Caminos cruzados (15)
CAPITULO XV - Tomando las riendas.
CAPITULO XV – Tomando las riendas.
Lucas llegó a la clínica primero que el resto. Victoria y Zoe lo seguían mientras él se dirigía al área de recepción y averiguaba si ya se encontraba Eva en el recinto.
- Disculpe, señorita. Eva Santiago sería trasladada aquí. ¿Ya llegó su ambulancia?
- Sí. Está en cuidados intensivos. Tendrán que esperar al médico tratante para tener más información, en esa área no se permiten visitas.
- Entiendo. Gracias. – Lucas sonrió a la joven y regresó con las mujeres.
Zoe se acercó y abordó a Lucas.
- ¿Ya la tienen aquí? – Preguntó Zoe, cruzada de brazos.
- Sí. Está en cuidados intensivos. Habrá que esperar que venga el médico o algo así.
Victoria se mostraba serena, trataba de apoyar moralmente a Zoe. Los tres se sentaron e intentaron mantener una conversación coherente, pero, era inevitable pensar en Eva y hablar de ella.
Minutos después, llegó Sofía junto a María Fernanda. Apenas vieron a Zoe, se acercaron.
- Mi abuelo me dijo que ya está aquí. De ahora en adelante la espera será larga. Aunque él tiene buenas expectativas de la evolución de Eva. Zoe, deberías descansar, te ves mal.
- No me moveré de aquí hasta que ella esté bien.
- Me recuerda a Ofelia cuando Myriam estuvo en terapia intensiva. – Todos voltearon a ver a Soraya, que llegaba con Mía. – No le insistan mucho, no habrá fuerza humana capaz de moverla de este lugar.
- Cierto, ella poco dormía y comía. Fue duro. Cuando le dieron el alta y la forzaron a mantenerse alejada, iba cada día a la misma hora a verla.
- Y, ¿por qué alejarla? No hay una política que prohíba permanecer en el hospital en caso de tener un pariente o afín internado. – Sofía mostraba auténtica sorpresa.
- Siendo sincera, yo tampoco entendí. – Añadió Soraya. – Cuando ella decidió pasarla a la habitación, ahí sí nos permitieron hasta pernoctar, y éramos cuatro personas, Eva, Ofelia, Lucas y yo. Son cosas que no vimos en el momento, pero, si nos ponemos a pensar, son extrañas.
En ese momento, los padres de Eva llegaron, se integraron rápidamente a la conversación.
Estuvieron hablando durante un buen rato, de pronto, el teléfono de Zoe sonó. Era su madre.
Ella dudó si responder o no, pero, el grupo la alentó a hacerlo. Ella puso el teléfono en altavoz, para que todos pudieran ser testigos, en caso de ser necesario su conocimiento de los hechos.
- Hija, se llevaron a tu padre. ¿Cómo permites esto? Debes detenerlo de inmediato, tu padre es inocente.
La cara de asombro de Zoe, se quedó corta, para el nivel de cinismo que traía enquistado el argumento de su madre.
- Mamá, por favor, no hagas esto, no seas cómplice de sus actos. Sabes lo que habría pasado si Eva no me hubiera protegido. En un caso como ese, ¿seguirías pensando igual?
La madre de Zoe no fue capaz de esbozar una idea que compitiera contra eso.
- Ella no debió interponerse, es su responsabilidad.
Zoe, en un impulso nada acorde con su personalidad dócil, arrojó el teléfono. Casi golpea a Dayana, quien venía entrando con Helena.
- Bien, bien, no estuvimos allá, porque se nos complicó, pero, llegamos. Relájate, Zoe. – Decía Dayana, mientras recogía el teléfono. Estaba algo sorprendida por la actitud de Zoe.
- Disculpa, no te vi. – Zoe sujetaba su cabeza con ambas manos y miraba hacia el suelo.
- Comprendo cómo te sientes, no es cosa fácil lo que está pasando y ella no comprende lo delicado de esto. – Dijo María Fernanda.
- Debería decirle a Ofelia que la declare cómplice, ya me imagino qué habría pasado si no le hubiera hecho caso a Eva. Ella me dijo que afrontáramos esto juntas, originalmente pensaba ir sola. Capaz me mata y ella habría dicho que fue mi culpa. – Zoe hacía un gran esfuerzo por no llorar.
- Esa es la conducta típica de una persona que es abusada. Él la golpea, ¿cierto? – Preguntó Soraya.
- Sí. Lo hace. Y yo, no siempre me he salvado.
