Caminos cruzados (8)
CAPITULO VIII Piezas que no encajan (primera parte).
CAPITULO VIII – Piezas que no encajan (primera parte).
En un par de semanas, María Fernanda había logrado recuperar, a medias, la buena fe de Sofía, quien aún se sentía algo abrumada por el pasado turbio de su novia. Sin embargo, Sofía estaba tan enamorada de ella, que decidió darle una oportunidad. Muchas cosas pasaban por su cabeza, eran tan distintas las caras que mostraba María Fernanda en relación a su pasado, que no podía evitar desconfiar. Sentía que estaba con una completa desconocida. Muy contrario a la actitud pasiva de Eva en cuanto a esto, Sofía era muy inquieta, y haría cualquier cosa por descubrir lo que fuera que ocultara su mujer. En ese momento, el sonido del toqueteo en su puerta la sacó de sus pensamientos.
- Adelante. – Dijo en un tono de voz relajado.
- Disculpa, Sofía, ¿tienes un minuto?
- Adelante, Soraya.
- Solo quería decirte que estaré hasta esta semana, el equipo ha respondido bien en cuanto a los ajustes que se han propuesto. Tienes un gran equipo, solo necesitaban dirección.
- Excelente. Y, hablando de dirección, ¿no te gustaría quedarte como asesora interina?
- Suena tentador, pero, mi lugar es con Ofelia. Sin embargo, podríamos llegar a un acuerdo, posiblemente programar una reunión quincenal con el equipo para mantener la forma, sería bueno para ambas partes. – Soraya había aprendido de Ofelia el arte de la negociación, y con ese porte imponente que tenía, se le daba muy bien.
- Organiza una reunión con Ofelia, puede ser un almuerzo, escojan el lugar y definimos lo que haremos. Realmente desde que llegaste he visto cambios positivos y no quiero perderte. Así que acepto negociar un término medio, algo como lo que propones.
- Me ha dado gusto trabajar aquí, hay mucho potencial, estarás blindada jurídicamente con ese equipo, te lo aseguro.
- Te lo agradezco muchísimo. Mira, son casi las doce ¿Me aceptas una invitación a comer?
Soraya dudó por un momento, sabía que Sofía y María Fernanda estaban juntas y, tomando en cuenta los encontronazos de ambas en su pasado, no quería perjudicar la cordialidad que había logrado consolidar con ella.
- Me temo que debo rechazar tu inv…
- No acepto un no. No te preocupes por María Fernanda. La razón por la cual quiero hablar contigo es para pedirte un favor, no tengo a quién recurrir excepto a ti.
Soraya se sintió extrañada con aquello, pero accedió.
- De acuerdo.
- Gracias. Hay un lugar aquí cerca, no demoraremos mucho.
Ambas salieron del edificio, el lugar estaba dentro de la misma cuadra, así que caminaron hasta el restaurante. Luego de ubicarse y ordenar, Sofía fue directo al punto sin vacilar.
- ¿Qué tan bien conoces a María Fernanda?
- No mucho – Soraya trató de ir con cuidado – Lo que conservo de ella es más una impresión que otra cosa, porque no empezamos con buen pie.
- Dime lo que sabes o sientas. No te quedes con nada.
Soraya estaba confundida, pero la mirada de Sofía le decía que algo estaba mal.
- De verdad no entiendo. ¿Por qué no me dices qué pasa y vemos si puedo ayudarte?
- El día que estabas en el centro comercial con ese chico, ¿qué hizo Eva?
- ¿Qué te dijo María Fernanda?
- ¡Dios! Pareces hija de Ofelia. – Sofía soltó una carcajada.
- Aprendí de la mejor. – Soraya pensó en Ofelia con cariño, desde que le dio la oportunidad de ejercer a su lado, se convirtieron en grandes amigas. Ofelia le enseñó mucho, y Soraya le sacó punta a todo lo que su mentora le entregó.
- Bien. María Fernanda me contó desde su perspectiva lo que pasó ese día, pero a mí no me pareció suficiente como para justificar lo que ella hizo luego y…
- ¿Qué hizo? – Soraya cambió las tornas.
