Caminos cruzados (2)

CAPITULO II – Negación.

CAPITULO II – Negación.

Luego del sepelio de Martina, Eva decidió pasar el día en su apartamento, organizando un poco su creciente desastre y adelantando algunas cosas de trabajo.

Ella no era muy detallista que digamos en temas del hogar, era tan dejada en ese sentido que, seis meses después de mudarse, notó que el piso del apartamento era de madera.

Trató de limpiar lo mejor que pudo, su desgano era más pesado que su voluntad. Luego, su refugio parecía más acogedor, colocó un poco de incienso y se sentó en la computadora de la sala a trabajar.

Muchas de las cosas que aprendió a hacer en una casa, las vio de María Fernanda, fue de ella que tomó esa costumbre de mantener la casa con incienso, entre otras esencias.

Recordó lo del puesto vacante como asistente. Entró en un popular portal de empleo, registró un perfil de empleador, y colocó una oferta, usando palabras demasiado genéricas.

“Vacante para asistente de Presidencia en Santiago & Orihuela Consultores”

Cerró el portal, y estuvo varias horas revisando de forma remota los procesos internos de la empresa.

Se distrajo tanto que saltó una comida, comenzó a sentirse un poco mal. Vio la hora, eran las 4 de la tarde.

Dejó entrar a su mascota, solía dejarlo fuera en el balcón cuando tenía que trabajar, él era muy inquieto y la desconcentraba. Preparó una comida ligera y se sentó a ver televisión con Bas.

Su vida se había vuelto algo rutinaria, pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, y el resto lo dedicaba a su perro. Eva se había encerrado en sí misma, y parecía cómoda con eso.

Dos semanas más tarde, las cosas cambiarían un poco, su dinámica se iba volviendo cada vez más tensa, debido a la ausencia de Martina y los constantes errores cometidos por secretarias de menor nivel. Ese día en la oficina, todo era un caos, y Eva estaba al borde de un colapso.

- Ingeniera, disculpe que la interrumpa, varias chicas dejaron sus resúmenes curriculares esta mañana. ¿Quiere que les concerté cita?

- Déjalos en mi escritorio, ya veré qué hacer con eso. – Respondía Eva, quien enviaba un mensaje de texto a Dayana.

“Sácame de aquí ---ASAP---” – Escribía Eva a su buena amiga.

“Estaré ahí en 20. No desmayes” – Recibió una respuesta rápida de Dayana.

Eva no se detuvo a mirar siquiera los resúmenes. Trataba de concentrarse en resolver lo que estaba saliendo mal. Convocaría una junta para poner en su sitio a algunos gerentes, cuya incompetencia era mucho más obvia debido a la ausencia de Martina.

Minutos después, llegaba Dayana, traía galletas para Eva y su mejor actitud para apoyarla en este momento.

- Hermanita, porfis, porfis, porfis. No me hagas rogarte más, ven a trabajar conmigo. – Eva tomaba de los hombros a Dayana, y hacía gestos suplicantes.

- Eva, ya hablamos de esto. No soy la persona adecuada. Y no me gusta levantarme temprano.

- Me estoy volviendo loca, Martina hacía parecer sencillo todo esto.

- ¿Y esos resúmenes de ahí? – Dayana se acercó a husmear los papeles.

- Ni los he visto, puse el anuncio pero no pensé que traería tanta demanda.

- Muchos mueren por trabajar aquí, es de los sitios mejor pagados en todo el país.

- Lo sé, eso ha sido idea mía. – Eva sonreía.

- Dales una oportunidad, ven. Toma la mitad y yo veo la otra mitad.

Eva accedió. Con algo de desgano, comenzó a ojear los resúmenes. Pasaba de ellos con rapidez, hasta que se estresó. No había terminado de verlos todos cuando arrojó sobre su cabeza los resúmenes. Dayana se rio de Eva, por su actitud infantil.

