Caminos cruzados (7)

CAPITULO VII – la primera vez

CAPITULO VII – la primera vez…

Luego de lo ocurrido esa noche en la disco, algo en Zoe cambió. Se sintió más unida a Eva. Ella veía todo ese esfuerzo que ella hacía por defenderla, y lo firme que era en relación a lo que tenían. Zoe estaba perdidamente enamorada, y su sentimiento crecía conforme transcurría el tiempo.

Había pasado una semana relativamente tranquila. Ese fin de semana, Eva la invitó al cine. Si bien no era de las actividades preferidas de Eva, era la excusa perfecta para comer dulces y estar cerca de ella. Zoe se estaba terminando de arreglar, Eva pasaría por ella al final de la tarde. Hasta ahora, su relación había sido de ensueño, pero porque ambas manejaban los hilos de manera similar.

Cuando Eva llegó, avisó a Zoe con un mensaje de texto. Ella avisó a sus padres que saldría, mas no con quien. Bajó a toda prisa, y ahí estaba ella, esperándola con una gran sonrisa.

Decidieron ver una película animada, tenía toda la pinta de ser graciosa. Llevaban una bandeja con gran cantidad de dulces, cotufas, tequeños, bebidas. Todo listo para la diversión.

Mientras veían la película, intercambiaban besos, se arrojaban cotufas y se daban de comer a la boca. Estaban experimentando esa clase de momentos que llenan el alma. Zoe recostaba su cabeza del hombro de Eva, quien la besaba, y se perdía en ese peculiar olor a bebé del champú que usaba. Sus manos estaban entrelazadas, ambas experimentaban ese cosquilleo especial que sientes al estar cerca de alguien que te atrae mucho, y que te hace sentir completo.

Al terminar la película, caía la tarde. Eva había tomado el hábito de tomarse un rato junto a Zoe en ese lugar donde tuvieron su primer beso. En esta ocasión, pudieron contemplar el atardecer, abrazadas, veían la ciudad y hablaban de cualquier ocurrencia que se diera en el momento.

Zoe tenía días con una inquietud, tenían tiempo juntas y Eva jamás había intentado tocarla. No sabía si eso era buena o mala señal, pero, su cuerpo estaba pidiendo a gritos sus caricias, sus besos. Necesitaba sentirla, necesitaba ser suya.

- Eva, hay algo que quiero decir, pero no sé cómo.

- Dilo como salga. – Eva sonreía mientras su mirada se perdía observando un grupo de aves volando con destino incierto.

Zoe se quedó pensando, y tuvo una idea algo loca.

- ¿Y si te lo digo con una canción?

- Por mí está bien, podemos escucharla mientras te llevo a tu casa.

Zoe sonrió y besó tiernamente a Eva. Ambas entraron en el vehículo, y mientras Eva tomaba la vía, Zoe colocó su Ipod en el reproductor, y colocó una canción que hizo que Eva se erizara al escucharla. La canción era de Ednita Nazario – Quiero que me hagas el amor.

Eva se puso nerviosa, trató de mantener la cordura mientras manejaba, pero era difícil. Se detuvo a un lado de la vía, y tomó las manos de Zoe. Ella pudo sentir las manos de Eva heladas. Esto la hizo sonreír.

-          Zoe… – Eva no encontraba palabras.

- Calla y escucha. – Zoe comenzó a besarla muy despacio.

La melodía fluía, Eva mantenía la cercanía con Zoe, la llenaba de besos y caricias. En un momento, dejó caer su cabeza entre el cuello de Zoe, y cerró sus ojos. Zoe le habló en ese momento.

- Quiero ser tuya.

Eva experimentó una sensación similar a la corriente recorrer toda su espalda, erizando tu piel, y haciéndola sentir ahogada. Ella susurró al oído de Zoe.

- Te deseo, quiero hacerte mía, no sabes cuánto. – Mientras decía esto, Eva dejaba pequeños besos en el cuello de Zoe que la hacían erizar intensamente.

Zoe sonrió, la miró fijamente, y dio el salto.

- Llévame contigo.

Eva puso en marcha el motor, Zoe llamó a sus padres, no pusieron mayores reparos, debido a que Zoe omitió información, por obvias razones.

