Caminos cruzados (21)

CAPITULO XXI – ¿Malas noticias?

CAPITULO XXI – ¿Malas noticias?

Sofía llevaba cinco días sin hablar con María Fernanda, cinco días sin ir al trabajo, cinco días completamente aislada. Pese a que María Fernanda tenía llave del apartamento, respetó su decisión de mantenerse distanciada. Era un domingo inusual, la noche anterior había estado bebiendo excesivamente. No se sentía bien respecto al comportamiento de María Fernanda, le estaba afectando tremendamente y eso la hacía sentir incómoda, ella era la primera mujer que la hacía sentir así.

Estaba tomando el desayuno en la cocina, mientras revisaba las noticias en su laptop. Casi se ahoga con un trozo de fruta al ver uno de los titulares, se levantó de la silla y buscó su teléfono. Le marcó a Ofelia a toda prisa.

- Buongiorno.

- Ofelia, ¿viste las noticias?

- No, salimos temprano. ¿Qué pasó?

- Encontraron a Giacomo. Muerto.

- ¿QUÉ?

- Acaba de ser publicado, entra desde el teléfono, está en primera plana.

Sofía se había involucrado, queriendo y sin querer, en el entorno de María Fernanda y todo lo que tenía que ver con eso. Se sentó a leer con detalle la noticia, lo que relataban los medios era escabroso.

“Hace unas horas, fue hallado el cuerpo sin vida del reconocido médico intensivista Giacomo Ruggiero Di Medici, en circunstancias que aún no son reveladas a la prensa, pero, según fuentes cercanas a la investigación, las mismas apuntan a un homicidio premeditado. La policía no descarta la venganza o el crimen pasional como posibles móviles del homicidio.”

Sofía se quedó pensando en aquello, no era usual que las “circunstancias” no fueran reveladas en un primer momento.

- Algo más sucede aquí…

Ella examinó el resto de portales de noticias, la información no variaba. Su teléfono sonó, era Ofelia.

- Cuéntame.

- Confirmado, lo asesinaron, pero, no nos quieren dejar verlo o darnos información, esto es una locura aquí. – Sofía pudo sentir el tono de voz de Ofelia algo quebrado.

- Si necesitas cualquier cosa, tengo mis contactos en los medios.

- Te lo agradezco, Sofía. Myriam está tratando de averiguar con sus conocidos en la policía. Cualquier cosa que sepas me dices, te lo agradecería.

- Cuenta con eso.

Sofía finalizó la llamada. Se sintió tentada a llamar a María Fernanda, la extrañaba, y no había pasado algo en realidad. Sintió que sus recién descubiertos celos le estaban jugando una mala pasada.

Marcó, y no demoró en recibir respuesta, es como si ella estuviera esperando ese momento.

- ¿Ya me levantaste el castigo? – María Fernanda sonaba triste.

- Ven.

Fue todo lo que dijo antes de finalizar la llamada. Mientras la esperaba, tomó una ducha rápida y se vistió con ropa sencilla. María Fernanda llegaría casi 45 minutos después.

Cuando la sintió llegar, Sofía se sintió nerviosa, y feliz a la vez. Trató de actuar natural, pero, la sola presencia de María Fernanda la descolocaba. La vio acercarse, tímida, jugando con la llave que le había dado entre sus manos, se puso frente a ella y la miró fijamente.

- ¿Me dejas abrazarte?, te he extrañado, mi amor. – Dijo María Fernanda.

Sofía la tomó entre sus brazos y la estrechó contra ella, también la extrañaba. María Fernanda la abrazó con fuerza, buscó sus labios y le entregó el beso más dulce y más cargado de necesidad que podía haber dado en toda su vida.

Sofía se derritió con ese beso, su corazón latía a prisa. Hizo una pausa en el beso y miró a María Fernanda.

- No sé por qué me pones así. – La miraba con nostalgia.

- Odio equivocarme contigo, odio no hacer las cosas bien. Créeme cuando te digo que jamás te he engañado, ni me he sentido tentada, ni quiero hacerlo.

- Cielo… estoy muy celosa. – Sofía sonreía.

- ¿Celosa? – María Fernanda la miró con picardía.

- Sí. Sentir otro perfume en tu cuerpo me enfureció. – Sofía fruncía el ceño.

- Tu manera de estar enojada es extraña.

- Promete que nunca me fallarás, promete que nunca romperás mi corazón. – Los ojos de Sofía estaban algo brillosos.