Uno de los resúmenes cayó a sus pies, Eva lo miró y lo tomó del suelo. Observó con detenimiento el contenido. Dayana se acercó al verla tan quieta.

- No me había fijado en este. No tiene foto. ¿Quién carrizo omite poner foto en su resumen?

- Quizás es fea. – Dayana sacaba jugo a la situación.

- Es estudiante de contaduría… 21 años… muy joven.

Eva se sintió tentada a tirarlo con el resto, pero se sentó en su escritorio y leyó con detenimiento.

- Zoe Julieth Galindo Gutiérrez… Qué nombre tan raro. “Zoe”.

Dayana observaba a Eva. Cuando algo se le metía en la cabeza a su amiga, no había fuerza terrenal capaz de sacarla de aquello. Miraba la hoja con detenimiento, buscando quién sabe qué. Eva se levantó se acercó a la puerta de su oficina a toda carrera y llamó a una de las secretarias.

- Susana, ¿Susana? – Eva se mostraba impaciente.

La muchacha llegó corriendo, sabía lo mucho que odiaba que la hicieran esperar.

- Ésta para hoy, 3 de la tarde. Yo haré la entrevista. Si dice que no puede, óbviala, no tengo tiempo para niñerías. Comeré fuera hoy. – Eva entregó el resumen a Susana y regresó con Dayana.

Dayana estaba recogiendo el resto de resúmenes, no pudo evitar emitir comentarios en relación a la actitud de Eva.

- Eres tan rara. Me asusta cuando haces esas cosas.

- No sé de qué hablas.

- Pasas de un desinterés por las cosas a obsesionarte en un instante, eso.

- No me obsesiono, solo es curiosidad.

- Es más, hay muchas de estas mujeres que tienen más preparación que ella, y tienen foto, y hay muchas que se ven muy bonitas.

- Eso es común. – Dijo Eva.

- ¿Común?

- Sí, ella fue la única que no puso foto, y no solo eso, se atrevió a competir siendo solo estudiante. Eso la convierte en una mujer osada, que no se limita, que se siente capaz. En eso pensaba, y es eso lo que necesito. – Eva cruzaba sus dedos, simulando trenzarlos.

- ¿Ves? A eso me refiero. Tú, y tu bendita manía de analizar a la gente.

- Sabes que es espontáneo, si pudiera analizar a las personas a voluntad, no estaría como estoy ahorita.

- ¿Sola?

Eva se levantó, tomó su saco y se detuvo en la puerta.

- ¿Almuerzas conmigo?

- Solo si es comida normal, Eva, ¡NORMAL!

- ¿Qué tiene de malo el ramén? – Eva soltó una carcajada.

- Esto es lo que pasará. Comeremos pollo frito como la gente normal, punto.

Eva suspiró. Aceptó resignada, necesitaba a su amiga.

Durante la comida, Eva recibió una llamada de Ofelia.

- Bambina. Andas perdida. ¿Cómo estás?

- Hola, bellísima. Aquí ando, volviéndome loca con el trabajo, pero sin darme por vencida.

- Hoy nos reuniremos en mi casa, si gustas acercarte, eres bienvenida.

- Bien, iré luego de pasear a Bas.

- Está invitado también, sabes que los niños lo adoran.

- Está bien, nos vemos ahora.

Eva finalizó la llamada.

- Se haría justicia, eso es lo que necesitas, ser sociable de nuevo.

- No sé por qué armas tanto drama con esto, en serio.

- Me importas, y desde todo aquello te has vuelto tan diferente, todo el tiempo metida en esa coraza.