- Se fue con otra mujer a un hotel. No suena ético de mi parte decir esto, pero, desde que me dijo eso no puedo verla con los mismos ojos.
Soraya estaba visiblemente molesta. Las lágrimas comenzaron a pincelar su rostro.
- Por eso no atendía a Eva, estaba revolcándose con otra…
- ¿Ahora me dirás qué hizo Eva?
- Eva se acercó a mí solo para mantener a raya a quien era mi novio en ese momento, él estaba haciéndome daño, ella se adueñó de la situación y lo alejó de mí. Luego de eso ella se fue pero regresó casi de inmediato a decirme que había perdido de vista a María Fernanda. ¡Dios!, estaba frente a nosotras, no estaba pasando algo que justificara que se fuera así. Eva reventó ese teléfono a llamadas, estaba nerviosa, temblaba. Hasta lloró. – Soraya dejó caer su rostro en las palmas de sus manos.
- Luego, ¿qué hizo ella?
- Nada, yo le dije “ vamos a celebrar que jodiste tu vida por salvarme”. Fuimos a mi casa y bebimos toda la noche. Te juro por lo más sagrado que esa mujer no me tocó un cabello. Todo lo que hacía era ver el maldito teléfono esperando que esa sucia la llamara. Nunca vi a Eva así y me sentía culpable, eso acentuó lo que ya sentía por ella, y en ella removió cosas que en algún momento sintió por mí, algo empezó a surgir pero lo mantuvimos a raya, hasta que ella se quebró por completo debido a los problemas con María Fernanda y terminamos cayendo.
Sofía meditaba lo que Soraya le decía. En ese momento, llegó lo que ordenaron. La conversación se mantuvo durante la comida.
- ¿Y el día que fuiste a su oficina?, según entiendo, ahí empezó todo. Ella me dijo que enfureció por escucharla hablar por teléfono contigo. – Sofía bebía un poco de agua.
- ¿Es en serio?, me vas a perdonar, pero, me parece la excusa más absurda para hacer algo contra Eva. No fui sola, fui con mi mejor amiga, necesitaba discutir algo de trabajo con Eva, era algo de gran importancia y Eva no atiende a todo el mundo, por eso fui personalmente a pedírselo.
- Sí, me consta. Bien complicada que es.
- ¿Ya la conociste? – Los ojos de Soraya brillaban.
- ¡Mujer!, qué cambio en tu expresión. Sí, la conocí, bastante difícil, cerrada, mal carácter… fuera de eso, parece buena gente. Se nota a leguas que sientes algo por ella.
- De haber sabido que María Fernanda le estaba haciendo semejante canallada, habría hecho las cosas de otra forma, y ella estaría conmigo. – El rostro de Soraya reflejaba su pesar.
- ¿Y la vas a dejar así?
- No todo es amar… después de tantas cosas, lo mejor que he hecho es luchar por conservar su amistad. Tratar de rehacer mi vida y desear que sea feliz. La muchacha con la que está ahorita, Zoe, me agrada, y veo a Eva feliz. Me quedo con eso.
Soraya pudo notar la tristeza en el rostro de Sofía. Recordó que muchas veces, Eva tenía un semblante similar.
- Temes que te engañe, ¿cierto?
- Lo hizo con Eva, ¿qué me exime de no recibir igual tratamiento? – Sofía comenzó a llorar.
- Entiendo lo que sientes. – Soraya puso una mano en su hombro.
- Yo la amo… quiero darle todo lo que siempre quiso… tengo miedo de que al final no baste, porque si las cosas son como las estoy entendiendo, es ella que es así… eso me genera muchas dudas, pues tengo entendido que perdió a su hijo porque encontró a su ex con otra mujer y por irse apresurada en medio de la lluvia, cayó y eso lastimó al bebé. Fue una de las cosas que más me conmovió. Entonces, ¿comportarse de la misma forma?, ¿por qué?
- Eva también me lo contó, y en eso basó su juicio moral de lo que sucedía con nosotras. Ella no se quedó junto a mí por no querer lastimarla, y prefirió renunciar a ella por sentirse indigna.
