Caminos cruzados (3)

CAPITULO III – Momento incómodo número uno.

CAPITULO III – Momento incómodo número uno.

El día de la junta, todos estaban expectantes, sería la primera desde que falleció Martina. Básicamente, Eva presentaría a Zoe y haría otros anuncios de interés. Antes de subir a la sala de juntas, Eva conversaba con Ofelia.

- Mira, legalmente hablando, esto no está bien. Tienes que hablar en el departamento de comercialización, no pueden extender contratos de manera verbal, no tendrás soporte jurídico para cualquier reclamo que surja en ese lapso de tiempo. Si se vence un contrato, tienes que suspender el servicio. – Decía Ofelia.

- Lo sé, y eso es lo que debería estar sucediendo, no entiendo del todo la actitud de Pedro. Ni qué se trae entre manos. Nunca he confiado en él.

- Tampoco lo has removido.

- No quiero ser déspota. – Eva suspiró – lo único que he querido es que todo funcione armoniosamente, no convertir esto en una cacería de brujas.

En ese momento, alguien tocó la puerta de su oficina, a pesar de estar abierta. Era Zoe, había llegado bien temprano.

- Disculpe, Ingeniera, buenos días. Estoy lista para lo que necesite.

Eva enmudeció, Ofelia se asombró por la “extraña belleza” de aquella niña. Iba vestida de manera apropiada para la ocasión, un conjunto ejecutivo azul marino de falda y blazer que dejaba ver sus hermosas piernas, con una blusa de seda blanca. Colgaba de su cuello una pasmina de fina tela que caía coquetamente por su cuerpo. Zoe tenía el cabello suelto, y se había maquillado ligeramente, solo un poco de labial. Eva la invitó a pasar y presentó a Ofelia como asesora jurídica de la compañía. Cuando Eva estuvo cerca de Zoe, pudo percibir su aroma. De nuevo, esa sensación se adueñaba de ella. No era físico, a pesar de la belleza de Zoe. Eva estaba experimentando cosas inquietantes, que no había sentido antes.

Las mujeres llegaron a la sala de juntas. En medio de aquello, se dio una situación que dejaría a todos boquiabiertos. Primero entró Ofelia, seguida por Eva. Zoe se quedó al fondo, observó a todos, y lo que había en la mesa de la sala de juntas. Se detuvo y salió a toda prisa. Eva notó que todos miraron al mismo tiempo hacia la puerta y fue ahí que notó que Zoe había salido.

Eva lo tomó con calma, pensó que posiblemente la joven se habría sentido abrumada, le dio la oportunidad de componerse. Ofelia se sentó junto a Eva, quien no empezaría sin Zoe.

- ¿Qué crees que le haya sucedido? – Preguntó Ofelia.

- Quizá se sintió nerviosa, es normal, es una niña. – Eva anotaba un par de cosas en su teléfono.

Sin observar al grupo, Eva podía escuchar los murmullos, es algo que nunca fue de su agrado, la incapacidad de la gente de esperar en silencio.

Cuando Zoe entró, todos la miraron con asombro. La muchacha venía con una bandeja, traía agua, dos cafés y un tazón con galletas. Dio un café a Ofelia, otro a Eva y le puso las galletas en frente. Se sentó a su lado y se disculpó tímidamente.

- Me disculpo por la demora, le había pedido el favor a Susana cuando llegué pero noté que no lo había hecho y fui a hacerlo yo. No se repetirá.

- El error no es tuyo. Gracias por estar pendiente.

Eva se levantó, y dio inicio a la junta. Estaba dispuesta a sacar lo mejor de todo esto.

- Buenos días a todos. Demos inicio a la junta, no quiero demorar más de lo necesario. Ella es Zoe Galindo, a partir de hoy, será mi asistente. Zoe, lleva la minuta de hoy, por favor.

Los murmullos aumentaron. Eva enfureció.

- ¿Algo qué decir?

Todos callaron casi de inmediato.

- Bien, eso creí. Primer punto. ¿Qué les está pasando? Esto es con todos, el rendimiento ha bajado increíblemente. Eso o se acostumbraron a que Martina resolviera todo. Les sugiero poner en orden sus ideas, necesito que haya comunicación entre equipos de trabajo, y necesito toda la cooperación con Zoe. No toleraré más errores. Si algo sale mal, no iré contra Zoe, o con el resto de asistentes o empleados, sino que iré a la cabeza, a la gerencia. Si alguien tiene algún problema con esto, puede dejar su renuncia en mi escritorio. Segundo punto. Comercialización, extender los contratos sin sustento legal, NO. Quiero que todos los acuerdos vencidos estén suspendidos antes del mediodía. Pedro, darás a Zoe toda la información en relación a esto.