Durante el trayecto, intercambiaban miradas, Eva ocasionalmente tomaba su mano y la besaba, esto fascinaba a Zoe, quien a pesar de su deseo, estaba nerviosa, sería su primera vez.

Cuando llegaron al apartamento, Zoe se sintió verdaderamente aterrada. Eva le dio total libertad de decidir cómo y cuándo. Zoe decidió tomar una ducha, mientras Eva se las ingenió para hacer de ese momento algo memorable para Zoe.

Buscó un buen vino, preparó algunas fresas y melocotones con crema batida, y dejó todo esto en la habitación. Puso algo de música a un nivel moderado y para evitar la tentación, usó el baño de la habitación secundaria.

Cuando Zoe salió del baño, la música, el vino, las frutas, todo eso, hizo que se sintiera dichosa. Eva estaba desecha en ternura para ella. Sintió la mirada de Eva sobre ella y se dio vuelta, ahí estaba parada, en la entrada de la habitación. La miraba y le regalaba una tierna sonrisa.

Eva se acercó hasta ella, y la tomó de la cintura, y comenzó a moverse al compás de la música. Zoe se aferró a ella y la acompañaba en ese improvisado momento de baile.

La canción que sonaba era “tú me cambiaste la vida”, de Rio Roma. Era una de las canciones que Eva tomó del Ipod de Zoe.

Zoe lloraba, jamás imaginó que su primera vez sería algo tan hermoso.

Cuando terminó la canción, Eva la llevó hasta la cama. La dejó recostada de la cabecera mientras descorchaba la botella y le servía una copa.

- Gracias por llegar a mi vida. – Dijo Eva, chocando su copa con Zoe.

Zoe no podía articular palabras, solo se perdía en la mirada de Eva, ese brillo que antes no vio en ella, ahora la acompañaba cada día, y a pesar de saber que ella era causa de ese brillo, no se vanagloriaba con aquello.

Eva tomó una fresa, la cubrió con crema batida y le dio de comer a Zoe. Estuvieron un buen rato en ese jugueteo, hasta que por accidente, en un forcejeo por la fresa más grande, el nudo de la toalla de Zoe se desató, dejando expuesta su desnudez.

Eva no pudo evitar clavar la mirada en su hermoso cuerpo, sus senos eran turgentes y firmes, sus pezones rosados le hacían agua la boca. Pudo detallar un lunar por debajo de su ombligo que lucía muy sensual. Zoe estaba ruborizada, pero no intentó cubrirse de nuevo, al contrario, retiró del todo la toalla, dejó caer su cuerpo en la cama y le dio un par de palmaditas al colchón, invitando a Eva a unirse a ella.

En ese momento, sonaba la canción de la banda Scorpions - When you came into my life. Eva dejó caer su bata de baño, y permitió que su cuerpo se encontrara con el de Zoe. Estaba sobre ella. Su garganta estaba anudada, Zoe era pura, y eso la hacía sentir que podía partir en dos el cielo si ella se lo pedía.

Zoe acariciaba su rostro, a pesar que Eva no se movía, sentir sus sexos unidos, y la humedad de Eva confundirse con la suya, eran cosas que hacían palpitar sus entrañas.

Eva la besó, y una oleada de placer intenso las invadió, comenzaron a mover sus cuerpos involuntariamente, el roce húmedo con Eva hacía gemir a Zoe, quien solo podía mirarla y dejarse llevar por ella. Eva era gentil, sus movimientos eran suaves, pero intensos, Zoe arañaba su espalda, y en un momento, estaba tan excitada que abrazó las caderas de Eva con sus piernas. Para Eva, sentirla así fue un detonante que la hizo enloquecer. Sin dejar de moverse, Eva fue directo a sus hermosos pechos, comenzó a succionarlos apasionadamente. Pequeños mordiscos y lamidas hacían que Zoe se estremeciera.

- Amo lo que me haces sentir, no pares. – Zoe estaba inmersa en el éxtasis producto del placer que le daba Eva.