- No, te equivocas. No he cambiado, es lo que siempre he sido, pero como no estoy haciendo las cosas conforme a lo que otros esperan de mí y consideran “normal”, se disparan las alarmas. Vamos, la única forma que alguien se diera cuenta que algo no andaba bien conmigo eran mis desmayos o mis ataques de ira, de resto, ¿alguien me preguntaba si estaba bien?, no, Dayana, ahora estoy bien, estoy equilibrada, tengo mejor control, me ocupo de mí, y de las cosas que son importantes para mí, y el mundo sigue girando. Lo único que notan es que paso menos tiempo con el resto, no se fijan en que estoy bien, y que estoy tranquila. ¿Qué tanto te afecta que yo no salga? ¿Qué tanto te afecta que no tenga novia? ¿Tengo pinta de necesitar una novia u otra cosa?

Las palabras de Eva lastimaban a Dayana, pero por ser ciertas. Terminaron de comer en silencio, la despedida fue incómoda, Eva regresó a la oficina sin ella.

La tarde pasó volando, Eva venía saliendo de la oficina de Sistemas, cruzaba el pasillo para ir a su oficina cuando ve el reloj de pared marcar las 3:15.

Pasó a su oficina sin preguntar si la muchacha se había presentado, pero cuando trató de cerrar la puerta, Susana lo impidió.

- Ingeniera, la muchacha llegó hace 20 minutos, ¿la va a atender?

- ¿Cómo carrizo la dejas esperando tanto tiempo? ¿No tiene valor para ti el tiempo de la gente?

La reprimenda que daba Eva a la secretaria fue escuchada por Zoe, quien esperaba cabizbaja en el recibidor de presidencia.

Eva salió de forma abrupta, buscando a la joven. En realidad, era la única sentada ahí, no fue difícil dar con ella.

- Zoe, ¿cierto? – Dijo Eva, extendiendo su mano a la muchacha, quien aún permanecía cabizbaja.

Zoe extendió su mano, antes de alzar la vista para encontrarse con la de Eva. Ese momento transcurrió con lentitud, parecía eterno el instante en que sus miradas se cruzaron por primera vez. Zoe se levantaba sin desviar su mirada.

- Sí, soy Zoe. Zoe Galindo. Gracias por recibirme, Ingeniera. – Dijo la muchacha, esbozando una sonrisa.

Nadie podía describir lo que sucedió en ese momento. Llámenlo destino o casualidad, pero Zoe penetró en Eva solo con mirarla. Ella reaccionó con lentitud, pero se repuso lo más rápido que pudo.

- Eva Santiago. Gracias por venir, y te ofrezco una sincera disculpa por el tiempo que has tenido aquí esperando. No fui notificada de tu llegada. Por favor, ven a mi oficina.

Zoe la siguió en silencio. Sentía nervios, pudo apreciar a simple vista lo temperamental que era Eva. Eso le producía inquietud.

- Susana, no estoy para nadie. No quiero interrupciones, es en serio.

Sin esperar respuesta, Eva cerró la puerta tras de sí e invitó a Zoe a tomar asiento.

- ¿Puedo ofrecerte algo? Agua, jugo, cualquier cosa.

- Estoy bien, gracias.

Eva tomó algunas galletas de las que Dayana le dejó. Contrario a lo que cualquier jefe haría, no se sentó en su escritorio, sino junto a Zoe.

- Bien, Zoe. Cuéntame, ¿por qué estás aquí?, leí detenidamente tu resumen, sé que estás estudiando, sé tu edad, vi tu experiencia laboral, y todo lo demás. Quiero que hablemos de lo que no dice el papel.

Zoe respondió con mucha seguridad a todo lo que Eva preguntó.

- La mejor forma de aprender de alguien es asistirle en lo esencial para esa persona. Veo el puesto como una oportunidad de crecimiento en aquello que realmente me apasiona, el área administrativa. Asistir al presidente de una compañía implica profundizar en procesos que, debido a la naturaleza de su posición, no está en capacidad de gestionar, y no por carecer de atributos que lo permitan, sino porque existen niveles de actividad superiores que demandan gran parte de su tiempo, y en ellos se incluye la toma de decisiones. Esa toma de decisiones tiene más peso y mejor resultado gracias al trabajo del asistente, quien se encargaría de esos detalles “micro” que forman parte del proceso. En pocas palabras, eso.