- Imagínate… – Sofía mostraba asombro por lo que Soraya le comentaba.
- ¿Y si la enfrentas?
- Lo hice, por eso sé lo que sucedió con Eva. Pero es lo único que sé. No me basta, porque es mi semilla la que quiero entregar, es mi hijo el que quiero que crezca en su vientre, no puedo tomar esta decisión movida solo por el amor.
- ¿Le pedirás un hijo?
- Mis intenciones con ella han sido siempre formales, hasta conocí a su hermana, y pronto conocería a…
- Detente. ¿Hermana? – Soraya se mostró sorprendida.
- Sí, su hermana, la conocí hace poco.
- Esa información es nueva. Ella sí conoció a los padres de Eva, pero, todo de María Fernanda era un misterio para ella. Fue una de las tantas cosas que llegó a confesarme cuando se quedaba conmigo.
- ¿Tuvieron un amorío prolongado?
- No, solo estuvimos juntas un par de veces, el resto era ver a Eva huyendo de su vida, desahogándose conmigo…
- Ahora menos entiendo. – Sofía sentía frustración.
- No soy la más idónea para dar un consejo, pero, tienes recursos como para enfrentar esto, si la amas, habla con ella. Busca garantías, o simplemente has las cosas por las malas, y sal de dudas.
- ¿Por las malas?
- Investígala, ve qué hace, con quién, cómo, todo eso. Luego de eso, toma una decisión.
Mientras Sofía pensaba en aquello, pagó la cuenta y salieron del lugar. Soraya se despidió de ella, dejando esa ventana abierta en su cabeza.
Durante el trayecto al bufete, Soraya le marcó a Eva. Ella respondió de inmediato.
- ¿Sabías que María Fernanda tiene una hermana?
La respuesta de Eva demoró un poco.
- ¿Me llamas de repente para decirme eso? Qué poco tacto…
- Acabo de enterarme y me cayó igual o peor que a ti. Me lo contó la mujer.
- Ok, no estoy entendiendo.
- Me buscó para preguntarme algo en específico, lo que pasó en el centro comercial. Lo que me contó no me lo esperaba.
- Mira, mejor vienes y me cuentas, porque no estoy entendiendo nada. Almorzaré con Zoe ahorita, ¿ya comiste?
- Sí, comí con Sofía.
- Ven, tengo galletas.
- No cambias, Eva. – Soraya rio a carcajadas.
La llamada finalizó, y Soraya fue a encontrarse con Eva.
Cuando Soraya llegó a la oficina de Eva, estaban terminando de comer. Saludó a ambas afectuosamente y se dejó caer en el sofá.
- ¿Quieres que las deje solas? – Zoe se dirigía a Eva.
- No, trae las galletas y ven a sentarte conmigo. – Eva acarició su rostro con cariño.
Eva se acercó a Soraya y se sentó a su lado, Zoe no demoró con las galletas, y se sentó junto a ella.
- Ahora, desde el principio, explícame como si tuviera retardo severo. – Eva tomaba un par de galletas.
- Sofía me invitó a almorzar, según necesitaba hablar conmigo de algo, pero, terminó hablando de María Fernanda, preguntando qué había pasado el día que me viste con Eduardo.
- ¿Y eso a qué viene? – Eva mostraba interés en lo que Soraya contaba.
- Nada, ¿recuerdas que la perdiste de vista?
- Sí, ¿cómo olvidarlo?
- Bueno, ella le dijo a Sofía que en ese momento fue a coger con otra.
El rostro de Eva se enrojeció de la ira.
- Entonces fue ese día… ella mencionó algo cuando estuvimos en la disco, pero no fue específica.
- No solo ese día, y es lo que más me molesta…
- En fin. Sigo sin entender el interés de Sofía.
- Ella tenía un mal concepto de ti. Al tener parte de la verdad de manos de María Fernanda, la consume la duda. Me dio lástima, me decía que la amaba, y lo decía llorando. Iba a ponerle un hijo, y ahora no cree que sea lo correcto.
