Caminos Cruzados (Epílogo)

Epílogo – Epitafio para un asesino.

Epílogo – Epitafio para un asesino.

Posiblemente las cosas no resultaron en apariencia como aquel que desea el cuento eterno habría querido.

A veces en la vida quedan muchas preguntas sin respuestas. En aras de ser benevolente, seré la vida que responde a las preguntas, para que las uñas desgastadas en el proceso de “tratar de entender”, vuelvan a crecer como es debido.

Dimas nunca apareció, se esfumó en el vacío, esa clase de vacío que deja más preguntas que respuestas. Dejó un hilo, un hilo muy delgado que Myriam logró atar a su brillante mente, el libro que reposaba sobre sus manos en aquel momento, tenía todas las respuestas, aunque estas a su vez, llevaban a más preguntas.

Giacomo no fue “asesinado” por algún grupo delictivo, no, no llegaron los Albaneses con trajes tipo “Padrino”, lo ataron en una silla y lo torturaron hasta la muerte. No. ¿Venganza?, quizás… en el libro está la respuesta.

María Fernanda NO está embarazada, La vida puede ser un poco cruel a veces y nos obliga a endurecer nuestras formas. María Fernanda lucha contra ese asesino

silencioso, que aparece cuando ya no hay nada qué hacer. ¿Razones?, te levantas a las tres de la mañana y no paras de sangrar, no puedes echarle la culpa a Raquel, la del piso 23. No. Ve al médico, no seas estúpida. ¿Murió?, no, los que mueren son los que no tienen dinero, y consiguió una vagina que funciona como cajero automático, que además la ama, eso es suficiente para tolerar la quimio y la pérdida de cabello.

Myriam. Su pasado, lo que la hace ser tan maravillosa, esa criatura ha sufrido en carne propia un dolor incomparable, una pena que nadie entiende hasta que la siente, algo de lo que no habla ni con Ofelia, por ser un peso que tuvo que cargar por tres, hasta que terminó hundiéndose en sus hombros, endureciendo su mirada, haciéndola nostálgica. Ofelia ha sido la cosa más maravillosa que le ha pasado en la vida, y a sus 40, se agradece. Su carácter no es coraza, Myriam nació en un manto de piedra, que tenía una pequeña abertura cerca de su pecho, y por ahí se coló la ternura de un amor eterno, un amor inmortalizado en lienzo, uno que al recordar la ahoga en llanto. Botas, camisas a cuadros, y muchos recuerdos… solo diré, ni Ofelia lo sabe… para entender un poco a Myriam, hay que empezar por ver “Mas Allá”.

Ofelia. Ella da vida a muchas cosas que todos llevamos dentro, esas ganas de entregarnos, de amar incondicionalmente… celosa de sus cosas, con un corazón

enorme y bondadoso, encontró al amor de su vida en Myriam, ¿por qué?, por muchas cosas. Myriam nunca mostró especial interés en el linaje que le precedía, siempre la vio por lo que es y no por lo que tenía. Ofelia siempre odió que la adularan, que ¿sacó beneficio de esa atención extra?, sí, que ¿en el fondo repetía infinitas veces “Andatevene tutti a fare in culo! “, aun yendo en contra de lo que considera políticamente correcto?, sí, esa es Ofelia, fuerte, decidida, manipuladora, competitiva, perfeccionista… su talón de Aquiles, Myriam, sus brazos son el único lugar donde ella puede dejarse caer, quebrada, abatida, débil… de hecho, es el único lugar en el cual lo hace, de resto, las piernas de la gente tiemblan cuando escuchan su particular taconear, siempre tan elegante y firme. Ella considera que Myriam es afortunada (sí, esa es Ofelia), es la única que verdaderamente sabe quién es, por ser la única que la ve un domingo en la mañana echada en su cama, en pijamas, con sus hijos abrazándola, viendo a Bugs Bunny y al Pato Lucas hacerse la vida cuadritos a pesar de amarse tanto.