Eva se quedó pasmada al escucharla hablar, y más cuando comenzó a detallar sus rasgos y atributos físicos.

Zoe era delgada, de menor estatura que Eva, no tan menuda pero parecía que podías levantarla en brazos sin dificultad, su cabello era ondulado, muy castaño, con mechones de tonalidades distintas al color base que parecían ser un rasgo natural. Su piel era blanca, tenía algunas pecas bastante tenues en sus pómulos. Sus ojos eran marrones, bastante claros, de expresión serena. Sus labios eran delgados, pero hermosos, algo rosados. Zoe no llevaba maquillaje, pero el borde de sus ojos estaba fuertemente marcado, por tener largas y bien cuidadas pestañas. Parecía una muñeca.

- Era todo lo que necesitaba escuchar. Si estás de acuerdo, empiezas mañana mismo.

El rostro de Zoe se iluminó, sonrió, y Eva sintió un intenso escalofrío recorrer su espalda.

Eva le dio un recorrido por toda la compañía y durante el trayecto le explicaba parte de los procesos y lo que necesitaba de ella.

- La asistente de presidencia es una extensión de mi memoria, si no tienes buena memoria, asegúrate de anotarlo todo. Lo haría con gusto, pero, usualmente pierdo los papelitos donde anoto cosas que debo recordar. Tienes autoridad jerárquica sobre cada secretaria, indistintamente que sea más antigua que tú. La forma en que están diseñadas las funciones aquí te convierten en un filtro, si algo viene revisado “supuestamente” desde cada gerencia, y su secretaria también revisó, o lo que sea, tú eres la última mano por la cual pasa todo lo que yo firmo. Esto es lo más importante de todo, y es clave que lo domines. Hay un manual de procesos que te muestra los diagramas y las cosas que por estar hablando de esta forma, puedo estar omitiendo. Te odiarán por devolver un documento al que le falta un punto en la hoja 526 de 1000, pero a ti lo que te importa es que yo te ame por devolver ese documento por ese punto ausente, no lo que piense el resto.

Eva dijo aquello sin pensar, pudo notar que Zoe sonrió al escucharla. Eva se sonrojó.

- Entiendo lo que quiso decir, Ingeniera. Descuide.

Eva trató de continuar con la explicación pero se perdió del todo.

- Te llevaré al departamento de recursos humanos, ellos te orientarán en otros asuntos que ni yo entiendo, mañana te muestro tu oficina y tendremos una primera junta para presentarte con todos.

Eva estrechó la mano de Zoe y la dejó en el departamento de recursos humanos.

El tiempo se deshizo como arena en los dedos. Eva se retiró temprano ese día. Fue a su apartamento para comer algo y buscar a su mascota, pensó que sería buena idea adelantar la caminata para poder relajarse con los muchachos.

- Hoy vamos a correr, y veremos a tía Ofelia.

El perro mostró entusiasmo, aunque, Bas mostraba entusiasmo con todo lo que implicara salir o comer.

Eva alistó todo para salir, decidió dar un trote moderado, había tenido un día muy estresante.

Mientras trotaba, su mascota le seguía muy de cerca, trataba de mantenerse siempre junto a ella, siempre alerta.

Eva trotaba distraída, sintió que tropezó con alguien, pero solo se disculpó sin poder ver de quién se trataba, porque cuando se dio la vuelta, la persona tenía capucha puesta. Trató de concentrarse de nuevo y prosiguió con su actividad.

Al terminar, regresó a casa, tomó una ducha y fue con Bas a la casa de Ofelia.

Cuando llegó, fue recibida efusivamente por la pareja, Los niños saludaron con rapidez a Eva, luego abordaron a la mascota al verla llegar y la llevaron al patio a jugar.

- Tiempo sin verte, pequeña. – Myriam desordenaba su cabello.