- Yo iba a hacerlo, pero, algo me frenó. Pensé que era yo, pero, veo que mi instinto de preservación me guio en ese momento.
- ¿No notas el patrón? ¿Y si es una loca enferma?
- ¿Patrón?
- Sí. Iba a tener un bebé, lo pierde, y busca mujeres con cierta posición económica y les dice que quiere un bebé.
- Estás viendo cosas donde no las hay.
- Hay que investigarla, no me quedo con esa. ¿Cómo se llama su ex?
- Ni idea. – Eva no mostraba interés en lo que Soraya decía.
- Eva, tienes que dejar de ser tan dejada en la vida… debes preguntar todo de la persona con la cual estás. Ni te enteraste que tenía una hermana, insólito.
- Soy Ingeniera, no policía. Si la persona con la cual estoy desea compartir algo, la escucho, de otra forma, no tengo qué meterme en su vida.
Zoe, quien permanecía en silencio en todo momento, decidió intervenir.
- ¿Tiene perfil en las redes sociales?
Eva la miró y sonrió. Soraya celebró su intervención.
- Excelente, bien pensado, cuñadita. – Soraya le sonrió a Zoe, quien se sonrojó ante la reacción de Soraya.
Soraya usó su teléfono y buscó el perfil de María Fernanda. Estuvo largo rato escudriñando, hasta que dio con algo.
- Debe ser esta. – Soraya mostró la imagen a las mujeres.
- ¿La Rectora de la Universidad? No, debe ser un error. Puede que sean amigas o algo.
- ¿Error?, ¿por qué? – Eva sintió curiosidad.
- Ella es casada.
- Salgamos de dudas. – Soraya llamó a Sofía.
La llamada tardó en ser respondida. Al final, Sofía atendió.
- Dime, Soraya.
- ¿Cómo se llama la ex de María Fernanda?
Sofía hizo un poco de memoria, hasta que dio con el nombre.
- Jezabel… creo…
- Ok, déjalo, es lo que necesito.
Soraya finalizó la llamada.
- ¿Por casualidad la Rectora se llama Jezabel?
Zoe se sorprendió…
- Justamente, Jezabel Martinelli.
- Entonces, sí es ella. Ahora, dices que está casada, tengo entendido que María Fernanda la…
- Encontró cogiendo con otra – Eva completó la idea.
- Algo aquí es mentira. Debo descubrirlo. – Soraya se sentía motivada.
- Deja eso, no nos compete. Ella está fuera de mi vida, y lo que haga no afecta la tuya.
- No, Eva, no puedo permitir que lastime a otra persona. Sofía no es mala persona, no merece eso.
- Bastante prepotente que es. De cualquier forma, creo que paso de intervenir, no es mi asunto.
- Bien. Igual te avisaré si me entero de algo interesante. No puedo creer que estuviste dos años con una perfecta desconocida.
- Suele suceder. – Eva sonrió modestamente.
Soraya se despidió de ambas y se retiró.
- El mundo es un hormiguero… parece que todo el mundo conoce a todo el mundo y coge con todo el mundo. – Dijo Eva, mientras daba vuelta al tazón algo pesarosa, se terminó las galletas sin darse cuenta.
- Suficientes galletas por hoy. – Zoe le dio un beso y retiró el tazón.
- ¿Tienes tus cosas? Hoy te llevo a clases.
- ¿Segura? – Zoe volteó a verla de reojo. Esto, derretía a Eva.
- ¿Lo dudas?
Zoe sonrió y dejó sola a Eva. Sentía curiosidad por lo conversado con Soraya, la Rectora era por mucho la mujer más hermosa que había en la universidad, incluso ella se sintió atraída en algún momento, al igual que muchos hombres y mujeres que hacían vida en aquel lugar.
La tarde pasó sin mayores contratiempos, y Eva la llevó hasta la universidad como habían quedado. Ya era una costumbre recorrer cada vía con una lista de reproducción creada por ambas, y que crecía conforme iban conociéndose. Coldplay – Everglow, sonaba en el reproductor, faltando escasos minutos para llegar.