Soraya… hablar de ella debería ser tabú. Una niña en el cuerpo de una mujer, una infancia confusa, sentimientos que nunca ha sabido manejar… nunca dejó de amar a

Eva, pero, esa no es la cuestión. ¿Por qué ama a Eva? Lejos de hacer un recuento y rememorar aquella vez que se le ocurrió la genial idea de molestar a Eva, quitándole sus amados creyones, lo de Soraya es más el reflejo de una carencia “mal evacuada”. Sus padres nunca estuvieron con ella, siempre estuvo a cargo de “señoras que cuidan niños”. Creció sin poder experimentar aquel fino arte de la “educación de calidad” (la que tenemos en casa), no hubo una madre que le enseñara un sencillo “por favor, y gracias”, no tuvo un padre que le enseñara a pedir perdón. Soraya bien pudo iniciar una amistad con Eva, sentarse junto a ella en su área de trabajo y compartir los creyones, pero no, no sabía cómo llegar a eso. Myriam entra a su vida y ambas se convierten en eso que la otra echaba en falta, ella le enseñó a mostrarse tal cual es en realidad, ella vació su propia pérdida en Soraya, Soraya se convirtió en alguien muy importante en la vida de Myriam, tanto como para llegar al punto de ser defendida por ella a capa y espada. En Mía, halló redención y la recompensa a tanto sufrimiento, Soraya es feliz, porque es amada. Es feliz porque Eva es amada. Es feliz porque entendió que la felicidad de quien amas es el verdadero significado de querer.

Zoe. Inocente Zoe… todos queremos una Zoe, todos hemos sido Zoe, o conocemos una Zoe. Víctima del maltrato, desde muy niña, no solo físico, sino psicológico. Su madre, sin querer, era todo lo que ella pensó que sería su vida, pues desde su más tierna infancia se le educó para ser mujer, esposa, madre. Su padre, machista a todo lo que da su testosterona, impuso ese esquema en la vida de ambas mujeres. Zuleima, aceptó resignada, por venir de un hogar con ese mismo esquema, la mujer es la sombra del hombre, abre las piernas, calla, pasa la mayor parte del tiempo en la cocina y no abras la boca si no te lo he pedido. Sin embargo, Zoe era una soñadora, cada noche fantaseaba con ese ser que la rescatara de aquel infierno lleno de gritos y platos rotos volando por la casa, siempre imaginaba aquel amor que se colaría por su ventana y se la llevaría lejos. ¿El problema?, siempre que su visión llegaba al rostro de ese “héroe”, se daba cuenta de que no era propiamente un “héroe”, sino más bien una “heroína”. Pudo evadir el tema de los novios usando la conducta de su padre como escudo, postergando aquello hasta lograr graduarse e independizarse. En ese “mientras tanto” que le regalaba la vida, llega Eva, y siente que todas esas oraciones que hacía cada noche, habían sido escuchadas. Enamorarse así, debería ser considerado ilegal, porque, qué doloroso es cuando esa persona se te muere en los brazos, o cuando ves que se aleja despacio, y no puedes afectar su libre albedrio sino tener la convicción de que permanecerá contigo. Eso hizo Zoe, permaneció, confió, y sí, Eva se quedó, y nunca se apartó de su lado. El padre de Zoe murió en extrañas circunstancias en la cárcel, en forma muy similar a la que habría muerto Eva de no ser por Myriam. La

pregunta, de todos los que conocían en detalle la situación, ¿alguno habría tomado la justicia por su mano?, Ofelia, Myriam, Soraya, Dayana, ¿Victoria?... Zoe vio hecho realidad su sueño, entregarse a su primer amor, al amor de su vida, en un para siempre que es tan efímero como la arena de un reloj.