- No podemos hacer esto, son clientes importantes.

- Ellos nos necesitan, no al revés. – Eva fue firme.

Cuando Eva se disponía a pasar al siguiente punto, pudo escuchar a Pedro hacer un comentario bastante inadecuado.

- De seguro ésta termina como la otra, cogida por la jefa. – Pedro susurraba entre sus compañeros.

Eva no estaba segura si eso llegó a oídos de Zoe. Pero, en ese momento, su autocontrol se fue al carajo. Literalmente.

- Pedro… quiero tu renuncia en mi escritorio, hoy.

El hombre se levantó hecho una fiera. Cometió el error de ponerse a discutir con Eva.

- No puedes hacer esto, tengo años aquí, tu padre…

- Mi padre un carajo, ahora estoy yo, si no te gusta, hace tres años debiste haberte ido. Punto. – Eva temblaba, Zoe permanecía junto a ella, serena. Ofelia estaba atenta.

- Esto no se va a quedar así.

- ¿Qué vas a hacer?, ¿Lanzarme una pestaña explosiva?

Todos rieron a carcajadas. Ciertamente, Pedro era algo metrosexual, una característica que Eva aborrecía.

Pedro salió avergonzado del lugar. Eva tomó algunas galletas y se dirigió al equipo de comercialización.

- Pónganse de acuerdo en el nombramiento. No impondré mi criterio en esto. Sé que son capaces de grandes cosas, y llegarán lejos bajo la dirección adecuada. Cuando estén listos, convoquen junta y serán escuchados.

La reunión se extendió hasta mediodía. Eva llevó a Zoe a su oficina, acompañada de Ofelia.

- Tuviste tu primera junta y resultó bastante tensa. Almuerza tranquila, reanudamos después de la una de la tarde. Las minutas de reunión las puedes entregar los viernes, luego de recoger las firmas de todos los involucrados. Te la firmo y las archivas. Almorzaré fuera, nos vemos al rato.

Eva almorzó ese día con Ofelia, comentarios relacionados con Zoe no se hicieron esperar.

- Es muy bella esa niña, ¿no te lo parece? – Preguntaba Ofelia.

- Es llamativa, tiene ángel, creo que podrá usar eso en su favor cuando trate con la cuerda de babosos que tengo por gerentes. – Eva no manifestaba interés por Zoe.

- Se ve que tiene potencial, esperemos que te vaya bien con ella.

- Tiene ganas, es todo lo que necesita para que las cosas se den.

La mirada de Eva se distrajo por un momento, la puerta del restaurante se abrió, y pudo ver a Ángela entrar en compañía de una mujer de apariencia madura. Ofelia notó la incomodidad de Eva y trató de entender lo que ocurría, por estar de espaldas a la puerta, no vio a la mujer entrar.

- ¿Estás bien?

- Sí, solo es mi ex, no esperaba verla aquí. Solo falta que también entre María Fernanda y que mi día termine de ser una locura total.

- Aún no supero lo de la “pestaña explosiva” – Ofelia se reía, trataba de atraer la atención de Eva.

- Sí, a veces no las pienso. Es un vago, siempre quise sacarlo de la compañía, pero trataba de ser profesional y no actuar en base a mi juicio de las personas. Me equivoqué, sí es un holgazán, y no eran ideas mías.

Terminaron de comer y pidieron la cuenta, cuando se estaban retirando, Eva sintió una mano posarse en su hombro. Al darse vuelta, era Ángela. Eva no permitió siquiera que hablara. Fue tajante, fue… Eva.

- No vuelvas a tocarme en tu puta vida. Última vez que lo diré.

- Eva…

- Creí haberte dicho que no volvieras a cruzarte en mi camino… ¿no fui lo bastante clara?

La dureza en la mirada de Eva, aterró profundamente a Ángela, quien se alejó sin más.

Eva siguió su camino. Regresó con Ofelia, quien ya era esperada por Lucas en el estacionamiento de las oficinas de Eva.

Ofelia se despidió y se marchó con Lucas.

Durante el trayecto, Ofelia estaba pensativa y Lucas lo notó.

- ¿Sucedió algo? – Preguntó el muchacho.

- Es Eva. Me inquieta un poco la forma en la cual se desenvuelve ahora… Inexpresiva… esté feliz, triste, molesta, no deja ver lo que siente. A menos que la conozcas, no sabrás lo que sucede.