- He tenido mucho trabajo, pero creo que pronto estaré más equilibrada, conseguí asistente, y tiene potencial.

Mientras se acercaban al recibidor, Eva notó que estaba Soraya, con su novia, Mía. Las saludó con naturalidad y se integró a la reunión. Soraya la miraba con nostalgia, en contraste con la frialdad perfecta de Eva, quien de un momento a otro, se volvió experta en sepultar a las personas.

Myriam y Ofelia se sentaron a los lados de Eva, y comenzaron a bombardearla.

- Hace meses que no vienes, te hemos extrañado. Tenemos grandes planes para tu cumpleaños, así que procura no perderte, ni comprometerte. – Decía cariñosamente Ofelia.

- Está bien. Y me alegra verlas tan felices, hoy tienen un semblante distinto, o ¿son ideas mías?

- Tiraron, es eso – Intervino Soraya.

Eva solo la miró, sin mostrar agrado o incomodidad por su comentario.

- Ofelia, quería mencionarte algo del contrato de…

Myriam tapó la boca de Eva y la abrazó juguetonamente.

- Nada de trabajo. Solo relájate.

- Solo era un comentario, Myriam, no te tomes tan literal lo que digo. – Eva sonreía mientras daba palmaditas en la mejilla de Myriam.

Myriam se levantó por un momento y fue a la cocina. Eva no perdió oportunidad.

- Necesito saber si podrías estar en la junta de mañana, es importante.

- Seguro, he estado notando algunas cosas y necesito hablarte de eso, pero, Myriam anda muy sobreprotectora. Me encanta, pero, es solo trabajo. Mira, ahí viene.

Myriam se acercaba al grupo con una bandeja repleta de cubitos de brownie.

- Eva, prueba esto, los hice yo. – Dijo Myriam.

- No puedo, aún no redacto mi testamento. – Eva se burlaba amistosamente de Myriam.

Todas rieron, Myriam tomó un cojín que aterrizó directamente en la cabeza de Eva. Todo se convirtió en risas en ese momento.

Eva probó el brownie, estaba alcoholizado. Sonrió, e hizo señas graciosas de aprobación.

Cada una tomó un brownie y hablaron un rato.

- ¿Y Lucas? – Preguntó Eva.

- En una cita. Anda enamoradito.

- ¿Martha?

- Isabel. Han pasado un par de cosas por aquí que te has perdido.

- Me alegra por él. – Eva sonrió.

- Eva, y tú, ¿sales con alguien? – Preguntó Mía.

- No, ni he pensado en eso. – Eva sonreía, fue amable en su respuesta hacia Mía.

- Te encontraste, es eso. Usualmente cuando esto pasa, ves las cosas distintas, entiendes que eres una mujer completa y que es falso este mito que reza “todos necesitamos a alguien que nos complete”. Créeme, cuando te cruces con una persona que esté en la misma condición que tú, tendrás una maravillosa relación. Yo me siento feliz por ti, te veo bien, te veo tranquila. Que te sientas bien  al estar sola, es una maravillosa señal de crecimiento. – Myriam hablaba desde su sabiduría.

Ofelia se derretía por Myriam cada vez que hablaba de esa forma, tan madura, tan centrada.

- Yo me saqué la lotería con mi amor. – Ofelia se pasó al lado de Myriam y se sentó en sus piernas.

Soraya permanecía en silencio viendo a Eva, Mía no lo notaba por estar concentrada en la conversación, aun así, ambas tenían sus manos entrelazadas.

Un par de horas después, Eva estaba de regreso en su apartamento. Una ducha reflexiva y una cama esponjosa fueron el cierre perfecto a aquel día. Antes de quedar profundamente dormida, se cuestionó a sí misma sobre su actitud acerca de las relaciones, pensaba si en realidad estaba tranquila, o solo estaba huyendo. El sueño la venció, y no encontró la respuesta.

Continúa…