Sofía notó la presencia de su abuelo, se levantó y pidió al padre de Eva que la acompañara. El hombre lucía sonriente, Sofía sabía que las cosas marcharían bien para Eva.
- Ya la jovencita está en buenas manos. Pueden estar tranquilos, hasta ahora, todo va de acuerdo a lo esperado. Cuando esté completamente estable, retiraré la sonda y la evaluaré otro poco antes de pasarla a una habitación. El proceso será lento, pero, solo así obtendremos los resultados que deseamos. Les pido paciencia, al menos mientras no pueden verla. Si vienen a diario, a diario les daré información con todo gusto. Siéntanse en su casa.
- Gracias, doctor, no tengo cómo retribuirle el que mi hija siga con vida. – El padre de Eva estaba conmovido.
- Que su hija salga de aquí caminando, será mi recompensa, el resto es “trámite”. – El hombre estrechó la mano de Francisco, abrazó a su nieta, y se retiró de la sala.
Ambos regresaron con el grupo, para dar a conocer las noticias.
- Todo va bien. Aún no podremos verla pero es parte del proceso, podremos estar aquí para estar pendientes, pero, solo eso. Al menos hasta que la muden a una habitación. Les agradezco a todos el apoyo que han dado a mi hija.
- Podemos turnarnos de acuerdo a nuestras actividades, para no dejarla sola. – Propuso Soraya.
- Yo no me moveré de aquí. – Zoe mantenía la vista fija en un punto del suelo, su mente estaba con Eva.
- Zoe, necesitas descansar. – Dijo María Fernanda.
- Cierto, y tienes que atender al hijo de Eva, ahí sí le da algo si su mascota no está bien. – Añadió Dayana.
- Es más, con Eva en esta situación, alguien tiene que estar por ella en la compañía.
Zoe elevó la mirada, el padre de Eva la observaba sonriente.
- Pero…
- Nada de peros, eres la mujer de mi hija, y es su empresa, no me mires a mí. Sé que eso habría hecho ella. Hablaré con Ofelia para que haga los arreglos. Te puedes apoyar en ella y en Victoria, que es la mujer de confianza de Eva. Y no te preocupes, todo saldrá bien.
Zoe se quedó en blanco, no podía articular palabras, solo pensaba en todas las cosas que tendría que hacer, pensó en la universidad, todo le pareció un obstáculo, ella solo quería estar para Eva.
- Pediremos al chofer de la compañía que te traslade a donde pidas, y creo que lo más prudente es que te quedes en el apartamento de Eva, no solo por la mascota, sino por tu propia tranquilidad. – Añadió el hombre.
- Sí, puede ser un choque fuerte que vuelvas ahí luego de lo que pasó. Aunque en algún momento tienes que volver, digo, a buscar tu ropa. – Soraya le sacaba juego a Zoe. Todos sonrieron con aquello.
Zoe sonrió ligera, estaba abrumada con todo esto, Eva fue el pilar de todo desde que se conocieron, ella la cuidaba, ella tomaba las decisiones, ella era todo. Ahora le tocaba salir al frente por ella, esto le producía ansiedad.
- ¿Tienes las llaves del carro?, ¿sabes manejar? – Lucas intervino.
- No, no sé manejar. Eva iba a enseñarme dentro de poco.
- Bien, entonces si quieres rescato el carro y lo llevo hasta el apartamento, mejor que esté ahí. Te enseñara a manejar, pero, no quiero hacer la tarea de Eva. – Lucas reía, buscaba que Zoe sonriera, pues se veía bastante consternada.
- Te lo agradezco mucho, Lucas. – Zoe le sonrió.
Conforme fueron pasando las horas, algunos se fueron retirando. Lucas había ido a buscar el vehículo de Eva, Victoria lo esperaba, él las llevaría a casa a cada una. Zoe no quería irse, pero, a partir de mañana, enfrentaría muchas cosas, tenía que esforzarse, y lo haría, por Eva.
- Nosotros nos quedaremos esta noche, ve tranquila, mañana convoca a una reunión y notifica lo que está ocurriendo, ya Ofelia está al tanto, estará contigo mañana. Avisé a Matías y ya está consciente de su nuevo rol, se dedicará exclusivamente a tu traslado mientras estemos en esta situación. Tienes todo nuestro apoyo. – Dijo el padre de Eva.
- Les agradezco mucho la confianza, no tengo palabras. – Zoe no salía de su asombro.