Eva se veía tranquila, a pesar del revuelo de las noticias de Soraya. Por un lado, sentía alivio porque María Fernanda no era lo que aparentaba, y eso le quitaba peso a su culpa. Sin embargo, se sintió ilusa, vulnerable. En el fondo se reprendía por su falta de malicia.
Cuando llegaron, Eva salió del vehículo con Zoe. Cada vez que la dejaba en la universidad, Eva le daba un abrazo y un prolongado beso. Ninguna notó que eran observadas, hasta que Zoe entró al recinto, minutos después.
- Señorita Galindo, la solicita la Rectora. – Dijo la joven secretaria ubicada en el pasillo central.
Zoe se acercó a la oficina de la Rectora. Tocó la puerta, una voz cálida y amable la invitó a pasar.
- Pasa, Galindo. Toma asiento.
La joven se sentó, estaba calmada, no era primera vez que la Rectora la llamaba.
Jezabel era una mujer bastante madura, pero bien conservada. Estaría a mediados de sus 40. Tez clara, ojos verdes y cabello teñido de rojo, de gran volumen, y el cual traía suelto. Sus labios estaban bien delineados gracias al botox, y su cuerpo tenía toda la pinta de ser el lienzo de algún experimentado cirujano, pues el resultado era digno de admirarse, pechos perfectos, abdomen plano y piernas de quinceañera. La mujer se sentó después que Zoe.
- Dígame, ¿algo en lo que pueda ayudarle? – Zoe inició la conversación.
- Bien, trataré de ser lo más clara posible. Pude notar que tienes cierto tipo de relación. Es algo inquietante ver que sigues ese camino. – Jezabel se mostraba seria.
- Disculpe, pero me da la impresión que el asunto a tratar no es académico. Siendo ese el caso, no me siento obligada a dar explicaciones de mi vida privada . – Zoe se mostró incómoda.
- No quiero que lo tomes a mal, solo tómalo como un consejo, estás andando el camino equivocado.
- Habla como si tuviera mucha experiencia en el tema. – Zoe actuó de manera impulsiva.
El rostro de Jezabel cambió, pasó de parecer una mujer que se comía el mundo a una mujer completamente derrotada. Sus ojos se humedecieron un poco. Se levantó y caminó hacia la ventana que daba la espalda a su escritorio, en un esfuerzo por enjugar las lágrimas que resbalaban por su rostro, sin que pudiera hacer algo por detenerlas.
- Solo quiero advertirte, no es la clase de vida para una muchacha como tú, no permitas que mujeres como esa te roben el futuro.
- La forma en la que habla es bastante despectiva. ¿Acaso alguien la lastimó y piensa lo mismo de todas? Déjeme decirle que se equivoca.
- Espero que no sea tarde cuando te des cuenta de la realidad. Por ahora, evita esas muestras de afecto en la universidad.
- Estaba FUERA de la universidad, si le molesta lo que hago con mi vida, lo lamento por usted, pero no es mi madre para decirme qué hacer. – Zoe se retiró alterada, dio un portazo al salir.
Cuando Zoe comenzó a recorrer los pasillos para entrar al aula donde le correspondía recibir clases, se tropezó con Rebeca.
- ¿Y a ti qué te pasa? – Preguntó Rebeca, tratando de componerse por el tremendo empujón que recibió de Zoe.
- La ridícula de la Rectora, cuestionándome la vida, como si fuera mi madre…
- Explícame desde el principio. ¿Desde cuándo las visitas al rectorado dejaron de ser lo máximo para ti?
- No digas tonterías, eso ya pasó, era algo platónico. Es una lástima que no vi esta parte de ella antes, qué tonta me veía babeando por esa vieja…
- A todas estas, ¿qué te dijo?, estás hecha una fiera.
- Que con una mujer no tenía futuro. ¿Qué se ha creído? No es mi culpa que le hayan hecho daño. A todos nos lastiman alguna vez, o nosotros lastimamos, es la vida…
Zoe se puso fría al sentir una mano sobre su hombro, por el aroma del perfume, sabía de quién se trataba.