Su primer orgasmo llegó, en ese momento, Eva estaba entre sus pechos, pudo percibir los latidos acelerados de su corazón. Regresó a su boca recorriendo con besos su cuerpo, y se detuvo un instante a mirar a Zoe. Lágrimas caían de su rostro.

- ¿Estás bien? – Preguntaba Eva.

- Jamás imaginé que sería tan hermoso. – Zoe enjugaba sus lágrimas.

- No he terminado. – Eva sonrió de manera pícara.

Eva se deslizó con agilidad por debajo de su ombligo, el cual bordeó con su lengua, provocando que ella se aferrara a su cabello. Besó ese hermoso lunar y siguió descendiendo hasta el lugar más íntimo de Zoe.

Cuando Zoe sintió la lengua de Eva recorrer su sexo, dejó escapar un intenso gemido. Eva la acariciaba mientras le brindaba placer, Zoe disfrutaba sentir como Eva jugaba con sus senos mientras la devoraba.

Eva sintió esa pequeña barrera que se interponía entre ella y el fruto que deseaba poseer, así que usó uno de sus dedos para estimular su clítoris mientras empujaba suavemente con su lengua.

Percibió un pequeño quejido de Zoe, se detuvo y sin dejar de estimularla habló con ella.

- ¿Quieres que pare?

Zoe reaccionó de una forma que Eva no esperaba.

- Quiero ser tuya, de nadie más. Hazlo, lo deseo.

Zoe la tomó de la cabeza y la hincó en su sexo, Eva tuvo luz verde para entrar en ella. Mientras la succionaba, empujó suavemente con su dedo índice, Zoe se aferraba más a ella, Eva percibía que su humedad crecía, y eso la animó aún más.

Cuando por fin atravesó la barrera, sintió su interior dilatado y palpitante, Zoe estaba muy excitada.

- Dios, ¡qué rico!

Eva estaba complacida, comenzó a penetrarla muy suavemente, y cuando sintió que Zoe comenzó a mover sus caderas, coordinó sus embestidas con su ritmo.

En medio de la melodía de la canción Have you ever really loved a woman, de Bryan Adams, Zoe gemía con desesperación, y Eva sentía como su interior comenzaba a contraerse, decidió rozar el cielo de su adentro, para intensificar su placer, y esto hizo que Zoe reventara en un intenso y prolongado orgasmo.

Eva fue cuidadosa al retirar su dedo, la sutileza del carmesí que impregnó las sábanas la hizo sentir afortunada.

Lo que sintió Zoe fue tan intenso, que no paraba de llorar, se sintió mujer, estaba feliz. Eva fue con ella y la abrazó.

Zoe la besó apasionadamente, se subió sobre ella y se dejó llevar por lo que su deseo le dictaba.

Acarició su cuerpo, sus senos, los tuvo en su boca y los succionaba con delicadeza inocente. Eva se sentía volar, la espontaneidad de Zoe estaba haciendo estragos en ella.

Cuando Zoe estuvo frente al sexo de Eva, no tenía noción de lo que debía o no debía hacer, así que cerró sus ojos y exploró ese universo dejando que el instinto hiciera su trabajo.

Cuando escuchó a Eva gemir, su corazón se aceleró, y ese húmedo contacto con su sexo se volvió más apasionado. Era tan delicioso lo que hacía sentir a Eva, que ella se mantenía quieta, para no perderse del gran trabajo que realizaba la lengua de Zoe.

Eva la tomó gentilmente del cabello, y la acariciaba, dejó que la comiera a voluntad, y que la hiciera acabar solo con eso.

Zoe sonrió cuando sintió los fluidos de Eva en su boca, alzó la vista y pudo verla cubrir su rostro con ambas manos y sonreir.

Subió a abrazar a Eva, y la besó apasionadamente.

- Gracias por hacerme tan feliz. – Los ojos de Zoe brillaban.

- Tú me haces feliz a mí. – Eva besó su nariz.

- Tú a mí… – Zoe replicaba.

- No, tú a mí… – Eva sonreía.

Zoe tomó la iniciativa de llenar nuevamente las copas, entre besos y crema batida, la botella quedó vacía. La mejor noche de sus vidas, apenas comenzaba.

La luz del alba les daría en el rostro. Luego de una noche apasionada, eran muchas las ganas de quedarse en la cama.