María Fernanda la besó, tomándola del rostro.

- Sé que es difícil confiar en mí cuando no he sido precisamente un dechado de virtudes, pero, deseo con todas mis fuerzas que creas en mí, Sofía, estos días sin ti he pensado mucho, y nunca alguien ha sido conmigo lo que tú has sido, y me siento mal cada vez que hago algo que te lastima. No sé de qué forma demostrarte que quiero todo contigo.

Sofía la miró, y sin pensar, le dijo casi susurrando:

- Quiero que vivas conmigo.

Miles de cosas pasaron por la mente de María Fernanda en ese momento, lo que le estaba pidiendo Sofía era todo para ella. Se abrazó a ella y permanecieron así por largo rato.

Lo que respondería María Fernanda a esta “propuesta”, quedaría en suspenso, pues sonó el teléfono de Sofía.

Ella se distanció un poco para atender la llamada, de cualquier forma, para María Fernanda habría sido imposible entender, de nuevo usaba ese “lenguaje extraño”.

- Het is perfect... doei, pappa. – Sofía suspiró aliviada. – Disculpa cielo, mi adorado papito me llamó, van a posponer su regreso un par de meses, se pone intenso si no me ve por largo tiempo. – Sofía sonreía.

- Hablas raro. – María Fernanda buscaba su abrazo.

- Solo hablo así con mi familia, sobre todo con mi papá. Mi abuelo es más relajado, aunque se le escucha raro, habla bastante bien en español.

- Me hablaste así ese día, me quedé en blanco.

- Estaba molesta, no es lo usual, y descuida, no te insulté. – Sofía reía a carcajadas. – Por cierto, ¿recuerdas lo de Eva y el médico primo de Ofelia?

- Sí, ¿en qué paró eso?

- Lo encontraron muerto, la noticia arruinó mi desayuno.

- ¿Qué?, ¿qué le pasó? – María Fernanda estaba sorprendida.

- No sabemos nada, yo llamé a Ofelia y ella aún no sabía, pero ya está en el sitio con su mujer.

- Qué extraño…

- En fin… ya nos enteraremos por ella.

- ¿Crees que sea buena idea que la llame?

- Espera un poco, debe estar abrumada con todo esto.

Tal y como suponía Sofía, en ese momento,  Ofelia estaba en medio de un torbellino de emociones y estrés. A pesar del apoyo de Myriam, se sentía abrumada. Los padres de Giacomo estaban en Italia, era la única que podía dar la cara en ese momento y prepararlo todo. Ella estaba sentada dentro del carro de Myriam, del lado del piloto, con la puerta abierta, llenaba unos formularios que pidió la policía. A lo lejos veía a Myriam hablando con un hombre, al parecer, era conocido por ella, por la confianza con la cual hablaban. Tenía pinta de detective de esos que salen en las películas de los años 70, una mezcla entre la edad y la actitud de Clint Eastwood y el porte de Antonio Banderas. Una barba descuidada de más o menos dos semanas, y ese era él.

- Si no es así no te veo. – Decía el hombre a Myriam.

- Yo también tengo trabajo, Dimas. Ahora, en relación a este caso, ¿qué sabes?, veo muchas similitudes con un caso que lleva mi pareja, así que podríamos intercambiar información.

- ¿Tu pareja? – El hombre preguntó curioso.

- Aquella hermosa mujer que está en mi carro. – Myriam se henchía de orgullo al presumir a Ofelia.

- ¿Es en serio? – Dimas estaba pasmado.

- Ven. – Myriam lo conminó a acercarse.

Ofelia estaba ordenando los documentos cuando vio que Myriam se acercaba.

- Cielo, él es el investigador a cargo.

- Encantado, señorita. Dimas Fernández, a sus órdenes. – El hombre extendió su mano.

- Ofelia Di Medici. – Ella recibió su saludo, mientras se ponía de pie. – Dígame, ¿qué sabe del caso?

El hombre contempló por un momento a Ofelia… sí, Ofelia es demasiado hermosa, pone a cualquiera a sus pies con una mirada, y Dimas no era la excepción. Luego de notar que Myriam lo miraba con ganas de dispararle en la hombría, el hombre prosiguió con la conversación.

- Bueno, como le comentaba a Myriam, tengo algún tiempo persiguiendo a un individuo inusual. Al ver el cuerpo del difunto, noté que existen muchas similitudes con el perfil que manejo del sujeto.