Victoria, la invisible, la incondicional de Eva… sí, a veces nos ven en silencio, y somos tan ciegos que no lo notamos. Victoria siempre vio a Eva como alguien inalcanzable, pero en lo más profundo de su ser, moría por ella. No, Eva no es la más guapa, la más sensual, más sensual es un Sphynx recién bañado. Eva es la clase de persona que atrae por lo que es y no por cómo se ve. Eso pasaba con Victoria, se enamoró de su personalidad, de su inteligencia, de las cosas pequeñas, las que muchas veces la gente ignora por estar viendo escotes pronunciados. Lo que Victoria no sabe, es que Eva es igual, ve las cosas pequeñas, y no las apariencias. Existe una alta probabilidad de que Eva hubiera aceptado una invitación a almorzar de Victoria, por el mero placer de comer, de compartir temas en común, Eva se derrite por la inteligencia y por lo natural, lo espontáneo, Victoria nunca lo supo, hasta que vio a Zoe acercándose a ella para decirle de la manera más dulce y firme: “suele ser un gran error nunca decir las cosas”. En ese momento, supo dos cosas, la primera, Zoe era más inteligente de lo que dejaba ver, y dos, ella se había dado cuenta de la forma en la cual miraba a Eva durante aquella junta, y leyó perfectamente su mirada.

Jezabel… todos han tenido en su vida a “una de estas”. Caprichosa, vanidosa, superficial. Esas mujeres que ven algo y simplemente lo toman porque sí. Su mayor

obsesión, Zoe, ¿por qué?, porque Zoe ha sido la única mujer que nunca se mostró “a sus pies”. Si bien ella sintió atracción en sus primeros años de universidad, era algo más del tipo “me pareces atractiva, muy atractiva”, sí, causaba reacciones de naturaleza sexual en ella, pero, este no era el epicentro de la esencia de Zoe, ella se guardaba para “alguien especial”. Jezabel siempre tuvo a toda mujer a sus pies, se enamoró una única vez (sí, María Fernanda), y ni siquiera eso la hizo cambiar. La casaron muy joven, con su actual marido, ese pobre hombre, enamorado a morir de ella, y ella, clavada en el desamor que aún siente por María Fernanda. Si Jezabel hubiese tenido el valor de dejarlo todo por ella, Eva nunca habría conocido a María Fernanda, pues eran una combinación que rozaba lo perfecto, era la pasión y la ternura en un mismo beso, el deseo coqueteaba con ellas solo al mirarse. Su idilio fue lo más bello

que le pasó a María Fernanda, era intenso, y alimentaba hasta la saciedad esas carencias que aún mordían su espina. Error fatal de Jezabel ocultarle la verdad,

probablemente María Fernanda habría podido “negociar” una estadía condicionada en su vida, no era amor, era algo más que eso, necesidad… estoy plenamente convencida de que habría sido una de esas relaciones que perduran en el tiempo bajo la sombra del amor prohibido. Jezabel apenas comparte cama con su marido, habría sido pan comido para ella. ¿Qué pasó con ella?, nada, luego de la graduación de Zoe, la vio tan dichosa en brazos de aquella muchacha de peinado alocado, sonriente, hermosa, vio cómo se fundían en un abrazo lleno de amor, vio sus miradas entrelazarse a la perfección… en ese momento entendió qué era el amor, eso que lamentablemente nunca ha tenido, y que probablemente no tenga, por perra.

Ángela. Ella siguió tras los pasos de Eva, silenciosamente. Hizo su vida y está con una persona que la quiere, ¿feliz?, no lo sé, porque la última vez que Eva la vio, la nostalgia se la estaba comiendo. Ángela es de esa clase de personas que no sabe dar explicaciones sobre las cosas que decide, solo hace lo que cree correcto sin ver a quién lastima. No, no es mala, es más bien, poco asertiva. ¿Quiso a Eva?, sí. ¿Engañó a Eva?, sí, justo con esa persona con la cual está en este momento. ¿Eva lo supo?, cada minuto, pero, Eva es un tanto mala para este tema de los reclamos, ella habría preferido mil veces atraparla con las manos en la masa, que elevar una queja que fuera fácilmente manipulada. Ángela es una mentirosa compulsiva, ella deja ver únicamente lo que necesita que veas, el resto, podrá carcomerte las entrañas la curiosidad, no entrarás. La personalidad de Eva hizo que esto fuera sencillo para ella, Eva no hacía preguntas que ella no quería responder, por eso su relación funcionaba. Eva era algo así como su “mascota”.