- Aterrador. De por sí, ustedes las mujeres son aterradoras, nunca sabemos lo que quieren, y aunque hagamos lo que pidan, y tratemos de hacerlas felices, no es suficiente.

Ofelia no pudo evitar burlarse de Lucas, al parecer, Isabel lo estaba poniendo al límite.

- Casi lo olvido. Llévame con María Fernanda, quedé de reunirme con ella por trabajo ahorita en la tarde. ¿Tienes la dirección?

- Sí, usted me la dejó hace un par de días.

- Bien. ¡Andiamo!.

Ofelia se dirigió al lugar en el cual se encontraría María Fernanda. El edificio era muy elegante, su estructura destacaba por tener paneles de cristal que permitían ver el interior de las plantas inferiores, Lucas fue a dar una vuelta mientras Ofelia se reunía con María Fernanda.

Ofelia se anunció en la recepción. La invitaron a pasar de inmediato. María Fernanda la esperaba.

Ingresó en el elevador y llegó al quinto piso. La oficina de María Fernanda estaba identificada como “Consultora”. Ofelia tocó la puerta, cuando María Fernanda abrió, pudo notar que no estaba sola, una mujer rubia estaba con ella, y ambas estaban algo “agitadas”. Ofelia solo sonrió y la saludó cálidamente.

- Ofelia, te presento a mi jefa, la dueña de la empresa.

- Ofelia Di Medici. Encantada. – Ofelia estrechó la mano de la mujer.

- Sofía Sneijder Alonso. Un honor conocerte al fin. Por favor, pongámonos cómodas, y tengamos una amena charla.

Al escuchar su apellido, Ofelia asoció los rasgos de la mujer a su origen étnico. A pesar del obvio mestizaje, ciertos rasgos eran muy dominantes en ella. La altura, el cabello, los ojos…

Las mujeres se sentaron en un pequeño escritorio circular con varias sillas, Sofía indicaba que esa era su “mini sala de juntas”. Ofelia rompió el protocolo y trató de ir al nudo del asunto desde el primer momento.

- Bien. Soy toda oídos, ¿a qué debo la invitación?

- Traeré café. – María Fernanda se levantó, mientras Sofía conversaba con Ofelia.

- María Fernanda me habló de ti, y de los servicios que ofreces. Tengo problemas con mi equipo jurídico que me están haciendo perder la paciencia. En base a eso, he estado estudiando dos opciones. Contratar tus servicios como asesora jurídica para poner a mi equipo en el carril, o salir de ellos y contratar tus servicios bajo la modalidad de outsourcing.

Ofelia meditó lo que dijo la mujer, en ese instante, venía María Fernanda con el café. Ver a María Fernanda en esta posición, disgustó a Ofelia, quien conocía lo capaz que era a nivel profesional, para terminar siendo “la chica del café”.

- Tengo un equipo de trabajo que puede manejar esto, podemos hacerlo bajo la primera modalidad. Uno de mis abogados sería el asesor, y reorganizaría el esquema de trabajo. Hemos hecho esto antes.

- No. No lo quiero así, quiero que seas tú. Quiero a la mejor.

- Me temo que no, soy la asesora jurídica de Eva Santiago, y la relación de trabajo es de dedicación exclusiva.

- ¿Cuánto te paga? Te daré el doble.

Ofelia miró a María Fernanda, respiró profundo, y sonrió.

- No tengo interés en trabajar de manera personalizada con otra empresa, para mí, el dinero no es problema, y eso no es secreto para nadie. Me extraña tu insistencia, a sabiendas de esto.

Sofía se quedó pensando, cuando cayó en cuenta, se sintió abrumada.

- De alguna forma tenemos que llegar a un acuerdo.

- No lo compliques, acepta el servicio que ofrezco, tendrás los resultados que esperas. Mi firma es sólida. Ponte en contacto con mi mano derecha, Soraya Velasco. Ella es la persona idónea para la tarea, es de mi entera confianza.

Sofía anotó el nombre en una hoja. María Fernanda miraba a Ofelia con sorpresa.

Con eso, dieron por terminada la reunión, se despidieron cordialmente y Ofelia marcó a Lucas para notificarle que pasara a recogerla.

María Fernanda se sentó en el sofá, y cubrió su rostro con ambas manos.

- ¿Qué sucede, hermosa? – Sofía se sentó a su lado.

- Nada. No pasa nada, solo es dolor de cabeza.

- Puedes irte temprano si lo deseas.

- No. Recuerda que hoy conocerás a mi hermana.

- Cierto. Primer filtro. – Sofía sonrió.

- Mi hermana no es un filtro, no sé de dónde sacas eso. Será primera vez en mucho tiempo que le presente a alguien, sé gentil.