- ¿Perfil?, ¿estamos hablando de un serial? – Ofelia se mostró sorprendida.

- Sí, cielo, lo encontraron en las mismas condiciones que las del fallecido de nuestro caso.

- Eso confirma que Hans es inocente. - Añadió Ofelia.

- ¿Quién es Hans? – Preguntó Dimas.

- El chico del caso del cual te hablé. Sospechábamos que el muchacho era inocente y que alguien lo estaba incriminando, pero, había mucho que no sabíamos y él no se mostraba muy colaborador que digamos. Ahora lo que necesitamos es conectar ambos homicidios. – Respondió Myriam.

- De hecho, son tres. El primero fue hace dos años, pero, no comprendo la relación, son personas completamente distintas, en estratos, en actividades, hasta en edades… – Dimas mostraba confusión.

- Puede ser algo al azar, o puede que la conexión tenga otra naturaleza, no tiene sentido ahorita. – Dijo Myriam.

- ¿Tienes algún sospechoso? – Preguntó Ofelia.

- No, eso es lo peor. Necesitaré todo lo que tengan sobre el difunto, para poder hacer mis pesquisas.

- ¿Personas comunes en el entorno de las tres víctimas? – Myriam elucubraba ideas.

- Eso es lo que vamos a averiguar.Myriam, cuando estén listas esas formas, entrégalas a aquel chico de allá, él me las hará llegar. Cuando recopile todo lo que tengo te aviso para hacer el cruce. Por ahora, me retiro, mi equipo les avisará cualquier cosa que aporte a la investigación. Mi más sentido pésame. – Dimas extendió la mano nuevamente a Ofelia y se despidió de Myriam con palmadas toscas en la espalda, y guiñándole un ojo.

El hombre se alejó de ellas, Myriam se acercó a Ofelia y tomó de sus manos los papeles.

- ¿No falta nada más?

- No, mi amor, es todo. – Ofelia permitió que Myriam se llevara los documentos.

- Espera aquí, te traeré un café. – Myriam besó su frente y se fue.

Myriam se convirtió en el pilar más fuerte en la vida de Ofelia, ella era ese amor incondicional y libre que toda mujer racional sueña tener. Ha estado para ella en cada momento difícil, ha velado su sueño de madre angustiada en las tantas fiebres emotivas de Pierina a media madrugada, y ha enseñado a su hijo un par de cosas sobre motores. Razones para amarla, tenía de sobra, pero, lo que más peso tuvo para ella, luego de salvarla aquel par de veces como si de una “película de acción” se tratara, fue ese fatídico día en el que Don Piero Alessandro Di Medici Orsini falleció como consecuencia de su avanzada edad. De eso ya han pasado alrededor de nueve meses. Myriam asumió las riendas de su mundo, de sus hijos, de las cosas importantes, la logística, las preguntas incómodas, los formularios… en ese momento que ella no podía pensar con claridad, fue su ancla… en ese momento que ella no podía andar, fue su motor. Eso, aglutinó su esencia y las convirtió en una.

- Ya está todo, ya se llevaron el cuerpo, tenemos que ir a la morgue para que hagas el reconocimiento formal. – Myriam le entregaba el café.

- Vámonos de una vez, ya no quiero estar aquí. – Ofelia besó su cuello y se montó en el carro.

El lugar donde encontraron a Giacomo, era un terreno baldío. Para el momento, Ofelia desconocía las condiciones en las cuales estaba el cuerpo. Sabía que toda esa información la obtendría en la morgue, pero, su cabeza no dejaba de maquinar.

- ¿Crees que tenga que ver con lo otro?

- No estoy segura, porque si fue blanco de un serial, se rompe la relación, el caso de Hans no guarda relación con algo así. – Respondía Myriam, mientras conducía.

- Ese primer caso que él mencionó, ¿no te dio más información?

- Al parecer era un vagabundo, eso es lo que me tiene confundida. Los blancos son demasiado inespecíficos.

- ¿Tenemos nombres?

- Sí, eso sí tenemos. – Le dijo, volteando brevemente para verla.

Ambas se quedaron en silencio por un momento. Luego, dijeron al unísono:

- ¡Eva!.

Ofelia le marcó de inmediato. La respuesta no se hizo esperar.

- Ofelia, toda oídos. Estoy al tanto. – Las noticias se riegan como pólvora.

- Bueno, me ahorras minutos de charla incómoda. Sé que es domingo, que estás de reposo, pero, te necesitamos.