Eva… hablar de Eva es complejo, ni siquiera ella misma se conoce tan bien como para describirse con precisión, se limita a repetir las cosas que dicen de ella, sean o no ciertas. Vive al son que le toquen, hasta que llega a ese punto donde las palabras se hacen agua y los versos se transforman en un puño destructivo. Su madre, la describía a todo aquel que la conocía como “deje quieto lo que está quieto”. Eva es así, funcional. Respira porque es necesario, solo se interesa en aquello que

verdaderamente le aporta algo. Lo de ella con Ángela, fue una de esas relaciones donde eres el último que se entera que estás en una relación. Simplemente se dejó

llevar por el caudal por el cual circulaban los deseos de Ángela. María Fernanda pasó a ser ese deseo ahogado, esas ganas de ser algo más que “la mascota”. Trató, a pesar de su poco entendimiento de las “cosas de la vida”, de hacer las cosas bien. Su interés en saber la superó, y eso rompió mucho de lo bonito que había entre ellas. Ambas similares en cierto punto, con tendencia a evadir los problemas, a huir de los conflictos. Eva, aferrada al trabajo, ese era su escape. María Fernanda, se desahogaba en la boca de Paula. Era más un tema de conducta autodestructiva, no de satisfacción sexual, psicológicamente sentía ese deseo de ser usada, y eso no lo tenía con Eva, pues ella la trataba con respeto, como a una dama. Zoe se coló en las entrañas de Eva sin querer, todo entre ellas surgió con espontaneidad escalofriante, y esa es una de las cosas que hace a Eva feliz, que todo fluya, que sea lo que tiene que ser, sin forzar, sin empujar. ¿Paciencia que da miedo?, la de Eva, porque cuando se agota, si no empezaste a correr, date por muerto. La tranquilidad es una de sus máximas aspiraciones, la razón por la cual llega con Zoe donde no llegó con ninguna otra, fue esa. Zoe conoció ese lado de Eva que nadie vio, Zoe entendió lo esencial, pisó la baldosa correcta en el laberinto que representa llegar a Eva, tanto como para que ella no huyera en medio de un conflicto, sino que garantizara su permanencia y lucha común por su resolución, en aras de fortalecer su unión. En el lugar de Soraya, ella se habría sentado junto a Eva y la habría observado pintar, en el lugar de Ángela, le habría dicho la verdad, en el lugar de María Fernanda, habría sido leal. No, Zoe no es perfecta, solo tiene una combinación de atributos que la hacen ideal a los ojos de Eva, y de eso se trata, lo que para muchos puede ser imperfecto, para otros puede ser la perfección hecha carne. Eso era Zoe, una combinación de “cosas que Eva ama”. ¿Consiguió Eva lo que buscaba?, señores, Eva no busca nada, y eso es lo terrible. Eva solo es eso… Eva… ella no busca, a ella la encuentran por ahí…

Hace poco me preguntaban qué era la felicidad (primera vez que me lo preguntan), le respondía a esa persona que para mí es “un estado efímero en el tiempo, compuesto por pequeños fragmentos de cosas relacionadas con aquello que nos apasiona”. ¿La razón tras esta respuesta?, sencilla. No hay finales felices, para nadie. Les recuerdo que todos los finales en la vida, tienen como escenario una funeraria, con un after-party en el camposanto o en cualquier lugar natural, arrojando cenizas al viento. El resto, son momentos, unos mejores que otros. Comparando con piedrecillas de rio, escojan las más bonitas y construyan un acuario… (el que entendió, entendió).

En relación al título de este epílogo, ciertamente Ofelia le dio todos los honores a su primo, desde el básico perdón humano, hasta la escogencia de un lugar especial para su eterno descanso. No escatimó en la elaboración de aquella lápida, debía ser magnánima, excelsa, digna de un caballero de la familia Di Medici, pero, Ofelia, mi amada Ofelia, no podía evitar ser… Ofelia… pidió expresamente que su epitafio fuera tallado de manera tal que fuera visible en la distancia, y que la forma de la lápida permitiera que una de sus secciones planas encarara al cielo. Justo en esa cara, pidió grabar el siguiente mensaje.

“Rogando eternamente el perdón de Dios”.

Esa era Ofelia…

Fin…