- Yo siempre soy gentil. – Sofía se abrazó a ella y la besó tiernamente.

Ambas continuaron con sus labores hasta el final de la tarde. María Fernanda se acercó a la oficina de Sofía y le advirtió que se iría.

- Te espero, pasa por mí a las 7.

- Ahí estaré, solo termino un par de cosas y te busco. Ponte hermosa para mí.

María Fernanda la besó y se fue. Tomó un taxi a casa. Estaba ansiosa por encontrarse con su hermana, hacía mucho que no la veía, desde que perdió a Marcos.

Cuando llegó a casa, se dio una ducha, estaba pensativa. Su vida había cambiado mucho en poco tiempo, no le gustaba sentir que danzaba entre brazos. Sofía era hermosa pero, su corazón pertenecía a Eva. Se reprendió a sí misma por seguir pensando en ella, no lo valía, ella le falló. Al salir de la ducha, se miró al espejo, lágrimas se confundían con las gotas de agua que corrían libremente por su rostro.

- Basta. Tengo que seguir adelante. Le di una oportunidad a Sofía, no puedo pensar en Eva.

Aunque tratara de darse ánimos, su amor por Eva permanecía intacto. Sin embargo, su deseo de estabilidad era mayor, María Fernanda deseaba un hogar, hijos, una mujer que la amara y protegiera todo eso. Lo soñó con Eva, lo deseaba con ella. Tendría que hacer de tripas corazón, y dibujar el rostro de Sofía en su plan de vida.

Buscó el vestido más hermoso que tenía, ceñido al cuerpo, turquesa, con tirante único rodeando el cuello, escote sugerente, de largo hasta medio muslo. Usó accesorios que hacían juego con el vestido. Tacones plateados con tirantes cruzados a la altura de la pantorrilla, y dejó libre su hermoso cabello. Usó un maquillaje ligero, delineó sus ojos, y puso algo de rímel en sus pestañas. Concluyó con un lápiz labial de un rojo no muy intenso, que iba perfecto con el color de su piel.

A la hora de escoger la fragancia, se topó con el que fuera el favorito de Eva. Los recuerdos volvieron a su mente, de plano rechazó la idea de usarlo. Tomó el frasco y lo guardó junto al resto de cosas que le recordaban a Eva y que mantenía en una caja dentro de su armario. Al abrir la caja, vio un sobre, no recordó haberlo colocado ahí. Puso el frasco de perfume dentro de la caja y tomó el sobre. Pudo sentir levemente el olor de Eva en él. Su corazón se aceleró.

- ¿Cuánto tiempo tiene esto aquí? – Decía mientras se sentaba al borde de la cama y abría el sobre.

En ese momento recordó que Eva fue hasta la casa mientras ella no estuvo para dejarle la llave y algunas cosas que tenía en su apartamento, de eso hace ya un año, pero, jamás mencionó haber dejado alguna otra cosa. Cuando vio el contenido del sobre, era una carta, puño y letra de Eva.

“María Fernanda, si estás leyendo esto, es porque acabas de notar que no guardaste en    esta fea caja el perfume que tanto amo que uses. Admito que duele ver nuestros recuerdos en una caja, pero la culpa es mía y la asumo. Quise escribir porque no terminamos las cosas de la mejor forma, y hay mucho que no te dije. Mi error me acompañará el resto de mi vida. Perdí a una mujer maravillosa, eres irremplazable y me pesa, me duele. Quiero que sepas que, a pesar de lo que hice, te amé… cielo, nunca dudes que te amé, que dibujé mi vida a tu lado, que quise darte lo que siempre has soñado. No puedo devolver el tiempo, no puedo desdibujar los hechos. Deseo de todo corazón que a tu vida llegue una mujer que te de todo lo que yo no pude, aun queriendo, y que te haga tan feliz, que yo solo sea un mal sueño en tu vida. Me habría gustado ser mejor para ti, pero, esto es lo que soy. Definitivamente, mereces algo mucho mejor. Te amo, mi vida.

PD: el perfume es lo único que olvidaste, así que no empieces a buscar como loca si hay algo más por ahí…

E.G.S.”

María Fernanda se dejó caer en la cama y comenzó a llorar en demasía, el dolor era más del que podía soportar. De haber leído esa carta meses atrás, habría corrido a sus brazos sin pensarlo. Era demasiado tarde para ambas.

Su teléfono sonó en ese momento, era Sofía. Trató de calmarse antes de responder.

- Hermosa, ¿me extrañaste?

- No tienes idea.

- ¿Pasa algo?