- Para lo que gustes, no estoy haciendo mucho, ya saqué a Bas y Zoe aún duerme, así que soy libre...

- Te enviaré unos datos de ciertas personas, obviamente una de ellas es Giacomo, pero, necesitamos relacionarlos, porque nada de esto tiene sentido, parece algo muy al azar, posiblemente si encontramos la relación, hallemos al responsable.

- Manda lo que tengas y yo resuelvo. Y me imagino que vas a velarlo y todo eso, ¿cierto?

- Hasta Héctor de Troya tuvo su funeral.

- Cuenta con nosotras, estaremos ahí.

Ofelia finalizó la llamada.

Minutos después, estaban en la morgue, tras algunas validaciones, permitieron que Ofelia entrara en el lugar. Myriam la esperó en el área de recepción.

- Pase por aquí, por favor. – Indicaba la patóloga a Ofelia.

Se acercaron a las neveras mortuorias, a cada paso que daba esa mujer, Ofelia sentía que su garganta se anudaba un poco más. Se detuvo en la número 54. Todas las cosas en aquel lugar estaban correctamente etiquetadas, con tal pulcritud, que no parecía una morgue. La mujer suministró a Ofelia un tapabocas y procedió a abrir la nevera.

Ofelia solo alcanzó a asentir antes de que sus ojos se inundaran de lágrimas y apartara su rostro. Sí, era un idiota, había hecho cosas malas, pero, era su sangre, Ofelia no sabía odiar. Se atrevió a entablar conversación con la mujer para indagar un poco acerca de lo sucedido.

- ¿Saben la causa de muerte? – Preguntó, mientras enjugaba sus lágrimas.

- Está por determinar, pero, tiene una contusión en la región occipital. Lo más probable es que esa sea la herida principal. Aún debo revisarlo, debido al estado en el que está, otras lesiones podrían pasar inadvertidas.

- ¿Qué tiempo estima para el deceso?

- Por el lugar en el cual lo hallaron, y las condiciones en las cuales estaba, será difícil precisar, pero, guiándome por mi experiencia, un mes, puede ser menos.

- ¿Cuándo podrán entregármelo?

- 48 horas, a lo sumo. De cualquier forma, le será notificado.

- Le agradezco su tiempo.

- Para servirle. Lamento su pérdida. – La mujer extendió su mano.

Ofelia salió del lugar, Myriam la esperaba pacientemente. Apenas la vio, se abrazó a ella.

- Sácame de aquí. – Ofelia la miró suplicante.

Y así lo hizo Myriam, sin demora, la llevó a su apartamento, era un buen lugar para no pensar.

En ese mismo instante, Eva intentaba recopilar toda la información que pudiera, basándose en los escuetos datos que le había suministrado Ofelia. El abrazo de Zoe la tomó por sorpresa.

- ¿Trabajando en domingo? – Preguntaba Zoe mientras se sentaba en las piernas de Eva.

- Si no durmieras tanto, sabrías qué sucede. – Eva le sonreía modestamente.

- ¿De qué me perdí? – Preguntó extrañada.

- Mataron a Giacomo. Ofelia me pidió ayuda con la investigación. Ella nos avisará cuando sea el velorio para asistir…

Zoe quedó pasmada con la noticia.

- No me esperaba algo así, ella debe sentirse mal en este momento. – En realidad, Zoe no sabía muy bien cómo era ese proceso del duelo, no sabía qué decir…

- Lo está, se escuchaba algo afligida, pero, ella es muy fuerte. Yo la admiro muchísimo, y bueno, tiene ahí a su “rambo” que la cuida siempre, lo más probable es que ella esté tratando una vez más de cargarla sobre sus hombros como cuando murió su papá, aunque aquí el grado parental no sea el mismo, sé que ella quería mucho a Giacomo y debe estar muy triste.

Zoe se quedó en silencio, abrazada a Eva, solo un momento.

Desde lo que sucedió con Jezabel, Eva y Zoe han mantenido cierto nivel de comunicación, en ocasiones, parece esquivo, y da resultados, pues mantienen la cordialidad entre ellas. Esa conversación fuerte, trajo como consecuencia un cambio en ambas, posiblemente para mejorar, aun cuando en el fondo, Eva seguía dolida.

Ese día, Eva se dedicó de lleno a su investigación. Casi al final de la tarde, dio con algunos datos interesantes. Debía comunicarse con Ofelia para notificarle.

¿Permitirían esos datos saber quién mató a Giacomo?

Continúa…