca lo planificaron. El vestido de Zoe era completamente ceñido al cuerpo en la mitad superior, sin tirantes, pero con un bordado de fina tela, casi transparente, que cubría por encima del escote del vestido, tanto en la parte frontal como en la trasera, la misma se extendía por sus brazos hasta sus muñecas. La mitad inferior era pomposa, con varios pliegues sedosos que daban mayor volumen. Traía su cabello recogido en un moño muy elegante, que dejaba escapar ciertos mechones en su rostro.

DOS NOCHES ANTES

Eva estaba terminando de hacer las maletas, al día siguiente partirían a Toscana. Ofelia se había ofrecido a llevar al grupo que estaría presente en la ceremonia. Zoe estaba tomando una ducha, no pudo escuchar el momento en que Eva le preguntó por una camisa que quería llevarse, Eva era caprichosa con la ropa, si se le antojaba algo, debía tenerlo. Ante la ausencia de respuesta por parte de Zoe, Eva comenzó a buscar entre las gavetas, haciendo todo un desastre.

Entre aquel revoltijo de cosas, vio caer una hoja de papel, minuciosamente doblada. Eva dejó inmediatamente lo que hacía y se sentó en el suelo, sobre una de sus piernas, dejando caer su quijada en una de sus rodillas. Tomó el papel y lo desdobló. Era la letra de Zoe, y al parecer narraba hechos ocurridos seis meses atrás.

“Mi querida Eva.

No sé si volverás, no sé si estarás antes de que me vaya, no sé muchas cosas… quisiera poder decirte tantas cosas, no sé por dónde empezar. Haré lo que siempre sueles decir y que viene bien dadas las circunstancias, lo diré “como salga”.

Me dolió tremendamente que arrojaras lo que presumo es un anillo, duele como no tienes idea que no me permitieras decirlo todo. Eva, no pasó más de lo que crees que pudo haber pasado, no llegó más allá de donde tus labios han llegado. Sé que no ayuda mucho en este punto recordarte lo que pasó, pero, necesito que entiendas, independientemente de lo que pase después, de lo que hablemos o de lo que decidas en este momento, Eva, no le correspondí.

Arrojaste por un barranco el sueño de mi vida, la ilusión que he tenido desde niña, entregarme de por vida a mi primer amor. Eva, tú eres, y siempre serás eso en mi vida. Segundas y terceras partes… nada deja un mejor sabor en la boca que la primera.

Posiblemente, para cuando leas esto, ya no estaré aquí, quiero que sepas que mi amor, mi lealtad, cada pensamiento, acción y reacción, te pertenecieron siempre.

Daría lo que fuera por verte llegar, daría lo que fuera por tu abrazo, por hablar, no te quito tus razones, yo me volvería loca si otra te toca, moriría de dolor, y por eso me voy, aunque yo no haya causado esto, ni lo haya correspondido, pero, me pongo en tu lugar, elijo ponerme tus zapatos y sentir lo que sientes.

Perdóname por no haber tenido la fuerza física suficiente como para alejarla de mí e impedir que me tocara, viviré con esta sensación de asco persiguiéndome, sabiendo que tú con un beso borrarías todo en un segundo.

Estaré esperándote, con todo mi amor.

Z.G.”

Cuando Zoe salió del baño, encontró a Eva llorando como niña en el piso, con aquella carta en sus manos temblorosas. Alzó la vista, y levantó el papel como diciendo “¿y esto?”.

Eva no sabía cuán enamorada estaba Zoe.

FIN DEL FLASHBACK

Zoe se paseó con gracia por aquel corredor imaginario, sus ojos estaban puestos en los de Eva, y aquello era recíproco. Una vez estuvieron una frente a la otra, la ceremonia dio inicio.

En ese momento, todo se desvaneció para ambas, ni siquiera la voz del oficiante era audible. Intercambiaron votos, anillos, y en ningún momento dejaron de mirarse.