Eva despertó. Zoe dormía profundamente a su lado. Se dedicó a contemplarla, se sentía dichosa.

Entró en la ducha, y se arregló para comenzar el día. Dejó salir a Bas para darle de comer y preparó el desayuno para Zoe y para ella.

Una tortilla de huevo con queso derretido y tocineta, un jugo de naranja recién exprimido, pan tostado y café bien caliente. Una buena manera de comenzar el día.

Llevó el desayuno a la cama, tomaba su café mientras esperaba que el olor de la comida hiciera reaccionar a Zoe, pero nada.

- ¿Será que la maté? – Eva reía, mientras se subía a la cama y comenzaba a besar la espalda de Zoe.

Zoe comenzó a moverse despacio, se estiraba como un gatito. Eva la abrazó por la espalda y se sumergió en su aroma.

- Dormilona. ¿Cuánto tiempo ibas a dejarme sin ti?

Zoe, aún con los ojos cerrados, percibió el aroma de la comida y el calor de Eva, no salía de su asombro.

- Dime que no estoy soñando. – Tanteaba con sus manos, buscando hacer contacto con el rostro de Eva.

- La que no quiere que esto sea un sueño soy yo.

Al escuchar esto, Zoe se dio vuelta, Eva la miraba y esbozaba una enorme sonrisa.

- Qué bella eres. – Zoe acariciaba su rostro.

- Definitivamente, sigues dormida. – Eva soltó una carcajada. – Anda, se enfriará tu café.

Zoe tomó su desayuno. Eva se preparó para pasear a Bas, se lo debía, el pobre no tuvo paseo la noche anterior y estaba algo tenso.

Luego de un rato, Zoe entró a la ducha, Eva la esperaba para ir juntas a pasear al perro.

Caminaron por el parque, Eva soltó la correa de Bas y lo dejó en libertad mientras conversaba con Zoe.

- Sabes que pronto empiezo semestre, voy a extrañar pasar tiempo así contigo entre semana.

- Pero te buscaré cada vez, y cuando quieras quedarte conmigo, serás bienvenida.

- ¿Siempre será así de rico? – Preguntó Zoe, presionando la mano de Eva, entrelazada a la suya.

- Cada vez mejor. – Eva sonreía.

- Entonces será seguido. – Zoe la miraba con picardía.

- Tengo en el carro una copia de la llave del apartamento, te la daré, esté o no esté, la puerta estará abierta para ti.

- ¿Y dónde más estarías sino conmigo cuando esté en tu apartamento? – Zoe se detuvo y se puso frente a ella.

- Buen punto… en realidad no sé dónde estaría sin ti. – Eva la miró a los ojos al decir esto.

Zoe la abrazó, no quería separarse de ella.

- Pronto tendré que volver a casa, no quiero.

- Puedo secuestrarte sin derecho a rescate. – Eva frotaba sus manos y hacía gestos pillos.

- Me botan de la casa. – Zoe cubría su rostro en el brazo de Eva.

- Voy a tener que hablar con mis suegros, como la gente normal… pensándolo bien, mejor solo te llevo conmigo.

- Loquita – Zoe dio un pequeño beso a Eva.

Luego de ese tierno paseo, Eva llevó a Zoe a casa. No querían separarse, pero, no planificaron el tiempo más allá de esa noche de amor.

Durante el trayecto, permanecieron sumidas en un silencio cómplice, compartían miradas que dejaban ver un deseo latente, cargado de un intenso sentimiento que las unía cada día más.

Una vez frente al apartamento de Zoe, la despedida fue dura, hasta para el pequeño Bas, quien emitía pequeños aullidos por ver a Zoe triste.

- Te veré el lunes a primera hora, Galindo. – Eva dejó en sus manos una copia de la llave de su apartamento. – Si cambias de opinión, estaré esperando.

Zoe se aferró a ella y la besó apasionadamente. Después de aquello, era difícil separarse de Eva. Se despidió de la mascota y bajó del vehículo. Eva esperó que Zoe estuviera dentro del edificio para irse.

Algo bueno podía percibirse en el aire… aunque aún quedaban muchas cosas por vivir…

Continúa…