- Nosotros vimos algo distinto en Eva desde que está contigo, eso no se escapa a nuestra atención. Su felicidad es la nuestra. – Añadió su madre.
Los ojos de Zoe se humedecieron, era indescriptible lo que sentía en ese momento.
Poco después, llegaría Lucas. Ambas mujeres se despidieron de los padres de Eva y se marcharon con él.
Durante el trayecto, Zoe evaluaba los daños causados al teléfono, afortunadamente, sobrevivió al momento de ira que tuvo.
Lucas llevó primero a Zoe. Al despedirse, el joven tuvo unas palabras para ella.
- Intenta descansar. Si necesitas algo, no dudes en llamar. Estaré atento.
- Gracias, Lucas.
Zoe se despidió de ambos, y se dirigió al apartamento de Eva.
Una vez ahí, no pudo evitar llorar, recordó cada momento que habían compartido en ese lugar, hasta ese último momento en que los ojos de Eva estaban clavados en ella, suplicantes y humedecidos.
La mascota de Eva percibió su llegada, como si supiera que algo andaba mal, comenzó a quejarse un poco, y estaba algo inquieto. Zoe lo trató amorosamente y, al igual que Eva, conversó con él.
- Mami no vendrá por algún tiempo, pero, yo te cuidaré hasta que vuelva. – Zoe abrazó a la mascota.
Decidió darle de comer y sacarlo a su caminata nocturna, mañana el día estaría complicado con la junta y otras cosas, lo mejor era que tuviera un paseo adicional para compensar lo que venía por delante. La caminata fue breve, pero, el alegre can la disfrutó a lo grande.
La parte más difícil para Zoe, sería dormir en su cama, sin ella. Le costó conciliar el sueño, no paraba de llorar, y se aferraba a su almohada, aún impregnada con su olor. Tanto llanto, fue lo que al final le permitió quedarse dormida.
El día llegó, y Zoe trató de dejar salir su mejor actitud para poder enfrentar lo que se avecinaba. Se arregló como pudo, con las cosas que traía en el bolso, y tomó un desayuno ligero.
Matías la esperaba en planta. Zoe acomodó a Bas en el balcón y dejó todo tal y como Eva lo hacía cada vez que salía.
Zoe le contó al muchacho durante el trayecto lo que estaba sucediendo, ella podía notar la preocupación en su rostro. Eva era muy querida, por su forma de tratar a las personas.
Cuando llegaron, Zoe fue directo a la oficina de Eva. Ofelia y Victoria ya estaban prestas a apoyarla.
- Buenos días, Zoe. ¿Pudiste descansar? – Preguntaba Ofelia, mientras le daba un abrazo.
- Traté, no fue fácil, pero creo que dormí un poco.
- Todo está listo en la sala de juntas y ya todos te esperan.
- Bueno, vamos a terminar con esto, espero que no hagan muchas preguntas.
Mientras avanzaban, Zoe se iba poniendo más y más nerviosa, pero, centraba sus ideas en Eva, en tenía que lograrlo por ella, era lo único que podía hacer, y quería hacerlo bien.
Al entrar a la sala de juntas, estaban casi todos los trabajadores, por el espacio de la sala, podían estar unos junto a otros sin sofocarse.
Zoe comenzaría a hablar con ellos, se podía percibir cierta atmósfera de incertidumbre entre las personas.
- Buenos días a todos. Solicité su presencia en este momento para darles información en relación a Eva. Trataré de ser lo más precisa posible. Ella ahorita está hospitalizada debido a que tuvo un accidente, la naturaleza del mismo no es necesario mencionarla justo ahora. – Zoe hizo una pausa para enjugar sus lágrimas. – Estará unos días ausente, no sabemos cuánto, por eso les pido, por favor, mantengamos nuestra dinámica de trabajo como si ella estuviera aquí. Nosotros siempre hemos contado con ella, es hora de decir que ella puede contar con nosotros. Cualquier información en relación a esto, la haré llegar con gusto, cuando la saquen de cuidados intensivos, les avisaré por si quieren visitarla.
Todos murmuraban, pero, nadie se atrevía a hablar. Zoe recordó lo que Eva hacía cada vez que esto sucedía.
- ¿Algo qué decir?
Todos voltearon a verla simultáneamente. Ofelia se adueñó de la situación, debido a que Zoe omitió el punto más importante de la reunión, y ella sabía por qué lo hacía.