- Solo me cayó algo de rímel en el ojo y arde un poco.

- No necesitas ponerte esas cosas, eres hermosa. Ya estoy cerca de tu casa, tocaré corneta al llegar.

- Está bien. Te espero.

María Fernanda finalizó la llamada, guardó la carta en el sobre y la dejó en la caja junto al resto de las cosas. Trató de corregir lo mejor que pudo su maquillaje y aplicó sobre su cuerpo la primera loción que pudo agarrar. Justo en ese momento, pudo escuchar que Sofía le tocaba corneta. Tomó un bolso de mano, guardó cosas esenciales y salió a encontrarse con ella.

Sofía se bajó del carro para recibirla. También venía muy elegante, usaba un vestido negro, no muy ceñido a su figura, pero que la hacía ver tremendamente sensual.

María Fernanda se abrazó a ella, y le dio un beso. Sofía abrió la puerta para ella. Fueron a un elegante restaurante al noreste de la ciudad. Cuando llegaron, la hermana de María Fernanda ya se encontraba en el lugar.

Su nombre era Alexa, el parecido físico con María Fernanda era impresionante, aunque las marcas de edad dejaban ver que era mayor que ella. Se abrazaron muy cariñosamente, y algunas lágrimas se dejaron ver.

- Hermanita, estás hermosísima. – Alexa tomaba el rostro de María Fernanda entre sus manos y la miraba amorosamente.

- Me da mucho gusto verte, te he extrañado mucho. – María Fernanda estaba muy feliz.

Luego de las muestras de afecto, María Fernanda presentó a Sofía como su pareja.

Conversaron largo y tendido durante la cena, Alexa congenió rápidamente con Sofía.

- Entonces insististe cada día, hasta que por fin mi hermanita cedió.

- Ha valido la pena, María Fernanda es maravillosa. – Sofía tomó su mano para besarla.

María Fernanda estaba ruborizada, Sofía se desvivía por ella, sentía un poco de culpa por eso.

- Y, ¿a qué te dedicas? – Preguntó Sofía.

- Bienes raíces, viajo constantemente, estaré una temporada por aquí, luego viajaré a España, tengo una oportunidad de negocio por allá que me permitiría independizarme. Es lo que siempre he soñado, casi no comparto con mi familia, ni he podido construir mi hogar debido a esto. Además… hay alguien que…

- No me digas que… – María Fernandase emocionó anticipadamente.

- Sí. Me propuso matrimonio. Le dije que sí.

Ambas mujeres se abrazaron, Sofía veía la situación con gracia, bebía su vino y sonreía.

- Es maravilloso, hay que hacerte una despedida de soltera, tu vestido, la recepción, las madrinas. Hay mucho qué hacer. – María Fernanda estaba emocionada.

- Realmente creo que el momento llegó. Amo a ese hombre, no puedo darme el lujo de dejarlo ir.

Sofía intervino, resultaba conveniente empezar a ser parte de todos los aspectos de la vida de María Fernanda.

- Esto hay que celebrarlo. – Sofía llamó a un mesero y ordenó una botella de champaña.

- Qué bella, gracias, Sofía. – Dijo Alexa.

María Fernanda solo puso su mano sobre la de Sofía, y le sonrió. Esto era suficiente para Sofía, no pedía nada más.

Cuando trajeron la botella de champaña, Sofía se encargó del descorche, brindaron y celebraron la noticia.

Alexa se quedaría en casa con María Fernanda, Sofía las dejó y las acompañó a la puerta. Ella se despidió amablemente de su hermana, quien las dejó solas en el umbral de la puerta.

- Gracias por hacer especial esta cena. – María Fernanda tomaba mechones de cabello y los entorchaba en sus dedos, estaba nerviosa

- Te dije que era gentil. – Sofía la tomó de la barbilla e hizo que la mirara.

- Le caíste bien a mi hermana, eso me agrada.

- Espero caerle bien a los suegros, seré el rostro que verán a tu lado el resto de sus vidas.

María Fernanda se sonrojó. Eso parecía ser una declaración.

- María Fernanda, permíteme darte lo que siempre has soñado, permite que te haga feliz. Déjate querer.

María Fernanda iba a responder, pero Sofía la besó sorpresivamente, anulando cualquier acción pretendida por ella.

Sofía se dio la vuelta, y se marchó. Dejando a María Fernanda atontada y muy mojada. María Fernanda cerró la puerta al ver a Sofía marcharse.

Sofía avanzaba a pasos agigantados, y María Fernanda no se daba cuenta de lo que sucedía. Esta vez, ella era presa, y no depredadora.

Continúa…