- Es de mala educación dejar a tus mayores con la palabra en la boca.
- Ya es hora de mi clase, será en otro momento, Rectora. – La actitud de Zoe era firme, sentía que tocaban algo que era todo para ella en ese momento. En el fondo, había cierto temor en ella.
Jezabel la dejó ir, sabiendo que en cualquier momento, tendría esa conversación con Zoe.
La primera clase de Zoe transcurrió con normalidad, sin embargo, a segunda hora, el profesor no se presentó. Llamó rápidamente a Eva, para notificarle que saldría antes de lo esperado.
- Cielo, no tuve clases a segunda hora. ¿Vienes por mí o voy a casa?
- Espérame, voy para allá.
- Está bien, mi amor.
Zoe finalizó la llamada, y se sentó en las escaleras de la entrada a esperar a Eva. Rebeca la acompañaba.
- Deberías aclarar el temita con la Rectora.
- ¿Cuál tema? No voy a hablar de mi vida con ella.
- Zoe… no has aprendido nada de lo que te he enseñado.
- Como ha sido tanto… – El humor de Zoe no era para nada bueno en ese momento.
- Mira hacia el pasillo. – Rebeca señalaba a una pareja de muchachas caminando de la mano.
- Sí, ¿qué tiene?
- ¿Dónde está la Rectora moralista?
Zoe se quedó pensando. Cuando iba a responder, escuchó su nombre en labios de Jezabel.
- Galindo…
- Dígame…
- ¿Qué hacen en la entrada?
- ¿No podemos estar aquí tampoco?
- Lo digo porque es hora de clases.
- El flamante profesor de Contabilidad de Costos III no vino, culpa mía no es.
- Deberían ir a casa en ese caso, más tarde se vuelve peligroso. Puedo llevarlas si quieren.
- No, gracias, mi pareja viene por mí. Rebeca, aprovecha la amabilidad de la Rectora y ve con ella. Yo esperaré a Eva.
Rebeca evaluó las reacciones de Jezabel, pues Zoe estaba con la mirada perdida en el estacionamiento, esperando a Eva.
- Entonces se llama Eva… me suena de algún lado. – Jezabel trataba de indagar en la relación de Zoe. – Martínez, ¿nos permite un momento?
- Con gusto, iré a ver si la vida me arroja limones, ya tengo tequila. – Rebeca se retiró algo desanimada.
Jezabel se sentó al lado de Zoe. Estuvo en silencio por un momento, pero, luego comenzó a conversar con ella.
- ¿Cuánto tiempo tienes con ella?
- Vuelvo y le repito, mi vida privada no es interés de la universidad.
- No te hablo como Rectora, te hablo como mujer.
- Menos todavía… mi vida no es asunto de nadie.
- Zoe… no quiero que te hagan daño.
- ¿Cuál es su problema? ¿cree que puede venir a meterse en mi vida y a decir lo que está bien o mal? No lo voy a tolerar. – Zoe se levantó y sin pensar comenzó a caminar hacia el estacionamiento.
Jezabel fue tras ella, la alcanzó rápidamente y la tomó del brazo.
- Zoe… no te vayas.
Zoe se quedó mirando la mano de Jezabel sobre su brazo. El ruido de un vehículo la hizo voltear. Era Eva. Al ver lo que sucedía, se acercó rápidamente. Zoe se zafó y caminó hacia ella, buscando refugio en sus brazos.
- Pequeña, ¿sucede algo? – Eva miraba a Jezabel con recelo.
- Se está comportando de manera extraña, no me agrada.
Eva se acercó a Jezabel. Llevaba de la mano a Zoe.
- Disculpe, Rectora. ¿Sucede algo con Zoe?
- Los asuntos de los alumnos de la universidad se discuten únicamente con familiares.
- ¿Ahora es asunto de la universidad? No fue lo que dijo hace un momento. – Zoe estaba muy enfadada.
- Zoe, ¿te está molestando? Puedo hablar con Ofelia, ya sabes.