- Señores, a partir de este momento y mientras se prolongue la ausencia de Eva, Zoe asumirá sus funciones como interina. Esta decisión fue discutida por la familia de Eva y mi persona, concluyendo que es lo más conveniente para los intereses de la compañía. Sugiero que se acoplen a la decisión y la respeten. Como alguna vez lo pidió Eva, máxima colaboración con Zoe, esta vez, porque estamos atravesando por un momento difícil, no solo a nivel laboral, sino en lo personal, nosotros los que hacemos vida con ella, y somos parte de su entorno íntimo. Si alguien tiene dudas, puedo aclararlas con todo gusto, de otra forma, demos por concluida la junta. Agradezco que alguien haya tenido la decencia de tomar la minuta. – Ofelia era dura cuando se lo proponía.
Zoe salió en compañía de Victoria y Ofelia. El día apenas comenzaba y ya quería salir corriendo, esto la hacía admirar a Eva, y esa capacidad que tenía para lidiar con esas bestias que ella llamaba “mis trabajadores”…
Afortunadamente, dentro de la empresa, los procesos se llevaron armónicamente, Ofelia siempre estuvo apoyándola, y Victoria estaba el doble de atenta con las cosas para mantener tranquila a Zoe.
Así pasarían los días de aquella muchacha, entre el trabajo, las clases, y salir a toda prisa a la clínica esperando recibir buenas noticias…
Había pasado casi una semana desde que Eva entró a la clínica. Zoe estaba feliz porque llegaría el fin de semana, y nada la separaría de Eva. Esa tarde iría a clases y luego pasaría la noche en la clínica. Desafortunadamente, Matías estaba accidentado, y el vehículo había sido remolcado. Zoe pagó un taxi a la universidad, no quería ir, pero, sabía que Eva se molestaría si llegara a saber que faltó a clases.
Era difícil prestar atención, sentía que ya habían transcurrido muchos días y necesitaba ver a Eva, la extrañaba, y mucho. Rebeca no había ido, eso también hacía su estadía más pesada. Ella solía distraerla estos días que tan mal se sentía.
En medio de la clase, recibió una llamada de Myriam, salió del aula para atender.
- ¿Dónde estás?
- En la universidad. ¿Cómo está Eva?
- ¿Por qué no vienes y la ves tú misma? Salió de cuidados intensivos. Está dormida, no querrás que despierte y no te vea.
Las piernas de Zoe temblaban, comenzó a correr por el pasillo a toda prisa, respondió escuetamente a Myriam y salió a buscar un taxi.
- Galindo…
Ella se detuvo, esa voz…
- Directora… si me disculpa, llevo prisa.
Zoe siguió caminando, Jezabel aceleró para alcanzarla.
- ¿Sucede algo?
- Necesito irme, en serio, no tengo tiempo para hablar.
- ¿Te llevo? – Preguntaba con insistencia la mujer, mientras veía que Zoe intentaba parar un taxi. – ¿Tu novia no viene a buscarte?
Zoe volteó a mirarla, trató de no ser odiosa, pero era difícil.
- Precisamente, porque no puede, es que voy hasta ella.
- Deja que te lleve. ¿A dónde vas?
Zoe le indicó el nombre del lugar. Jezabel notó que ella comenzó a llorar.
- ¿Le pasó algo?, ven, vamos a mi carro, aquí te vas a secar esperando.
Zoe no tuvo más remedio que aceptar, así que caminó con ella hasta su vehículo. Durante el trayecto, Zoe contó a Jezabel lo sucedido. La mujer sintió que juzgó mal a Eva, al parecer, no todas eran malas, después de todo.
Cuando llegaron a la clínica, Zoe agradeció a Jezabel el haberla traído, se bajó rápidamente, y entró a la clínica.
Zoe no miró atrás, de frente, venía María Fernanda, sonriente, vio a Zoe y le hizo señas festejando que ya podían verla. María Fernanda la abrazó, se despidió de ella y dejó que siguiera su camino.
Por fin estaba junto a la puerta, sus manos temblaban, cuando entró, lo primero que vio fue a Eva, estaba dormida, tenía mejor semblante que la última vez que pudo verla. Sin mediar palabras con alguna de las personas que pudieran estar en ese momento ahí, se acercó a su gran amor. Sus lágrimas no le dejaban ver bien y las enjugaba con rudeza. Se sentó a su lado y tomó su mano. Estaba helada.
Sintió como todos los que estaban, fueron saliendo, las dejaron solas. Ese instante fue todo para Zoe, quiso hablar pero no encontraba las palabras.
Eva vivía, era todo lo que importaba en ese momento.
Continúa…