Una vez finalizó la ceremonia, todos se reunieron para un brindis. Cada uno de los presentes elogió a la pareja, cada uno fue más elocuente que el otro.

-          Lo que celebro de todo esto, es que Zoe es joven y tendrá suficiente tiempo como para convencer a Eva de darnos un nieto. – Decía su padre.

-          ¿Otra Eva?, no, por favor, con una basta. – Replicaba Dayana.

-          No veo a Eva cambiando pañales, o cuidando un ser vivo. – Myriam se hacía eco de las bromas.

-          Tengo un perro, claro que puedo cuidar a un ser vivo. – Eva trataba de defenderse.

-          No puedes comparar un perro con un bebé, no seas anormal. – Respondió Dayana.

-          Lo importante es que hay amor, ya tendrán tiempo suficiente para eso. Igual tendrán que avisarme con tiempo para organizar el Baby Shower. – Ofelia sonreía, estaba contenta porque la ceremonia había salido como ella lo esperaba.

Ante todos estos comentarios, Eva y Zoe se miraban las caras y se quedaban viendo extrañadas, así que para bloquear el tema, Eva propuso continuar con la celebración.

Su primer baile, sería algo inesperado, usaron su lista de reproducción compartida, pero, eligiendo de aquel montón de canciones, una al azar. Si salía música rara, tendrían que bailarla, simple.

La canción fue inesperada… John Legend – All of me.

Ambas rieron, la coincidencia fue perfecta.

Ambas consiguieron la forma de escabullirse cerca de la media noche, se necesitaban intensamente.

Como si estuvieran haciendo un voto de silencio, se limitaban a mirarse mientras la ropa caía en el suelo, Eva ansiaba encontrarse con la desnudez de Zoe, su deseo la superaba por mucho.

Cuando la tuvo sobre aquella esponjosa cama, no pudo evitar tomarse unos minutos para contemplar la perfección de su ser, y no en el sentido físico, sino ella como un todo. Eva recordó las cosas que sucedieron antes de llegar a este punto, sintió que cada momento fue clave, para llevarlas ahí.

Zoe se desesperó y la haló del cuello, comenzó a besarla apasionadamente y la empujó hasta acostarla. Se montó a horcajadas sobre ella y le permitió sentir cuán húmeda estaba, aún sin rozarla, pues su esencia recorría sus piernas con facilidad.

Eva la tomó de las caderas y la estrechó contra ella, Zoe gimió y comenzó a moverse con lentitud, disfrutando cada movimiento, Eva recorría su cuerpo con ambas manos, y su mirada se perdía en la de ella. Zoe se acercó a sus labios, devoraba su lengua mientras la hacía estremecer. Eva llevó su mano izquierda hasta su extremo sur y lo invadió, decidida. Zoe aceleró el ritmo al sentir las embestidas de Eva, movía sus caderas de una forma muy sensual, y su mirada estaba llena de lujuria.

Cuando Eva sintió sus contracciones, la hizo darse la vuelta, dejando su feminidad a merced de su boca. Se dedicó a lamer suavemente cada pliegue, haciendo que Zoe se moviera involuntariamente, y todo se tornó más fogoso cuando Zoe la imitó en sus acciones. Eva enloqueció al sentir las succiones que Zoe le brindaba, haciendo que sus propias lamidas estuvieran aún más cargadas de intensidad, Eva dio rienda suelta a sus deseos y exploró lugares jamás visitados, Zoe no parecía incómoda con esto, y permitió a Eva darle todo el placer que pretendía. Con una mano penetraba su sexo, con la otra, aquel lugar secreto. Los gemidos de Zoe se ahogaban en sus succiones, ambas estaban a punto de tocar el cielo, y cuando esto pasó, se dio simultáneamente.

Ellas no pararían hasta que el sol les dio en la cara, y no podían levantarse de la cama.

Fin de ciclo…

Próximamente, Epílogo…