- No es eso. Trataba de indagar en nuestra relación, y un montón de tonterías más, que no quiere que me hagan daño y no sé cuánto. Por más que le digo que no es su asunto, insiste. Eso desde que me vio besándote.
Eva meditó por un momento sus opciones.
- ¿Te gusta esta universidad? Puedo pagarte una mejor. – Eva sonreía, ante la mirada atónita de Jezabel.
- No tengo por qué irme, es ella quien debe mantenerse a raya. Mi vida no es asunto suyo.
- Sabes que soy muy pragmática, si algo no te hace feliz, con removerlo de tu vida tengo suficiente.
Jezabel suspiró, y antes de retirarse, dirigió unas palabras a Eva.
- El tiempo me dará la razón.
Zoe quiso acercarse a Jezabel, Eva la retuvo.
- Ven, vamos a casa, no es bueno todo esto.
Zoe abrazó a Eva, ninguna se dio cuenta que Jezabel las miraba.
Subieron al vehículo y emprendieron el retorno. Unos minutos más tarde, Zoe recordó a Rebeca.
- Olvidé avisarle a Rebeca. – Zoe sonreía.
- Puedo devolverme si me lo pides.
- No, ella me abandonó, que se vaya con la Rectora.
- Cuéntame bien qué sucedió. – Eva se dirigió a Zoe con seriedad.
Zoe relató los hechos desde que fue llamada por la Rectora, hasta lo que Eva presenció. Luego de un momento de reflexión silenciosa, Eva hizo un par de comentarios.
- Le gustas.
- ¿Qué?
- Sí, empezó con esto por verte besarme, es eso.
Zoe se quedó pensativa.
- Realmente no me interesa lo que piense o sienta, si intenta algo se las verá conmigo.
- Antes de conocerme, ¿intentó alguna cosa?
- No, me llamaba regularmente a su oficina por cualquier tontería, desde felicitarme hasta preguntarme cómo me sentía.
- Y, ¿nunca viste esas señales?
- No las tomé como tal, no niego que en algún momento me pareció atractiva, pero no tanto como para intentar algo, y así ha sido siempre con toda mujer que conocí, hasta que llegaste tú. – Zoe se sonrojaba.
- Entiendo…
- ¿Te molesta?
- Para nada. Solo estoy evaluando las cosas. Puede que esto no termine aquí, me extraña que esté casada si se siente atraída por mujeres.
- Lo pensé también, y me imagino que lo de María Fernanda tiene mucho que ver.
- Entonces Soraya tendría razón, algo no cuadra. Igual espero que no intente nada contigo. – Eva estaba algo sonrojada, y su rostro lucía contrariado.
Zoe se quedó mirándola en silencio. Aquello parecían celos de Eva. Pensarlo, le producía ternura.
Al llegar a la casa de Zoe, Eva la tomó de las manos.
- Sin importar qué pase, creo en ti. Y eso no está condicionado por mi pasado.
Zoe la abrazó, ambas se fundieron en un beso que elevó la temperatura y puso las cosas picantes.
- Extraño tu cama, te extraño a ti haciéndome tuya – Zoe se sentía muy excitada.
- Quédate conmigo este fin de semana, de viernes a domingo, ¿quieres?
- No creo que me den permiso para tantos días pero…
- Hablaré con ellos, solo pídelo, y me enfrento a tus padres. Tenemos tiempo saliendo, creo que es hora. Por cierto, ¿llevas la cuenta? Yo no. – Eva sonreía.
- No había pensado en eso, pierdo la noción del tiempo a tu lado.
- Bueno, malo no es, los que cuentan los días, meses y años, son los presos. – Eva estalló en carcajadas que contagiaron a Zoe.
- Amo cómo ríes. – Zoe tomó del rostro a Eva, y reanudó el beso.
Luego de varios minutos tratando de despedirse, Zoe bajó del vehículo, y Eva, luego de verla entrar en el edificio, se retiró del lugar.
Una idea germinaba en su cabeza, era hora de descubrir definitivamente lo que ocultaba María Fernanda en relación a su pasado.
Continúa…